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2. SOBER

—¡Sueltenme! ¡Yo puedo sola!

—¡No te muevas tanto o podemos a caernos!

Había pasado tan solo un mes desde aquel día en el que la joven azabache trato de quitarse la vida, siendo la de rasgos japoneses quien se quedará a vivir con ella, con tal de que no volviera a tratar de lastimarse, sin embargo, últimamente salía mucho, llegaba más tarde de lo habitual y en estado de ebriedad.

Realmente estaba empeorando.

—Gracias por traerla, Alya— suspiró. —Siento las molestias.

La de lentes negó, ayudando a la diseñadora para que pudiera sentarse.

—No fue nada... Me preocupó escucharla tan mal cuando me llamó, jamás pensé que la encontraría así...— murmuró a la vez que dirigía su preocupada mirada a la de ojos azules. —¿Hace cuánto que comenzó a tomar?

La esgrimista tomó asiento junto a su mejor amiga, la cual se encontraba aparentemente dormida.

—Todo empezó poco después de que salió del hospital, se negó a guardar reposo y a tomar los antidepresivos que le recetaron.— explicó. —Empeoró cuando entró a trabajar, ella comenzó a salir demasiado, llegaba muy tarde del trabajo, siempre en este estado... Marinette ya no es conciente de lo que hace.

La morena paso una mano por sus cabellos, no era posible que algo así estuviera pasando gracias al que alguna vez fue su marido.

Era totalmente injusto que mientras él estaba de lo más contento con su nueva mujer, fuera la diseñadora quien pagará los platos rotos.

—Hay que hablar con ella, necesita ayuda, debe tomar sus medicamentos o podría atentar contra su vida nuevamente.— suspiró. —Kagami, aconsejala, ella no va a escuchar a nadie más que a ti, te has convertido en su soporte desde que éramos unas adolescentes... Sólo tu puedes ayudarla en estos momentos.

La joven asintió, mirando angustiada a su amiga.

—Haré que vuelva a ser la misma de antes, te lo prometo.

Los rayos del sol se filtraban por su ventana, con pesar abrió los ojos, siendo cegada por la luz de la habitación, no recordaba nada y un fuerte dolor de cabeza la aquejaba.

«¿Qué mierda pasó ayer?»

—Hasta que despiertas, bella durmiente.

La azabache dirigió sus zafiros a la joven frente a ella, quien la miraba con seriedad.

—N-No grites.— pidió llevándose ambas manos a la cabeza.

La esgrimista negó, entregándole un vaso de agua y una pastilla para el dolor.

—No te quejes, si no hubieras tomado ten por seguro que ahora estarías bien.— la regaño. —¿Sabes lo preocupada que estaba por ti? De no ser por Alya quien sabe dónde estarías ahora.

La diseñadora miró asustada a su amiga, quien parecía estar verdaderamente molesta.

—¿Alya estuvo aquí?

La japonesa asintió, tomando asiento a su lado.

—Ella fue por ti y se tomó la molestia de traerte al ver que no podías ni caminar.— explicó. —¿Qué te está pasando, Marinette? Creí que la plática que tuvimos en el hospital había sido lo suficientemente clara.

La joven bajo la mirada, apretando con fuerza el vaso que aún sostenía, no quería llorar, ya no quería derramar una sola lágrima por él.

—Tu no eres así.— continuó. —¿Dónde está mi linda y sonriente amiga? ¿Qué paso con aquella azabache que con una sonrisa me alegraba el día?— cuestionó tomando una de sus manos. —Regresame a la torpe y amable niña que me enseño lo que es una amistad sincera...— murmuró. —La quiero devuelta.

Silencio.

Todo lo que en ese momento había era silencio, la esgrimista lloraba ante la situación a la cual se enfrentaba, mientras que la diseñadora mantenia la mirada baja.

Ninguna era capaz de hablar.

—Lo único que quiero es huir.— susurró con la voz entrecortada. —No quiero estar sobria y recordar que todo esto realmente paso, beber me ayuda a no pensar en toda esta mierda.— confesó. —Porque tengo miedo de todo lo que puedo hacer estando en mis cinco sentidos... Porque yo ya no quiero vivir así.

Y sin poder evitarlo comenzó a llorar.

Se sentía tan débil, tan tonta por seguir sufriendo por alguien que no hacía más que restregarle su felicidad, ignorando por completo los sentimientos de la azabache, quien a pesar de aparentar estar bien por fuera, en su interior todo era un caos.

Se negaba a olvidar, pero también a recordar.

—A veces siento que todo estaría mejor si yo hubiera...

—¡Callate!— interrumpió la esgrimista, abrazando con fuerza a su amiga, la cual continuaba sollozando. —Jamás vuelvas a decir eso.— advirtió. —No se que sería de mi si tu no estuvieras aquí, Marinette, absolutamente nada estaría bien, así que te ruego que nunca trates de atentar contra tu vida... Porque también lo harías contra la mía.

Ante sus palabras, la de ojos azules correspondio el abrazo que su amiga le brindaba.

—Ayúdame.— susurró aferrándose con desespero a la japonesa. —No quiero ser así, pero no soporto seguir con esto, tengo miedo de mi misma, dije que continuaría y por ti trataría de seguir, pero no puedo, perdóname Kagami, soy una idiota.

La mencionada simplemente acariciaba con ternura su larga cabellera, tratando de que se relajara, pues lo menos que quería era que sufriera de otra crisis nerviosa.

—No eres una idiota, yo te entiendo, se que estás pasando por un momento difícil en este momento y no es fácil para ti asimilar todo lo que paso con él.— murmuró. —Pero aquí estoy yo, siempre estaré para apoyarte, no hay necesidad de que busques refugio en una botella que en lugar de ayudarte, solo aumenta tu dolor cuando el efecto termina... No heches a perder todo lo que has logrado por su culpa, eres maravillosa y miles de personas matarían por estar a tu lado, sin importar nada.— sonrió. —La persona que quiera amarte sinceramente, lo hará, solamente te pido que dejes de beber, mantente sobria y enfrenta tus problemas, yo seré tu escudo para que puedas salir adelante, es una promesa.

«Sabremos superar esto juntas...»

La azabache correspondió la sonrisa, asintiendo.

Necesitaba ayuda y estaba dispuesta a aceptarla con tal de salir a adelante.

—Comenzaré a tomar los medicamentos, también voy a dejar de beber, no será fácil, pero haré todo lo posible para estar bien, no quiero preocuparte más.

Sabía que no sería sencillo superar todo de la noche a la mañana, pero hacerse la fuerte no le servía de nada.

La depresión estaba provocando que ella misma se convirtiera en su propia enemiga.

Y eso es justamente lo que no iba a permitir.

•••

¡Hey!

¿Qué onda?
Aquí LupitaHaibara reportándose (tarde) con un nuevo cap de esta bella historia :³

Como pudieron leer, la pequeña Marinette sufre de depresión y debido a eso está desarrollando otro tipo de adicciones para olvidar lo que le pasó ;-;

Ahora la pregunta es:
¿Podrá superar todo lo ocurrido tan fácil? 🤔

En fin, sin más que decir, me retiro, ya saben que cualquier cosita pueden dejarla en los comentarios, yo encanta da leerlos :3

¡Nos estaremos leyendo en otra realidad virtual!

Bais~♡

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