🍚彡 Espuma de mar.
|Hay lecciones que se aprenden a un muy alto costo|
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Recuerdo perfectamente ese día, el día en que te conocí por primera vez, el día en que me enamoré de ti, príncipe Gohan. Desgraciadamente, todos mis esfuerzos fueron en vano..., tú nunca escuchaste mi voz ni mis sentimientos; y nunca los oirás.
Yo solo era una sirena, una que vivía en las profundidades del mar, absorta del mundo de los humanos. Era feliz allí con mis hermanas mayores: Lazuli, Lime, Pan, Bra y Videl; yo era la menor entre todas. Curiosamente, solo nos llevamos un año cada una. Mi padre, Tooma, y mi madre, Fasha, eran los reyes de la mar, siendo yo una princesa al igual que mis hermanas.
Mis días en las profundidades eran solo jugar y ser feliz junto a mis consanguíneas, pero siempre me dio curiosidad el qué había arriba, en la superficie. Mi abuela, Bulma, siempre me contaba las hermosuras que habían allí, siempre oía todos sus relatos maravillada.
Quería conocer el mundo humano.
Pero tenía que esperar hasta los 15 años para subir, justo el día de mi cumpleaños. La primera en subir fue Lazuli, la mayor entre todas, y así, cada año subían a conocer todo lo de arriba en su cumpleaños 15. Hasta que me tocó finalmente a mí; estaba muy ansiosa en ver con propios ojos todo lo que me relataban mis hermanas. Fue un día de primavera cuando subí a la superficie, guiada por mi abuela, y me dejó allí justo cuando estaba el ocaso.
La cosa más majestuosa que he visto en mi vida, debo decir.
Miré todo deleitada y un barco se acercaba; solo había visto algunos, pero eran los que caían en las profundidades. ¡Estaba lleno de humanos que cantaban y bailaban gustosos! ¡Qué hermoso! Me acerqué sigilosamente y... te vi. Logré divisar a un apuesto chico de hermosos ojos color ébano, con una curiosa melena negra, en corte alzado, y un mechón de cabello cayendo por su frente; de mi misma edad quizás. Estabas bailando alegremente con los demás, era tu cumpleaños por lo tengo entendido. Me quedé horas observándote sin que tú repararas en mi presencia, pero no importaba.
Si tan solo nunca te hubiera conocido...
El oleaje enfureció y el barco se meneaba al son del mar. A mí se me hizo divertido, quería estar allí y sentir lo que sentían esos humanos. Pero, en uno de los tantos movimientos, caíste del barco al agua, inconsciente por un golpe que te diste contra el barandal. Vi que varios de los tripulantes de aquel navío tiraron una lancha, en tu búsqueda. Me asusté y me sumergí para que no me vieran, pero te logré ver, ibas bajando lentamente. Me alegré momentáneamente al pensar que podrías estar conmigo, pero recordé las palabras de mi abuela:
-Pequeña _____, los humanos no pueden respirar bajo el agua, ellos respiran oxígeno; no son como nosotros -me aclaró.
-¿Y qué pasa si ellos caen a nuestras aguas, abuela? -Indagué con curiosidad.
-Mueren ahogados, mi pequeña sirenita.
Tenía que salvarte o morirías, era un hecho. Fui hacia ti y te saqué a la superficie, pero no reaccionabas, así decidí llevarte a la costa más cercana y te deposité en la arena. Me senté a tu lado y te miré embelasada; eras lo más bello que había visto a mi corta edad. Te quité el cabello que tenías en la frente y lo acaricié; era muy sedoso, pero un tanto pegajoso a causa del agua marina.
Si tan solo no te hubiera salvado...
Seguías sin reaccionar, pero sabía que estabas vivo por tu respiración: lenta y pausada, tranquila. Los hermosos colores anaranjados, con toques azules y rosas, aparecieron en el cielo. El mundo humano era tan hermoso, no quería irme, pero sabía que no podía estar allí; mi lugar era en las profundidades del agua, no en la tierra. Tocando por última vez tu rostro, me volví a sumergir en el agua, pero no me fui; tenía que esperar a que alguien te encontrara y estuvieras totalmente a salvo. Así pasó, una chica de melena rubia y hermosos ojos zafiros apareció y te encontró. Te despertó y tú le agradeciste, creyendo que tu salvadora había sido ella; yo solo estaba viendo todo a la distancia.
Y te fuiste con ella.
Yo solo suspiré resignada y nadé hacia el reino de mis padres, pero desde ese día no pude dejar de pensar en ti, siempre estabas en mis pensamientos. Iba a la superficie casi todos los días, esperando verte, pero no, no te vi en ninguna de esas veces. Eso nunca se lo conté a nadie, era mi secreto.
Sin tan solo no me hubiera enamorado de ti...
Mis hermanas decían que me portaba extraña desde esa vez, pero nunca les respondí. Quería verte, quería estar contigo, pero era imposible, yo era una sirena y tú un humano; yo respiraba bajo el agua y tú respirabas aire; yo tenía aleta de pescado y tú tenías piernas; yo te amaba y tú... ni me conocías. Estuve investigando todo un año quién eras y descubrí que eras príncipe -de un reinado de algún lado de la tierra que yo desconozco- llamado Gohan. Junto a Bra y Videl, te busqué hasta que di contigo.
Te volví a ver.
¿Había que agregar que iba siempre que podía a observarte? Porque lo hacía. Ya no podía más, quería acercarme a ti y hablarte, cantarte, tocar tu cabello, pero era imposible. ¿Sabes? Me animé a preguntarle a mi abuela si era posible estar con un humano, pero me dio una gran explicación:
-Ellos no respiran agua, _____, es imposible -negó con su cabeza.
-¿Y si no hay la necesidad que ellos estén bajo el agua...?
-Los humanos nos temen por el simple hecho de que somos sirenas, ellos creen que nosotros solo somos un mito -me cortó-. Además, nunca he oído que una sirena estuviera con un humano; es imposible -respondió pasivamente mi abuela.
-¿Es totalmente imposible? -Volví a preguntar.
-... Hay una manera -mis ojos de iluminaron al oír eso.
-¡¿Y cuál es?! -Inquirí, más deseosa aún.
-Que te acepte tal cual eres y que logren sobrellevarlo, obviamente, pero hay gran problema: ellos tienen alma inmortal, nosotros no. Nosotras las sirenas vivimos alrededor de 300 años, pero cuando morimos... nos volvemos espuma de mar para siempre; ellos no, ellos se elevan, se van hacia las estrellas a algún lugar que nosotros desconocemos.
-¿Y no haya manera de que nosotros obtengamos una alma inmortal? -Divagué, un poco asustada.
-Sí la hay: te tiene que amar mucho más intensamente que a sus padres y casarte con él, eso hace que te unas a él y tu alma sea inmortal; pero es absurdo, eso no pasará. Es mejor estar aquí y vivir nuestra vida antes de ser espuma eternamente.
-Y-ya veo...
Si tan solo no hubiera sido tan ilusa...
Créeme, me emocioné al oír que sí había una manera de estar a tu lado; estaba dispuesta a sacrificarlo todo por ti. Ese mismo día, estuve muy alegre y canté, canté hasta sentir que ya no podía. Mi mamá me había dicho que mi voz era angelical, única, que podía enamorar a quien quisiera por eso y por mis bellos ojos azules; inmediatamente pensé en tí, ¡lo lograría! ¡Lograría enamorarte!
Qué estúpida fui. Mi emoción era tanta que busqué a Idasam, la bruja del mar, para ver si podría ayudarme a tener piernas, y la encontré.
-Vaya, la pequeña princesita _____ quiere ser humana, aww -habló con burla.
-¿Usted puede realmente...?
-Por supuesto, puedo otorgarte piernas, princesa, pero hay un precio a pagar -sonrió, maliciosa.
-¿El cual es...? -Indagué; quería irme de allí, ese lugar era espeluznante.
-Tu voz, te quedarás sin habla a cambio de eso, ¿qué dices?
¿Qu-qué?
-¿A-alguna otra cosa más?
-Sí: bailarás tan hermoso que podrás seducir fácilmente a alguien, pero, cada vez que lo hagas, sentirás como si te atravesaran espadas en las piernas.
Tragué duro, pero pensé en ti y eso me dio más valor; haría lo que fuese por ti.
-Está bien, acepto -hablé, segura.
-Vaya, debes amarlo bastante para dejar todo atrás, eres una ilusa, pero si eso es lo que quieres... -no agregó más y se alejó a preparar la pócima.
Rato después, estuvo listo todo y me entregó el frasco; debía beber su contenido en la noche y estar fuera del agua para que hiciera efecto.
-Antes de que te vayas, princesa, te debo advertir que, si no logras enamorarlo y él se casa con otra..., tú te volverás espuma de mar para siempre al amanecer del día siguiente.
Me aterroricé al oír eso, pero me limité a asentir. Ya había perdido el habla. Fui a las afueras del castillo -sin decirle a nadie mi paradero- que tenías en una playa y ahí me tomé la pócima, pero sentí un gran dolor en mi cola de sirena y caí en la inconsciencia al no soportarlo.
-Hey, señorita, reaccione por favor, me está asustando -fue lo primero que oí al ir despertando.
Abrí mis párpados lentamente, giré mi cabeza hacia la izquierda... y te vi. Ahí estabas tú, hincado a mi lado con la preocupación plasmada en tu rostro, y reaccioné. Me miré mis piernas y sí, allí estaban -muy lastimadas, debía de agregar-, pero me di cuenta que estaba totalmente desnuda. Me avergoncé y me tapé mis pechos con mi cabello al tiempo en que retrocedía, pero me dolían a horrores mis nuevas piernas al más mínimo movimiento.
-Tranquila, no le haré daño -dijiste mientras veías la arena, un tanto sonrojado, y te sacaste la camisa que llevabas puestas-. Toma, póntela -me la tendiste y te obedecí-. Soy Gohan, ¿y usted, señorita?
Yo solo bajé la mirada; no te podía contestar por más que lo quisiera.
-¿No puede hablar? -Me preguntaste, sorprendido, y yo negué con la cabeza-. Bueno, ya veré qué hago, pero venga conmigo, necesito curarle las heridas que tiene en las piernas -me cargaste y yo me aferré a tu cuello, con miedo a caerme.
Estaba tan feliz...
¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas cómo nos conocimos? Fue aquel día en la playa, cuando me encontraste lastimada y me diste morada en tu hogar. ¿Cuánto ha pasado? Año y medio, ¿verdad? Año y medio desde que hice todo lo que me fue posible por ti...
Si tan solo no hubiera hecho nada de eso...
Recuerdo que un par de semanas pasaron y mis hermanas lograron dar conmigo en la playa, dolidas por no haberles dicho nada; ellas tuvieron que buscarme y las bruja les dijo todo. Como pude, les expliqué todo por señas -tardaron mucho en entenderme, pero lo hicieron- y les di a entender que era feliz a tu lado.
-¿Estás segura de esto, _____? Podemos intentar buscar la manera para que vuelvas con nosotras y nuestros padres; ellos y nuestra abuela te extrañan -intentó persuadirme Videl, pero yo asentí con la cabeza; no iba a tirar a la borda todo mi sacrificio.
-Es tu decisión y la respetamos, hermanita, pero ten -me dio un collar de perlas y conchas pequeñas-, es para saber dónde estás; no queremos volver a perderte -agregó Lazuli.
-Vamos a cuidarte desde las profundidades de nuestras aguas, aunque no nos veas, allí estaremos, cuidándote -Lime me sonrió y me abrasó-. Voy a extrañar tus travesuras, hermanita.
-Cantaremos para tí en las noches cuando te veamos, así sabrás que estamos contigo, pequeña -Pan se me tiró encima con sus acostumbrados "abrazos de morsa", haciendo reír a las demás-. Si el príncipe ese te hace algo, te juro que lo mataré.
-Ya deja tus instintos homicidas, Pan, te vas a parecer más al abuelo Vegeta -se burló Bra y la apartó de mí-. Ven acá, hermana -me abrasó y yo sonreí.
-Al igual que Pan, yo también mataré al príncipe ese si te lastima -interrumpió Videl, con el ceño fruncido.
-¿Señorita, dónde está? -Oí tu voz; me estabas buscando.
Inmediatamente, todas mis hermanas se sumergieron al agua y yo salí de la playa para ir hacia tí.
-Ah, aquí está -me sonreíste-. Ya es la hora del almuerzo, ven -me tendiste tu mano y yo la tomé sin dudar.
¿Recuerdas cómo es que supiste mi nombre? Sí, fue porque tú me enseñaste a escribir.
-¿_____? -Leíste mi escrito y me sonreíste-. Hermoso nombre, te sienta perfecto -me sacudiste mi cabello con cariño, haciendo saltar a mi corazón de felicidad.
También recuerdo la primera vez que me besaste y que bailaste conmigo, hace tres meses atrás...
-Eres tan hermosa... -susurraste frente a mí.
Me sonrojé y te sentí más cerca, tan cerca que rozabas mis labios, haciendo que mi ritmo cardíaco se alocara y sintiera algo extraño en mi estómago. Y me besaste. Te correspondí muy torpemente ya que no sabía besar, pero me tuviste paciencia y me enseñaste; estaba muy feliz, por primera vez había tenido la dicha de probar tus labios. A la lejanía se oía que te hablaban, pero estaba tan centrada en ti que no le presté atención.
-Príncipe Gohan, lo busca la reina Milk -avisó alguien detrás de la puerta, golpeando la misma.
-Gracias por decirme, enseguida voy -contestaste al mismo tiempo que te separabas de mí-. ¿Vamos? -Me tendiste tu mano y yo la acepté, gustosa.
Caminamos hasta la habitación central, donde te esperaba tu madre, la reina Milk, me dejaste sentada cerca de los músicos que estaban allí y fuiste con ella. La música humana era hermosa, pero yo prefería la que hacían las olas del mar o la de las sirenas; sus voces eran tan suaves, celestiales.
-¿Gustas bailar, _____? -Alcé mi vista y allí estabas, con tu mano extendida hacia mí, invitándome a que la tomara.
Aunque sabía las consecuencias de eso, quería bailar contigo, así que te sonreí y asentí. Dolía, ¡dolía tanto! Pero no me quejé ni paré, lo aguantaba por ti.
-Bailas fenomenal, nunca he conocido alguna chica que baile tan espléndido como tú -susurraste contra mi oído, estremeciéndome al sentir tu aliento-. Cada vez me estás cautivando más, ¿es que acaso eres como una sirena? Solo que, en vez de canto, es tu baile -me sonreíste y acariciaste mi mejilla.
Después de eso, fui a mi alcoba y me senté en la cama, pero gran sorpresa me llevé al ver mis piernas: estaban muy lastimadas. Pero yo solo sonreí; había valido la pena..., o eso creía yo...
¿Sabes? Si me concentro lo suficiente, aún puedo sentir tu cálida mano contra mi mejilla, acariciándola. Creí que... me amabas, creí que ibas a estar conmigo por siempre, que te ibas a casar conmigo, pero me equivoqué.
-_____..., mis padres quieren que despose a una princesa del reino de a lado, no la conozco ni nada, pero han insistido en que la conozca al menos.
Sentí mi corazón estrujar, pero no podía decir nada, no podía quejarme. No tenía voz. Los días pasaron hasta que una chica de cabellos rubios y hermosos ojos azules apareció; ella era la princesa de algún otro reino.
-Ella es la princesa Iresa, hijo -la presentó la reina Milk.
Yo solo estaba viendo todo a una distancia considerable, a lado de Kokoa y Ángela, unas músicos de ese reino.
-Espera, ¿tú no eres la chica que me salvó...? -Cuestionaste hacia ella, perplejo.
-Sí, soy la chica que te encontró en la playa aquel día -le sonrió dulcemente.
Yo solo bajé la mirada, impotente.
Por más que te intenté gritar mis sentimientos, nunca me escuchaste. Al final, resultó que sí aceptaste casarte con ella. Tú dijiste que le debías la vida y que no había mejor chica para entregar tu vida que ella, que tu corazón siempre le había pertenecido a aquella chica que te había salvado: la princesa Iresa. Y pensar... que yo te había salvado, yo era la responsable de que siguieras con vida, pero tú nunca lo supiste. Iba a morir...
Si tan solo no hubiera perdido mi voz...
Me quieres, es un hecho, pero no lo suficiente. Si te hubieras enterado de que yo soy tu salvadora..., ¿te hubieses casado conmigo? No lo sé y nunca lo sabré.
El día de la boda llegó y yo solo sentía un inmenso dolor en mi corazón, pero ya no podía hacer nada; iba a morir y convertirme en espuma de mar. Se te veía tan feliz, eras feliz. Al terminar la ceremonia, todos partimos en un barco a festejar ya que tú adorabas el mar. Todos bailaban y reían de felicidad, pero yo no, yo solo estaba sentada en una mesa, un poco alejada de todos. Varios chicos me invitaron a bailar, pero no acepté ninguno; no porque no quisiera, sino por lo que conllevaba a que lo hiciera: dolor.
-¿Gustas bailar, _____? -Oí tu voz y alcé mi vista de la copa que tenía en mis manos; ahí estabas, con una hermosa sonrisa y tu elegante traje de boda.
Yo solo negué con la cabeza y te intenté decir con mi voz inexistente: «No me pidas que baile así como tú, yo te miraré desde mi lugar», pero tú reíste y tomaste mi mano para llevarme al centro a bailar.
Bien, iba a hacer mi último esfuerzo.
Empezamos a bailar al son de la música, pero tu esposa apareció y te disculpaste conmigo para ir con ella a bailar. Yo solo sonreí con tristeza al saber que esa era la última vez que iba a estar contigo. Salí de allí para dirigirme afuera, viendo el cielo tapizado de estrellas y la gran luna llena. Solo faltaban algunas horas para el amanecer, para mi muerte...
-¡Hermana! -Oí unas voces que se me hicieron familiares y bajé mi vista al mar.
Ahí estaban Bra y Videl con su cabello corto..., ¡¿qué?! ¡No, no no! ¡Ellas tenían su cabellera hasta la cintura! ¿Qué diablos habían hecho?
-La bruja Idasam nos pidió nuestro cabello a mí y a todas nuestras hermanas para esto -contestó Bra como si leyera mi mente y alzó un cuchillo-. ¡Mata al príncipe para que puedas vivir!
-¡Asesinale! Tienes que clavarle esto en su pecho y echarte su sangre en tus piernas para volver a ser una sirena y salvarte, ¡hazlo, _____! -Me pidió Videl y me lanzó el cuchillo, el cual atrapé y sostuve entre mis manos.
-¡No pierdas el tiempo, hermana, ve, hazlo y regresa con nosotras! ¡Te estaremos esperando! -Me gritó Bra y ambas se sumergieron en el agua, desapareciendo de mi vista. Bajé mi mirada al objeto punzo cortante y mis manos temblaron. Era mi vida o la de él...
«Y yo..., yo...»
Todos mis sacrificios fueron en vano, ¿verdad, Gohan? Todo lo que soporté por ti no lo tomaste en cuenta, no lo sabías. Ahora lo comprendo todo, resulta imposible que mi vida pueda unirse a la tuya...
Yo solo corrí hacia la fiesta y pregunté por ti a medio de señas, pero me dijeron que ya te habías ido a dormir con tu esposa. Suspiré, fui a tu alcoba y allí estabas tú, dormido abrazado a ella, con tu esposa Iresa. Tomé el cuchillo fuertemente y me acerqué a tí, pero al verte tan tranquilamente, lágrimas escaparon de mi ojos y aflojé mi agarre. «No puedo hacerlo, prefiero morir yo. Perdónenme, padres, hermanas y abuelita, pero no puedo». Besé tu frente y tomé una libreta que estaba allí junto con una pluma y la tinta. Iba a decirte todo antes de morir, a puño y letra. «Gohan...»
¿Sabes, amor mío? Intenté decirte incontables veces que «mi corazón siempre te lo di», al menos, quiero que te enteres por medio de esta carta. Te amo, desde que te conocí, siempre lo hice. Si algún día vas al mar y le pones atención a la espuma, quizás allí esté, quizás oigas mi cantar.
Si tan solo no hubiera hecho nada de lo antes mencionado, nunca habría conocido la felicidad a tu lado; corta y fugaz, pero, al final de cuenta, felicidad.
¿Sabes? Aunque esté a punto de perder mi luz, mis recuerdos siempre permanecerán, mi corazón siempre te pertenecerá. Gracias por todo, Gohan.
Firma: _____.
-----°-----
Gohan terminó de leer lo escrito por la chica y regresó a ver hacia la ventana, con desesperación; estaba a punto de amanecer.
-¡No! -Gritó al mismo tiempo que se paraba, dejando caer la libreta al piso.
-¿Gohan? -Murmuró Iresa soñolienta, viéndolo con confusión.
El chico la ignoró y salió corriendo, sin importarle estar descalzo y desaliñado, dispuesto a encontrarla; tarea casi imposible ya que el tiempo era sumamente limitado.
-¡Demonios! -Espetó, frustrado al comprobar que ella no estaba en su habitación-. ¿Dónde puede estar? -Se preguntó a sí mismo.
«A _____ le encantan las apuestas de sol..., ¡ya sé dónde está!». Sin dudarlo, emprendió carrera hacia la terraza del barco. Y la vio a distancia, con su respiración entrecortada por haber corrido tanto en poco tiempo; ella estaba con su vestido blanco suelto, el cual ondeaba a la misma dirección del aire al igual que su largo cabello. La ojiazul se encontraba viendo el mar, con intensiones de lanzarse hacia él.
-No..., no, no, ¡no! -Murmuraba al tiempo que corría hacia ella-. ¡_____, no! -Le gritó, suplicante.
La chica solo se volteó a él y le sonrió tristemente, haciendo que el corazón de Gohan doliera y sintiera sus ojos picar; sabía lo que ella iba a hacer. Y lo hizo. La del vestido blanco se tiró al agua salada y los primeros rayos del sol se asomaron, dando por cerrado todo; ella se iba a volver espuma de mar.
-¡No! -Gimoteo el pelinegro, recargado en la barandilla del barco para ver hacia el mar, llorando y sollozando.
Espuma empezó a surgir de donde ella se había lanzado...
Ya todo estaba hecho.
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Gohan estaba sentado a la orilla del mar, con la mirada taciturna, viendo hacia el horizonte; ya había pasado un mes desde lo ocurrido con _____. Cerró lo ojos, concentrándose en el sonido que hacían las olas, intentando tranquilizar su propia alma y corazón, los cuales estaban angustiados desde la partida de aquella chica.
-Maldita sea, te extraño -murmuró y abrasó sus rodillas, escondiendo su cabeza allí, sollozando.
Oía el hermoso cántico del mar, tan tranquilo. Oyó ligeras risas femeninas, pero no le tomó importancia. Se estremeció al oír un espléndido canto, suave, melodioso y dulce; como el de una... sirena o un ángel...
Es voz le traía paz interna, le tranquilizaba, lo arrullaba. Sentía... que ya había oído ese hermoso canto.
-¿Sabes, Gohan? -Oyó un susurro detrás de él; era la misma voz del celestial cántico-. Si algún día se unen el cielo y la mar, ese día a mi lado estarás...
Se giró de golpe hacia donde venía la voz, con el corazón en la mano, pero no vio a nadie.
-_____... -murmuró; sin necesidad de verla, sabía que era ella-. Esperaré a ese día -sonrió hacia el mar, a la espuma, mejor dicho.
Es su promesa que, hasta el día de hoy, añoran cumplir.
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-Tentada estaba a ya no resubir esta parte, me da un poco de cosa y no me termina de agradar, a pesar de que hace como más de medio año me encantó cómo quedó. K creisi :v. Pero bueno, no iba a tirar mas de 3500 palabras a la basura, por lo que aquí está.
¡En fin! Espero y les haya gustado este one-shot, jsjsjs. Este escrito fue inspirado en la canción de "The little mermaid" de la Vocaloid Megurine Luka.
Posdata: La bruja "Idasam" es un personaje de Dbz, ¿recuerdan la madre de Idasa e Ikose? Los chiquillos esos que pelearon contra Trunks y Goten en el torneo infantil -el Torneo de Artes Marciales 25-, ¿no dan? Bueno, es la señora enfadosa que le estaba echando bronca a Bulma y que después Milk se enfadó y la dejó inconsciente (:v).
Dejaría una foto de ella, pero no tengo y me da paja buscar una en Google, kdcirte. Si quieren saber quién es ella, búsquenla en la Wiki Dragon Ball, ahre(?
¡Nos leemos!
-Lindassj1
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