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Corriendo por los pasillos de la universidad, Chip buscaba desesperado dentro de los mismos y en las diferentes aulas, intentando encontrar a aquella persona que parecía que escapaba de él cada que intentaba acercarse en todo el día. Su respiración agitada, preguntando por él a varias personas. Parecía que ahora nadie conocía su nombre cuando era el más reconocido de toda la universidad y el mundo entero. No podía creerlo. Tenía solo diez minutos para encontrarlo y decirle todo lo que tenía en su pecho antes de que se fuera.
Siguiendo en su búsqueda, se quedó en la entrada de la universidad recargado en una pared viendo hacia arriba para recobrar energía y respiración. Viendo la hora en su teléfono, se dió cuenta del mensaje que tenía de hace cinco minutos de él.
« Necesito hablar contigo. Estaré en el jardín de la universidad en cinco minutos. »
Cinco minutos.
Maldiciendo, corrió hasta el jardín lo más rápido que pudo, sabiendo que estaba llegando tarde y a esa persona en particular le desagradaba la gente impuntual. Se maldecía a cada rato en su mente hasta que por fin llegó al punto de encuentro. Buscando con su mirada, suspirando agitado y al borde del desmayo por lo cansado que estaba.
Había llegado tarde. Tal vez ya no estaba ahí.
—Llegas tarde —escuchó cuando se dió por vencido e iba a volver devastado a casa. Volteandose rápido, lo encontró de pie frente a él con la misma mirada seria y fría, indiferente. Frente a él tenía a Freddy Fazbear —.Lo dejaré pasar porque estás cansando de buscarme. —habló, acercándose a él para secar el sudor de su rostro con una toallita que había sacado de sus cosas.
—Sí... Sí. Lo siento por hacerte esperar, no fue mi intención, estaba tan desesperado que no leí tu mensaje. —explicó nervioso, viendo su lindo rostro iluminado por el sol del atardecer, haciendo que sus pecas se vean más y el brillo de sus labios sea más evidente. Sus ojos azules enfocados en ayudarlo a refrescarse.
—No te preocupes. Sabía que llegarías tarde, por eso te esperé.
Chip rió suave y nervioso, subiendo una de sus manos hasta la mano de Freddy quien pasaba la toallita por su mandíbula con suaves toques. Acercando su mano un poco más hasta tocar con sus dedos la mano de Freddy. El Fazbear se sobresaltó un poco ante la sensación tan repentina.
—¿En qué piensas? —Chip preguntó en murmullo. Freddy lo miró a los ojos por unos largos segundos. No decía nada, el silencio se alargó y parecía querer decirle algo por medio de su mirada azulada —dime, por favor. No te quedes callado, necesito saber lo que intentas decirme.
Suspirando, apartó su mirada y su mano de Chip, tirando la toallita en el bote de basura que estaba cerca de ellos. Dándole la espalda a Chip está vez, se quedó pensando en lo que tenía que decirle ahora. No podía mantenerlo dentro un día más, necesitaba sacarlo de su pecho para dormir bien y sentir paz en su interior todas las noches.
—No entiendo porque sigues buscándome, Chip. ¿Por qué estás tan aferrado a mí? —preguntó sin voltear, —Te dejé por tu propio bien y sigues detrás de mí como si nada, ¿Por qué haces eso? —volteó a un lado. El tono de su voz cambió a uno de molestia. Freddy quería respuestas claras. No podría vivir bien sin saber el porque después de todo lo que había pasado el año anterior, Chip seguía ahí.
—Me pregunto lo mismo —murmuró —Escucha, lo que te voy a decir sonorá estúpido, lo sé, pero no puedo alejarme de tí. Me gustas. Me gusta la forma en la que me ignoras y te muestras indiferente hacia mí. Sé que está mal, ya me lo han dicho, pero no puedo evitarlo.
—¿Nada de lo que hice te alejó? —volteó por completo molesto, enfrentándose a Chip. No sabía porque le molestaba tanto, —¡Te quería lejos porque no sabía cómo actuar junto a ti! ¡Me pones nervioso y eso no es normal en mí cuando me gusta alguien! —exclamó —¿Por qué eres tan amable y dulce conmigo, Chip? ¿Qué hice para merecer ese trato tuyo? No soy interesante, Chip. No soy especial, mucho menos sé porque te sigo gustando. —se quejó.
—Entiendo que te moleste —admitió —,pero no puedo quitar mis ojos de tí. Eres diferente y especial, Freddy. La forma en la que me hablas de tus libros favoritos con esa sonrisa tan bonita. Estabas emocionado de compartir tus gustos con alguien más que no fuera tu mejor amiga, me encantaba escucharte explicarme las tramas mientras movías tus manos y me mirabas a los ojos. Me encanta verte escribir o leer tan enfocado en la biblioteca, es lindo. Que te rías de mí cuando me pongo nervioso, verte sonreír y escucharte reír por lo que digo es algo tan apreciado para mí, porque se que no lo haces con todos.
Freddy se le quedaba viendo con el entrecejo fruncido, y entre más hablaba para explicarle se fue relajando hasta que aquel enfado se convertía en lágrimas. La sonrisa de Chip mientras le explicaba con tanto cariño todo lo que hacía estando con él le revolvía el estómago y hacia su corazón latir desesperado. Su respiración agitándose entre más lo escuchaba, el ceño curvandose y pestañando varias veces para evitar que las lágrimas salieran. No quería llorar frente a él. No otra vez.
—¡Ah! Y esa vez que te dormiste en mi hombro en la biblioteca después de estudiar por una hora. Me quedé quieto por tu comodidad, te dejé dormir todo lo que querías porque sabía que habías estado estudiando toda la semana por largas horas. Me lo habías dicho Incluso, que estabas cansando y-
—¿Cómo recuerdas todo eso y no los datos del examen, Chip? —preguntó con una risa suave, intentando quitar las lágrimas con sus dedos al pasarlos sobre sus párpados.
—Porque me importas, Freddy —prosiguió —, creeme, todo lo que me has dicho lo recuerdo. Se que te gusta cuando la gente recuerda lo que te gusta o lo que has contado, incluso lo que no te agrada.
—¿Y que es lo que no me agrada?
—La gente impuntual. Justo como ahora.
—¿Y que más?
—No te gusta el color verde.
Freddy rió con eso.
—Y mis ojos son verdes, por cierto —Chip siguió hablando, riendo por lo mismo —. Tampoco te agrada cuando la gente te interrumpe o no te escucha. Cuando hablan sobre tí. No te gusta que te toquen el hombro o cualquier parte para llamar tu atención, a menos que sea tu mejor amiga o...
—Tú. —interrumpió.
—Yo.
—Hay algo más que no me gusta, Chip. ¿Lo sabes?
—... Las declaraciones públicas.
—También, pero hay algo más.
—El chocolate con leche.
—... ¿Cuándo te dije eso? —preguntó sorprendido.
—Hace una semana. —sonrió.
—¡No es eso! —cruzó sus brazos, —piensa un poco más.
—La gente distraída.
—Exacto.
Chip se quedó en silencio, volviendo a la conversación que habían tenido hace unos minutos, reproduciendo el comentario de Freddy dónde le explicó lo que intentaba hacer para alejarlo. La expresión de su rostro cambió al entender lo que quería decir con todo eso. Mirándolo de inmediato a los ojos, abriendo los suyos en grande cuando se dió cuenta.
—Te gusto. —susurró.
Freddy suspiró aliviado.
—Te gusto... Te sigo gustando también... —susurró, sin poder procesar bien lo que pasaba en su mente —¡Te gusto! ¡T-te pongo nervioso incluso cuando estoy contigo porque te gusto! —rió en alto por la realización que tuvo y le golpeó en la cara. Parecía un loco ahora con las manos en la cabeza, pero no podía creer lo que estaba pasando.
Freddy sonrió. —Me gustas, Chip.
El más alto se acercó a él, abrazandolo fuerte por la felicidad enorme que invadió su cuerpo. Riendo y dando vueltas con él por la emoción, finalizando con un beso en sus labios. Freddy sonrió contra los labios del más alto, dejando que lo abrace después lo que quisiera. Después de todo, Chip era el único que tenía permitido abrazarlo más de cinco segundos.
—Me sorprende que recuerdes que no me gusta el chocolate con leche, por cierto —habló al separarse y verle el rostro —, y también que no me guste el color verde. Solo me gusta en tus ojos, te queda muy lindo.
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