ᝰ Cuarto Acto
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❝¿Qué soy ahora? ¿Y qué si soy alguien a quien no quiero tener cerca? Estoy cayendo de nuevo. ❞
Harry Styles
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El manto de la noche comenzaba a tomar control del cielo, destellos rosas y naranjas que se extendían transformando a las nubes en un espectáculo digno de ver, pero Taehyung estaba concentrado en los semáforos y su seguridad al conducir, enfocado por completo en las indicaciones del GPS, demasiado ocupado como para admirar el cielo por encima de los enormes edificios. El flequillo rubio cenizo permanecía acomodado con gomina, en cantidad exacta para no perturbar su rango de visión. De vez en vez palpaba con la yema de su dedo índice su labio inferior, regulando la cantidad de pinta labios rosa prácticamente invisible, como si temiera que fuese notado.
Taehyung no tenía nada fuera de lo normal, hoy no es un día especial precisamente. Sus hombros y pose elegantemente erguida permanecían tan relajados como siempre. Lo único discordante en el cuadro son los retortijones ocurridos en su estómago cada ciertos intervalos de tiempo, demasiado constantes para su malestar. Cada vez que el ángel tomaba su etérea forma en la mente del imperturbable Vante, este solamente podía inhalar con lentidud y expulsarlo de la misma forma en busca de un ápice de autocontrol en su organismo.
Solo esperaba recuperarse para cuando tuviera contacto con el azabache, suceso que ocurriría muy pronto.
Conforme pasaba el tiempo las luces escaseaban y el pavimento perdía calidad. Una arruga preocupada tomaba forma en su entrecejo y la gota que colmó el vaso de su incomodidad fue el sitio concertado por Jungkook.
Una vez Taehyung paró su auto en el medio de la nada, a un lado de la carretera más vacía que había tenido la pena de presenciar, solo pudo agarrar el puente de su nariz con los dedos y salir del auto cerrando la puerta con fuerza. Finalmente miró a su alrededor. Nada, pura oscuridad y vegetación.
Jungkook no pudo haberlo hecho a propósito, tuvo que haber sido una equivocación... ¿cierto?
Pasados diez minutos dejó de cuestionarse las posibles razones del por qué de su presencia ahí, para simplemente prepararse a regresar por donde mismo había llegado. Solo que antes de proceder a abrir la puerta, un ruido lo alertó, a lo lejos se avecinaba a gran velocidad una motocicleta especialmente estruendosa, rompiendo el silencio total solo perturbado por el viento corriendo. Un motor rugiendo y gomas arrasando contra el pavimento fueron tanto la lucesita de esperanza para Taehyung como la razón de su suspiro.
Efectivamente el conductor de la motocicleta llegaba para reunirse con Taehyung, se detuvo justamente a su lado, mas la sonrisa de Vante desapareció cuando pudo ver el rostro del chico. Kim suspiró y procedió a quitarse el Rolex adornando su muñeca para tendérselo al sujeto.
—Si no le dices a tu gente que me viste aquí, puedes quedarte con mi reloj. Vale cerca de setecientos dólares, es importado, que significa que es de una marca internacional altamente cotiza...
—Woah, Kookie me dijo que eres una mierda prepotente pero no esperaba esto—. Sin pizca de vergüenza el rubio tatuado comienza a reír sin apartarse de su moto, una carcajada clara acorde a su edad y apariencia suave, algo mancillada por los tatuajes que partían desde la parte trasera de su oreja hasta perderse en el cuello bajo la chaqueta negra.
Taehyung maniobró para agarrar en el aire un objeto lanzado de imprevisto a su pecho, sus manos palparon una tela suave, blanco pelaje sintético que se perdía en caricias contra su piel. Lo reconoció como el abrigo del que Jungkook se apoderó en su primer encontronazo.
—Kook me dijo que con esto me reconocerías como de confianza. Sígueme ricachón, te llevaré con él.
Sin más se recolocó el casco sobre su cabeza y aceleró poniéndose en marcha. Taehyung no se tomó el tiempo para procesar lo sucedido, no es como si lo tuviera de cualquier forma. Por lo que simplemente reaccionó adentrándose al auto para seguir al rubio claro que continuaba manejando sin comprobar su presencia. El susodicho no podía dejar se sonreír con sorna al corroborar las palabras de Jungkook, de quien dicho sea de paso quería presenciar su reacción al escuchar las tan halagadoras primeras palabras por parte de Vante a su persona.
Taehyung salió de la carretera siguiendo con nerviosismo el camino marcado por el aparente amigo de Jungkook. Durante unos trescientos metros el auto no dejaba de temblar por la tierra irregular que tuvo que atravesar. Cuando encontraron civilización, Taehyung no sabía si llorar de alivio o gemir de frustración. Estaban en un barrio de una pobreza abismal.
El desconocido detuvo la moto y se quitó el casco indicándole con gestos a Taehyung que se detuviera, una vez lo hizo esperó hasta que el rubio más claro se paró a su lado, fuera del auto.
—Abriré ese contenedor que tienes a tu derecha y ahí meterás a tu preciosura de carro. ¿Entiendes, ricachón?
Taehyung miró con expresión casi adolorida el agujero al que se refería el rubio y solo pudo asentir. Los segundos de sufrimiento fueron un goce para el rubio de sonrisa maliciosa. Una vez el auto estuvo oculto entre las paredes descoloridas en conjunto con la motocicleta, siguieron el resto del camino en silencio y no mucho después llegaron a un restaurante.
Lo que llaman restaurante, es para Taehyung inferior a su perspectiva de un comedor obrero. No obstante, comprendió el por qué de su presencia ahí cuando una tierna voz se levantó sobre el bullicio.
—SÉ QUE TIENE HAMBRE PERO YO SOLO TENGO DOS MANOS. ¿ME LLAMASTE MOCOSO? YA QUE TIENES TANTA HAMBRE CÓMETE MI... AUCH, AHJUMAAAAAA—. Taehyung miró con una sonrisa la ridícula escena desarrollada ante sus ojos.
Su hermoso ángel no paraba de gritar adolorido por los tirones en su oreja derecha provocados por una mujer de aspecto occidental, bastante joven a su parecer para ser llamada Ahjumma. La susodicha arrastró a Jungkook a la cocina, según pudo ver Taehyung al seguirlos. Atravesó la puerta que separaba ambas habitaciones tras el motociclista, que no tardó en anunciar su llegada.
—Aquí traigo el paquete, Kook.
Sus ojos se encontraron con los del azabache y solo pudo esbozar una sonrisa temblorosa ante el chico que todavía se masajeaba. Jungkook simplemente lo ignoró y le gritó a la adulta.
—Ahjumma, ¿quieres dejar de hacer eso? Tengo una imagen que mantener.
—Serás sinvergüenza mocoso. ¿Cómo te atreves a hablar de imagen cuando estabas a punto de gritar improperios delante de niños?
Jungkook se limita a chistar con una mueca antes de finalmente darle atención a su invitado. Lo miró sin medir el gesto de pies a cabeza antes de arrugar el entrecejo aún más.
—Jimin-ah, ¿tienes la ropa de Jin Hyung aquí aún?
El rubio tatuado asiente masticando un trozo de pan a espaldas de la mujer y con la comida aún en su boca señala a su izquierda.
—En mi habitación, sabes dónde encontrar...
—Estoy ocupado, dale algo tú.
Tras tragar con fuerza asiente mirando a Vante con los ojos entrecerrados una vez pasa por su lado.
—No te emociones y cuida esa ropa, es sagrada.
Él simplemente asiente y regresa su mirada al frente.
—Acércate, Taehyung, ahí estorbas.
Algo incómodo por la mirada fija de la "Ahjumma" se coloca a unos pocos metros de Jungkook, donde creyó no entorpecería el trabajo del resto.
—Es la primera vez que traes a alguien aquí, mocoso. Y no es una chica, para mi decepción.
—Te lo dije, no tengo novia—. Le dice a la señora mientras agarra un cuchillo y comienza a picar cebollas.— Pero ni te creas, él no es mi pareja. Lo traje por un motivo totalmente diferente.
—Ah... ¿Y puedo saber cuál?
—Oye, vieja, ¿no tienes trabajo que hacer?
Y así comenzó otra sesión de golpes a su ángel. La mujer agarró lo primero que captó con la vista y comenzó a caerle a cucharazos a la pobre espalda de Kook, y Taehyung no pudo moverse de su lugar. Adiós a su expectativa como caballero.
—¡Ricachón, ven!
Aguantando el resoplido, Taehyung asiente en dirección a Jungkook y se retira de la cocina siguiendo la voz. El rubio más claro, antes nombrado Jimin, lo esperaba en el marco de una de las dos puertas contiguas a la cocina, que marcaban el final del pasillo y casa/restaurante.
—La ropa está encima de la cama, apresúrate—. Formuló Jimin antes de retirarse dejándolo a solas en la habitación.
Habían dos colchones, ambos pegados haciendo lo que sería una cama tamaño normal. La habitación no estaba precisamente organizada, pero al menos no olía mal. Taehyung posó su mirada luego del rápido escáner sobre la ropa encima de las sábanas. Ropa deportiva, blanca y negra, de visible calidad, marca Puma.
Vante suspiró un poco aliviado puesto que esperaba que la ropa fueran unos trapos viejos, y aún si hubiese sido el caso, no se quejaría. Ya había llegado tan lejos, quería comprobar lo que le quería mostrar el azabache y comenzaba a desesperarse por ello. Así que minuciosamente dejó doblada su ropa en una esquina vacía de la pequeña mesa a un extremo del cuarto y se vistió con la prestada.
Se veía perfecto, pero escogió como cereza del pastel desordenar su cabello usando agua del baño, justo delante de la habitación en que se encontraba, y así reapareció lo juvenil y fresco de su apariencia.
Al regresar a la cocina un delgado pelinegro lo esperaba con par de bolsas de plástico en cada mano y, para dicha de Taehyung, una sonrisa.
—Vayamos a botar basura, su majestad.
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Las bolsas no eran tan pesadas como Vante esperaba, el principal problema era el camino.
—Mira, lánzalas aquí—. Jungkook dejó caer las bolsas sobre escombros con más basura aún.
Y, como muchas veces había hecho esa noche, Taehyung asintió ignorando la vocecita que le decía que desapareciera de allí.
—¿Regresaremos al restaurante?
Kookie le sonrío de lado y saltó por los escombros para reunirse con él.
—Tú también te preguntas por qué te traje aquí, ¿cierto? Te lo mostraré ahora.
Estaba oscuro casi en su totalidad, la escasa luz natural de la noche era todo lo que les permitía huir de la ceguera. Llegaron a un punto de subida en el que el silencio era ininterrumpido, no se escuchaba el bullicio del barrio ni el sacudir de los árboles. Simplemente... nada.
Taehyung decidió romperlo.
—¿Por qué le llaman Ahjumma a esa señora? Ha de tener... Diez años más que yo, tal vez.
—¿Diez años más que tú no son veinte años más que yo?
Taehyung lo miró directamente con los ojos abiertos en alarma.
—¿Qué edad crees que tengo, Jungkook?
—¿Treinta, tal vez?
Vante simplemente suspira guardando las manos en el bolsillo delantero del abrigo deportivo.
—Veintisiete.
—Bueno, esos son cinco años más que yo, tampoco te ofendas tanto—. A pesar de la oscuridad, Taehyung pudo sentir la sonrisa de Jungkook, no podía verlo, pero su voz perfectamente tenía tonos de burla.
Tae se encogió de hombros y siguió caminando tras suyo.
—Tiene cuarenta y pocos, y no tengo ninguna razón especial para llamarla así.
Luego de eso Taehyung perdió la iniciativa por completo y quedaron en silencio el resto del camino, que duró apenas diez minutos. Llegaron a la cima de una pequeña pendiente, un sitio al que sería imposible llegar en cualquier vehículo y demasiado peligroso para un borracho, por ejemplo. Se detuvieron en la base de la cima y Taehyung miró al frente buscando algo, lo que fuere que Jungkook le quiera enseñar. Mas no encontró nada aparte de oscuridad, y con la oscuridad llegó el vacío, con el vacío la nada y con la nada lo desconocido. A pesar de que estaba consciente de que por mucho que buscase no encontraría nada, no despegó la mirada del frente. Avanzó unos pasos y se sintió ciego, se sintió sordo. No sintió nada.
Y ahí Taehyung supo lo que su ángel le quería mostrar.
—Quítate el abrigo—. Susurró el pelinegro a sus espaldas haciéndolo parpadear sorprendido.
—Pero yo no tengo ropa abajo así que...
—Ya estamos aquí, Taehyung. Hazme caso y quítate el abrigo.
Asintió tembloroso y buscó con la mirada los ojos del chico, mas no pudo divisar más que la silueta, más cercano de lo que esperaba. Con un poco de más confianza y la cabeza ataviada de dudas, Tae agarró el bajo de la tela y se sacó la prenda por la cabeza, dejándola entre sus manos.
Regresó su vista al frente siguiendo las indicaciones silenciosas del azabache y su cuerpo comenzó a reaccionar al frío. La piel se sintió áspera por los vellos erizados, sus pezones erectos totalmente sensibles al frío y sus músculos en movimientos descontrolados.
—Ha-ha-hay mucho...
Su siseo lo calló una corriente de aire caliente llegando directamente a su oído, rozando el revés de su oreja. Las manos desnudas de Jungkook rodearon su cintura desde atrás. Taehyung sintió el cálido torso carente de ropa pegar contra su espalda y la pelvis rozar un poco más bajo de su trasero. Tae lo sintió, casi igual de tembloroso.
—Respira lento, Taehyung. Controla tu cuerpo con tu mente y simplemente... apágalo. Concéntrate en mí.
Se perdió en el susurro trabajosamente dejado en su oreja. Vante lo podía sentir a sus espaldas levantarse en puntillas para poder abarcar la mayor parte de piel posible. Olvidar el frío y concentrarse en el ángel de torso desnudo tras suyo fue pan comido.
—Muy bien... Muy bien hecho Tae...—. El mencionado tembló un poco más al inhalar con nerviosismo, lo sentía tan cerca y todo, desde su voz hasta la forma en la que se dirigía a su persona, era tan deliciosamente íntimo que Taehyung estaba a punto de determinarse hipnotizado.— Ahora dime qué ves.
Con la tela estrujada entre sus dedos se limitó a mover la lengua y labios para profesar sin apenas pensar.
—Oscuridad.
—¿Puedes verla?
—C-creo que...
—Shh... Respira Tae. Mira otra vez.
Taehyung cierra sus ojos y toma aire sintiendo el agarre a su alrededor suavizándose para darle espacio. Abre los ojos nuevamente.
—No veo nada.
—Pero sabes que ahí está todo, ¿cierto? Oculto en la oscuridad, no lo puedes ver pero ahí está.
—¿A dónde quieres llegar con esto?
—Ahora mira arriba.
Con labios tensos levantó la cabeza sintiendo la caricia del cabello de Jungkook en su hombro. Y cuando miró al cielo, es un gemido de sorpresa lo que contuvo.
—¿Las ves? Detalles como estos son los que me hacen cuestionarme tu mundo, Taehyung. ¿Cómo pueden sentarse en un sillón a ver revistas y revistas buscando belleza en ellas? Mujeres y hombres centrándose en ser hermosos cuando al final... Esa "belleza" es pasajera y fácilmente superable—. Siente una fugaz caricia en su ombligo que le hace temblar otra vez, mas no desconcentrarse.— En cambio mira en el cielo, míralas y entiende que son lo más cercano a la eternidad. Eso que ves, Taehyung es más hermoso que todo lo que un ser humano alcanza a soñar.
Siente los brazos aflojarse para ser retirados, pero agarra las manos apoyadas en su abdomen impidiéndolo.
—¿El que sean inalcanzables las hace más hermosas?
Esta vez es Jungkook quien se detiene a pensar hasta concluir en otro susurro.— Tal vez.
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Liberty
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