ᴅɪ́ᴀ 3 ↦ ᴊᴜɢᴀɴᴅᴏ/ᴠɪᴇɴᴅᴏ ᴜɴᴀ ᴘᴇʟɪ́ᴄᴜʟᴀ
Habían decidido instaurar los domingos por la noche, como noche de películas y, Nath había elegido todas, siempre eran películas policíacas.
Ania estaba cansada de verlas, al menos con él. El rubio tenía la muy mala costumbre de pasarse toda la película hablando, lo que era peor, contaba sus teorías y análisis que desarrollaba a medida que la trama se iba desarrollando o peor, pasaba todo el tiempo criticando la trama, encontrando las fallas y destrozándola con una crítica tan profunda y cruel que ningún especialista de cine sería capaz de hacer.
Por eso, esa noche ella elegiría la película que verían. Era su venganza.
La azabache estaba sentada en la isla de la cocina, terminando las correcciones del último manuscrito que la editorial para la que trabajaba le habían enviado. Nath, que había estado bañándose, entró en la sala y besando la nuca de su chica, trató de mirar por encima del hombro, el borrador antes de que ella cerrara rápidamente la computadora.
—¿Algún día me dejarás ver alguno? —preguntó riéndose contra el hombro de la fémina.
—¿Algún día me dejaras ver alguno de tus casos?
—No es lo mismo, princesa —dijo rodando los ojos, esa conversación era tan habitual cuando hablaban de trabajo—. Los casos son confidenciales.
—Sí, bueno, tengo un contrato de confidencialidad con la editorial también —respondió girándose para poder abrazarlo por la cintura—. Nadie no autorizado tiene permitido ver los manuscritos hasta que estén impresos en las librerías.
—Bien —dijo mirando hacia el techo—. ¿Quieres que prepare las palomitas mientras preparas las mantas en el sillón?
—¡Sí! —gritó emocionada, saliendo disparada hacia la sala. Su novio solo negó divertido por su actitud tan infantil que siempre lo enternecía.
Ania ya la tenía preparada, la había dejado marcada en Netflix mientras el rubio se había estado bañando, se acomodó en su pequeño nido de mantas y esperó, sin soltar el control remoto a que Nath viniera con las palomitas.
—Erick me recomendó una nueva película —comentó ansioso sentándose a su lado. Inmediatamente, Ania lo cubrió con la gruesa mantita de lana—. Dice que la trama es muy realista.
—Lo siento mi amor, pero ya elegí una —dijo ella. Él la observó confundido, normalmente ella no tenía problemas con las propuestas que él hacía.
—P-Pero....
—Todos los domingos hemos estado viendo películas policíacas, esta noche, me toca a mí —sentenció poniendo play—. Además, hablas durante toda la película.
El chico guardó silencio, aun atónito, pero luego sonrió siendo muy consciente de que ella tenía razón. Bueno, que Ania eligiera esa noche no tenía por qué ser algo malo ¿verdad?
[...]
¡Disney! ¡Ania había elegido Disney!
Amaba muchísimo a esa chica, pero su amor por las películas de Disney rayaba en lo obsesivo. Ella podía pasarse horas y horas escuchando y cantando las canciones de la empresa del ratón, y normalmente amaba verla tan natural y contenta con esas pequeñas acciones que la llenaban de vitalidad.
Y quizá este era su karma por haberla hecho ver tantas del género policíaco y luego hablar mucho mientras veían los films; pero esto...
—¡Te contaré otra historia!
—Ah, ah, ah ¿Qué te parece, sin charlar?
—Claro, entonces cantar (No, no, no) —repitió la azabache con una enorme sonrisa, a duo con el pequeño osito—. Que sepa el mundo que en marcha estoy...
—Ya basta —exigía el oso mayor, Nathaniel no podía estar más de acuerdo. Era la tercera película que veían y esto, se había repetido en todas; primero con el Rey León, luego con La Sirenita y ahora, Tierra de Osos era la ganadora—. Oye ¿Cierras la boca?
—....con mucho que ver y vivir....
—¡Que te calles! —decía el oso molesto—. Shhh...Koda no cantes...
— Por cielos azules andando voy, a un lugar así soñaba con ir....
Nathaniel estaba convencido, esto era karma. Puro y maldito karma.
Nota: Nath hablando durante las películas policíacas y analizando sus argumentos si es canon. Justo jugando el capítulo 5 de su ruta en CDMA, hace poquito me tocó esa escena y me dije, tengo que vengarme por esto algún día y bueno, acá está mi pequeña venganza.
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