⬆ I ⬆
Venus y Marte no sabían cómo, cuándo ni dónde había comenzado este silencio incómodo entre ellos. Solo estaban sentados, mirando el vacío del espacio mientras la tenue luz del Sol artificial iluminaba sus figuras. Marte rompió finalmente el silencio, su voz apenas un murmullo en la inmensidad.
"¿Cómo va tu vida, Venus?"
Venus, aún mirando al frente, tardó unos segundos en responder.
"Va... bien, supongo" respondió, con una ligera pausa. "Aunque me duele un poco... ya sabes, las máquinas que los terrícolas han instalado últimamente."
Marte asintió con una expresión de empatía.
"Sí, lo entiendo. Me siento igual. Es como si cada cambio que nos hacen doliera más"
Un silencio pesado volvió a caer entre ellos, pero esta vez fue Marte quien decidió romperlo de nuevo.
"¿Crees que... podríamos haber cambiado nuestro destino?" preguntó, mirando el Sol artificial con una mezcla de nostalgia y tristeza.
Venus lo miró, confuso por un momento.
"¿A qué te refieres?"
"A todo esto" Marte hizo un gesto amplio con la mano, señalando el vacío que los rodeaba. "A las terraformaciones, al Sol falso, a las muertes... ¿Crees que podríamos haber hecho algo para evitarlo?"
Venus reflexionó, su mirada volviendo al Sol artificial.
"Quizás. Pero ya estamos aquí. Esto es el futuro, Marte, y no podemos cambiarlo."
Otro silencio cayó sobre ellos, esta vez más breve, hasta que Venus dejó escapar una pequeña sonrisa.
"¿Recuerdas cuando jugábamos a las cartas?" preguntó de repente, con un toque de nostalgia en su voz.
Marte lo miró con una ligera sonrisa, entendiendo de inmediato a qué se refería.
"Claro que lo recuerdo. Especialmente la vez que apostaste que podrías ganar cinco rondas seguidas y terminaste perdiendo todas."
Venus soltó una risa suave, negando con la cabeza.
"Ya te dije que eso no cuenta. Me distraías todo el tiempo con tus historias sobre tus lunas."
"Estrategia, no distracción" respondió Marte con un gesto burlón.
Ambos rieron por un momento, permitiéndose sentir algo de alivio entre la tensión habitual de sus vidas.
"¿Y recuerdas cuando usamos asteroides como fichas y accidentalmente pateé uno hacia el Sol? Y se enojó tanto que nos tiro una llamarada solar" continuó Venus.
"El verdadero Sol" añadió Marte, su voz más apagada ahora.
El simple recuerdo hizo que ambos quedaran en silencio de nuevo, aunque esta vez no era incómodo. Era un silencio lleno de nostalgia y pesar por un tiempo que nunca volvería.
Finalmente, Venus suspiró y se puso de pie.
"Bueno, no podemos quedarnos aquí todo el día. Hay cosas que hacer."
Marte lo miró por un momento antes de levantarse también, pero antes de que comenzaran a caminar, Marte habló una vez más.
"¿Crees que alguna vez podremos ser libres otra vez?"
Venus no se giró, pero su voz llegó clara y firme.
"No lo sé, Marte. Pero si algún día sucede, espero que todavía estemos aquí para verlo."
Y con esas palabras, ambos se alejaron, llevando consigo el peso de sus pensamientos mientras la luz artificial del Sol falso iluminaba su camino.
En sus órbitas respectivas, Marte y Venus se habían acostumbrado a la rutina de observar en silencio. Marte, distraído, dejó que su mirada se posara en sus lunas. Allí estaban Fobos y Deimos, aparentemente entretenidos en una animada conversación con un joven llamado Titán.
No recordaba con claridad quién era ese tal Titán, pero algo en él le resultaba inquietante. No era necesariamente desconfianza, pero tampoco podía decir que le caía bien. Observó el intercambio entre ellos durante unos segundos, dejando que los ecos de su risa llegaran hasta él. Finalmente, Marte apartó la mirada, sintiendo una punzada de nostalgia.
Recordó aquellos días en los que solía jugar con sus pequeñas lunas, cuando no había restricciones ni tensiones, y el espacio no era más que un inmenso campo de juegos para ellos. Ahora todo había cambiado. Todo lo que podía hacer era observarlas desde lejos, como un testigo mudo de sus vidas.
Mientras Marte se perdía en sus pensamientos, la escena cambiaba hacia dos lunas distantes: Europa y Encelado. Europa hablaba con entusiasmo, su voz cargada de orgullo y emoción.
"Mi terraformación está yendo de maravilla" dijo con una amplia sonrisa. "Tierra está supervisando cada detalle. Dice que pronto seré tan habitable como Marte o Venus."
Encelado escuchaba con atención, asintiendo mientras Europa hablaba. Sin embargo, había algo en su expresión que delataba cierta preocupación.
"Eso suena increíble, Europa" respondió Encelado, con un tono más mesurado. "Pero... ¿no te preocupa que, al final, pierdas algo de ti misma? He oído historias de lo que le pasó a Dione."
El entusiasmo de Europa disminuyó un poco al escuchar el nombre de Dione, pero rápidamente volvió a sonreír, aunque con menos intensidad.
"Lo sé, pero mamá me asegura que esta vez será diferente. Que aprendió de sus errores. Además, quiero ser útil. Quiero que mis esfuerzos valgan la pena."
Encelado suspiró, cruzando los brazos mientras miraba hacia el horizonte.
"Solo ten cuidado, ¿sí? No quiero que termines como... bueno, tú ya sabes."
Europa asintió, agradecida por la preocupación de su amigo.
"Gracias, Encelado. Lo tendré en cuenta. Pero no te preocupes tanto. Estoy en buenas manos."
Mientras ambos continuaban su conversación, a lo lejos, la figura de Tierra se acercaba. Sus pasos eran firmes, y su sonrisa habitual adornaba su rostro. A su lado, Luna lo seguía de cerca, con una mirada territorial que analizaba cada detalle a su alrededor.
Europa interrumpió su charla al notar la presencia de Tierra y corrió a saludarlo, dejando atrás a Encelado, que observaba con cautela la interacción.
"¡Mamá!" exclamó Europa con entusiasmo, corriendo hacia él como una hija emocionada.
La palabra resonó en el espacio, y la expresión de Luna cambió al instante. Sus ojos se entrecerraron, mirando mal a Europa como si quisiera corregirla en ese mismo momento. Pero Tierra, con su sonrisa imperturbable, no pareció molestarse.
"Europa, querida" dijo Tierra con un tono cálido, colocando una mano en su hombro. "¿Cómo va todo?"
"Estábamos hablando de mi progreso" respondió Europa emocionada. "¿Vas a venir a revisar los avances hoy?"
Tierra inclinó ligeramente la cabeza, su sonrisa intacta.
"Por supuesto, Europa. Quiero asegurarme de que todo esté perfecto. Tienes un gran potencial, y no pienso dejar que nada salga mal esta vez." Decía cerrando los ojos.
Luna, mientras tanto, se mantenía en silencio, pero su mirada hacia Europa estaba cargada de disgusto. No le gustaba que nadie más se refiriera a Tierra con tanta cercanía, mucho menos con un término tan personal como "mamá."
"Gracias, mamá" repitió Europa con una sonrisa.
Tierra, sin inmutarse, simplemente le devolvió una mirada tranquilizadora mientras Luna apretaba los puños detrás de él, claramente incómodo pero sin decir nada.
"Confío en ti, Europa" dijo Tierra con voz firme y serena.
Mientras Europa sonreía, llena de determinación, Encelado seguía mirando desde atrás, con una mezcla de Felicidad y preocupación, Sabía que había algo en todo esto que no le terminaba de convencer, pero, como siempre, decidió no decir nada
Después de todo....
¿Que podría salir mal si estaba tierra presenté?
- 1142 Palabras
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