O34
— ¿Todavia no le dijiste lo que sientes?
Jeongyeon negó, manteniendo su seriedad, Momo, por su parte, parecía decepcionada.
— ¿Pero la has visto?
Jeongyeon asintió.
— El otro día la vi... Bien, estaba en su casa, era lógico, pero con su madre pensábamos que llegaría más tarde — contó—. Pero me vio, practicando las señas, y cuando quise decir algo se fue... Y yo sólo me congelé, no pude ir. — mintió de nuevo la azabache—
Momo se frotó el rostro, suspirando pausadamente.
— Qué idiota
— ¿Por qué ? — Jeongyeon alzó una ceja — ¿Por no decir mis sentimientos?
— Exactamente — concordó Momo
— Oh, vaya, a quién me suena — dijo la azabache con ironía.
Momo la miró unos segundos, hasta comprender a qué se refería.
— Bien, bien... Nunca dije que yo no fuera idiota, digo, somos amigas, tenemos cosas en común.
Jeongyeon la miró con el ceño fruncido.
— Idiota empedernida — dijo, y tomó su mochila para levantarse del pasto y caminar hacia la escuela.
— No me dejes hablando sola, Yoo — Momo apareció luego de correr a su lado.
La azabache la miró alzando una ceja con indignación.
— Mira, no eres mejor que yo en esto de confesarse, así que no actúes como si yo estuviera haciendo mal las cosas—. Dijo la nipona.
— La gracia de la vida es que tienes que ser mejor que el resto — Jeongyeon sonrió, largó el aire en un corto suspiro—. Yo... Voy a confesarme a Nayeon hoy, aquí en la escuela.
Momo sonrió y aplaudió.
— Al fin demuestras algo de valentía en la vida.
— Me disgustas— dijo por lo bajo.
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