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Capítulo 4

Me giré rápido, teniendo claro a quien llamar, y me acerqué a su cama.

—Eh, Ji-yeong, vamos despierta. —La sacudí, tratando de que se despertara.

—No quiero más comida... —Se quejó, aún dormida.

—¿Qué...? Oh vamos, ¡Ji-yeong! —Le susurré tan alto como pude al oído y la mencionada se levantó de un salto, alarmada.

—¿Chicago? ¿Qué pasa? Es muy pronto —su tono era de reproche por haber interrumpido su descanso mientras empezaba a frotarse los ojos con cansancio.

—Necesito que me acompañes al baño —dije rápido.

—Dime que es una broma o te juro que... —La interrumpí, agarrándola del antebrazo y arrastrándola conmigo hasta donde estaba la señora, a quién ya le habían abierto la puerta.

—Yo también tengo que ir al baño —se adelantó la desconocida.

—Y nosotras —Agregué rapidamente.

Ignoré la mirada de reproche que me lanzó Ji-yeong, antes de volver a arrastrarla para seguir al enmascarado a los baños.

—Tenéis diez minutos —dijo, abriendo la puerta.

Entramos las cuatro a la vez, todas con objetivos distintos.

—Malditas mocosas, sois unas aprovechadas —murmuró la señora.

Solté a Ji-yeong y me acerqué a la otra chica, quién no paraba de moverse buscando algo.

-Eh, tú. —llamé su atención, haciendo que se girara—. ¿Qué estamos buscando?

—¿Estamos? —Preguntó la chica bastante confundida.

—He visto que tienes una navaja, y te he visto esperando a que le abrieran la puerta a esa señora. —Señalé a la mujer de antes, quién ahora estaba fumando y quejándose a Ji-yeong.

—Solo quería ir al baño —mintió, podía verlo en sus ojos.

—Sí, claro, no te veo con muchas ganas de entrar al baño. —Me crucé de brazos, desafiándola con la mirada. Podía sentir a mi amiga observarme con confusión, pero sabía que me apoyaría si tenía que hacerlo.

—Está bien, intento descubrir cual será el próximo juego. —Siguió buscando y mis ojos claros la miraron con escepticismo.

—¿Y lo vas a descubrir... en el baño? —Me reí, tratando de picarla para que me diera más información—. ¿Tirarás de la cadena del baño hasta que aparezca un papel con el nombre del siguiente juego?

—Qué graciosa eres —me fulminó con la mirada.

—Gracias. En cuanto a tu idea, es creativa, pero yo probaría mejor a meterme por los conductos de ventilación. —Señalé uno cercano y sonreí con satisfacción. La chica miró al techo rápidamente para después mirarme sorprendida.

—Soy lista, aunque no lo creas. —Caminé hacia uno de los baños—. Creía que eras lo suficientemente inteligente como para no juzgar por las apariencias, chica desconocida —la diversión y el brillo de desafío no desapareció de mis ojos y capté una pequeña sonrisa y en la boca de Ji-yeong tras mis palabras.

La desconocida simplemente se acercó a dónde estaba, esperando a que le dijera cómo entrar.

—Oh por dios, ¿enserio? —Levanté una de las rejillas del techo—. Pareces lo suficientemente delgada, creo que podrás entrar por aquí.

Ella asintió y fue a subirse antes de que la agarrara del brazo, frenándola.

—No sé qué verás ahí arriba, pero te he ayudado, si quieres que te consiga tiempo dime lo que veas.

Ella asintió y desapareció por el conducto.

—¿Qué habéis.... —Empezó la señora.

—Sin preguntas, hay que ganar tiempo si queremos averiguar el próximo juego —la interrumpí, devolviendo mi atención al conducto antes de que voces fuera del baño captasen mi atención.

—Pasar —dijo una voz desde fuera.

Las tres nos giramos para ver entrar a un chico de una edad probablemente parecida a la mía y a... Sangwoo.

—¿Qué... se puede saber que estáis haciendo? —Sangwoo habló para Ji-yeong y para mí, pero me miraba como si fuera yo la que debía contestar.

No era bueno que demasiada gente supiera lo que estábamos haciendo, se lo contaría más tarde.

—Estamos en el baño, ¿a ti qué te parece? —Me sentí un poco mal por ser tan borde, pero sabía que si no lo era él seguiría preguntando.

El chico empezó a reír mientras Sangwoo lo fulminaba con la mirada. —¿Y tú de qué narices te ríes? —Sangwoo se veía muy enfadado.

—De tu absurda pregunta —se burló el chico.

Ji-yeong aguantó sus ganas de reírse y Sangwoo parecía a punto de matar a ese chico.

—No habéis respondido a mi pregunta, ¿qué estáis haciendo? Porque es obvio que no ibais al baño sin más, así que no, niño estúpido, mi pregunta no era absurda —dijo Sangwoo entre dientes mientras fulminaba al pobre chico.

—No tenemos porqué responder a tu pregunta, no eres nuestro padre. —Esa vez si me cabreó el que nos preguntara como si fuera nuestra obligación decírselo. Sabía que la situación no acabaría bien, pero realmente él tenía que dejarlo estar de una vez.

—¿A ti qué coño te pasa ahora? —Frunció el ceño—. Llámame gilipollas por preguntar esto pero, ¿te ha bajado la regla?

Ahora era yo quien le fulminaba con la mirada. Ji-yeong, la señora y el chico se habían tapado la boca por la sorpresa. Ahora sí se había pasado, y estaba segura de que él mismo era consciente, pero seguramente su orgullo le impediría disculparse.

—A mí no me baja la regla —murmuré, casi amenazante, apretando los dientes. Sangwoo estaba rozando el límite.

—Sí claro, a todas os baja, así que no me vengas con... —No pudo terminar la frase cuando le di un guantazo, dejando a todos en shock. Sentía un nudo en mi garganta y mi pecho apretarse con cada respiración. Sangwoo me miró sorprendido.

—No te atrevas a hablar de mí cuando ni siquiera me conoces; no sabes nada de mí. —Me acerqué, reteniendo las lágrimas—. ¿No entiendes el significado de que no me baja la regla? Yo no puedo tener hijos, yo no sangro cada mes, así que sí, a mi no me baja porque por culpa de unos gilipollas como los que hay aquí perdí esa oportunidad, ¿ya estás contento? —Oí a la chica bajar de la trampilla y pasé por el lado de Sangwoo para irme, sintiendo una lágrima escaparse de mi ojo.

El resto de la noche la pasé despierta, pensando. Pensé en las razones por las que estaba allí, en mi desesperación por conseguir ese dinero. Lo único que quería era ser libre, pero mi libertad costaba muy cara, literalmente. Solo quería el dinero para eso, solo quería comprar mi libertad. Pensé en cuando Sangwoo me salvó, la primera persona a la que le preocupe y la primera a la que había mandado a la mierda. Ya no era capaz de diferenciar lo que estaba bien de lo que no. ¿Lo que había hecho lo estaba?

Me di la vuelta en la cama sin saber que hacer o qué decir al día siguiente; era tan complicado. Sin darme cuenta, la noche había pasado, y esa señora de los altavoces ya estaba hablando de nuevo. Necesitaba descubrir de dónde salía esa voz para golpear cada altavoz hasta que ya no se la pudiera escuchar.

Me incorporé un tanto adolorida por estar toda la noche en una mala posición y observé como los demás jugadores ya se estaban incorporando, listos para el próximo juego.

—Hey, ¿cómo estás, chica borde? —El chico del baño se me acercó, con una sonrisa.

—Es enserio... —susurré, algo molesta—. ¿Es que todo el mundo va a ponerme un mote distinto? —Rodeé los ojos y volví a mirarle, esa vez suavizando mi mirada—. Soy Chicago.

—Encantado, Chicago, yo soy Jade. —Me ofreció una mano y la acepté con una pequeña sonrisa, algo forzada por el cansancio que sentía al no haber dormido nada.

—Respondiendo a tu pregunta, estoy más o menos bien; siento como si tuviera resaca. —Me toqué la frente con una mueca que no pasó desapercibida para el chico frente a mí.

—Eso sí que es una mierda, no has disfrutado del alcohol pero sufres sus efectos. —Puso una mano dramáticamente en su corazón y sonreí, agradecida de que estuviera tratando de animarme con bromas. Era agradable estar con alguien que tenía una edad parecida a la tuya.

Me reí sin añadir nada más y empezamos a andar por la sala para despejarme un poco.

—Creo que no eres la única que no ha dormido —murmuró.

Giré a verlo confusa y miré en la dirección que Jade miraba para ver a Sangwoo sentado en su cama con la cara bastante demacrada. Me sentí un tanto culpable.

—Déjame darte un consejo, bonita. Él fue el que la cago, date la satisfacción de que él te pida perdón, por muy culpable que te sientas. Debes poner tu orgullo por encima o la gente no te tomará enserio. —Se agachó un poco para estar a mi altura y bajé la cabeza triste, asintiendo a sus palabras para luego darnos la vuelta.

Jugadores, les anunciamos que el segundo juego va a comenzar, por favor pónganse en fila, les llevaremos a donde tendrá lugar el próximo juego.

Miré a Jade, bastante nerviosa, y él asintió para relajarme, tratando de decirme que íbamos a estar bien.

Andábamos por los pasillos bastante nerviosos cuando la chica del día anterior, la del conducto de ventilación, se acercó.

—Estaban fundiendo azúcar. —La miré sin entender—. Lo que vi cuando fui por los conductos —me explicó—. Todos esos tipos de rojo estaban fundiendo azúcar, bastante.

—¿Hay algún juego coreano que implique azúcar? —Pregunté, con evidente confusión.

—No lo sé, no tuve una infancia muy prolongada. —Agachó la cabeza y la miré con comprensión.

—Yo tampoco. —La chica me miró, sorprendida, y le sonreí—. Soy Chicago, por cierto. Sé que no es el momento más oportuno, pero creo que podríamos llevarnos bien teniendo en cuenta que tuvimos unos problemas parecidos. —Me miró un largo tiempo, antes de contestar.

—Kang Sae-byeok. —La miré algo sorprendida—. Me llamo Kang Sae-byeok.

—Encantada, Sae-byeok. —Sonreí y ella me dio una más leve, pero genuina.

El momento se vio interrumpido cuando llegamos a la sala dónde se haría el segundo juego. Al entrar, vimos cuatro puertas con una figura en cada una de ellas. Tragué al darme cuenta de que no tenía ni idea de cual era ese juego; debía ser típico de Corea.

Como podéis observar, hay cuatro puertas con una figura dibujada en cada una, deberéis escoger una de las figuras. Cuando sepáis cual queréis, poneos en una fila delante de la puerta con el dibujo de la figura que seleccionéis. Tenéis cinco minutos para escoger una figura —habló la señora que explicaba siempre los juegos.

—Mierda, ¿cuál deberíamos escoger? —Pregunté.

Antes de que Sae-byeok pudiera contestar, Gi-hun se acercó a nosotras.

—Chicas, veniros con nosotros, decidiremos cuál figura escoger, somo un equipo, ¿no? —Gi-hun nos miró sonriente y no pude evitar sentir que era demasiado amable para un lugar como aquel.

Miré a Sae-byeok, que le observaba seria, y decidí responder por las dos. Asentí a Gi-hun y agarré a Sae-byeok de la manga para llevarla con el grupo.

La tensión era notoria en cuanto llegamos, casi pude notar como Sangwoo se tensaba.

—Hey, chicas, me alegro de veros —Ji-yeong se acercó a nosotras, la cual parecía ser la única que ignoraba la tensión, y me sentí más protegida en el medio de ambas chicas. Algo me decía que seríamos la mayor fortaleza juntas.

—Bueno, ¿qué figura escogemos? —Preguntó Gi-hun.

—Deberíamos dividirnos, si vamos todos a la misma figura podríamos equivocarnos todos. No habéis oído nunca la expresión de nunca pongas todos los huevos en una misma cesta —cuestionó Sangwoo.

—¿Veis? Por eso es el más listo, fue a la gran universidad de Seúl —dijo Gi-hun, emocionado. Se notaba que realmente admiraba a su amigo de la infancia y no pude evitar que mi mirada se dirigiera a Sangwoo, buscando su reacción a las palabras de Gi-hun. Sangwoo bajó la cabeza, se notaba que estaba incomodo, así que decidí ayudarlo un poco.

—A mí me parece bien la idea —comenté.

Pude notar como Sangwoo me miraba agradecido, pero lo ignoré. Que le ayudara no significaba que olvidara como me había tratado.

—Hey, chicos, ¿puedo unirme al equipo?

Sonreí al oír a Jade detrás mío y me giré para asentir en su dirección. —Claro.

Jade sonrió y me pasó un brazo por encima de los hombros amistosamente, ganándose la mirada de todos los del equipo. Sangwoo parecía que se lanzaría sobre él en cualquier momento, aunque no estaba segura del todo de la razón.

Ji-yeong se inclinó para susurrarme. —¿Qué me he perdido? —dijo sorprendida.

Carraspeé incomoda y desvié la atención. —Bueno, ¿a qué figura va cada uno? —Pregunté, aún incómoda. Me sorprendía la forma en la que Jade ignoraba ser el cetro de atención, casi como si no le importara serlo.

—Yo iré al triangulo —respondió rápido Sangwoo.

—Pues yo al paraguas —dijo sonriente Gi-hun.

Vi como Sangwoo hacía el amago de decir algo pero luego se calló. Lo miré desconfiada ante esa pequeña acción que solo yo parecía haber captado. Tal vez obsevaba a Sangwoo demasiado, aunque ni los demás ni el propio Sangwoo lo notaran.

—Entonces yo a la estrella —continuó el anciano.

—Círculo —se animó Ali, con una pequeña sonrisa. Ese hombre realmente nunca dejaba de sonreír.

Estaba a punto de decir que me iría al circulo con Ali cuando me interrumpieron. —Deberíamos escoger a uno más, ya que faltan —dijo Sangwoo rápidamente, antes de que sus ojos se posaran en mí, suavizándose—. Chicago...

—Chicago, ¿te vienes conmigo al paraguas? —Gi-hun se le adelantó y me sentí algo incómoda al ver como no había sido consciente de que Sangwoo iba a pedirme lo mismo, pero para que fuera con él.

Noté las miradas divertidas de Ji-yeong y Jade cuando Sangwoo miró con algo de molestia a su amigo de la infancia.

—Claro. —Me separé de Jade y me acerqué a Gi-hun. La expresión horrorizada de Sangwoo y la mirada alterada de Sae-byeok me hizo darme cuenta de que ellos sabían algo que nosotros no.

—Yo me iré con él. —Sae-byeok se acercó a Sangwoo, pero este no apartó sus ojos de mí en ningún momento. El temor en su mirada me hizo ponerme ligeramente alerta. Oculté un mueca y me di la vuelta para ponerme en la fila del paraguas.

Se ha acabado el tiempo, por favor ir recogiendo las cajas que os daremos. El juego se llama Panal, consiste en que con ayuda de una aguja el competidor debe separar la figura del dalgona candy sin romperla. Tenéis diez minutos.

Abrí mi caja, encontrándome con un paraguas, abatida de repente me senté bajo un tobogán y traté de empezar a rasgar. Las manos me temblaban de forma violenta, sabía que ya había acabado mi partida. No iba a poder parar esos temblores.

Ya habían pasado casi los 10 minutos, solo quedaba un minuto y todo se acabaría. No llevaba ni la mitad de la figura así que, cansada, dejé mi figura a un lado y cerré los ojos respirando profundamente. Una lagrima resbaló por mi mejilla mientras sonreía; me iba con mis mejores recuerdos, los felices.

—Hey, ¿qué haces, Chicago? Vamos queda un minuto, tienes que terminar. —Jade trató de agarrar mi mano pero yo se la cogí con la otra.

—No, Jade. Estoy harta... harta de luchar, de huir. —Más lágrimas resbalaban por mis mejillas—. No me queda nada ni nadie. —Le sonreí.

Lágrimas caían por el rostro de Jade quién negaba con la cabeza. —Está bien... está bien, estoy bien.... —Agarré su rostro entre mis manos y limpié sus lagrimas—. Me voy feliz —sonreí—. Me voy feliz porque me voy con una especie de familia, créeme que nunca había sido tan feliz...

—Por favor... termina... tienes mucha vida por delante, eres joven, tienes que vivir —suplicó, mientras él también sostenía mi rostro entre sus manos—. Yo tampoco tenía nada... y ahora siento que lo tengo. —Le miré con los ojos aguados—. A la gente le importas, Chicago. A mí me importas...

Juntó nuestras frentes, ambos sollozando. Agarró mi mejilla y dejó un beso en esta con dulzura.

—He visto esas ganas de luchar en tu mirada, sé que tienes algo por lo que luchar y aunque aún no lo sepas sé que habrá alguien por quien estarás dispuesta a luchar. Yo ahora lo entiendo, y aquí he aprendido cómo llegar a querer a otras personas. —Separó su rostro unos centímetros y me guiñó un ojo—. Y a la gente que se quiere no se la deja morir.

Sentí una presión en mis muñecas, que sin darme cuenta estaban detrás de mi espalda. Se separó de mí y vi que tenía mi figura en sus manos. Traté de levantarme pero me había atado. Le miré desesperada y él me sonrió, luego todo pasó a cámara lenta cuando con su mano izquierda partió el paraguas con un crujido que se clavó en mis oídos como cuchillas. Se dio la vuelta hacia el hombre de rojo y le enseñó la figura rota. El hombre de rojo sacó la pistola y yo no conseguía reaccionar a lo que veía.

—Vive, Chicago, te lo mereces. Todos nos merecemos ser libres una vez en la vida. —El hombre de rojo le apuntó—. Gracias por ser mi amiga.

Un disparo se oyó en el momento justo en el que el tiempo se acabó. En ese instante solo se oyeron tres cosas, todas igual de desgarradoras. El anuncio del final del tiempo, un disparo y un grito desesperado y lleno de dolor.

Era el grito de una chica que acababa de ver como mataban a su amigo... Un amigo que se había sacrificado solo para que ella viviera; y ahora el cuerpo de él estaba en el suelo, inmóvil, y la chica, aún atada, gritaba desesperada.

—¡JADE! ¡NO! —Mis gritos llamaron la atención de todos. El dolor se mostraba en los rostros de todos los jugadores, quienes podían sentir su perdida—. ¡POR FAVOR!

Abatida y sollozando como nunca, lancé un fuerte grito al aire que expresaba todo el dolor que sentía, y lo desgarrada que debía de estar mi alma.

Un hombre de rojo se acercó y la apuntó.

—No, ella ha pasado la prueba —le paró otro.

Confundida y aún llorando, miré a mi derecha encontrando la estrella en perfecto estado que había rasgado Jade.

Me había salvado... y había muerto por ello.

Puedo decir que me he sentido increíblemente triste escribiendo este capítulo, tenía planeada otra cosa para Jade pero esta es la que me ha salido al ir escribiendo y creo que es la mejor. En este capítulo pensaba no poner una decisión, pero he decidido que mejor si ponerla ya que por algo la historia es interactiva.

-Venus

¿Debería Chicago acercarse al cuerpo, ahora muerto, de Jade?

¿O quizás sea mejor volver a los dormitorios y buscar consuelo en alguno de sus amigos?


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