REENCUENTRO
Historia dedicada a mi preciosa mujer IsabelMalkav espero te guste tu Sol mafioso.
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—Te amo Hobi.
—Yo también te amo Isa, huyamos juntos, olvidémonos de todo.
—Sabes que no podemos, tú tienes una responsabilidad con tu familia y yo con la mía, jamás nos dejarían estar juntos.
El pelinegro soltó un pesado suspiro y cerró los ojos mientras apretaba a la chica entre sus brazos con más fuerza, él sabía que ella tenía razón, suficiente drama hubo cuando ambas familias se enteraron que por azares de la casualidad habían terminado estudiando en la misma universidad en inglaterra, su relación jamás debió ser, pero en el corazón no se manda y ninguno de los dos planeó enamorarse.
Isabella se aferró con fuerza al cuerpo del hombre que amaba, dejando que sus lágrimas mojaran el pecho desnudo, Hoseok tomó su barbilla con suavidad levantando su rostro, besando sus labios con amor, pronto la pasión volvió a envolverlos y unieron sus cuerpos, aún tenían esa noche para ellos y pensaban aprovechar hasta el último segundo que les quedará juntos.
Cinco años después...
Hoseok cerró la maleta con frustración, odiaba tener que viajar de improviso y todo por culpa del imbécil de su ex socio, ahora tenía que ir hasta Italia y arreglar toda esa mierda que provocó y por supuesto... a matarlo. Nadie le robaba a la Bratva y vivía para contarlo.
—¿Ya te vas Hobi? —la dulce voz de Katrina lo hizo girar sobre sus talones y sonreírle, mientras tomaba su maleta.
—Sí —le dijo lo más serio y tosco posible.
Sabía que se comportaba como un imbécil con ella, pero no podía dejar que la chica siguiera ilusionada, su madre la había llevado a su casa con la intención de casarlo con ella, y él había dejado muy claro su postura, no tenía ningún interés en casarse, o por lo menos no con ella. Y hasta ahora había sido sutil y considerado, pero ya no, no tenía caso que ella siguiera esperando por algo que jamás iba a suceder.
—¿Cuándo volverás? —preguntó la joven, con el brillo de la ilusión en sus ojos verdes.
—Katrina, no voy a volver, me voy a quedar de forma permanente en Italia y será mejor que vuelvas a tu casa, nunca va a haber un nosotros, eres joven y muy bella pronto encontrarás un hombre que te ame.
La mirada dolida y llorosa de la chica golpeó directo en la memoria de Hoseok, la última vez que vio una expresión similar fue en el rostro de la única mujer que ha amado, el día que se despidieron para siempre.
Quiso consolar a Katrina, pero se detuvo si lo hacía ella podía confundir sus intenciones. En su lugar tomó con más firmeza su maleta y pasó a su lado diciendo una disculpa por despedida, bajó y se despidió de sus padres y de su hermano mayor y salió con rumbo al aeropuerto.
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Una jaula de oro, así era como Isabella Vitale veía la enorme mansión estilo clásico dónde vivía desde hacía un mes, odiaba vivir ahí, y maldecía el día en que su padre la vendió cuál ganado a ese cerdo que ahora se veía obligada a llamar esposo. Desde que era niña supo que su vida no era suya, ser la hija de uno de los capos de la mafia y mujer no era nada bueno. Siempre supo que algún día terminaría casada por obligación y no por amor, pero jamás esperó que fuera con un hombre viejo y asqueroso.
Lo único que la consolaba era que no había permitido que ese cerdo la tocará. Su primera noche como mujer casada, Franco había entrado a su habitación e intentó forzarla, pero previamente ella había escondido una pequeña navaja debajo de su almohada, se había imaginado que algo iba a intentar y no se equivocó, en ningún momento dudo cuando siento el repulsivo aliento de su marido sobre ella, sacó la navaja y cortó su brazo y cuando esté bajo de la cama, lo amenazó. Volvía a intentar tocarla y lo mataba, así ella terminará muerta también, esa fue la primera y única vez que el poderoso Franco Vitale había intentado tocarla.
Seguía contemplando las vistas desde su balcón cuando la puerta de su habitación fue golpeada, le dió el paso a quien estuviera tocando y una de las sirvientas entro.
—Señora, el Don quiere verla, la espera en su despacho.
—Gracias Ania ahora bajo.
La chica salió y a ella no le quedó más remedio que ver qué quería su "flamante" marido. Bajo hasta el despacho y entró sin tocar, Franco estaba sentado en el sillón detrás de su escritorio y la miraba fijamente mientras tomaba asiento en el sofá colocado en medio de la habitación.
—¿Qué quieres?
—Esta noche irás conmigo a una cena, y más te vale comportarte a la altura, es una reunión importante.
—Si es tan importante, para que quieres que vaya —espeto poniéndose de pie dispuesta a irse, pero la potente voz de Franco la detuvo.
—No te estoy preguntando Isabella, ni tampoco pidiéndote permiso, eres mi esposa quieras o no y te vas a tener que comenzar a comportar como corresponde o te vas a arrepentir, ya aguante tus estupideces mucho tiempo, a partir de hoy métete en la cabeza que vas a cumplir con tu papel de esposa como se debe.
La risa de la chica se hizo presente nada más terminó de hablar, y se giró para mirarlo, con la soberbia y altivez que la caracterizaba, enfrentándolo si amedrentarse.
—Si con este patético desplante de poder piensas que me vas a hacer temblar y forzar a hacer lo que no quiero estás muy equivocado. ¿Quieres demostrarle a quien sea con quién te vas a reunir que tienes una esposa joven y bella? Bien, iré, pero que te quede muy claro que es lo único que obtendrás de mí, jamás escúchalo bien, jamás me vas a obligar a acostarme contigo, ya te lo dije antes de te mató.
—Veremos si cuando tu familia esté en la miseria, sigues diciendo lo mismo —la amenazó el capo.
—Por mi que mi familia se joda, mi padre me vendió a ti, y por lo que a mí respecta dejo de ser mi familia en ese momento, y mis tíos son la misma mierda, gracias al cielo que mi madre murió ella era la única por lo que yo movería un dedo, así que busca algo mejor con que amenazarme. Y me voy si quieres que esté lista para tu estúpida reunión.
Salió del despacho azotando la puerta al tiempo que un vaso se estrellaba contra la madera con furia, Franco Vitale estaba obsesionado con la juventud y belleza de Isabella y la había querido para sí desde que la vio cuando volvió de Inglaterra, y si pensaba que seguiría tolerado sus desplantes estaba equivocada, él era el Don de la Cosa Nostra, la mafia más poderosa, y tendría que arrodillarse frente a él.
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Eran las ocho y media de la noche, uno de los restaurantes más prestigiosos de Sicilia se encontraba cerrado al público, dentro un único cliente esperaba la llegada del Capo di Capi de la Cosa Nostra, como muestra de respeto el jefe de la mafia rusa, lo había invitado a cenar para hacerlo partícipe de su estancia indefinida en su país.
Aunque era esa también era una forma de evaluar a su contrincante directo, por lo que había oído de su padre, Franco Vitale tenía poco de haber ascendido a Don y estaba ansioso por demostrar que su avanzada edad aún tenía las capacidades para liderar la familia italiana. Atento a todo a su alrededor escucho como el maitre saludaba respetuosamente al recién llegado.
Sabía que no podía ser otro más que el capo, así que se puso de pie y se giró para saludarlo, y el tiempo se detuvo en ese momento. Isabella sintió como si la tierra hubiera detenido su rotación en el momento en que sus ojos se posaron en los del hombre frente a ella. Su rostro se veía más maduro, sus facciones se habían vuelto más marcadas y sólidas, sus ojos negros brillaban de manera distinta, más fríos, más duros, pero seguía siendo él, su Hoseok.
—Signor Jung buonasera, benvenuto in Sicilia, lei è Isabella Vitale, mia moglie (Buenas noches señor Jung, bienvenido a Sicilia, ella es Isabella Vitale, mi esposa) —apenas el viejo hombre dijo eso, los ojos de Hoseok se abrieron con asombro, reflejando la furia que bullía en su interior a punto de explotar.
Sabía que ella se casaría, y hasta lo suponía que ya hubiera sucedido, pero jamás pensó que la volvería a ver con el apellido de un viejo verde como aquel, sin perder la compostura le sonrió de la manera más fría que fue capaz, tomo la mano que ella le extendió y la sostuvo entre la suya antes de inclinarse y besar su dorso, sin dejar de mirarla a los ojos y ahí lo vio, vio el dolor reflejado junto a las ganas de llorar, Isabella, su Isabella.
—Buonasera signora, è un piacere conoscerla (Buenas noches señora, es un placer conocerla) —dijo en un perfecto italiano, que derritió el corazón de Isabella, al tiempo que mojaba sus bragas en el momento en que sintió sus labios sobre la piel de su mano.
Ella sólo pudo sonreír y asentir en reconocimiento, no se atrevió a hablar pues temía delatarse y saltar a los brazos del hombre que amaba, porque si, sabía que seguía amando a Jung Hoseok como el primer día, o quizá más.
Y mi obsesión con los mafiosos rusos sigue ahora con Hobi como protagonista, espero que les guste.
Nos leemos bellezas...
Besitos 😘😘😘
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