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Ese día, los tres subreinos estaban de fiesta.
Dicha festividad se había organizado para celebrar el encuentro entre las deidades y sus guardianes y a modo de reunión para mezclar a los habitantes de los tres subreinos.
Sin embargo, mientras dicha celebración estaba siendo organizada en la tierra, en las nubes, más específicamente en el palacio de Cryth, se llevaba a cabo otra ceremonia.
Justo en el salón del trono, donde se encontraba sentada Ari, estaban HanSeul, JiMin, HeeChul y MinHee, ansiosos por unir sus almas, o como se diría en Skygall: contraer matrimonio.
Claro que, todo para las deidades llevaba un nombre diferente a lo "común".
Y sí, HeeChul y MinHee desde un momento supieron que lo suyo estaba destinado a ser, no creyendo la chica que una deidad fuera su pareja, y pareciéndole todo aquello muy loco. Sin embargo, no protestaba. Se sentía muy feliz y plena al lado del pelirrojo.
Algo también que le resultó asombroso, fue la manera en que viajaron hacia Cryth desde Skygall que no era nada más que un portal usado exclusivamente por deidades y guardianes, así como las hadas, dado que ellas eran quienes mantenían los tratamientos que mantenían con vida a Ari.
-Amigos míos-sonrió débil la deidad del espíritu-, me alegro mucho de que hayan encontrado el amor antes de los cien años, y por eso hoy, con toda la alegría del mundo, y así como hice con WooBin y EunHa, haré de sus almas una sola para que vivan juntos y enamorados los siguientes mil años.
Sin poder moverse mucho de su lugar, la pelinaranja joven alzó su mano, pidiendo a las parejas que se acercasen a ella, y una vez los tuvo bien cerca, tocó con su mano alzada, esa de la que comenzaban a salir destellos de luz, la frente de los cuatro.
Luego tomó entre las suyas, los dos pares de manos, primero de JiMin y HanSeul y después de MinHee y HeeChul, dejándolos amarrados con un fino pero fuerte hilo blanco.
Una neblina ligera cubrió los cuerpos de ambas parejas, y el asombro de las mismas fue grande cuando se vieron con aquellas ropas tan elegantes, dignas de una deidad y su guardián.
JiMin portaba pantalones y camisa de manga larga de hilo blancos y holgados, mientras sus pies estaban descalzos.
HeeChul portaba una indumentaria similar, sólo que la camisa de él, además de ser de mangas cortas, tenía bordes rojos, amarillos y naranjas, simulando una llama.
A HanSeul la cubría un vestido cuyo color estaba entre el morado y el gris, que se ceñía a su cuerpo y caía suelto a partir de sus caderas, cubriendo también sus descalzos pies.
MinHee también tenía sus pies desnudos, sólo que su vestido, negro con una tonalidad roja en el borde de la falda, no los cubría pues, además de ser igualmente ceñido a su cuerpo y caer suelto a partir de la cadera, sólo le llegaba a las rodillas.
-Sean felices, amigos míos-sonrió Ari, dejando caer su cabeza hacia atrás, recostándola al espaldar del trono. Estaba demasiado débil y las hadas encargadas de cuidarla enseguida fueron a socorrerla, sujetando su cabeza y ayudándola a colocarse de pie para llevarla de vuelta a sus aposentos . Por favor, hagan llegar mis disculpas a todos por no poder estar presente en esa celebración tan bonita que han organizado, pero lastimosamente yo aún no encuentro a mi guardián y mi vida pende de un hilo si no recibo tratamiento.
-No te preocupes, Ari-rápidamente HanSeul negó y se acercó a la joven pelinaranja para tomar su mano y apretarla a modo de apoyo-. Estoy segura de que pronto tu guardián aparecerá. Estaremos buscando la manera para hallarlo.
-Gracias, Hannie-cualquiera que viera aquella amplia sonrisa por parte de Ari, no pensaría que estuviera al borde de la muerte-. Ahora vayan a disfrutar su fiesta ¿sí? Quiero que celebren su unión por todo lo alto. Ya habrá tiempo de que yo me una a ustedes...Algún día.
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-Pero si está tan dabil ¿cómo fue que pudo bajar para venir a felicitar a mis padres y mis tíos por haber salvado a Skygall?-preguntaba MinHee-. Ese día incluso hizo los portales entre los subreinos y además devolvió los cristales a la ciudad ¡Incluso dijo que había logrado reforzarlos para que los shinigams no se colaran en ellos!
-Es porque ese día reunió todas sus fuerzas, cariño-explicó HeeChul-. Ella de vez en vez reune la mayor cantidad de fuerzas posible para pasear por la tierra.
-Para buscar a su predestinado-supuso JiMin.
-Exactamente-asintió HeeChul.
-Ojalá y lo encuentre a tiempo-suspiró HanSeul-. Aunque deberíamos realizar una búsqueda nosotros a ver si podemos encontrar algo.
-Pero eso ya será en otro momento-sonrió MinHee-. Ahora tenemos una fiesta que disfrutar-con su mentón, señaló el descampado cerca de las cataratas de Skygall que habían destinado para la celebración.
El portal que los había llevado a Cryth fue el mismo que los devolvió a Skygall, y lo habían ubicado en la playa, por lo que tuvieron que caminar un poco de vuelta al festejo.
-¡Woohoo!¡Llegaron los recién casados!
-No sé por qué no me extraña esa actitud de JiMin-rió el peligris de su homónimo.
La fiesta estaba siendo llevada en paz, armonía y mucha diversión.
GuJae, SonHwa y SunJae habían llevado consigo a una buena parte del pueblo de Foohw, así como también lo hicieron EunHa y WooBin con las hadas de Feirhie, por lo que todos los presentes estaban bastante mezclados.
-¡Yah!¡SooRa!¡Deja ese trago, que tú no puedes tomar!-regañaba JungKook, quitándole el vino de las manos a su esposa.
Por supuesto, aquello sólo trajo las risas de la familia Kim y Park, quienes eran los reunidos en aquel rincón junto a los Jeon.
Al ser horario de almuerzo, la gran mayoría se había servido del enorme festín preparado y se había sentado a degustar la comida con la compañía de familiares y nuevas amistades.
-¿Por qué no puede beber? Mamá siempre que hay fiesta bebe aunque sea una copa-JunHwa frunció su ceño al igual que el resto de sus hermanos, a excepción de HyeMi (quien estaba muy ocupada jugando con los collares de la señora SunJae) e incluyendo a HanSeul.
Tanto JungKook como SooRa se miraron y una chispa de emoción se plasmó en sus rostros.
-Es que...
-Van a tener otro hermanito-interrumpió SooRa las palabras de su marido, no pudiendo evitar reír tanto como este al ver las muecas de asombro de todos los presentes, a excepción, nuevamente, de HyeMi.
-¡Santos cristales!-jadeó NamJoon-. No sé cómo pueden con tantos hijos. Primero adoptan quince, luego tienen una por métodos convencionales, después vuelven a adoptar otra, y ahora vuelven con los modos clásicos-enumeró con sus dedos.
SooRa y JungKook se encogieron de hombros.
-Aún somos jóvenes, y tenemos la fuerza suficiente-habló el cabecilla de los Jeon.
-Y mejor váyanse acostumbrando, que la fábrica no cierra hasta los próximos cien años como mínimo-advirtió SooRa, otra vez dejando boquiabiertos a sus ajenos...excepto a su esposo, que estaba muy al tanto de dicha situación.
-¿Acaso quieren aumentar el índice poblacional de Skygall y crear una dinastía donde todos seamos Jeon?-bufó JaeBum.
-No debería sorprenderte-TaeHyung se encogió de hombros.
-Exactamente-apoyó el JiMin pelinegro-. Mamá y papá son la locura representada en carne y hueso y todas las cosas que han hecho parecen sacadas de los libros de aventuras esos que YeonHwa lee.
-Yo sólo sé, que en algún momento de sus vidas, se van a olvidar del nombre de alguno de nosotros-rió MinKi.
-¡Es que son muchos!-lo apoyó SunMi-. Si yo con mis siete hijos me confundo, e incluso se me olvidan sus nombres, no sé cómo hará SooRa. Bastante tiene con que se ha aprendido diecisiete.
Sin embargo, la conversación llegó hasta allí, pues HanSeul vió algo que, estaba segura, sería del interés de los demás también, por lo que se vió obligada a interrumpir los comentarios.
-Oigan...Miren allí.
Todos los ojos siguieron la dirección de su dedo, y el asombro y la emoción fueron los sentimientos que más abundaron en aquel pequeño momento.
Los niños Kim no estaban sentados comiendo, a excepción de ChaeMin y TaeHwa, y estaban jugando en los alrededores con otros niños, ya fueran lobos o hadas.
Sin embargo, uno de ellos, MinSoo, había dejado de jugar y ahora estaba abrazando fuertemente a una niña lobo mientras ambos dejaban escapar pequeñas lagrimitas.
La escena era conmovedora puesto que MinSoo sólo tenía doce años.
-Esa es...EunMi-comentó GaeJun.
-¿Quién?-quiso saber SunMi.
-La deidad de la tierra-sonrió SunJae-. Hace dos días que recibió sus poderes.
-Ari no nos dijo nada-murmuró MinHee.
-Entonces...-Park JiMin puso su cerebro a funcionar- si esa niña es la deidad de la tierra, y MinSoo la está abrazando...y además llorando...Sólo puede significar una cosa.
Las curiosas miradas de SunMi y NamJoon cayeron sobre el peligris, quien les sonrió para tranquilizarlos y dijo:
-MinSoo es el guardián de esa niña...¿EunMi, no?-se dirigió a su abuela, quien asintió en respuesta.
-¡Woah!¡Esto es de locos!-exclamó SunHee, sacándole una risa a todos.
Definitivamente los tiempos habían cambiado, y para bien. Los shinigams ya no representarían una amenaza por largo rato, y cuatro de las deidades ya tenían la compañía de sus respectivos guardianes, asegurándoles una larga y próspera vida por delante.
Sin embargo, aún quedaba una pieza suelta.
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𝐟𝐢𝐧
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