Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐶⃪𝑎⃪𝑝⃪𝑖⃪𝑡⃪𝑢⃪𝑙⃪𝑜⃪ 𝐶⃪𝑢⃪𝑎⃪𝑟⃪𝑒⃪𝑛⃪𝑡⃪𝑎⃪ 𝑦⃪ 𝑡⃪𝑟⃪𝑒⃪𝑠⃪

᯽ɆXŦɌȺ 1/2: ...᯽

-¿De quién huimos? -preguntó una voz susurrante a su espalda.

El susurro no fue lo suficientemente bajo, lo que causó que el grupo de alfas que custodiaban el pueblo se detuviera, alertando al Omega que se ocultaba. Tomando al alfa entrometido, lo arrastró hasta lo profundo del callejón, donde se ocultaron detrás de una pila de basura. Desde allí, tenía una vista perfecta del grupo, que, al no detectar nada sospechoso, continuó su camino. Denix suspiró aliviado, pero su mirada se oscureció. Una furia creciente lo consumió. Agarrando al alfa por el brazo de manera brusca, lo levantó de un tirón y luego lo lanzó de nuevo al suelo.

-¿Cuál parte de "no te entrometas en mis asuntos" no entendiste? ¿Acaso no fui claro cuando te dije que no quería estorbos? ¡¿Qué parte de eso no captaste?!

Su pecho subía y bajaba con cada respiración agitada, la ira ardiendo dentro de él. Si en ese instante lo hubieran descubierto, todo habría sido en vano. Los meses de viajes, de escapatorias, de intentar alejarse de su manada, no habrían servido para nada.

-De-Denix, lo siento, solo quería ayudarte a cargar las compras y acompañarte. No quiero ser solo una carga para ti, entonces pensé...

-¡Pues deja de pensar! No necesito tu compañía ni tu ayuda. Eres solo un estorbo que se ha pegado a mí, ¡así que vete! ¡No te necesito!

Con esas palabras, Denix se dio la vuelta, ajustando su capucha, y salió del callejón sin lanzar ni una mirada a Enrik, quien quedó allí, solo, sintiendo un nudo en la garganta. Llevaban solo unas semanas conociéndose, pero desde que Denix lo había salvado de la muerte aquel día, Enrik se había propuesto ser una ayuda y compañía en su solitario camino. El Omega era arisco y sus palabras, siempre hirientes, solo eran eso; palabras. Porque, aunque su boca mentía, sus ojos eran sinceros. En su interior, más allá de la capa de agresividad, sabía que se escondía un Omega tierno, marcado por heridas profundas. En las noches solitarias y oscuras, Enrik había visto esos hermosos ojos esmeralda nublarse en lágrimas que caían como gotas de cristal, rompiendo su corazón.

A veces, Enrik notaba que Denix parecía disfrutar de su compañía. En esos momentos, Denix le hablaba de su vida y su familia, y sus ojos brillaban con una luz especial cada vez que mencionaba a uno de ellos. Para Enrik, sonaba como la familia perfecta y amorosa, aunque sabía que eso era solo una ilusión creada por Denix. La realidad era diferente; un padre controlador, una madre distante. Lo único que parecía genuino en sus relaciones eran los momentos que compartían con sus hermanos. Y, de no ser porque uno de ellos le había causado tanto dolor, Enrik habría creído que todo era un malentendido.

Cada vez que Denix mencionaba a su hermano mellizo, el brillo en sus ojos se apagaba. Pero, en lugar de odio, solo había una profunda melancolía y tristeza. Enrik sintió un odio creciente hacia Seth, a quien ni siquiera conocía, pero Denix no. Hablaba de su hermano con una mezcla de amor y tristeza que Enrik no lograba entender.

Lo único que él sabía era que deseaba ver a Denix sonreír, ver cómo sus ojos brillaban, deslumbrantes y preciosos. Así que se prometió a sí mismo no abandonarlo jamás, seguirlo a donde fuera, incluso si Denix lo rechazaba o intentaba dejarlo atrás.

Denix caminaba apresurado y en alerta, vigilando cada rincón a su alrededor. Debía salir de ese pueblo cuanto antes; aún no había abandonado el territorio de su antigua manada, y el riesgo de ser descubierto era alto. Los alfas que había visto esa mañana le recordaron que Ekaia era una manada grande, con varios pueblos bajo su control, y no ver el escudo de su ex manada en las calles no significaba que estuviera a salvo.

Con la capucha baja cubriéndole el rostro, se dirigió a las afueras, donde había dejado su caballo en la posada en la que llevaba cinco días. Solo entraba al pueblo para comprar lo esencial y reabastecerse para continuar su viaje; evitaba a toda costa las zonas pobladas, manteniéndose siempre en movimiento. Mientras llevaba en la mano sus últimas compras, se detuvo en un puesto al ver unas manzanas de un rojo brillante. El color le recordó de inmediato a Bruno.

Sin dudar, Denix se acercó y le pidió amablemente a la vendedora que le diera todas las que tenía en la vieja canasta.

Cuando buscó en sus bolsillos para sacar el dinero, Denix recordó con fastidio que la última vez se lo había entregado al molesto alfa que se le pegaba como garrapata. Apretó los ojos, resignado. No tenía tiempo para volver a buscarlo, solo quería salir del pueblo cuanto antes.

Con un suspiro, sacó el único objeto de valor que llevaba: una daga de plata y oro de diseño exquisito. La acarició con delicadeza; aquella daga había sido un regalo para su hermano mellizo cuando ambos cumplieron 14 años. Denix la había diseñado personalmente y había encargado al mejor herrero de la manada que la forjara. Él mismo había tallado las iniciales "S + D" en el mango. Las letras eran toscas y desiguales, pero hechas con cariño.

Y fue esa misma daga la que, tiempo después, su hermano usó para apuñalarlo. Al recordarlo, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Sin decir más, le entregó la daga a la vendedora quien al principio se negó a aceptarla por algo tan simple. Denix insistió. Tener esa daga solo le traía recuerdos dolorosos de su hermano y de lo que había hecho. Desprenderse de ella era una forma de dejar atrás el pasado y tratar de sanar sus heridas.

Aún sin albergar odio, pues amaba a Seth más que a cualquier otra persona, incluso más que a sus padres y otros hermanos, la traición lo había dejado exhausto, vacío de sentimientos. La venganza solo le traería ruina ahora que estaba solo; pero, como había jurado aquel día al marcharse, si volvía a ver a su hermano, ese día sería el último para el traidor.

-¡Ayuda! ¡Están atacando a alguien en el callejón oscuro! -gritaba un niño de apenas siete años, buscando auxilio entre las personas que pasaban. Sin embargo, la gente solo lo ignoraba o le lanzaba miradas de fastidio.

-¡Por favor! ¡Lo van a matar! -suplicó con desesperación, pero nadie se detuvo. La indiferencia a su alrededor hacía que su voz sonara aún más desesperada, pero el niño no se daba por vencido, esperando que alguien, cualquiera, le prestara atención.

Al escuchar los gritos del niño, Denix se alarmó, especialmente al oír la palabra "callejón". Corrió hacia él, tomándolo de los hombros con firmeza, su voz urgente y llena de ansiedad.

-¡¿Quién?! ¿A quién van a matar?

El cachorro, intimidado por el tono frío de Denix, tragó saliva, pero se armó de valor para responder, sus palabras llenando a Denix de perplejidad y un temor profundo.

-E-en el callejón oscuro... Un grupo de alfas bandidos está atacando a un beta... ¡Le quieren quitar su dinero!

El corazón de Denix latía con fuerza mientras soltaba al niño y giraba hacia el callejón, decidido a intervenir antes de que fuera demasiado tarde.

Eso fue suficiente para que Denix diera carrera hacia el callejón, apartando a la gente a su paso con empujones, su respiración acelerada, y su corazón bombeando a toda velocidad. El pulso resonaba en sus oídos mientras las lágrimas empañaban su visión. No, no podía permitir que alguien más que le importara sufriera. Aunque trataba a Enrik con frialdad y desprecio, en el fondo, el alfa ya se había infiltrado en su herido corazón. Había logrado hacerse un lugar en él, y no deseaba que nada malo le pasara. Se alejaba de Enrik porque sabía que su hermano lo mataría en cuanto supiera que seguía con vida, y él no quería que Seth lastimara de nuevo a las personas que amaba. Por eso quería que Enrik tomara su propio camino, sin él, para mantener a salvo.

Las lágrimas no le dejaban ver con claridad, y fue entonces cuando no pudo esquivar la carreta que un anciano arrastraba con objetos oxidados. El choque fue inevitable. Las cosas de metal causaron un fuerte estruendo, y Denix soltó un quejido ahogado al sentirse herido por las piezas punzantes que se incrustaron en su cuerpo. Pero no se detuvo. Se levantó rápidamente, sacudiendo sus manos raspadas, limpiándolas del polvo y sin pensarlo, siguió corriendo con más prisa que antes.

Al llegar al callejón, encontró lo que temía; un grupo de cuatro hombres armados con palos, golpeando sin piedad a una figura encogida en el suelo. El horror llenó sus ojos, pero Denix no dudó. Sabía lo que tenía que hacer.

-¡Ey, déjenlo! -el grito de Denix resonó con tal poder que paralizó a los cuatro sujetos, dejándolos completamente estáticos en su lugar. La autoridad y la fuerza en su voz fueron suficientes para congelarlos, aterrorizándolos en su sitio.

-¿Y quién diablos eres tú para darnos órdenes? -musitó el que parecía ser el líder de la pandilla.

Los demás se rieron con sarcasmo, observando a Denix de arriba abajo, y al admirar su belleza, silbaron con lascivia.

-¿Qué hace una pequeña belleza como tú en un lugar como este? -se burló uno de los alfas, acercándose. - ¿Quieres divertirte un rato con nosotros, pequeño Omega?

Con una sonrisa cargada de desprecio, el apestoso alfa se atrevió a posar sus sucias manos sobre la cintura de Denix.

-De-Denix.

Denix lo observa tranquilamente, sin una sola emoción en su rostro. El alfa, confiado por la aparente sumisión de Denix, presionó su cuerpo contra el del Omega. Pero antes de que pudiera reaccionar más, Denix aprovechó el momento para propinarle un rodillazo directo a la entrepierna, provocando un grito de dolor que retumbó en el aire.

-¡Maldita puta atrevida! -gritó el alfa, tambaleándose por el dolor.

Lo que siguió después fue una opresión de feromonas tan fuerte que les dificultó respirar. Sus rostros se tornaron rojos, sudor goteando por sus frentes, y un dolor punzante comenzó a apoderarse de sus pechos. Apenas lograban distinguir a la persona responsable de tal presión, pero las feromonas amenazantes que emanaban de él les hacían saber que no se trataba de alguien común.

Denix se acercó con paso firme, resonando en el callejón oscuro, su presencia tan imponente que hacía temblar el ambiente. Se agachó lentamente, su mano posándose con suavidad sobre la espalda de Enrik, quien levantó la cabeza para mirarlo, un destello de admiración brilló en sus ojos. Aunque Enrik intentaba ocultar el dolor, no pasó desapercibido para Denix, cuya mirada se oscureció al ver los moretones en los pómulos y brazos del alfa.

La furia empezó a hervir en su interior.

Las feromonas que Denix emitía se intensificaron, ahora dirigidas solo a los cuatro hombres en el suelo, torturados por una presión insoportable. Enrik, por su parte, solo sintió un nivel frío glacial en su piel, como si la tormenta de Denix no lo tocara en lo más mínimo.

Cuando la presión alcanzó su punto máximo, las feromonas se contrajeron de golpe, como un látigo invisible que les dejó sin aire. Los tres alfas y el beta cayeron al suelo, tosiendo, algunos escupiendo sangre. La liberación fue brutal, y el dolor de la opresión les dejaron atónitos.

Denix observó su sufrimiento con frialdad.

-Vamos a ver, muéstrenme qué tan competentes son, inútiles de mierda.

El dolor y la desesperación se reflejaron en los ojos de los cuatro hombres mientras luchaban por recuperar el aliento. A pesar de su superioridad numérica, sabían que estaban frente a algo mucho más peligroso que ellos: un ser imparable, más allá de su comprensión.

-¿Qué demonios eres? -preguntó uno de los hombres, su voz temblando de incredulidad.

Denix lo ignoró deliberadamente, sabiendo que su ego ardía al darse cuenta de que era un Omega quien los tenía de rodillas. Disfrutaba cada segundo de verlos humillados, retorciéndose como ratas bajo la presión de sus feromonas. Cada gesto, cada movimiento de desesperación en sus rostros solo aumentaba su satisfacción, sintiendo cómo su poder crecía a medida que ellos caían más bajo.

Uno de los alfas, en un intento por recuperar el control, se levantó tambaleante y cargó contra Denix, empuñando un cuchillo. Pero apenas alcanzó a dar un paso, Denix se movió con una velocidad letal. En un parpadeo, lo desarmó, le dio un golpe seco en el pecho y lo lanzó contra la pared del callejón, dejándolo inconsciente en el suelo.

Los otros tres, al ver la facilidad con la que su compañero fue derribado, dudaron por un segundo. Ese fue el único segundo que Denix necesitaba. Su cuerpo se movió con gracia y precisión, sus feromonas se liberaron de nuevo, esta vez en una tormenta furiosa que los envolvió. La presión aumentó, haciendo que sus pulmones se sintieran como si fueran a explotar, pero ahora, más consciente de la desesperación en sus rostros, Denix sonó con malicia.

-¿Tienen miedo?

Uno de los alfas intentó lanzar un golpe desde un lado, pero Denix lo esquivó con facilidad, girando sobre sus talones y atrapándolo por el cuello. Lo alzó con una fuerza sobrehumana, haciendo que sus pies se levantaran del suelo. Con una expresión de pura concentración, presionada lentamente, viendo cómo el otro alfa luchaba por respirar, sus ojos desorbitados de pánico.

-No tienes ni idea de a quién tienes enfrente -murmuró Denix en voz baja, su tono lleno de amenaza.

Con un rápido movimiento, lanzó alfa contra los otros dos, que habían retrocedido, claramente aterrados. El cuerpo del hombre chocó contra los otros con un estrépito, tirándolos al suelo como muñecos de trapo.

Los cuatro hombres estaban en el suelo, intentando levantarse, pero su cuerpo no respondía. Los golpes de Denix, combinados con sus feromonas, les habían dejado completamente incapacitados. Uno de ellos intentó arrastrarse hacia una de las paredes, pero Denix lo detuvo con un simple gesto de la mano.

-Ya basta -dijo Denix, su tono ahora más calmado, pero cargado de veneno-. No me importa lo que hagan, no me interesa su vida. Solo asegúrense de nunca más cruzarse en mi camino.

Los cuatro hombres no podían hacer más que gemir en el suelo, completamente derrotados. Denix les dio la espalda, caminando hacia Enrik, quien seguía allí, mirándolo con ojos brillantes de admiración.

-¿Estás bien? -preguntó Denix, su tono más suave ahora, aunque la furia aún ardía en sus ojos.

Enrik asintió, aunque seguía con una expresión preocupada, mirando a los hombres derrotados.

-No puedo creer lo que acabas de hacer... -murmuró.

Denix se agachó frente a él, una sonrisa torcida apareciendo en su rostro.

-Solo es un recordatorio para todos de que nunca deben subestimarme.

Y con esas palabras, dejó atrás a los hombres vencidos, caminando junto a Enrik en busca de su destino.

Ese día se dirigían a otro pueblo en busca de más víveres. Ya había pasado un mes desde su última visita a uno, y con dos personas y un animal en el viaje, las provisiones se agotaban rápidamente. Denix estaba ocupado armando la carpa y recogiendo las pocas pertenencias que cargaban, cuando se dio cuenta de que Enrik aún no regresaba. Se había ido al río para darse un baño, pero el tiempo pasaba y no aparecía.


Denix, que ya comenzaba a impacientarse, se sentía frustrado por la espera. Pero pensándolo bien era una rara oportunidad en la que estaba solo, sin la presencia del alfa. Pensó que sería mejor aprovechar esa oportunidad, alejarse y dejarlo allí.

Pero cuando apenas había recorrido un par de pasos, algo la hizo detenerse. Algo le decía que debía regresar. Y así lo hizo. Estando cerca del río vio a Enrik, acurrucado en medio, mirando fijamente a algo que solo él parecía ver.

Enrik al verlo señalo el agua.

-¡Mira, mira! ¡es un portal a otro mundo! ¡Puedo ver... peces con sombreros! ¿Quién les enseño a usar sombrero?

-¿De qué carajos estás hablando? ¿Peces con sombreros? Enrik, ya debemos irnos -Denix se acercó al alfa, adentrándose en el río. A medida que avanzaba, notaba algo extraño en el alfa, algo que no estaba bien.

-Ahora está cantado -murmuró Enrik, como si estuviera en otro mundo.

-Rik -Denix lo llamó, tomándolo del brazo levantándolo sin esfuerzo. Al hacerlo, algo cayó de su mano.

Eran hongos mágicos.

-¿Dónde mierda encontraste esto, Enrik? -preguntó Denix, su tono ahora grave. Los hongos alucinógenos estaban mordidos. Todo comenzaba a tener sentido. Ahora entendía por qué Enrik veía peces con sombreros. -Enrik, estás drogado y no hay peces con sombreros. Solo es agua.

Enrik lo miró con una incredulidad absoluta, como si le estuviera diciendo que era un completo loco.

-¡¿Cómo te atreves a decir eso?! -gritó, soltándose bruscamente del agarre de Denix, alejándose de él como si lo hubiera ofendido profundamente.

-Enrik, debemos irnos ya. Este pueblo tiene toque de queda. Si se hace de noche, no podremos ingresar -Denix intentó mantener la calma, pero la frustración comenzaba a ganar terreno.

-¡Oh! ¡Tú también eres un hongo! ¡Pero uno malhumorado! ¡Qué tragedia!

Denix puso los ojos en blanco, aunque no pudo evitar que una sonrisa asomara en su rostro. No estaba preocupada por los efectos del hongo; Sabía que, al ser solo un alucinógeno, el peor resultado sería un dolor de cabeza cuando el efecto terminara en unas horas. Mientras tanto, no podía negar que era entretenido ver al alfa en ese estado. Desde que habían comenzado a viajar juntos, los días aburridos habían quedado atrás, y poco a poco, los pensamientos oscuros que solían perseguirlo se desvanecían.

Mientras Enirk intenta "comunicarse" con una roca cercana, Denix decidió que ya era suficiente. Caminó hacia Bruno y comenzó a prepararlo para montar al alfa. Sabía que sería imposible avanzar con Enrik en esas condiciones, así que lo subiría al caballo antes de que la situación se volviera más caótica.

-Oh, gran maestro de las piedras, enséñame a quedarme quieto para siempre.

Riendo Denix lo alza fácilmente montándolo al caballo.

-Definitivamente, no te vuelves a alejar de mí sin mi permiso.

-¿Sabes que, Nix? Creo que puedo hablar con los árboles ahora... Pero primero necesito un sombrero.

Llegaron a un pequeño pueblo remoto con casas de madera y caminos de piedra. El aire estaba impregnado de especias y humo de chimeneas. Enrik, aún ligeramente bajo los efectos del hongo, tambalea entre los puestos del mercado, mientras Denix lo sigue de cerca.

De repente, una anciana misteriosa, con un chal oscuro y ojos brillantes como si pudiera ver más allá del presente, se detiene frente a ellos.

La anciana con una sonrisa traviesa señala a Enrik.

-Pronto tendrás una linda familia.

Enrik sorprendido, se lleva una mano al pecho.

-¿Una familia? ¿Yo? ¿Con quién? ¿Con ella? -señala a una cabra cercana.

Denix se pasa una mano por la cara, frustrado.
-Enrik, por favor, cállate.

-¿Escuchaste eso Denix? ¡Voy a tener una familia! ¿Cómo será mi Omega, será linda?

La anciana da un paso hacia Denix, su mirada se torna seria y profunda, como si pudiera ver a través de su alma.

-Y tú... eres el Altaluna.

Denix confundido, da un paso atrás.

-Eh... ¿cómo dice, señora?

La anciana asienta lentamente y sujeta el brazo de Denix con sorprendente fuerza.

-La espera del Altasol ha terminado. El pueblo escondido pronto tendrá a su líder legítimo. Pero... ten cuidado, Altaluna.

Denix frunce el ceño.

-¿Cuidado con qué?

-La sombra de la muerte te persigue. No está lejos de aquí. Su aliento ya roza tu cuello.

Denix siente un escalofrío recorrer su espalda, queda ahí inmóvil, intentando procesar las palabras de la anciana. El bullicio del pueblo parece desvanecerse por un momento.

-¡Wow! Eso sonó épico. ¿Qué es un Altaluna? ¿Puedo ser uno también? ¡Parece divertido! -Enirk rompe la tensión creada por la anciana misteriosa.

Denix voltea hacia Enrik, aún con el rostro serio.

-Enrik, cállate.

La anciana da un paso atrás y sonríe, esta vez con una dulzura desconcertante.

-Todo a su tiempo, Altaluna. Todo a su tiempo.

Sin decir más, la anciana se pierde entre la multitud, dejando a Denix con más preguntas que respuestas. Enrik, por otro lado, se gira hacia un vendedor de frutas y le pregunta si también puede predecir el futuro, mientras Denix reflexiona en silencio, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

Sus viajes transcurrieron de esa manera; solo paraban para dormir y conseguir comida, con uno que otro inconvenientes en el camino que se resolvían con un poco de fuerza bruta o con una charla tranquila. Pero el peor de todos los problemas y del que de Denix se arrepentía fue confiarle el dinero a Enrik. Solo de recordarlo, sentía ganas de dejarlo botado en medio del camino y continuar solo. Pero no podía. El alfa ya había ganado una parte de su corazón, y eso lo complicaba todo.

Por eso, dejó pasar el incidente en el que Enrik olvidó la bolsa de dinero, lo que les obligó a escapar de más de un restaurante después de comer hasta reventar. En algunas ocasiones, con el riesgo de ser atrapados, pero siempre lograban salir ilesos y con la panza llena. La vida los había llevado a quedarse más tiempo en los pueblos, ganando dinero para seguir con el viaje. Así, lo que inicialmente era un trayecto corto se convirtió en dos años de idas y venidas, pero seguían juntos, retrasados ​​pero nunca derrotados.

-Cuando lleguemos a nuestro destino, te dejaré a tu suerte. No me busques, no me hables... y olvídate de que alguna vez existí.

𝐻𝑜𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑖𝑡𝑎𝑠!!! 𝑁𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 ℎ𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑠𝑡𝑒𝑑𝑒𝑠, 𝑟𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠é 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜... 𝐴𝑞𝑢𝑖 𝑢𝑛 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑎𝑗𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑑𝑜𝑠 𝑣𝑖𝑎𝑗𝑒𝑟𝑜𝑠...

𝑌𝑎 𝑣𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑎 𝐸𝑛𝑟𝑖𝑘 𝑙𝑒𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑑𝑟𝑜𝑔𝑎𝑠 𝑦 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑐𝑜ℎ𝑜𝑙, 𝑠𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑒 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑡𝑜 🤣🤣😂🤣🤣

𝐸𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑎 𝑠𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐺𝑒𝑟𝑖𝑘, 𝑣𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠ó 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢é𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 "𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑜𝑛" 𝑒𝑛 𝑙𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑎... 🤭🤭🤭

No olviden votar ⭐️ y comentar 💗💗✨️

𝐴𝑞𝑢𝑖 𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑗𝑜 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑙𝑙𝑎𝑔𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑗𝑒𝑠:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro