Nath odiaba lo dulce, y en parte, Ania también. Él prefería por mucho las cosas amargas y, ella las saladas, pero había una cosa dulce que Ania amaba por encima de todas las cosas.

El helado. Y si era helado de banana split y crema americana con trozos de oreo, y con una cubierta de salsa de caramelo, aún más.

A veces, ambos disfrutaban de salir a pasear por el centro de la ciudad, Nath se compraría un café negro sin nada, y Ania un helado.

Ese día, era ideal. El clima tenía una temperatura tan agradable, Nath había optado por una simple botella de agua pero Ania no pudo dejar de pedir su helado como de costumbre. Él la esperó en la puerta mientras ella conseguía su dulce para luego salir toda emocionada.

—¡Tenían salsas de chocolate caliente! —chilló emocionada al salir—. ¡No he comido de esas desde que era pequeña!

—¿Salsas de chocolate caliente? —preguntó confundido—. ¿Pero eso no lo derretiría?

—Bueno, está caliente mientras cae pero el frío del helado lo solidifica creando una capa dura encima del helado —explicó tomando la pequeña cucharita plástica de color fluorescente y comenzando a degustarlo, todo sin dejar de dar pequeños saltos—. Mmmmm....

—¿Está bueno?

—¡Delicioso!

—He...princesa, tal vez deberías bajar un poco la efusividad, si sigues así va a caerse —advirtió al ver como la delicia dulce se inclinaba siguiendo los pasos de la chica.

—¡No va a caerse! —dijo rodando los ojos—. No tengo cinco años, voy a tener cuidado.

La chica continuó su camino mientras prácticamente bailaba con cada degustación.

—Ania...

—Basta, Nath —se quejó—. No va a...

Al final, Nath tuvo que comprarle un nuevo helado para que su novia dejara de llorar por el helado caído.