TRAICIÓN
Decir que Isabella estaba nerviosa era poco, la cena y lo que decía Franco estaba fuera de conciencia, no podía concentrarse en nada que no fuera el hombre frente a ella, y un dolor agudo en su pecho se iba incrementando cada que sus ojos se cruzaban con los de él, Hoseok no la veía, y si lo hacía lo hacía con coraje, quería gritarle, pedirle que la volviera a ver con el amor con el que lo hacía antes, pero sabía que no podía, por primera vez desde que se vio obligada a casarse se sentía impotente.
Cuando estaban por terminar se excusó y corrió al baño, no aguantaba más, sus ojos picaban por derramar las lágrimas contenidas. Llegó al baño y dejó que toda su frustración se liberará, un par de lágrimas brotaron de sus ojos antes de que escuchará la puerta ser abierta y después el sonido del seguro siendo puesto, antes de sentir una imponente presencia detrás de ella.
Levantó la vista y encontró los penetrantes ojos negros de Hoseok mirándola atraves del espejo.
—Hobi yo… —sus palabras fueron interrumpidas por los brazos de su amado tomándola por los hombros girandola bruscamente antes de empujarla sobre la pared.
La mano del mafioso se cerró sobre su cuello sin mucha fuerza pero si cortándole el aire un poco.
—Es un maldito viejo Isabella. Te casaste con un maldito viejo asqueroso —la voz de Hoseok era tranquila, pero contenía toda la furia que sentía.
—Me obligaron, yo no quería.
—¿Te gusta?
—¿Que? Te dije que me obligaron, ¿Cómo podría gustarme?
—Pero es el jefe de la Cosa Nostra, eres la reina de la mafia ahora, a cualquier mujer le gusta eso.
—A mi no y lo sabes, ¿ya te olvidaste de como soy? —pregunto dolida por qué pensará que era tan frívola como para pensar de esa manera.
—Han pasado años, todos cambiamos con el paso del tiempo.
La furia y el dolor se hicieron presentes en Isabella, forcejeó para alejarlo pero su fuerza era mucho mayor.
—Sí eso piensas, ¿entonces porqué estás aquí? Tú sabías que esto iba a pasar, sabías que en mi familia las mujeres somos solo moneda de cambio y no hiciste nada, dejaste que me fuera, preferiste creer cuando te dije que separarnos era lo mejor, tú también escogiste lo más cómodo, ahora no me vengas con celos estúpidos.
—¿Celos? ¿Crees que estoy celoso de ese imbécil? Lo que estoy es furioso, estoy ardiendo de coraje, solo de pensar que te ha tocado, que te ha besado, no sabes cómo tuve que controlarme para no matarlo en el momento en que te vi. ¿Cómo querías que me enfrentará a tu familia cuando no era nadie aún? Mi padre no iba a mover un dedo para ayudarme, su lema es que debemos aprender a hacer las cosas solos. Pero ahora sí puedo, soy jefe, tengo el poder, solo dime qué si y te juro que hago arder Italia y a la maldita Cosa Nostra.
—¿Lo harías? ¿Le declararías la guerra a Franco por mi?
—Tú eres mía Isa, y por tí bajaría al mismo infierno si fuera necesario.
La mano que seguía presionando su cuello se apretó más, al tiempo que con la otra la tomaba por la cintura y la atraía hacia él. Su cuerpo la envolvía y se sintió completa nuevamente. Su boca buscó la suya y un jadeo escapó de entre sus labios cuando por fin tocaron los de él.
El beso era hambriento y desesperado, su lengua exploró con avidez su boca, mientras sus manos atraparon entre sus dedos el cabello perfectamente peinado del mafioso, tirando de él con desesperación. La necesidad y el deseo de fundirse con su cuerpo despertó de su letargo, cuando sus labios abandonaron su boca y su lengua delineó su cuello haciéndola gemir.
—Nunca deje de amarte Isa, y ahora no pienso perderte.
—Yo tampoco deje de hacerlo Hobi, pero tengo miedo, no soportaría que algo te pasará por mi culpa.
—Nada me va a pasar, ya no soy el mismo de antes, Franco Vitale no es rival para mí. Solo dime qué sí te irás conmigo y de lo demás me encargo yo.
Sus ojos se encontraron e Isabella supo que ya no podría separarse de él, ¿y que si ambos terminaban muertos en el peor de los casos? pero al menos terminarían juntos.
—Sí, sí me voy contigo y que sea lo que dios o el mismo diablo decidan.
Hoseok sonrió y volvió a besarla con pasión, mordió su labio inferior antes de soltarla.
—Te amo Sólnishko.
Isabella sonrió, volvió a besarlo y después se despidió, no podía dejar que Franco sospechara nada, y ya había pasado mucho tiempo desde que se fue. Hoseok la vio salir, amaba a esa mujer y ya nadie lo iba a alejar de ella, tomó su teléfono, era hora de desatar una guerra.
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En la parte más pobre de la ciudad, en un bar de mala muerte, dónde nadie se atrevería a imaginar que el jefe de la mafia rusa y el heredero de la Cosa Nostra estarían reunidos, se pactó una nueva sociedad, un nuevo rey se erigiría pronto, todo está listo, pronto habría un nuevo Don.
Isabella estaba comiendo cuando Seokjin, el hijo mayor de Franco entró al comedor, él rara vez iba a casa desde que se casó, y cuando lo hacía siempre se encargaba de burlarse de su situación, y en sus ojos podía ver el desprecio que le tenía, y trataba de evitarla, pero ahora mientras caminaba directamente en su dirección y con una sonrisa en su boca notó algo distinto, algo que no supo cómo interpretar.
—Hola mamita querida —le dijo con burla y ella rodó los ojos ante sus palabras.
—Eres más grande que yo Seokjin, ¿no crees que es absurdo que me llames así?
—Eso mismo pienso yo, y está estúpida situación ya me canso, mi padre es un viejo senil que quiere sentirse joven y lo único que da es pena.
—Me encantaría que le dijeras eso de frente, pero es el Don, el jefe de la familia y lo que él decida es lo que se hace, sabes que no estoy aquí por gusto.
—Lo sé, y por eso es que pienso ayudarte y en el proceso ayudarme también a mí —la dijo y se colocó detrás de ella.
Sintió las manos del hombre en sus hombros y se sobresaltó un poco al sentir su aliento cerca de su oreja.
—Solo esperó que tú ruso cumpla su palabra —dijo en un susurró y dejó caer un pedazo de papel en su regazo, mismo que tomó y oculto antes de que Franco apareciera.
—¿Que… que es esto? —preguntó algo nerviosa, jamás pensó que Seokjin la ayudaría a irse con Hoseok.
—Tu bolero de salida y mi ascenso al trono. Soy demasiado desesperado como para esperar la muerte natural del viejo —concluyó y se fue dejándola atónita.
¿Seokjin y Hoseok se habían unido para derrocar a Franco? Sonrió ampliamente, le iba a encantar ver a ese cerdo humillado al descubrir que su hijo mayor conspiró en su contra.
“Un carro te estará esperando a un kilómetro de tu casa está noche a las ocho, sal con cualquier excusa, está noche duermes a mi lado”
Rompió el papel y corrió a prepararse había pasado una semana desde su encuentro en el restaurante y no se habían vuelto a ver, moría por estar entre los brazos de Hoseok.
Faltaban quince minutos para las ocho cuando entró al despacho de su marido, que la volteó a mirar sorprendido.
—Voy a salir, mi padre enfermo y me llamó para que vaya a verlo.
—Bien, pero te quiero aquí devuelta, ni creas que voy a permitir que te quedes en otro lugar, y por cierto aunque no quieras a partir de esta noche dormirás en la misma habitación que yo, ya me cansé de tus niñeras.
—Sí claro —respondió tranquila, sabiendo que el inicio lugar donde dormiría sería entre los brazos del hombre que amaba.
Franco frunció el ceño ante su dócil forma de hablar, pero erróneamente asumió que las cosas se habían puesto a su favor. Isabella salió del despacho y pidió su carro para salir, dejó que uno de los guardaespaldas de su marido la llevará, era una pena que tuviera que morir, pero si salía sola sería sospechoso.
Justo como decía la nota, no había pasado ni dos minutos cuando vio un carro cerrarse al suyo, el chófer le gritó que se agachara, el otro carro se freno de golpe frente a ellos obligando los a frenar, y sonrió cuando vio bajar de él a Hoseok.
Vestido completamente de traje negro, con la pistola en mano y verlo disparar sin miramientos a su chófer, fue lo más exitante que había sentido nunca. Se bajó casi corriendo y se lanzó a sus brazos, devoró su boca con desesperación, antes de que él la alejara un poco.
—Vamos Sólnishko, que para lo que quiero hacerte necesito privacidad.
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La casa de Hoseok se encontraba a las afueras de Sicilia, rodeada de fuertes medidas de seguridad, era una pequeña mansión moderna, resguardada por enormes hombres rusos. Vio con emoción el lugar que sería su hogar y después al hombre a su lado, Hoseok se veía distinto, más maduro, más serio, pero cada que la veía, esa dulce sonrisa que la había enamorado hace tantos años volvía a aparecer y se veía reflejada en sus bellos ojos negros, eso era lo único que le importaba.
—Vamos mi amor, más tarde te muestro la casa, ahora necesito tenerte en mi habitación, en mi cama gimiendo mi nombre.
La tomó entre sus brazos, besándola como solo él sabía hacerlo, la cargo y sus piernas se enredaron en su cintura, mientras sus manos rodeaban sus nalgas. Llegaron a la habitación y solo ahí la soltó para dejarla suavemente en la cama. Se subió encima y atacó su cuello besándolo y mordiendo, dejando marcas a su paso, suaves gemidos salían de entre los labios de Isabella.
Con calma desabrochó su blusa dejando expuestos sus pechos, apresando entre sus dientes uno de sus pezones, chupo y mordió con suavidad, mientras sus manos se apresuraron a deshacerse de su pantalón con todo y bragas, cuando uno de sus dedos se abrió paso entre sus pliegues acariciando su clítoris, Isabella se arqueó mientras un jadeo ansioso salía de su boca.
Pronto sus dedos fueron sustituidos por su lengua, las delgadas manos de la chica se encargaban de marcar el ritmo, al tirar de su cabello y levantar sus caderas buscando más.
—Ahhh… Hobi… te necesito… —suplicó.
Su lengua ya no era suficiente, necesitaba su polla, golpeando en su interior, haciéndola estremecer de placer. Pero el ruso hizo caso omiso y siguió con su tortura, mientras chupaba de su clítoris dos de sus dedos entraban y salían de ella, y cuando uno de ellos se doblo hacia arriba y sobó directamente en su punto de placer, soltó un gemido agudo al tiempo que el orgasmo la invadía.
—Delicioso —dijo Hoseok separándose por fin de ella.
Isabella aún sentía los estragos del orgasmo, cuando sintió la punta del miembro del mafioso en su entrada, sentirlo abriéndose paso en su interior, casi le provocaba otro orgasmo, al entrar tan lento podía sentir cada centímetro de su polla, larga y gruesa, partiéndola en dos de forma deliciosa.
Cuando estuvo enterrado hasta la empuñadura, salió casi por completo y volvió a entrar de golpe, en un vaivén placentero y desesperado. Sus cuerpos sudados, provocaban los sonidos más obscenos al chocar, mientras sus gemidos y jadeos inundaban la habitación.
La necesidad, el deseo, la lujuria y todo el amor que sentían el uno por el otro se multiplicó y explotó en ambos, cuando las tibias paredes de Isabella estrangularon su miembro ante su orgasmo, Hoseok se liberó también llenándola por completo.
Mientras en ese mismo momento al otro lado de la ciudad un hombre entraba sin permiso al despacho de Franco Vitale y le informaba que su esposa se había fugado con Jung Hoseok el jefe de la mafia rusa.
Se nos viene la guerra... ¿Quien será el ganador?
Nos leemos bellezas...
Besitos 😘😘😘
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