•12•
Ninguno supo del otro desde ese día, había pasado cerca de un mes, Nam comenzaba de nuevo a hablar con Jungkook, volvían a reforzar su relación de hermanos, ninguno se quedó con la chica.
En cuanto al pastel, Kook, luego que todos se fueron lo habrío solo para el, un hermoso pastel liso, blanco, que con letras de chocolate decía, "Me gustas", tomo una cuchara y lo comió con un pesar en su pecho, por primera vez, lloro por ella, el sabor que este tenía lo hizo viajar en el tiempo y recordó todas las salidas, conversaciones, los besos perfectos que sintió sobre sus labios, los brillos que veía en los reflejos de ellos cuando se miraban.
Lo termino completo, solo él, en la bolsa había aquel peluche que el intento sacar de la máquina en Lotte World, lo acomodo sobre sus piernas y acarició despacio, extrañando verla.
Como por arte de magia, la pulsera en su muñeca se rompió, aquella de piedra volcánica que le había dado con tanto simbolismo, su espíritu, estaba molesto con ella, con Namjoon y con el mismo. Las lágrimas se hicieron más presentes aún, tomo entre lagrimas cada pedacito y lo junto, busco aquella caja y guardo, tomo sus llaves y salio a su carro. El llanto no lo podía controlar.
Fue directo hasta su casa, ya era muy tarde y de seguro ella dormía, pero solo basto con que el timbre sonará dos veces y ella le abrió.
Kook aún llorando se acercó a ella, quien también tenía los ojos enrojecidos, estiro la cajita y ella abrió con miedo.
— Se rompió —dijo con la voz que apenas le salia— No debí jamas buscarte —ella lloro sin verlo— le hice daño a mi hermano y nunca me lo podré perdonar.
— Mi padre me pidió que me hiciera cargo de las empresas en Noruega... Me iré mañana.
— Es lo mejor, para ti, para mi, para Nam. —se giró queriendo irse—
—en serio, Lo siento mucho —Kook se giró con desespero y levantó su rostro, besando sus labios, un junte que dolía más aún por ser la despedida —
— Suerte en tu viaje —beso su frente y corriendo fue hasta su auto, partiendo a toda velocidad.
Massiel miro la cajita con las piedras en ella, cerró la puerta y se dejó caer al piso con el corazón destrozado.
(...)
Por la mañana llamo al Sr Lee, le pidió irse por un tiempo, debía arreglar unos asuntos en el exterior, el hombre no pudo estar más de acuerdo, pues el Lunes y muy temprano en toda Corea saldría una noticia de quien era realmente su única heredera, rompiendo el anonimato.
Fue de visita a la casa de Los Kim, y paso la tarde ahí, no les dijo de su viaje hasta el momento de irse, se despidió de ellos prometiendo volver pronto, ellos supieron de inmediato que algo raro sucedía, y apenas se fue, llamaron a Nam preguntando y contando lo que sucedía.
Este, sin ningún argumento tomo un auto y presuroso fue hasta Incheon, le había hecho daño a ella al verse con la cantante a escondidas, y más aún al estropear lo que fuera que pudieron tener con aquel chico que le ha gustado por años.
Ahí estaba ella, mirando sus manos mientras estaba sentada, esperando a que les avisarán para abordar, pérdida en sus pensamientos, Nam tomo el asiento de a un lado y guardo silencio.
— No estarás para mi cumpleaños.
— Te enviaré algo bonito, lo prometo.
— Tu presencia sería lo mejor.
— Debo arreglar unos asuntos en Noruega, no se cuánto demore.
— Lamento todo lo que pasó, Massy.
— Esta bien, Oppa... Las cosas suceden por algo.
— Creo que el Maknae, esta enamorado de ti —levanto su rostro sin querer importarle— le daré una charla de hermano mayor.
— No debes hacerlo, el nosotros no debió suceder, y no sucederá nunca —su guardia se acercó avisando que la avioneta estaba lista— Debo irme, Joonie.
— ¿Hablaremos?... Solo dime qué sí y estaré más tranquilo.
— Claro que sí, no fuiste un hermano para mi, tampoco un novio, pero siempre serás mi amigo. —ella se levanto— Joonie, cuida de él, y juro que si me entero que le hiciste lo mismo a IU, te castro. —el río levantándose a la vez.
— Cuidate, Mocosa —acaricio su cabeza— vuelve pronto.
Al subir las escaleras para abordar, volvió a mirar a los ventanales, Nam la observaba, pero sabía que no era a él a quien buscaba, Jungkook jamás llegó, respiro profundo y termino por subir, quitaron las escaleras y la puerta se cerro.
La avioneta tomaba su lugar para despegar, y despedirse dejando atrás todo lo que sentía.
Aunque había hablado con ella, y sentía un pequeño alivio la culpa seguía estando ahí.
De seguro era, debido a que no solo tenía que disculparse con ella, sino que también con el niño, él, se merecía una explicación, merecía saber todo, incluso que le falló con la princesa de Seúl.
(...)
Al día siguiente, en todas las noticias, radiales, televisivas, internet, todo Corea conocía al fin el rostro de la única dueña de las empresas Moup, eso la hacía una de las mujeres jóvenes más ricas del país, a sus cortos 20 años ya tenía cuentas bancarias regordetas y varias propiedades a su nombre, los que trabajaban en la empresa se culparon por siempre verla en los pasillos y nunca saludarla como se debía, temían por sus trabajos al ser "insolentes" con alguien tan importante.
Por una semana fue la noticia más buscada, sus ex compañeros de clases no lo podían creer, más aquellos que le hicieron la vida difícil durante años.
"La modesta Heredera" como la tildaban, por su vivienda y carro para nada lujoso en el que andaba, por no querér decir quién era de verdad, por esconderse para no ser reconocida y poder tener una vida normal.
Muchos salieron hablando de ella, personas que se cruzaron con ella y la encontraron una maravillosa persona, otros envidiosos diciendo que era altanera y molesta.
Habían más comentarios positivos que negativos, la buscaron por doquier, reporteros estaban fuera de la casa que habitaba, otros fuera de la empresa, y otros, en la casa del Sr Lee, todos pendientes de que apareciera.
El hombre, con su perfecto traje negro y acompañado de sus guardias, dio una conferencia en la puerta de su hogar, diciendo que ella se había ido al extranjero a trabajar. Hicieron preguntas sobre ella y como o porqué no la había reconocido con anterioridad.
Solo hace unos días él, había firmado los papeles de divorcio con la bruja que intento hacerla desaparecer, y sin importarle nada, dijo los motivos culpandola de todo, arruinando su profesión como médica y presidenta de una asociación para niños abandonados por sus padres.
Jungkook miraba las noticias con atención en su oficina, estaba acompañado de Park, fue quien le informo de todo, lamentó que supieran de ella, pues la chica lo que menos quería era que la reconocieran por la calle. En una fotografía de ella congelo la imagen, quedándose viéndola con detención, la risa que ella daba con el podía escucharla con claridad, como si lo estuviera penando. Momentos hermosos que vivieron juntos, sus muecas que el encontraba tan tiernas, o las veces en que solo con la mirada afirmaba a sus preguntas en doble sentido.
Apagó de pronto el computador y se levanto directo al gimnasio de las dependencias, en donde libero un poco de tensión.
Namjoon entró con sigilo, y se quedó detrás esperando a que el terminara, Kookie abrasó del saco y pego la frente en este, queriendo sacar todo recuerdo, un recuerdo que lo hacía agonizar por volver a tenerlos así de vívidos.
— Jungkook —le hablo y este se apartó notando su presencia— debo hablar contigo.
— ¿Puede ser en otro momento? ... Por ahora no quiero saber nada.
— Después te vas a arrepentir— el chico volvió al saco y golpeó con fuerza.
— Ya me estoy arrepintiendo —susurro para el.
Nam simplemente y derrotado ante su esfuerzo salió, dejándolo terminar con aquello.
Así fue por días, y días, y siguieron pasando hasta que ya no quiso intentarlo más.
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