En el Gran Comedor de Hogwarts, la famosa escuela de Magia y Hechicería.

Se podían ver a un gran grupo de personas sentadas frente a lo que podría ser una gran cortina roja, la cual yacia sobre una tarima de madera.

— ¡ Vamos, vamos, niños !, ya va a empezar. Le prometimos a nuestros amigos que estaríamos en primera fila — gritaba Molly Weasley a toda su prole.

— ¡ Mama, no grites !, mejor hay que sentarnos, que solo estamos estorbando la vista a los demás — dijo con reproche Percy Weasley.

— ¡ Ho !, esta bien, hijo.

— Shh... Molly, querida. El telón se ha levantado — anunció emocionado Arthur Weasley, patriarca del Clan de pelirrojos.

— Es cierto, es cierto — exclamó alarmada Molly para después sentarse.

Mientras tanto, el ruido en todo el Comedor fue bajando poco a poco, con forme la gran cortina roja se iba recorriendo.
Dando paso al patriarca de la Familia Potter y a su heredero, los cuales vestían de humildes aldeanos.

— Fuertes son las guerras de Francia con Aragón, ¿ Como podré contribuir yo, un hombre viejo, cano y pecador ?.

Exclamaba, James Potter con fingida voz triste, al mismo tiempo que acariciaba sus blancos cabellos y tronaba sus viejas muñecas, cortesía de la poción envejecedora.
Creación propia de los Gemelos; Fred y George Weasley.

— (Ahí hablo el más joven, en razones el mayor).

Se oía la suave y soñadora voz de Luna Lovegood, como la narradora principal y única del acto.

— No maldigas tu suerte, que a la guerra iré por ti, me darás la espada de nuestro linaje y aquel caballo trotón.

Dijo Harry de aspecto delicado, abrazando con afecto a su padre, quien le devolvió el abrazo en el acto.

— Pero eres un doncel, no puedes hacerlo. Te reconocerán en los ojos, hijo. Que son muy bellos.

Exclamó alarmado James.

— Yo los bajaré a la tierra cuando pase algún varón.

Tató de tranquilizar Harry a su padre.

James negó.

— Te reconocerán en los pies, que muy menuditos son.

Harry resoplo, intentando contener su risa.

— Me pondré tus botas, bien rellenas de algodón.

James volvió a negar igual de divertido.

— Te reconocerán en tu figura, que tus curvas muy pronunciadas son.

Señaló James con un gruñido, ya que ante sus palabras los silbidos y piropos de los espectadores no se hicieron esperar.

Harry sonrió suavemente.
Tratando de seguir con su acto.

— Padre. Ropas holgadas usaré, y desapercibido pasaré.

— Tienes las manos muy suaves, hijo, no son las de un varón.

Rogaba James a Harry, cada vez más desesperado.

— Yo iré con guantes, y así estas ocultadas son... ¿ Como me he de llamar, padre, como me he de llamar yo ?.

Harry ladeó la cabeza, señalando su duda.

James, al ver que el terco de su hijo, no cambiaría de opinión, exclamo con un suspiro derrotado.

— Lord, James Potter, hijo mío, que es como me llamo yo.

Harry asintió.
Y tras un ultimo abrazo a su padre, el telón se cerro.

— ( Dos años el doncel anduvo en guerra, y nadie lo reconoció, si no fuera por el hijo del Rey, que de él se enamoró ).

Narró Luna.
Para que después el telón se volviera a abrir, mostrando esta vez a la matriarca de la Familia Malfoy y su Heredero.
Quienes vestían como Reina y Príncipe.

— Herido vengo, madre. Y de amores me muero yo, ya que he notado que los ojos de Lord James de un doncel son, más de un varón no.

Exclamo Draco Malfoy ante la Reina Narcisa.
Mientras maldecía interiormente, una y mil veces a Albus Dombledore, por haber convencido a sus padres para participar en semejante actuación.

— Invitalo tú, mi hijo, a las tiendas a comprar. Si Lord James es un doncel, corales querrá llevar.

le a concejo la Reina Narcisa, con voz fria y elegante.

El Draco asintió.
Y el telón se cerro.

— ( Lord James, como sospechando de las intenciones del Príncipe, a mirar las armas va ).

Narra Luna con voz burlona.

El telón se abre, mostrando de fondo al Callejón Diagón y  a un Harry emocionado frente a un puesto en el que se exhibían una gran cantidad de espadas, dagas, flechas, arcos y demás.
El cual era atendido por Blaise Zabini, quien se veía muy divertido.

— ¡ Que rico puñal es este para con moros pelear !.

Exclamo Harry verdaderamente alegre.
Ya que podía reconocer el trabajo de transfiguración de su Madre; Lily Potter.
Quien inflaba su pecho orgullosa tras los telones.

El telón se cerro y de inmediato se abrió mostrando a un Draco a los pies de su Madre, quien yacía sentada sobre un trono de colores verdes y esmeraldas.

— Herido vengó, madre, amores me han de matar; los ojos de Lord James roban el alma al mirar.

Exclama Draco abatido.
Pero el brillo irritado que se podía ver en sus ojos, ante las cursis palabras que estaba viendo obligado a decir, todos lo podían ver a la perfección.

— Llevarlo tú, hijo mío, a la huerta a descansar. Si Lord James es doncel, a los almendros ira.

Dice Narcisa con un deje de diversión al ver el estado de su hijo.

Y el telón se cerro.

— ( Lord James no ve las flores, en su lugar, una rama va a cortar ).

Narra Luna poniendo los ojos en blanco.

El telón se habré, mostrando una verde huerta repleta de vegetales y a un Harry divertido jugando con una varita de madera y tras de el un árbol cuyas hojas se empiezan a caer.

— ¡ Oh, que buena varita de fresno para el caballo arrear !.

Exclama Harry intentando contener su carcajada, ante la cara de estreñido que Draco había puesto.
Mientras movía la vara de un lado a otro.

El telón se cierra y al momento se vuelve a abrir.
Mostrando a Draco sentado al lado derecho de su Madre.

— Herido vengo, madre, amores me han de matar; los ojos de Lord James nunca los he de olvidar.

Dice Draco desviando la mirada.

— Invitarlo tú, mi hijo, a los baños a nadar; si el caballero varón no es, se tendrá que acobardar.

Dijo Narcisa neutralmente.
No estaba contenta con el párrafo que se había obligado a decir.

Mientras tanto, Draco asintió y se permitió sonreír con malicia.

En telón se cerro, con los gritos llenos de indignación de los espectadores de fondo.
A un que, la mayoría eran de James y Sirius Black.

— ( Todos se están desnudando, mientras que Lord James muy triste esta ).

Narra Luma con un suspiro de pesar.

El telón se habré y se muestra, por un lado ; un grupo de chicos - la mayoría Gryffindor - quitándose las camisas, junto a Draco Malfoy.
Y por el otro lado; se veía a un muy afligido Harry de rodillas frente a un Lucius Malfoy vestido de Rey.

— Cartas me fueron entregadas, cartas de gran pesar, que se halla el Lord mi padre enfermo de gravedad; licencia le pido al Rey para irle a visitar.

Exclamó Harry apenas conteniendo las lágrimas de cocodrilo en sus ojos.

— Lord James, esa licencia no te la quiero negar. Así que anda y ve, que ya te han de esperar.

Dice Lucius con su porte altivo.

Harry asiente.
Y el telón se cierra.

— ( Ensilla el caballo blanco, y de un salto se va a montar, por unas montañas arriba Lord James vuela como Gavilán ).

Narra Luna emocionada.

El telón se habré y se muestra a un Harry saludando alegremente desde lo alto de una parte del G.C transfigurado en una mini-montaña y un caballo blanco - cortesía de la Profesora MacGonagal - a un Lucius quien suspiraba y negaba para si mismo y a un draco semi desnudó, quien refunfuñaba y se abrazaba a si mismo, ambos parados uno al lado del otro.

— ¡ Adios, adiós, al buen Rey, y tu palacio real !. Que dos años te serví como un doncel leal, y otros tantos te sirviera si no me hubieran obligado a desnudar.

Grita Harry riendo a carcajadas.

Y tras esas palabras, la gran cortina roja se descuelga sobre la tarima, cubriendo a todos los actores de la cómica escena.
Y al minuto siguente todo empezó a desaparecer, dejando únicamente a los actores vestidos normalmente.

Con los aplausos de los espectadores de fondo.

— ¡ Genial, Genial ! — gritaba Gilderoy Leonhart —. Aunque yo lo habría echo mucho mejor.

— Ho, guarda silencio falsificante de cuarta — regañó Molly —. Harry, cariño estuviste maravilloso.

— Gracias, Señora Weasley — dijo Harry sonrojado.

— ¡ Draco !, estuviste genial — grito Astoria Greengras abrazándose al heredero Malfoy.

— Como era de esperarse — dijo Draco con frialdad, pero atrayendo suavemente a su joven prometida a su cuerpo.

— Lo que bien empieza, bien acaba, ¿ No es así, Minerva ? — preguntó Albus a su maestra de Transfiguraciones, mientras apreciaba la bella imagen de todos sus alumnos reunidos.
Los cuales llevaban una gran sonrisa en sus caras.

— Si, Albus.