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II

Soledad: un vacío profundo, la sensación de estar rodeado de un abismo, incluso en la presencia de otros. Un sentimiento que se aferra al corazón como cadenas invisibles, impidiendo cualquier escape.

Este era el peso que Saturno cargaba día tras día. El planeta, otrora majestuoso y lleno de vida, ahora parecía un cascarón vacío. Sus lunas, aquellas que una vez lo adoraron y giraron a su alrededor con devoción, decidieron alejarse.

No fue por capricho, sino por las circunstancias. Saturno todavía podía recordar el día en que todo comenzó a derrumbarse. Su mejor amigo, Júpiter, había sido sacrificado para la creación de esa estúpida estrella artificial, la obra maestra de los terrícolas. El recuerdo de aquella pérdida aún lo atormentaba. Júpiter era su compañero, su hermano en espíritu, y ahora solo quedaban cenizas de lo que alguna vez fue.

Y luego, como si no fuera suficiente, Dione, su querida luna, había perecido. La terraformación que prometía darle una nueva vida terminó en tragedia. Saturno había intentado buscar ayuda, desesperado, recurriendo a Tierra. Pero la respuesta fue fría, casi inhumana.

—Lo siento, Saturno, ya no sirve. No hay nada que pueda hacer.

Ese fue el fin. No pudo sostener su mundo, ni a sus lunas. Les dijo que no se preocuparan, que era inevitable bajo las nuevas reglas de los terrícolas. Pero esas palabras vacías no hicieron más que alejarlas. Ahora orbitaban a su alrededor con la misma frialdad que Tierra le mostró ese día. Lo ignoraban o simplemente se alejaban. Y Saturno, aquel gigante gaseoso que una vez fue símbolo de fuerza y estabilidad, quedó completamente solo.

Mientras tanto, en otro rincón del sistema, Urano también lidiaba con el mismo demonio. El frío no provenía solo de su atmósfera, sino de su alma. Era una soledad que calaba hasta los huesos, un sentimiento que no podía soportar.

Urano recordaba cómo, años atrás, había compartido algo con Tierra. Habían salido durante un tiempo, cuando las cosas aún no estaban tan desmoronadas. Por un momento, pensó que podría ser diferente, que no estaba destinado a este vacío. Pero lo dejó. No le gustaba recordar por qué; los detalles dolían demasiado. Sólo sabía que había sido la decisión correcta, aunque dolorosa.

Neptuno había sido su único consuelo, su único amigo en este vasto universo. Pero incluso él había sido arrancado de su lado. Los terrícolas, en su arrogancia, justificaron su desaparición como un sacrificio "en nombre de la ciencia." Ridículo, pensaba Urano. Nada justificaba el dolor de perder a alguien importante.

Ambos planetas, Saturno y Urano, flotaban en el inmenso vacío del espacio, atrapados en sus propios abismos emocionales. Y aunque compartían el mismo sentimiento de soledad, ninguno podía consolar al otro.

Las lunas de Júpiter y Saturno convivían en relativa paz, unidas por los cambios que los terrícolas habían impuesto en el sistema. Europa, siempre serena, conversaba con su amiga Calisto, aunque esta última respondía con una frialdad que contrastaba con la calidez de Europa. Ambas habían aprendido a aceptar su nueva existencia, aunque la nostalgia de tiempos más simples aún las rondaba.

A cierta distancia, Tritón, una luna de Neptuno, había encontrado compañía entre los planetas enanos. Sharon y Plutón, tras un exitoso proceso de terraformación, brillaban con nueva vida. Sin embargo, no todos habían corrido la misma suerte. El más peligroso de los cuerpos celestes, sometido a un intento fallido de terraformación, había quedado marcado física y emocionalmente. Su dolor era palpable, y por eso eligió esconderse en el cinturón de asteroides, alejándose del sistema que le había fallado.

Mientras tanto, cerca de las lunas jovianas, una escena algo más caótica se desarrollaba. Titan, una de las lunas de Saturno, corría apresuradamente hacia su único confidente: Ganimedes, la peculiar luna de Júpiter.

—¿Qué es lo que quieres ahora, Titan? —preguntó Io con un tono amable, aunque algo cansado.

—¡Ay, él me habló! ¡Me habló! —respondió Titan con una emoción desbordante, sus palabras atropellándose unas con otras.

—¿De quién hablas ahora? —preguntó ganimedes, aunque ya conocía la respuesta.

—¡De él! ¡De Tierra! —gritó Titan, completamente ido en sus pensamientos. Sus ojos brillaban mientras se llevaba las manos al pecho. —Era tan lindo, ganimedes. Sus ojos, sus labios, sus manos, su pelo, su cuerpo, su voz...

Ganimedes lo miró con una ceja alzada, casi divertido por el espectáculo que estaba viendo.

—Ya, ya, ya, Titan. Sé que te gusta, pero estás empezando a sonar como un desquiciado en el amor.

—¡Pero es que lo estoy! —Titan se dejó caer dramáticamente en el suelo, mirando al vacío con una sonrisa tonta. —¿Cómo no estarlo? Su sonrisa, su presencia... Todo en él es perfecto.

Ganimedes negó con la cabeza y suspiró, aunque una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Sabía que Titan estaba perdido en sus sentimientos, pero no podía evitar preocuparse. Tierra no era alguien fácil, y mucho menos alguien con quien jugar.

—Solo te pido que tengas cuidado, Titan. Tierra no es... cómo decirlo... alguien predecible. — puso una mano sobre el hombro de Titan, intentando que sus palabras llegaran al atolondrado saturniano.

—¡Lo sé, ganimedes! —Titan respondió con entusiasmo. —¡Pero lo amo, y estoy seguro de que él lo sabe!

Ganimedes rodó los ojos y decidió no insistir más. Sabía que Titan no cambiaría de opinión, y probablemente acabaría metiéndose en problemas tarde o temprano. Por ahora, solo podía observar y esperar.

Mientras eso pasaba la luna de la tierra observaba la escena con furia, ¿quien se creía ese tal Titan para decir eso de su planeta?, Luna se quedo en su posición aguantando sus celos por tierra quien estaba algo lejos, luna sostuvo su bastón con fuerza, mientras volvía con su planeta, primero una cualquiera le viene a decir mamá y luego viene una estúpida luna obsesionado con el, odiaba esto pero que iba a hacer su deber era proteger a tierra aunque siempre estaba seguro sentía una presencia familiar y aterradora cerca lo que lo alertaba.....













 "¿Tierra....?"

 "Luna..... "

 "No, no, no, no eres tu..... haz cambiado"

¿Que te hicieron....?




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