❉ᶜᴬᴾᴵᵀᵁᴸᴼ ᵀᴿᴱᴵᴺᵀᴬ ᵞ ᴺᵁᴱᵛᴱ ❉
El lobo blanco, que debería ser de un buen tamaño acorde a su edad, no era más que un cachorrito descuidado. Su pelaje, que debería ser blanco, era de un gris sin brillo. Cuando Aker lo tomó en sus brazos, pudo sentir los huesos sobresalientes bajo el pelaje. No estaba bien, nada en su Omega estaba bien.
Era un lobo destruido y casi sin vida. El tamaño de Kye se redujo aún más en los brazos del alfa. Aker sintió su corazón doler por el estado en el que estaba su Omega. Su versión humana se veía mal, pero su lobo estaba aún peor, mostrando la verdadera gravedad del asunto.
Sacar a su Omega del laboratorio sin ser visto fue una tarea difícil; a esa hora, muchos científicos deambulaban de un lado a otro. Pero aprovechó el tiempo de espera para pensar con la cabeza fría en lo que haría a partir de ese momento. Rebuscó entre el desastre causado por la rabia algún tipo de suero que ayudara a su Omega a recuperar energías y estabilizar su falta de nutrientes.
Además, utilizó ese tiempo para calmarse a sí mismo y a su lobo, ansioso y furioso por el estado de su Omega. La hora del almuerzo fue perfecta para salir del lugar, y cuando los pasillos quedaron vacíos, salió del laboratorio con un pequeño bulto envuelto en su bata blanca y casi corrió a su habitación.
Allí, acomodó cuidadosamente a su Omega sobre la cálida y suave cama. Al observar que su Omega solo dormía por el cansancio, se permitió suspirar de alivio. Ahora solo debía mantenerlo oculto allí o encontrar un lugar seguro donde pudiera protegerlo.
Dos días habían pasado desde que el lobo cayó inconsciente y aún no daba señales de despertar, lo que provocaba en Aker una enorme preocupación. Lo único que lo tranquilizaba era su respiración tranquila y el diagnóstico de Rhea, quien aseguraba que solo dormía por el cansancio.
Todas las noches, un enorme lobo negro se acurrucaba junto al más pequeño, que parecía un conejito a su lado, brindándole su calor. El lobo negro lamía y frotaba cariñosamente el hocico de su lobo Omega, esperando pacientemente que despertara y le devolviera la caricia. Cada noche, cerraban los ojos con la esperanza de ver nuevamente esos hermosos ojos azules cuál mar infinito.
—¿No será muy riesgoso tenerlo aquí contigo? —Calix preguntó, estaba preocupado que fueran descubiertos con el Omega ahí.
—Lo es pero no me arriesgare a enviarlo a las celdas o a algún otro lugar que no sea aquí conmigo.
—Si, es mejor tenerlo aquí con nosotros además nadie a preguntado por el porque el único que lo hacía no ha vuelto al laboratorio —comentó Roger.
—Ni me menciones a ese imbécil, con solo recordarlo me dan ganas de destrozar su garganta —su mirada oscura brilló en dorado al recordar a ese hombre, su lobo y él ya lo había marcado como su presa y no descansarían hasta no tener su garganta destrozada entre sus sauces.
—En serio tú Omega es hermoso —alagó Calix acercándose a la cama con la curiosidad e intención de tocar el pelaje que poco a poco recuperaba su brillo. Ellos nunca habían visto especies como las que ahí habían y no podían evitar maravillarse con ellas.
Pero un gruñido detuvo las intenciones de Calix, quien fue jalado y alejado antes de siquiera tocar un cabello del Omega. Fue bruscamente apartado por una fuerza que lo lanzó lejos.
—¿Qué...? —Calix no comprendió lo que había pasado hasta que se vio lanzado al suelo. Su tez se tornó pálida al sentir un aura amenazadora rodearle, y una opresión que le dificultaba respirar.
—¡Aker, contrólate! —exclamó Roger, acercándose a Calix para ayudarle, mientras le gritaba a su amigo que se calmara.
Aker lo miraba con ojos asesinos. Sus largas uñas y colmillos se mostraban, al igual que sus orejas y cola de lobo. Su lado protector estaba a flor de piel, especialmente cuando la seguridad y el bienestar de su Omega estaban en peligro. Tanto él como su lobo estaban en alerta ante cualquier amenaza alrededor de su Omega.
Calix y Roger observaron con admiración la transformación de su amigo. Estaban asustados al presenciar esa faceta de Aker, pero también confiaban ciegamente en él.
No estaban enojados ni resentidos por su comportamiento, ya que comprendían la situación en la que se encontraban. Ellos también eran alfas y, aunque no tuvieran compañero, compartían el sentimiento de Aker en ese momento.
Los alfas eran instintivos cuando se trataba de su Omega, especialmente cuando este se encontraba en peligro. En esos momentos, no distinguían ni a su propia familia y solo se centraban en proteger a su preciada pareja. En ese momento, aceptaban su destino sin luchar porque sabían que Aker no lo hacía adrede.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Rhea, la alfa, apareciendo de repente y cortando la tensión en el ambiente. Los tres pares de ojos la observaron amenazantes.
Ella retrocedió, sintiendo un escalofrío al notar las miradas amenazantes de los alfas clavarse en ella. Sin embargo, al darse cuenta de quién era, los alfas relajaron su semblante.
—Un halago que se salió de control —bromeó Calix, tranquilo al ver que se trataba de su amiga. Si fuera otra persona, no dudaría en saltar sobre ella y eliminarla.
—Este idiota intentó entrar en el nido de Aker —comentó Roger burlón.
—No es un nido.
—¡¿Cómo se te ocurre, gran imbécil?! Hasta un cachorro sabe que eso es peligroso. A veces creo que Calix tiene mierda en vez de cerebro.
—¡Oye! Me dejé llevar, no creí que Aker actuaría así al entrar en su nido.
—Que no es un nido, maldita sea.
—Suerte tuviste de que no fuera al revés, porque si hubiera sido ese pequeño Omega, no dudaría en clavarte sus garras en la garganta —Rhea sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al recordar esos fríos ojos observarle con ferocidad.
—Lo dice por experiencia —se burló Calix.
—No lo sabes aún, pero ese pequeño es aterrador.
—O tú eres una debilucha.
—Habla el alfa al que los omegas dejan por aburrido.
Roger y Aker rodaron los ojos resignados al escuchar las absurdas peleas de esos alfas locos de la mente.
—¡Son criaturas difíciles de entender y complacer! —exclamó indignado.
—¿Sabes lo que yo creo? Que el que no sabe cómo complacerlos y entenderlos eres tú, por eso se van conmigo.
—Uuuh —Roger avivó más la llama.
—¡Tú eres la que me los quita!
—¿Cómo es eso posible? Ellos saben escoger lo mejor —comentó arrogante.
—Te lo digo ahora, Rhea. Cuando volvamos de esta misión exitosa, encontraré al Omega más hermoso que exista y lo mantendré alejado de tus garras de bruja.
—Pero si el omeguita quiere conmigo, yo no me voy a negar ¿eh?
Aker observó la discusión con aburrimiento. Siempre era la misma pelea cada vez que discutían, para después terminar solos por su intensidad. Tenía lo posesivo en común y eso les jugaba chueco a ambos.
—Salgan todos de mi habitación, son tan bulliciosos —se quejó Aker.
—¡Como ordene, comandante! —exclamaron formalmente en tono de broma, recordando que momentos antes lo habían llamado por su nombre de pila.
Aker resopla divertido y ignora a sus amigos, centrándose ahora en su Omega. Y mientras acaricia su pelaje, no puede evitar sentir miedo al pensar que quizás su Omega no volverá a despertar de ese sueño.
Todo su ser se estremece ante la sola idea de no volver a verlo despierto. Solo una vez bastó para tenerlo en sus brazos y darse cuenta de que su Omega era su todo: su aliento, su latido, su fuerza y su valor. La sola idea de no sentir su calor lo hace volverse loco.
Los agentes observan el cambio repentino de humor en su amigo mientras se sumerge profundamente en la contemplación de su Omega. No pueden evitar sentir tristeza por él y por la situación en la que se encuentran.
Ninguno de ellos se siente capaz de soportar tal situación. El presente es aterrador y el futuro incierto. No saben cuándo terminará esta pesadilla o si acabará con todos ellos. Sin decir una palabra más, se marchan de la habitación, dejando al alfa solo con su Omega dormido.
—¿Cuándo vas a despertar, mi luna? —pregunta suavemente, sin detener sus caricias por el suave pelaje blanco.
El suave pelaje brilla bajo la suave luz de la lámpara, ya no es más el gris opaco de antes; ahora es de un blanco brillante que poco a poco se volvía saludable. Su lobo y él están felices con ese avance y están haciendo todo lo necesario para recuperar la salud de su Omega hasta que se vuelva una suave bolita de algodón.
Aker nunca ha estado tan en sintonía con su lobo hasta ahora; descifró facetas que no sabía que tenía. Antes solo vivía centrado en misiones y nunca se tomó el tiempo para buscar pareja, aunque su naturaleza se lo exigía.
La lucha con su lobo por ser ambos dominantes chocaba y creaba conflictos que llevaban a Aker a suprimir a su lobo, causando así daños en su cuerpo. Era bien sabido que eso era un peligro para los Aquatálidos, era como si retaran a la Diosa Luna y no estuvieran satisfechos con lo que ella dictaba.
Pero eso cambió por un pequeño Omega que movió sus mundos. Ambos vieron por el bien de su Omega y estaban trabajando en su conexión, solo para cuidarlo y protegerlo de todo peligro.
—Pronto te sacaremos de aquí mi luna.
La base principal pronto se dio cuenta de que los agentes enviados habían violado una de las reglas fundamentales de cada misión: no involucrarse demasiado.
—¡Me pueden explicar cómo carajos terminaron involucrados en un experimento! ¿Acaso están locos? Su misión no era participar en esos retorcidos experimentos. Les ordené claramente que no se involucraran. ¿Acaso toman esta misión como un juego? ¿Me toman a mí como una broma? —exclamó furioso el superior.
—¡No, señor! —respondieron al unísono los agentes.
Debían mantener la calma y ser claros en sus respuestas. Los altos mandos estaban en llamada junto al comisario, líder de esa misión, y detectarían incluso la más mínimas palabra mal dicha.
—Aker, eres uno de nuestros mejores agentes, altamente calificado y con excelentes antecedentes, y aún así te atreviste a desobedecer una orden de tus superiores.
—Señores, este paso era crucial para el plan. Si me permiten dar mi punto de vista, me tomé el atrevimiento de involucrarme por el bien de las especies aquí dentro. No podía permitir que terminaran con la mitad de los Aquatálidos por un experimento fallido, especialmente cuando tenía conocimiento de cómo hacerlo exitoso.
Aunque en parte todo era verdad, Aker sabía que debía ocultar a toda costa la razón principal de su participación en el experimento. Si descubrían que su Omega estaba allí, lo sacarían de la misión y lo enviarían de vuelta a la base principal, donde tendría que esperar hasta que la misión terminara.
Pero Aker no estaba dispuesto a esperar una misión cuyo éxito era incierto. No podía permitir que su Omega sufriera sin hacer nada al respecto. En ese momento, nada le importaba más que su Omega; sus pensamientos estaban obsesionados con sacarlo de ese infierno de cualquier manera posible.
—Explíquese mejor, agente.
—Planeaban utilizar a la mayoría de los seres para experimentar con sueros e inyecciones que solo llevarían a la muerte de estos. Si no actuaba rápido, esa tragedia sucedería y nuestra misión sería en vano al no tener a nadie a quien rescatar, señor...
Hubo un silencio en la línea telefónica. Los cuatro agentes, aunque no tenían a sus superiores frente a ellos, mostraban respeto manteniéndose firmes debido al gran respeto que tenían hacia sus superiores.
—Pero lo que hiciste fue precisamente lo que queríamos evitar, les diste la solución y ahora las cosas se complican más.
—No del todo, señor. Ellos solo buscaban crear esa inyección a costa de los Aqua y su ADN. Una vez creada, las razas estarán cautivas y sometidas a experimentos menos graves que este. Hasta ahora, los experimentos ya son suficientes para ellos, y el único que les importa es el inhibidor transformador para controlar otras manadas y regiones. Solo quieren más poder.
—Son unos malditos. Debemos sacar a esas criaturas de ahí y terminar con su sufrimiento. Pero sé que hay más que no me has contado.
—La subasta.
—Se acerca el día, precisamente en tres semanas. Casi todo está listo.
—Deberíamos adelantar la fecha, señor. Las cosas aquí se están complicando.
—Eso es demasiado arriesgado, así que no.
—Si adelantamos la subasta, podrían promocionar la inyección ese día. Pero si esperamos más, la inyección se venderá y llegará a manos destructivas. Estoy a cargo del experimento y han confiado en mí. Tomaré esa ventaja para ganar tiempo. Si retraso su elaboración hasta unos días antes de la subasta y sugiero exponerla ese día, la inyección nunca saldrá de aquí.
La línea queda en silencio nuevamente. Los agentes se observan entre sí y luego al lobo que yace dormido en la cama, ajeno a todo.
—Dos semanas, no más. Si el plan sale mal, serás responsable, agente Aker.
—No me permitiré ni un solo error, señor.
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