JUEGO
—¡Me está volviendo loco Taehyung, soy tu maldito jefe de seguridad no un puto niñero! —Jungkook se dejó caer en la silla frente al escritorio de su jefe que lo veía con la ceja levantada y sin decir nada.
—¿Ahora que hizo?
—Se escapó, eso hizo, tiene una semana desde que llegó y no hace caso, solo quiere ir de bar en bar y levantarse a cuánto imbécil se le cruza, dijiste que venía para aprender y ni siquiera se molesta en mostrar tantito interés en el trabajo, esto no es un juego Taehyung. Y te lo advierto o hablas con tu hermano o olvídate de que yo sigue detrás suyo.
—Bien, hablaré con él, pero ya tranquilízate hombre, hacer tantos corajes no es bueno para la salud.
Jungkook bufó y lo miró con burla.
—Lo dice el que hasta hace unos meses no hacía otra cosa que gritar y romper cosas, Yoongi te tiene envuelto en su dedo meñique te convertiste en todo una florecita.
—Por mi Kotik soy lo que él quiera.
En ocasiones como esa Jungkook envidiaba a su jefe, en su rubro de trabajo era difícil encontrar la verdadera felicidad, y del amor no hablar, aunque nunca lo había buscado tampoco, él siempre había sido de encuentros casuales, no tenía tiempo para nada más.
Sin embargo últimamente cada que veía a su jefe con su pareja, un sentimiento de añoranza se instalaba en su pecho, o así era hasta que conoció a ese torbellino y pequeño demonio que era su hermano.
Desde que lo vio una semana atrás bajar del avión, a través de los vidrios tintados de la camioneta, pensó que era la criatura más increíblemente hermosa que había visto, de pequeña estatura, piel tan blanca como la nieve y que se notaba era suave y tersa al tacto, cabello de un rubio platinado que se preguntó si era natural o teñido y unos preciosos ojos azules que lo pusieron de rodillas metafóricamente.
Pero todo ese encanto y dulzura se fue a la mierda en el segundo en que se acercó a él contoneando ese maldito cuerpo de pecado que tenía y con la sonrisa más seductora del mundo le pregunto a Taehyung si él sería su niñero y ahí supo que Park Jimin como se llamaría mientras estuviera en Corea sería su más grande dolor de cabeza.
Y así había sido empezando por el estúpido apodo que le decía. Seguía reflexionando en eso cuando la puerta del despacho se abrió y no tuvo necesidad de voltear a ver quién era. El perfume de jazmín y vainilla del rubio inundó el lugar.
—Aquí estás Zayka te he estado buscando, necesito que me lleves a un lugar.
Taehyung reprimió una risa al escuchar el apodo y Jungkook rodó los ojos.
—No soy tu maldito chófer, ya te dije que mientras no sea algo referente al trabajo o de máxima seguridad no pienso ir a ningún lado y tú hermano ya está enterado.
—Tae, dile a este conejito gruñón que no me hable así, además quiero que me lleve a ver la empresa textil de la que me hablaste anoche en la cena, la moda es lo mío y quizás ahí pueda empezar, el lavado de dinero es más sencillo que el tráfico. Si —todo lo dijo en tono dulce y meloso, extendiendo por unos segundo la i del final y poniendo ojos de cachorro.
—Si es por trabajo, entonces Jungkook no se puede negar, pero por favor no le digas Zayka, no se ve muy bien que le digas conejito a mi jefe de seguridad.
Jimin sonrió y abrazó a su hermano, antes de caminar hacia el pelinegro, que por un segundo pensó que el rubio terminaría sentándose sobre sus piernas, antes de que lo rodeará y se inclinara hacia él apoyando su rubia cabeza en su hombro.
—Es que se parece a aquel conejo negro que me regalaste para mí décimo cumpleaños, igual de gruñón y arisco, por eso le digo así, de lindo no tiene nada —dijo mirando a su hermano antes de hablarle directamente al odio y tan bajo que solo el podría escucharlo —lindo no, pero jodidamente sexi y caliente si.
La respiración del pelinegro se hizo pesada y tragó saliva, sin mostrar algún cambio en su expresión, no pensaba caer en el juego de ese niño mimado.
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Jungkook debía de admitir que ver a Jimin tan concentrado y serio era algo raro, pero también muy grato de ver, desde que habían llegado a la fábrica textil hacía un mes y el rubio se había hecho cargo, le había mostrado una faceta completamente distinta, se había encargado de darle un giro distinto a todo, habían dejado de ser un simple fábrica de confección de ropa de baja calidad, para comenzar a apuntar a terrenos mucho más amplios y mejores.
Y qué decir de lavado de dinero, el plan de negocios era ambicioso pero muy productivo para todos, a mejor calidad, mayor venta, más dinero de la mafia limpio y sin rastros desperdigados. Sus salidas nocturnas también se habían reducido, solo había un problema y era que ahora esa energía sexual la desbordaba toda en él.
Había comenzado a acosarlo, le hacía insinuaciones que aún se preguntaba cómo carajos resistía.
—Vamos Zayka deja de negarte, yo sé que quieres, he visto como me miras, me deseas no lo niegues —le dijo Jimin mientras se sentaba descaradamente a horcajadas sobre sus piernas y rodeaba su cuello con sus delgados brazos.
—Jimin basta, te dije que no va a pasar nada entre nosotros, para empezar porque eres el hermano de mi jefe y en segundo porque tengo pareja —mentiroso se dijo mentalmente.
—Pero yo no te estoy pidiendo una relación, solo quiero que me folles —lo último, lo dijo al tiempo que comenzó a mover sus caderas frotando su perfecto culo en su polla que había comenzado a despertar.
Jimin sonrió cuando las grandes manos del pelinegro se posaron a ambos lados de su cintura.
—Yo no soy infiel Jimin, si tantas ganas tienes, ve y busca un pobre imbécil que esté dispuesto yo no, además no me gustan los niños mimados, y yo no soy juguete de nadie, cuando me acuesto con alguien es porque yo quiero, no porque me lo pidan.
Los ojos azules se oscurecieron de coraje. Un mes, un maldito mes tenía Jimin tratando de llevarse a la cama a ese estúpido y arrogante hombre, pero si Jeon Jungkook pensaba que estaría rogándole por siempre se equivocaba.
Sabía que le gustaba al pelinegro, pero por algún motivo se negaba, pero ya no pensaba rogarle más, era hora de que ese drenny zayka (conejito malo) se diera cuenta que a Park Jimin nadie se le negaba.
—Muy bien, si tú así lo quieres a partir de este momento dejaré de molestarte, ahora solo seremos jefe y empleado Jeon —dijo serio y se paró de sus piernas, rodeo el escrito y se sentó en la silla poniendo su atención en la pantalla de la computadora—. Puedes irte, si necesito algo te llamo o le pido a San que me lleve de vuelta a casa.
Jungkook frunció el ceño, pero no dijo nada, ese pequeño diablo quería confundirlo, que se confiara y volvería al ataque, se puso de pie, acomodó su saco, inclinó la cabeza y salió de la oficina y se dirigió a la que había acondicionado para él.
A las diez de la noche el sonido de su teléfono lo interrumpió y maldijo entre dientes al leer el mensaje que le había enviado Jimin.
[Se me olvidó decirte que me surgió algo importante Jeon, San me trajo y me llevará a casa más tarde, puedes volver con mi hermano ya no te necesito]
—Maldito niño berrinchudo, vas a conseguir que tú hermano me corte las bolas si algo te llega a pasar —maldijo antes de marcarle a su subordinado y averiguar a dónde se había ido el pequeño príncipe.
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Dos semanas, ese era el tiempo que llevaba siendo ignorado por completo por Jimin y no sabía si sentirse aliviado o molesto, por un lado ahora podía trabajar más tranquilo y a ocuparse de sus labores habituales, pues Jimin le había dicho a Taehyung que ya no lo necesitaba como sombra, ahora quien iba y venía a todos lados con él era San, y eso era lo que lo estaba volviendo loco.
Venía como el guardia babeaba por Jimin y se desvivía por complacerlo y al pequeño descarado le encantaba la atención que le daba, él y los tres imbéciles con los que había salido en el último mes. Sus pensamientos últimamente estaban dispersos, por más que trataba de evitarlo, siempre volvían a ese rubio que había puesto su mundo de cabeza.
Y como si no fuera suficiente, Taehyung le acaba de hablar por teléfono, saldría de viaje con Yoongi y Jimin no respondía su teléfono, debía de avisarle que estaría fuera una semana, así que resignado salió de su oficina y caminó hasta la de él, estúpidamente entró sin tocar, las palabras que iba a decir murieron en su boca al ver a Jimin sentado sobre su escritorio rodeado por el cuerpo de San, que devoraba su cuello como si su vida dependiera de eso, mientras un gemido escapó de los labios del rubio antes de ser sustituido por un grito de furia.
—¡¿Qué carajos crees que haces aquí Jeon? ¿Por qué demonios entras sin tocar? Responde maldita sea!
San se había alejado del rubio dejando al descubierto la piel de su pecho, sus pezones rosados a la vista, con claras muestras de lo que estaban a punto de hacer.
—Sal de aquí San —dijo tratando de controlarse.
—Sí… sí señor —el chico se acomodó la ropa y salió disparado fuera de la oficina.
Jimin se bajó del escritorio, se puso la camisa para cubrirse pero no la abrochó.
—Te hice una pregunta, ¿Qué carajos quieres, que entras sin tocar?
Jungkook sentía la furia burbujear en su interior, y no sabía explicar el porque, no es como si su hombre hubiera estando abusando de él, o si hubiera descubierto a su pareja engañándolo, no era estúpido, sabía bien que el rubio no solo tenía parejitas inocentes y de manita sudada, pero verlo así, dispuesto y dócil bajo las manos de otro hombre encendido algo en su interior que lo aterró.
—Jungkook, ¡Jungkook carajo! —gritó Jimin y salió de su estupor.
—Tu hermano me pidió que te avisará que va a salir de viaje y lleva a Yoongi con él, va a estar fuera una semana, te pide que te encargues de recibir el próximo embarque, todo esta listo solo tendrás que estar atento a que no haya ningún contratiempo, yo te acompañaré, será mañana por la noche.
—Bien, ya te puedes ir —respondió Jimin antes de darse la vuelta y volver a su trabajo como si nada hubiera pasado—. ¿Algo más? Ya que me arruinarte mi rato de diversión espero que tengas algo más para decirme o será mejor que te vayas si no estás dispuesto o tomar el lugar de San.
El lugar de San, ese era un maldito mocoso imbécil y manipulable, pero si eso era lo que Jimin quería a él que más le daba, negó con la cabeza y se retiró, cuando salió se topó de frente con su hombre que lo miraba apenado y unas ganas de golpearlo y lanzarlo por la ventana lo invadieron cuando volvió a recordar el como estaba tocando al rubio.
—Jefe yo…
—Callate, y recuerda que se te paga por vigilarlo no por meterse en su cama, si no quieres quedarte sin trabajo o sin vida más te vale que recuerdes tu lugar —lo amenazó y volvió dando grandes zancadas hasta su oficina.
Mientras él estaba ardiendo en cólera en su oficina Jimin sonreía complacido por su reacción, había escuchado la amenaza que le hizo a San y eso solo logró alegrarlos más.
Jeon Jungkook su engreído Zayka estaba celoso y sabía que no tardaría en reclamarlo como suyo y espero ansioso por ese momento.
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Jimin 1
Jungkook 0
El conejito cayó en la trampa del pollito jejeje
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