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ᝰ Vigésimo primer acto

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❝You are my tear,
you are my fear.
¿What more can I say?
You are my tear❞

By: J-Hope, RM, Suga.
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«Estoy tan celoso de tu libertad... Pero la respeto»

Taehyung abrió la puerta que anteriormente el sujeto que lo invitó a la gala le permitió usar. Se lo debía de cualquier forma, el cuarto y la discreción, claro está.

Su pequeño bailarín favorito seguía sus pasos guiado por el tironeo de las manos unidas, el cual quería reír pero no podía, era algo raro de explicar. Había una sensación de diversión en el acto pecaminoso que estaban cometiendo, esto de irrumpir en una habitación cuando deberían formar parte de la gala benéfica que tomaba suceso a las afueras del cuarto. Había diversión, sí, pero el ambiente y las tonadas de lo juvenil eran manipulados por Taehyung.

La forma en que lo tomaba de la mano, su manera de guardar silencio sin dar espacio a que este sea interrumpido, lo tenso en su mandíbula y finalmente: la oscuridad en la habitación.

La luz se detuvo en la puerta que ahora Jungkook podía sentir en toda la espalda, los retazos de lo amarillento de esta se colaba por la rendija inferior. Podían verse, ver la silueta del otro trasladarse por el cuarto de ser necesario.

La mano de Taehyung se asentó a un lado de la cintura de Jungkook, gesto que hizo al nombrado inhalar profundo, tanto que su pecho rozó el contrario. El alcance de los dedos de Taehyung era... aterrador. Sus hermosos dedos se acomodaban de forma inofensiva en cualquier lugar de su cuerpo y su respuesta siempre sería la desconfianza, con los sensores de peligro activándose de forma automática.

Y no se podía mover.

Tragó con fuerza sintiendo al Deja Vu corroerle los huesos.

Taehyung solo le puso una mano encima, pero algo le impedía moverse.

—Jungkookie, mírame.

Ah... ¿Tenía los ojos cerrados? ¿Cuándo los cerró?

O más importante ¿Por qué no los quería abrir?

—Ángel —. Tembló de pies a cabeza cuando el llamado estremeció por completo su sistema nervioso penetrando sin compasión por su aparato auditivo.

También la voz de Taehyung tiene alcance, no solo sus dedos. Su voz te atrae, te agarra y te reduce. Justo ahora, como un demandante susurro que depositado en su oído le hace levantar la mirada y encontrarse con los ojos miel.

Los ojos... Miel.

No.

—Precioso y pequeño ángel—. La otra mano de Taehyung ascendió hasta colocarse sobre la mejilla del azabache, acariciando y tanteando suave terreno hasta rodear sutil el cuello de Jungkook, logrando sin esfuerzo que este arqueara la espalda para darle espacio a los dedos de Taehyung entre su nuca y la puerta.

Los ojos del rubio son oro puro, oro solidificado.

Como la primera vez, ¿por qué Jungkook olvidó eso?

Ahora regresan esos ojos que pasan de miel a brillante y cruel oro.

Jungkook cierra los ojos cuando los labios de Tae recorren el camino a los suyos, brinda paso libre a su boca cuando la rodilla de Taehyung asciende por sus piernas y presiona hacia arriba. Es incómodo, no puede respirar, los dedos sin presión de Taehyung alrededor de su cuello lo ponen tan nervioso que no para de temblar; el agarre firme que pega su trasero contra la puerta lo hace sentir tan encerrado y...

—Baja tu pantalón.

Y dominado.

Pero a pesar de ser aterrador, cuando las manos de Taehyung y su rodilla dejan de ejercer control sobre su cuerpo, se siente caer. Y faltó poco para ello, tan poco que de reojo pudo observar la sonrisa socarrona del mayor.

—Despacio pequeño ángel.

Apresa su labio inferior entre los dientes y congela las manos para recuperar el control sobre ellas, o fingirlo al menos, desabotona sin mucho problema el pantalón de hilo y hace tirar abajo la bragueta, en el camino del mismo por sus piernas resuena un plástico.

—¿Qué fue eso?

—T-traje un condón —reconociendo la ceja enarcada de Taehyung sin verla acaba diciendo—, supuse que en algún momento nuestra diversión iría más allá de la charla así que...

—Mhm...

Vuelve a estremecerse con la vibración de la garganta de Taehyung casi siendo palpable para él, parecía un gato asustado, uno con todos los sentidos a su máxima capacidad, alerta a cualquier cambio en su amenaza.

—Muy bien —ve la silueta de Taehyung cuando este se agacha y recoge el paquete entre sus dedos, ve el destello color azul frente a su rostro, a la altura de la barbilla—, muerde.

Lame sus labios y traga en seco, no se toma el tiempo de cuestionarse el por qué de la repentina sequedad en su boca. Pone sus dientes delanteros en el borde del paquete y asciende los ojos a los de Taehyung, el cual no los despega de sí ni siquiera cuando con un movimiento rápido y certero de su muñeca rasga el paquete, abriéndolo en el proceso.

—Joder...

Susurró el mayor sin poder contenerse porque los ojos de Jungkook... Los inmensos y absorbentes ojos de Jeon Jungkook brillaban de tal forma que en serio lo llamaba, había una llamita muy muy lejana en las puertas del alma de Jungkook que simplemente no podía ignorar, no podía dejar pasar.

Quería llegar hasta ella.

Y agarrarla.

Y tomarla para sí.

—No usaremos el condón ahora —susurra Vante cuando cree, se recupera, y deja caer el condón aún en el paquete de vuelta al suelo.

Regresa, mano en la cintura, mano en el cuello, rodilla entre las piernas y labios junto al oído.

Comenzó a devorarlo otra vez.

—¿Sabes que el miedo es una emoción muy placentera?

Los dedos de Taehyung de la mano izquierda, la que tenía su cintura bajo control, se desplazaron por todo el vientre bajo del de piel lechosa y se dispusieron a juguetear por el torso del menor, que tanto le divertía con sus jadeos.

—Se siente muy bien sentir miedo de la persona que confías, claro que requiere de pequeñas dosis de miedo y enormes cantidades de confianza, justo como tú ahora —los dientes del orador tallaron la mandíbula del bailarín, mordisqueó y tomó pedacitos como si en su victoria ganase esos trozos de piel para él—. Y me gusta tanto jugar contigo ángel, es como si jugase con un fueguito.

—T-Taehyung...

—¿Ves? No puedes respirar y no sabes qué hacer, es tan divertido—. Responde a la súplica con una sonrisa.

No deja de presionar, la mano del cuello continuó ahí asentada y la otra se encargó de dominar la entrepierna de Jungkook con la ayuda de su rodilla. Cada vez había menos espacio entre Jungkook, Taehyung y la puerta.

Cada vez podía respirar menos.

—Te falta algo Jungkook —sus dientes van a la nívea clavícula—, te falta la libertad de tener miedo —los ojos oscurecidos por los argénteos tonos de la luna hicieron a Jungkook detener su lucha por el control, su débil lucha para no entregarse fue pisoteada por la mirada de Kim Taehyung—. Yo haré que te entregues al miedo, córrete ahora.

La orden fue un detalle para acabar la psicología de Jungkook, el cuerpo de Kook no obedeció, solo reaccionó, y Taehyung aprovechó la lectura de esa reacción para volverlo a su favor. El temblor en la entrepierna de Jungkook, sus gemidos retenidos a media garganta, su lengua buscando frío a tanto calor corporal fuera de su boca.

Era obvio lo que sucedería.

Y que Jungkook se aferraría de sus hombros cuando sucediese, también era obvio.

«En el amor no hay ganadores Jungkookie... Caigo yo y caemos los dos»

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Liberty
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