Jeongyeon se había convertido para los Im como una segunda hija, tenía una copia de las llaves de la casa y confiaban plenamente en ella para todo, pero principalmente en todo lo que tenía que ver con Nayeon.

Así que no era la primera vez que Jeongyeon se quedaba con Nayeon durante la noche, cuidando de ella porque estaba con fiebre.

Era algo un poco preocupante, Nayeon solía ser muy propensa a tener fiebre, la chica no parecía tener nada de malo, sólo el dolor que no la dejaba hacer nada más que no fuera quedarse en su cama.

Y en días así, Jeongyeon se quedaba a su lado.

Esa noche los padres de Nayeon tenían que viajar por una asunto familiar, pero no podían llevarse a Nayeon enferma con ellos, así que le habían pedido a Jeongyeon que la cuidara.

Ambas costadas en la cama matrimonial de los padres de Nayeon, aunque la más joven se había quedado dormida sobre el pecho de Jeongyeon, lugar donde se sentía cómoda porque sus latidos la calmaban.

Con Nayeon dormida sobre ella, Jeongyeon se planteaba si los sentimientos que tenía hacia la chica serían correspondidos.

Y tenía miedo.

No sabia bien desde cuando, quizás desde el mismo día en que la vió, pero comprendió que lo que sentía hacia ella no era amistad, aunque todavía no lo había aceptado completamente.

Mirando a Nayeon dormir, Jeongyeon  pensó que no le molestaría ver eso todos los días.

Notó que la chica movía sus labios, y un poco los dedos de sus manos al dormir, le parecía adorable.

La acomodó sobre la almohada, para que pudiera descansar.

Nayeon pareció notar la lejanía de Jeongyeon de su cuerpo, por que frunció el ceño en sueños, y se acurruco más cerca, moviéndose peligrosamente cerca de sus labios, haciendo que la respiración de Jeongyeon se cortara por un momento.

Joder, su corazón no podía soportar eso.