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Freddy Fazbear era conocido en su propia empresa como un hombre serio, frío e intimidante solo con verlo a los ojos, incluso con tenerlo cerca era suficiente para sentir los nervios comiéndote por dentro. El Fazbear jamás lo entendió, para él no tenía sentido que sus trabajadores andén estresando cuando está cerca, pero alimentaba un poco su ego, aunque no lo quisiera ni mucho menos lo admita. Su apariencia elegante debido al traje negro que llevaba todos los días, el aroma a colonia junto al tono frío de sus ojos azules, todo parecía que un paso en falso con él significaba la muerte.
Excepto cuando recibía flores de su esposo. Ahí toda fachada de seriedad se caía y era reemplazada por una sonrisa, un brillo en los ojos junto una risita linda mientras que tomaba aquel ramo de claveles blancas con tanto cariño. Chip le enviaba sus flores favoritas todas las semanas sin falta para alegrarle el día.
—Disculpe las molestias, Sr. Fazbear; su esposo está esperando por usted en la recepción —le avisaron en medio de una junta importante. Freddy asintió, levantándose antes de disculparse con los asistentes y salir de la sala de juntas.
Una sonrisa se dibujó en su rostro apenas ver a su esposo sosteniendo un lindo ramo de claveles blancas como todas las semanas. Las había estado esperando todo el día y por fin, no solo el detalle de las flores, sino también la presencia de su esposo que alegraba su dia.
—Oh, Chip. No esperaba que vinieras, pero gracias. Me salvaste de una aburrida junta —explicó, agarrando las flores con sus manos, teniendo cuidado de no arruinar el ramo. Lo miró, recibiendo un dulce beso en la mejilla —. Todo es un desastre, por cierto. Algunas inversiones no salieron como esperaban y solo espero que mi madre pueda arreglarlo, vendrá en una hora.
—Todo saldrá bien, corazón. No te preocupes, se que hallarás la forma de arreglarlo —respondió, acariciándole el cabello, notando la adorable forma en la que miraba su ramo de flores con tanto detenimiento.
Freddy lo miró y asintió, —Solo espero que mi madre no esté molesta. También, si el problema se alarga, no creo que logremos salir a cenar hoy —se quejó.
—¿Necesitas ayuda en algo? Cualquier cosa para no estresarte más, mi amor. Dime y yo lo haré —prometió, colcoando sus manos en los brazos de Freddy para mirarlo a los ojos con cariño.
—¿De verdad me ayudarías?
—Obvio corazón. Todo para hacerte las cosas más fáciles y también para que tengas un descanso. Lo necesitas, has estado trabajando más duro de lo normal, me preocupa que te enfermes, mi vida —habló, acariciándole los brazos.
Chip siempre iba a encontrar la manera de ayudar a su esposo.
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