𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕯𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊𝖎𝖘
Denix fue despertado bruscamente de su sueño cuando tiraron de su manta y taparon su boca. Inmediatamente, varios individuos lo apresaron de manos y pies, impidiéndole defenderse y pedir ayuda.
—Aún me pregunto si te trajeron aquí para nuestro entretenimiento o satisfacción —comentó un alfa a su costado mientras tocaba su cabello.
Los demás rieron divertidos al escucharlo, mientras él luchaba por zafarse.
Denix se encontraba aterrado; llevaba dos semanas en ese lugar, y desde el primer día era un verdadero infierno.
—¡Mm! —Denix se retorcía intentando liberarse de esos tipos. Ese día se había descuidado al dormirse profundamente, ya que le asignaron más tareas de las habituales y más pesadas para un Omega no acostumbrado a ese tipo de esfuerzos. Esto le pasó factura, ya que se quedó dormido apenas tocó la almohada, descuidándose y no estando alerta.
—¿La zorra quiere hablar? —Preguntó uno que sostenía su pie derecho, deslizando sus dedos desde el tobillo hasta la rodilla.
Denix sintió su cuerpo estremecerse ante ese toque; su respiración comenzó a acelerarse, los aromas de los alfas justo hacían que su cabeza diera vueltas y las ganas de vomitar lo atacaran. Buscaba cualquier distracción o movimiento en falso para liberarse, pero eso se sentía lejano ya que lo apretaban con fuerza.
Entonces, Denix hizo algo que no sabía que podía hacer: sus latidos acelerados activaron algo en su organismo, transformándose en un lobo salvaje que saltó y atacó a cada uno de ellos, dejándolos inertes en el suelo con un charco de sangre a su alrededor.
Denix despertó exaltado del sueño y un poco aturdido por este mismo; no recordaba nada de eso, pero comprendió por qué sus compañeros empezaron a temerle y la falta de memoria después de ese suceso. Pensó que era debido a sus feromonas, ya que desde entonces comenzó a liberarlas agresivamente a quien se acercara.
Eso solo significaba que su lobo siempre estuvo con él, emergiendo solo en momentos de peligro, como en el bosque.
Denix no recordaba la última vez que durmió sus horas exactas, tal vez desde que llegó a ese lugar donde sus pensamientos y miedos se desvanecían, sin preguntas destructivas como: “¿Papá me dejará libre? ¿Estará orgulloso de mí?” Aunque sabía la respuesta: ‘Podrías mejorar o No es suficiente’. Estas solo evolucionaron cuando salió de su manada para pasar a: “¿Qué pasará mañana? ¿A dónde iré? ¿Me encontrará?”
Estar siempre alerta y con la constante preocupación de que algo pueda sucederte no te brinda el descanso que deseas. Así fue la experiencia de Denix desde los 11 años, cuando su padre lo inscribió en un campamento para Alfas. Fue un infierno que duró hasta los 18 años, marcado por acosos, intentos de violación, palabras crueles y tareas pesadas, todo ejecutado por diversión y para poner a prueba su resistencia. Estas experiencias dejaron en él un trauma que lo mantenía alerta en cualquier lugar u ocasión.
Sin embargo, todo cambió cuando llegó a ese nuevo lugar. Tal vez fueran las feromonas protectoras y relajantes del ambiente o el cálido abrazo que lo envolvía de manera delicada pero firme, proporcionándole un descanso tan anhelado para su cuerpo y mente. Descanso por el cuál rogó a su padre, más este nunca cedió.
Denix sentía la respiración serena de su Alfa en su nuca, los brazos fuertes de Aker rodeándolo por la cintura, con una pierna entre las suyas y una mano reposando en su vientre. Adoptados en la posición de cucharita, con él como la persona más pequeña, disfrutó de la sensación reconfortante del cuerpo cálido y robusto a su espalda, experimentando los latidos calmados de Aker.
—¿En qué piensas, bebé Omega? —preguntó una voz ronca y adormilada.
Denix se sobresaltó, estremeciéndose ante el tono profundo y cálido de la voz. Se dio la vuelta, enterrando la cara en el pecho abultado y cálido de su Alfa, inhalando profundamente, lo cual divirtió a Aker, quien lo apretó más contra él. Denix subió la pierna y la enganchó a la cintura de Aker, apretándose más contra él, deseando fusionarse.
—Aker .... ¿Puedo quedarme aquí? —pregunto en un susurro casi inaudible.
—¿Aquí en la cabaña? —pregunto confundido—. Claro que sí bebé, es tuya, podemos quedarnos todo el tiempo que tú quieras.
Y era verdad desde que su madre murió no había vuelto a la casa principal, se la pasaba aquí alejado de todos.
—Y-yo... quiero quedarme contigo, no quiero volver. Aker no me dejes.... Volver.
Denix rompió en un llanto doloroso, desconcertando a Aker, quien no sabía qué hacer para calmar a su Omega. Optó por arrullarlo mientras le acariciaba la espalda y liberaba feromonas tranquilizadoras, las cuales surtieron efecto al instante.
—Por supuesto, cariño. Puedes quedarte todo el tiempo que desees, amor. No necesitas mi permiso; eres libre para hacer lo que quieras… excepto marcar a otro Alfa, eso está fuera de límites.
Denix soltó una risita ahogada desde su posición y luego pellizcó por encima de la ropa el pezón del Alfa, quien soltó un siseo de dolor.
El Alfa, al verlo más calmado, empezó a hacerle cosquillas para que olvidara lo que sea que lo puso así, escuchando al instante la risa de su Omega llenar la habitación. No le había gustado ver y sentir el rico olor de su Omega tornarse triste.
Denix se retorcía y pataleaba, tratando de evitar los dedos que le torturaban, mientras el pecho de Aker se calentaba solo con ver a su pequeño Omega tan risueño.
—¡Ya, suéltame! ¡Akeeeer! —Denix gritaba entre risas, tratando de escapar de Aker.
Aker le concedió libertad cuando Denix se volteó para huir, y su mirada se deslizó hacia la parte trasera descubierta de su Omega. Esa visión lo distrajo, y sus ojos se oscurecieron peligrosamente, algo que Denix notó mientras intentaba alejarse.
—¿Para dónde vas bebé? —preguntó juguetonamente mientras lo tomaba de los tobillos, jalándolo hacia él.
Denix soltó un chillido agudo cuando, al estar a punto de bajar de la cama, fue tomado sorpresivamente de sus tobillos.
—¡De-déjame, Aker! ¡No quiero cosqui…! ¡Mhg!
Denix enterró su cara para ocultar la vergüenza que la acción del Alfa le causó. Aker, al tener más acceso al par de masas voluptuosas, las tomó abarcando cada una con sus manos grandes, las apretó y separó, revelando la entrada de un rosa fuerte que aún expulsaba restos de su semen con lubricante natural.
—Pero mira qué delicia tenemos aquí —comentó lascivo mientras separaba y apretaba las masas, dejando sus dedos marcados en ellas.
—E-eres un… pervertido —balbuceó mientras se acercaba más al toque del Alfa.
—Somos, querrás decir, bebé. Solo mira cómo estás con solo mi toque —murmuró mientras pegaba su pecho a la espalda pequeña de Denix, cubriéndolo por completo con su cuerpo—. ¿Lo quieres dentro de ti de nuevo? —preguntó en un susurro grave en su oído, aprovechando para lamer el lóbulo de su oreja y dar una fuerte, pero falsa, embestida que arrancó un gemido gustoso en ambos.
Pero el ambiente ardiente se interrumpió en el momento en que un rugido se escuchó, dejándolos inmóviles al instante.
Denix se sintió morir de vergüenza al darse cuenta de que dicho sonido provenía de él, más específicamente de su estómago.
—Parece que no soy el único que despertó con hambre —comentó enderezándose, disfrutando de la maravillosa vista de su Omega, quien permanecía quieto y enrojecido hasta las orejas —vamos a desayunar primero, para después pasar al plato fuerte —sugirió levantándose de la cama, no sin antes rozar la espalda de Denix hacia abajo y culminar con un apretón en el trasero. Luego se incorporó por completo, salió de la cama y se encaminó hacia el baño.
Denix permaneció inmóvil en la misma posición, sintiéndose avergonzado y excitado al mismo tiempo, anhelando el cuerpo imponente de su Alfa sobre él.
Aker salió poco después, avisándole que estaría en la cocina preparando el desayuno, y luego de darle un beso en la frente, abandonó la habitación.
Entonces, Denix se levantó de la cama, pero cayó al instante al sentir sus piernas temblorosas y adoloridas.
—Mierda que duele —Se quejó levantándose lentamente, sintiendo un pinchazo en su espalda baja, pero bien que lo disfrutó noche.
Se dirigió tambaleante al baño, hizo sus necesidades y luego se metió en la ducha, sintiendo su cuerpo pegajoso. Se quitó la camisa de su Alfa y se detuvo a observar su reflejo en el espejo. Tenía marcas por todas partes: su cuello estaba cubierto de chupones, había un camino de marcas desde sus pezones rojos e hinchados hasta su pelvis y más abajo. La cintura tenía marcas de dedos, al igual que sus nalgas voluptuosas. Si así terminó en su primera vez, no podía imaginar cómo estarían cuando estuvieran en celo.
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Aker se encontraba indeciso sobre qué preparar para el desayuno, deseaba algo delicioso para que su Omega olvidara lo que lo hizo llorar. La preocupación lo invadía, y aún no podía apartar de su mente la cicatriz en el abdomen de Denix. Sin embargo, no quería forzar a su Omega a contarle algo que pudiera resultar doloroso; prefería que Denix compartiera cuando se sintiera listo.
Tampoco podía ignorar el misterio detrás de su presencia en el bosque ese día y cómo llegaron hasta allí. Era evidente que tenían uno de los mapas que él buscaba, pero decidiría preguntar más tarde. Aker deseaba conocer todos los detalles sobre Denix.
Optó por preparar panqueques, rociados con chocolate y decorados con fresas. También sirvió café para él y un vaso de leche para su Omega. Aker no era fanático de los dulces, pero sabía preparar todo tipo de platillos. Consciente de que algún día prepararía estas delicias para su Omega y, más adelante, para sus cachorros.
Denix llegó justo cuando Aker estaba sirviendo el desayuno en la mesa. Aker casi sufrió un ataque de ternura al verlo. Llevaba una de sus camisas que le quedaba enorme, y se había colocado unos de sus pantalones de dormir. Denix hizo un amarre a un costado y lo enrolló para evitar tropezar, revelando unos diminutos pies blancos.
—Uh, creo que me queda un poco grande —hablo refiriéndose a lo que llevaba puesto.
Aker rio divertido, caminado hasta Denix.
—Un poco mucho, bebé.
—No encontré de mi talla.
Aker negó, riéndose de Denix, quien refunfuñando le pellizcó el brazo. Aker lo encontró tan tierno que no pudo abstenerse de abrazarlo en sus brazos. Tuvo que encorvarse para ello y, cuando se cansó, simplemente lo cargó, haciendo que Denix enrollara las piernas en su cintura. Aker lo sostuvo, aprovechando esa posición para sujetarlo del trasero.
—¿Porqué mejor no te lo quitas? Solo déjate la camisa —sugirió, mientras repartía besos por el hombro desnudo de Denix.
—N-no traigo, nada debajo —susurro avergonzado refiriéndose a su ropa interior.
—Y eso que, si ya he visto, besado, chupado y marcado todo este rico cuerpo —susurro roncamente en el oído de Denix.
—E-esta bien —balbuceó Denix, avergonzado por las palabras de Aker. Aflojó el agarre de sus piernas y fue dejado suavemente en el suelo. Luego, soltó el nudo que había hecho, y los pantalones cayeron rápidamente al suelo. Los recogió y se los entregó a Aker, quien los lanzó por ahí. Después, volvió a tomar a Denix en brazos, esta vez dirigiéndolos hacia la mesa. Se sentó y acomodó a Denix en su regazo.
—¿Qué es esto? —preguntó, refiriéndose al platillo que olía delicioso y tenía formas circulares.
—Son panqueques, ¿no sabes qué son? —preguntó Aker confundido, ya que era un desayuno sencillo que todo el mundo había probado. Se asombró cuando Denix negó.
—No, papá no me dejaba comer cosas dulces o este tipo de comidas —contestó Denix mientras se saboreaba y olía ansioso por probar un bocado—. ¿Puedo probar? —preguntó, haciendo ojitos a Aker.
—Claro que sí, bebé. No tienes que pedir permiso —respondió Aker con una sonrisa torcida, ocultando el enfado y la impotencia que le causó escuchar el comentario casual que soltó su pequeño Omega, como algo normal en su vida. Ahora quería saber qué más le habían privado, pero Aker cayó en cuenta de que quizás sus padres eran de bajos recursos y por eso no se permitían esos gustos.
—¿Está rico, bebé? —preguntó, pero no necesitó respuesta, ya que Denix comía mientras hacía ruidos tiernos con la boca llena, pareciendo una ardillita.
—¡Mm! ¡Efjta ico! —habló con la boca llena, se removió en el regazo de Aker y llevó el tenedor a la boca del Alfa, dándole a probar.
Denix nunca había probado un dulce en su vida; todo esto estaba estrictamente prohibido para él. Desde los dulces hasta la mínima cosa relacionada con los Omega, todo se trataba de estudiar horas y horas sin descanso. Los únicos tiempos libres los pasaba con su hermano, quien lograba hacerlo olvidar de sus deberes cuando escapaban a la cabaña.
Aker se prometió entonces darle a su Omega todo lo que no pudo tener, ya sea un simple dulce o cualquier cosa. Él le daría todo y mucho más, solo para ver esa hermosa sonrisa en el rostro de su Omegita.
Denix descubrió entonces su segunda obsesión: el chocolate. Siendo la primera Aker.
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ᴀʟɢᴜɪᴇɴ ᴛɪᴇɴᴇ ᴜɴᴀ ᴏʙsᴇᴄɪᴏɴ ᴄᴏɴ ʟᴀs ᴘᴏᴍᴘɪs ᴅᴇ sᴜ ᴏᴍᴇɢᴜɪᴛᴀ... (⸝⸝⸝⁼̴́◡⁼̴̀⸝⸝⸝)
𝙰𝚚𝚞𝚒 𝚟𝚒𝚖𝚘𝚜 𝚞𝚗 𝚙𝚘𝚌𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝙳𝚎𝚗𝚒𝚡. ಢ‸ಢ
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