(3ra parte final)
(Pov—Harry)

Estuvimos todavía un buen rato platicando, ahí me enteré que Riddle era maestro desde los 21 años
y había estudiado en Hogwarts.

Que había tenido un esposo del cual se había divorciado desde hace 5 años, y que le gustaban los jóvenes menores que él.

Tanto que uno de los pasantes de maestros, era su ex, y en venganza al trato que le dio durante el tiempo que estuvieron casados, iba cada año al baile de graduación de los estudiantes de Hogwarts y escogía a uno para paseárselo en la cara, nada más para ver la cara que este ponía.

— ¿ Entonces, todo lo hiciste con premeditación ? — le pregunté un poco desanimado.

— Pues, cada año vengo y me burlo en su cara, pero nunca había llegado a una
segunda cita con nadie, pero tu eres tan diferente, pareces un alma vieja en lugar de sentirte joven, inmaduro, me siento bien contigo siempre tienes la palabra adecuada, el gesto conciliador, hasta me siento más cálido cuando te tengo entre mis brazos — dice Riddle.

Lo mire fijamente a los ojos tratando de adivinar si era verdad lo que decía o solo estaba fingiendo, y vi su hermosa cara, la misma que
me robo el aliento cuando lo conocí, pero en sus ojos había tanto dolor, soledad, deseo de proteger, sentirse útil...

En él había tantas emociones, que ya no pude aguantar más y lo abrace fuertemente diciéndole al oído —:

— No te preocupes más ya estoy aquí.

Miles de veces me he preguntado, ¿ Que sentiría él, al escuchar a un mocoso
decirle esas palabras ?.

¿ Que pasaría por su mente, y porque yo me sentía así ?.

Nos besamos nuevamente, pero ya los besos tenían otro sabor, el deseo se había
diluido, y quedaba el disfrute del ser, del entregar el alma por medio de los labios, de hermanar la piel en la tibieza de los abrazos, de disfrutar el momento como si el universo conspirara para dejarnos ser uno con nosotros mismos y con el infinito.

En eso estaba, en medio de mi silencio, de mi soliloquio que había surgido del disfrute del momento, cuando sus palabras me sacaron del trance.

— Creo que es mejor que volvamos a la ciudad, ya hace un poco de frío y se
esta haciendo tarde.

— Como quieras — le dije suavemente.

Él asintió, yo me arregle un poco el cabello, me retoque los labios, y Riddle encendió el auto, tomando rumbo a la ciudad, el trayecto se hizo corto, al llegar me pregunta —:

— ¿ Te quedas en Hogwarts ?, si es así, quiero acercarte lo más que pueda, porque a esta hora es peligroso andar solo por las calles.

— No te preocupes ya estoy acostumbrado, salía de la secundaria nocturna a las 11.00 p.m. y muchas veces no alcance camión, así que me iba a pie hasta mi casa.

Y no me hizo caso, Riddle me dejo a una cuadra de Hogwarts con la promesa de
que saldríamos la siguiente semana.

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Se pasó rápida, ya no me hacia ilusiones, iba sin expectativa lo que venga
esta bien me decía, lo vi en el mismo lugar igual de hermoso, sonreía con esa sonrisa de play boy, me abrazo en cuanto llegué, y me dice —:

— La vamos a pasar bien, te invito a mi casa, así tenemos tiempo para nosotros.

Yo asentí con una sonrisa
cómplice, caminamos hacía el carro y nos fuimos a su casa.

La casa estaba por el oriente de la ciudad, era una casa modesta pero funcional, llegamos y metió el carro hasta dentro en la cochera, y bajamos.

Mi corazón empezó a latir fuertemente, yo trataba de que él no lo notara, abrió la puerta y apareció en el interior, era una casa modesta pero bien arreglada, muebles de buen gusto, que hacían juego con las paredes y todos los arreglos que hacían una bella combinación, le dije —:

— Es bonita tu casa.

— Gracias — me contesto al tiempo que me ofrecía asiento en el sofá.

Se paso a la cocina y abrió el refrigerador y saco una botella de vino tinto y para acompañar, queso, jamón y otras cosas, y la arrimó a donde yo estaba y me dice —:

— Ponte cómodo y ve sirviendo el vino, ahora vuelvo.

Me había dejado el sacacorchos, así que me puse a abrirla al mismo tiempo que tomaba un bocadillo, serví las dos copas y espere a que saliera.

No tardo mucho, apareció con solo una camisa de vestir desabrochada y un pantalón de cuero negro, se acercó tomó las copas me ofreció una y me dice —:

— Brindemos, porque al fin podemos estar solos.

Alce la copa y le di un pequeño trago, pero ya mi mente estaba en otro lado, el me abrazo y nos besamos apasionadamente, una, dos tres veces, al tiempo que me frotaba en su cuerpo, nos sentamos y seguimos tocándonos, mi ropa fue cayendo, los besos subían de tono, recorría con sus
labios mi cuerpo, de arriba abajo hasta que el sofá fue insuficiente, le digo con voz entrecortada —:

— !! Llévame a la cama!!.

Sin perder tiempo Riddle me tomo entre sus brazos y me llevo a su recamara, me depósito en su cama, me desnudó con impaciencia y una vez abierto de piernas... Explote.

No podía más.
Terminé antes de empezar.

Mis ojos se llenaron de lágrimas e intente tapar mi cara con mís brazos para ocultar mi vergüenza.

Pero Riddle fue más rápido que yo, me lo impidió tomando mís muñecas y aprisionándolas por sobre mi cabeza.

Al mirarlo a la cara, note que él trataba de tomar aire, respirando largo y apretando los dientes.

Y mi vergüenza aumentó a niveles desmedidos.

Y donde tan sólo esperaba un rechazo, él de repente
suelta una carcajada y me dice con ternura —:

— Mi pequeño bebe, no te preocupes. No mortifiques esa linda cabecita tuya. Eres tan joven que en cinco minutos vas a estar listo para una segunda oportunidad.
Y de eso me encargó yo, bebe

Y así fue, hubo segunda y tercera y no se cuantas más.

— Juventud divino tesoro — gimió Riddle al venirse dentro de mi nuevamente.

Ese fue el inicio de una relación que duro toda una eternidad durante la cual
tuve al mejor maestro en las lides del amor.

Fin.
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UN POETA LÍRICO
Arturo Gil
07/12/2016