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Ya se estaba volviendo costumbre para Denix despertar con el suave aroma a sándalo que lo envolvía, y aunque le encantaba, hoy percibió un olor nuevo. Enterró su rostro en la almohada, inhaló profundamente para identificarlo y quedó aturdido. Se concentró en ese aroma exquisito, como si estuviera flotando en una nebulosa de éxtasis, queriendo impregnarse más. Las inhalaciones lo llevaron a un estado de embriaguez con la combinación perfecta de ese nuevo olor y el suyo propio, llevándolo a viajes ancestrales no descubiertos. Se sentía como si flotara en una nebulosa de placer, tomando inhalaciones profundas y poderosas hasta que quedó completamente drogado y embriagado por la perfecta combinación del nuevo aroma entrelazado con el suyo, transportándolo a lugares ancestrales no descubiertos.

—¡Mhmm, que delicia! —suspiro embriagado—. Petricor.

Pero... Este olor ya lo había olido antes.

¡Un momento!

*A-alfa ~

Denix se aparto abruptamente de la almohada cuando una vocecita melosa sonó en su cabeza ¿Esa era su voz verdad?.

—¡No, no, no, y no y no, no!

Todo llegó de golpe, desde estar con Enrik hasta terminar en el baño acorralando al Alfa.

—¡¿Pero eso fui yo?! —gritó con frustración, abrumado por la vergüenza. ¿Cómo podría ahora mirar a Aker a los ojos?

Definitivamente, ese no era él. A medida que su mente dormida despertaba, más recuerdos lo asaltaban, sumiéndolo en completo shock. ¿Qué había hecho su lobo Omega, aprovechándose del Alfa? Prácticamente lo acosó y casi lo obligó a tener... Un escalofrío recorrió su columna vertebral al recordar el aliento caliente del Alfa en su oído, susurrándole con una voz varonil aterciopelada, palabras que Denix nunca había escuchado.

Esa voz resonaba en su cabeza, haciendo que los vellos de su cuerpo se erizaran y enviando un cosquilleo directo a su vientre.

Y jadeó sorprendido al recordar la firmeza que chocó contra su trasero, la imagen de él restregándose descaradamente contra la prominente erección de Aker. Este recuerdo provocó un calor que recorrió su cuerpo; ya no estaba rojo por la vergüenza, sino por la excitación que fluía dentro y fuera de él. Denix nunca había experimentado esas sensaciones, jamás. Solo conocía lo básico: el celo, los nudos, los embarazos y las marcas. No prestaba mucha atención porque nunca creyó que fuera necesario, ya que nunca había tenido un celo. Se preguntó: ¿Ahora que había encontrado a su Alfa tendría algún celo?

Apretó las piernas cuando un líquido viscoso comenzó a salir de su parte trasera y soltó un gemido inaudible al recordar esas pesadas manos apretando su cuello. Ahora entendía el deseo del lobo Omega de ser tomado por el Alfa. Se imaginó esas manos recorriendo cada porción de su piel, apretando y marcando con los colmillos del Alfa su tierna y delicada piel. Su glándula y su entrada palpitaron ansiosas, y Denix cerró los ojos mientras su labio inferior sufría por los colmillos filosos que sobresalían, mezclando un sabor metálico con la acumulación de saliva al imaginar los caninos del Alfa en su piel. Las manos del Alfa nunca habían tocado lugares que no fueran su cara o cuello, pero solo imaginar que esas manos grandes lo tocaran lo tenía expectante. Sin embargo, no era tan valiente como el sinvergüenza de su lobo Omega.

Denix salió del mundo de la excitación al escuchar una puerta abrirse, así que rápidamente cogió la cobija y se cubrió de pies a cabeza, fingiendo estar dormido.

Permanecía inmóvil, envuelto en sus propias feromonas de excitación con un matiz salado por la esencia que fluía entre sus muslos, una experiencia totalmente nueva. Se quedó ahí, quieto, mientras escuchaba al Alfa moverse por la habitación desde afuera. La puerta que se abrió resultó ser la del baño, y Denix se dio cuenta de que se había sumergido demasiado en sus pensamientos al no haber oído el sonido de la regadera.

Esperaba que el Alfa no percibiera las feromonas que había liberado. Aún bajo la cobija, Denix destapó una pequeña porción de sus ojos para verificar si el Alfa ya se había ido, pero cometió un grave error.

Espiar a escondidas estaba mal. ¡Claro que estaba mal! Pero... Denix no sentía culpa alguna, ni mucho menos. La vista era fabulosa desde su escondite; Aker solo llevaba una toalla atada a la cintura, su cabello negro aún goteaba, y esas gotas descendían por sus amplios hombros, siguiendo un lento camino por su pecho y sus marcados pectorales. Observaba las gotas caer en cámara lenta, él y su lobo entretenidos, hasta que se perdían en la V de la marcada pelvis del Alfa. Perdieron contacto visual de esa zona cuando el Alfa les dio la espalda, y Denix jadeó sorprendido al ver el tatuaje que cubría toda esa área: un lobo salvaje grabado en la piel canela del Alfa. #imagen del tatuaje al principio del capítulo#

—¿Gozando del espectáculo, Omega? —inquirió Aker con una sonrisa ronca.

Denix, al sentirse descubierto, volvió a taparse y cerró los ojos con fuerza al escuchar los pasos del Alfa acercarse.

Aker sabía que llevaba despierto desde hacía un rato, dado que el aroma de las feromonas del Omega llegó hasta el baño, provocando estragos en él. Estragos que sabía que debía aliviar por el bien del pequeño Omega.

—¿No prefieres tocar en lugar de solo espiar? —preguntó descaradamente con una sonrisa maliciosa.

Aker sabía que ahora trataba con Denix y no con su lobo.

—¿Puedo? —preguntó Denix, saliendo de su escondite. Se sentó en la cama y observó con sus pupilas dilatadas el torso desnudo del Alfa, quien solo llevaba pantalones.

La sonrisa maliciosa de Aker desapareció, dando paso a una expresión de asombro, pero se recompuso de inmediato.

—Claro, todo lo que tú quieras —sugirió acercándose a Denix.

Denix se puso de pie en la cama y comenzó a tocar los fuertes hombros del Alfa.

—¡Qué fuerte! —exclamó asombrado, apretando y deslizando sus pequeñas manos por los brazos y bíceps del Alfa—. El cuerpo del Alfa es muy diferente al Omega —comentó mientras continuaba tocando-. Los comparaba en los entrenamientos; vi muchos cuerpos de Alfas, pero nunca vi uno tan fuerte como el tuyo.

—¿Ah, sí? —preguntó Aker con la mandíbula tensa.

—Sí, entrenaban conmigo y veía sus cuerpos crecer en músculos, pero yo, como soy un Omega, solo me desarrollé en otros lugares —suspiró tristemente—. Siempre quise un cuerpo así de fuerte para que papá ya no me exigiera más.

Aker arrugó la cara en confusión.

—¿Tu papá te obligaba a entrenar?

—Yo iba a ser el líder de la manada, a pesar de que mi... ¡¿Quieres ver mis abdominales?!

Denix cambió estratégicamente de tema, desviando la atención del Alfa hacia otro asunto. Aún no se sentía preparado para compartir esa parte de su vida con él. Tomó el ruedo de su camisa, listo para levantarla, pero la gran mano del Alfa lo detuvo a tiempo.

—¡No, no! Así está bien. ¿No recuerdas que ya los vi? —preguntó pícaramente.

Denix sintió cómo su rostro ardía al recordar al Alfa susurrándole al oído.

—Mejor ve a cambiarte mientras yo preparo el desayuno, porque si sigues así, ya no podré resistirme —susurró a centímetros de la boca de Denix—. Más si hueles tan malditamente delicioso —Aker se aventuró a llevar su mano grande a la cintura de Denix, mientras deslizaba la otra por la curvatura perfecta hacia abajo, tocando la contorneada pierna. Levantó la camisa de Denix y deslizó sus dedos por los muslos internos, tomando una porción de lubricante natural de esa zona.

Denix jadeó suavemente por el escalofrío que recorrió su cuerpo al ser acariciado de esa manera. Las manos ásperas del Alfa se sentían mil veces mejor de lo que había imaginado. Entreabrió la boca por el fuerte agarre que Aker mantenía en su cintura, sabiendo que eso dejaría una marca. Una marca que él ya ansiaba ver y acariciar.

Los cautivadores ojos oscuros de Aker no se apartaron en ningún momento de los suyos.

Aker llevó sus dedos empapados de lubricante a su boca y los chupó de manera obscena. Mientras la atención de Denix estaba en esos dedos, Aker aprovechó para darle un rápido beso, muy cerca de esos labios pomposos y color cereza-. Delicioso.

Aker se alejó de Denix, tomó una camisa y se dirigió hacia la puerta, la abrió y salió, dejando a Denix con las hormonas alborotadas.

Denix se desplomó con las piernas temblorosas en la cama, lo que provocó que rebotara y luego cayera al suelo, pero ni así reaccionó del estado en el que Aker lo había dejado.

—¿Por qué no presté más atención en clases? —se quejó al levantarse del suelo. Tendría que darse un baño con agua helada para apagar el fuego en su interior. Se relamió la comisura de la boca, saboreando donde el Alfa había besado, degustando su propia esencia con un sabor a uva y un tinte salado.

No sabía tan mal, entonces se preguntó; ¿Cómo sabrá el Alfa? Pero negó rápidamente, sacando ese pensamiento de su cabeza. Con un baño no bastaría.

—Gracias por la ropa —agradeció Denix—. Pero... creo que te excediste en número, y las joyas se ven demasiado caras.

Ya se había dado un baño, con agua bien fría, y ahora estaban desayunando lo que Aker preparó. Cuando se disponía a utilizar otra prenda del Alfa, se sorprendió al ver lo que él Alfa había preparado para él.

—Solo pensé que se verían preciosas en ti, úsalas solo si tú quieres.

Denix asintió, sintiéndose de repente tímido, ya que nadie le había regalado este tipo de cosas. Su padre le prohibió usar todo lo relacionado con las pertenencias de los Omegas. El Alfa fue tan detallista al elegir cada cosa que no había nada repetido, desde las prendas, zapatos y joyas, cada una era diferente, hasta en estilo.

—Encontré esta cadena el día que te traje a casa —comentó Aker sacando una cadena de plata de su bolsillo—. Estaba enredada en tu pelaje, así que se rompió cuando cambiaste. Pero ya está reparada.

Denix la tomó, reconociéndola de inmediato.

—¡Uh, gracias! Creí que la había perdido —Denix la examinó, pero ni se notaba que alguna vez estuvo dañada.

—Denix... ¿puedo preguntar quién te dio la cadena?

—La verdad, no sé... La tengo desde que tengo memoria. Mamá no me dijo mucho, solo que no fue un regalo de mi familia.

Aker asintió y se levantó de su asiento cuando recordó de dónde le resultaba conocido el estilo del dije de la cadena. Denix lo vio levantarse, pero pensó que no era nada importante, así que continuó comiendo.

—¿Me permites un momento con tu cadena? —sugirió Aker, sentándose al lado de Denix, quien le entregó la cadena sin pensarlo.

Aker la tomó y, en el instante en que tuvieron contacto, se fusionaron creando una sola pieza.

—¡Se fusionaron! -Denix se asombró al ver que las cadenas encajaban perfectamente—. ¿Y a ti, quién te la dio?

—Era de mamá, así que Madre me la entregó a mí —Aker estaba confundido; había escuchado de su madre que la otra parte la tenía alguien importante, y vaya que no se había equivocado. Claro, su madre nunca se equivocaba—. Listo para ir al bosque.

—¡Sí! Por favor, sé paciente conmigo.

Aker ya se creía un maestro en paciencia con su pequeño Omega, que se la ponía difícil con su sola presencia.

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𝑶𝒋𝒐 𝒂𝒉𝒊.....

𝑻𝒐𝒅𝒐 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒄𝒐𝒔𝒂 𝒂𝒖𝒏𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒆𝒛𝒄𝒂 𝒎𝒊𝒏𝒊𝒎𝒂(∩_∩)( ̄▽ ̄)~*

𝑴𝒊 𝒗𝒐𝒕𝒊𝒕𝒐 ☆{♥︎‿♥︎}

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