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Un potente latido puede tener infinidad de hipótesis no descubiertas, sin embargo, existen dos que el universo tiene presente a cabalidad. La primera puede referirse a juventud, fuerza y la señal de que una larga vida acaba de comenzar. La segunda representa lo contrario y se define como el mayor temor de varios cuando se acerca nuestro fin. Es el último esfuerzo que hace nuestro corazón antes de perecer por completo y estamos expuestos a eso cuando inalamos nuestra primera respiración. A partir de ese día somos consientes de que nuestro final puede estar a kilómetros y kilómetros de distancia o a tan solo la vuelta de la esquina.
Un misterioso placer psicótico fusionó sus mundos en la etapa más memorable pero también la más caótica que tenemos en lo que persiste nuestra existencia, la adolescencia. Ese tiempo que tan loco vuelve a nuestros padres por lo rebeldes que podemos llegar a ser ya que nuestra ideología gira en torno a que somos mayores, podemos valernos por nuestros esfuerzos, que tenemos el mundo agarrado de las riendas y lo podemos manejar a nuestro antojo. Ellos se aferraron a esa creencia. Creyeron que la Tierra no sería nada sin la desbordante y desmedida maldad de los adolescentes debido a eso crearon toda una organización en los confines del infierno, como ellos lo llamaban, en la que le quitaban a cada persona "sobrante" el órgano que no necesitaba para vivir por el simple hecho de no ser merecedor de el según criterio propio de todos.
No eran malos sino que su falta de raciocinio los convertían en seres despreciables y altamente peligrosos para todo aquel que estuviera en un radio de diez kilómetros.
Eran fríos, calculadores y al estar siempre acostumbrados a ocuparse de su trabajo los hacían personas sin temores...total, ¿qué otra cosa peor que sacarle un riñón a alguien sin ningún pudor?.
No tuvieron vida, a no ser que drogarse, ir a peleas callejeras y carecer de felicidad se incluya en el concepto. Nunca se preocuparon por nada, ni por su familia, ni por sus estudios y mucho menos por su futuro hasta ahora que los siete habían construido lazos irrompibles los cuales eran unidos por un simple pero fortísimo latido de corazón.
Y así comienza la historia. En ese lugar que produce escalofríos y náuseas. Dentro de un viejo túnel casi sin luz a excepción de bombillas amarillentas en el agrietado techo mohoso. Donde las ratas, cucarachas y animales propios de la podredumbre tenían su hogar y se paseaban como lo propio. En el interior de un pequeño cuarto no muy diferente al ambiente exterior los dos jefes de la reducida organización estaban por culminar la operación número cinco correspondiente a ese día.
Las cuchillas y el algodón ensangrentado que se iban acumulando durante el procedimiento eran desechados en un descuidado y mal cubierto cesto junto a la oxidada camilla de operaciones robada de un hospital hacía varios años atrás.
Las cuatro manos cubiertas por guantes manchados del rojo líquido vital cosian la herida de proporciones mediana que fue necesaria abrir para poder extraer uno de los riñones del candidato elegido.
—Listo. Hemos terminado— el mayor de los dos. Un chico de cabello castaño, ojos marrones y piel morena cortó el hilo sobrante con unas tijeras pequeñas y luego las arrojó a un recipiente lleno de alcohol etílico destinado para la desinfección del material utilizado.
Rodeó la camilla y monitoreó los signos vitales cuidando de que fueran estables y no hubieran complicaciones. Desechó los guantes y lavó sus manos en la pila incrustada en una de las paredes cercanas a la puerta de salida.
—¿Crees que será suficiente con lo de hoy?— preguntó Jungkook luego de copiar los pasos antes hechos por Namjoon.
Ambos salieron al pasillo que conectaba a todas las salas y comenzaron a caminar rumbo a lo que llamaban la suite principal. Aunque estaba desprovista de lujos podían asegurar que su aspecto era mucho más agradable que todo lo demás.
—Tiene que bastar. Hemos cubierto todos los pedidos, incluso en algunas ocasiones entregamos de más, por un día que falte uno no pasará nada.
—Supongo que tienes razón— agachó su cabeza y comenzó a contar los pasos conforme avanzaba.
—Dile a Suga que dentro de media hora lleve al paciente al mismo lugar de donde lo sacó. Ni un minuto más ni un minuto menos, la anestesia no durará mucho por lo que es necesario no abusar del tiempo disponible— desvió su camino hacia el lado del túnel que conectaba con el exterior.
—¿A dónde vas?— detuvo su andar al ver alejarse a su compañero.
—Voy a pactar la hora de la entrega, vuelvo en unos minutos— informó sin mirar atrás.
Jeon Jungkook era una persona de muy pocas palabras pero siempre demostraba la más absoluta de las preocupaciones por todos sus hermanos, así los consideraba, como los hermanos que nunca había tenido. Su antigua familia era un caos total. Sus padres peleaban todo el tiempo. Se llevaban incluso peor que el perro y el gato. Los insultos viajaban de ida y vuelta por toda su casa. Nunca hubo paz y tranquilidad entre las cuatro paredes a las que alguna vez había considerado un hogar.
Pero ahora era todo muy diferente...
Ese túnel de mala muerte en el que vivía; para él, merecía mucho más el título de Hogar dulce hogar y así lo afirmaría ante cualquiera que le preguntara.
Tomando el sendero contrario al de su hermano llegó hasta la más grande de las habitaciones dentro de toda la "vivienda".
Sus compañeros lo observaron interrogantes en cuanto pisó el interior del lugar. Les extrañó no ver a Namjoon acompañándolo.
Él usualmente no se encargaba de los horarios así que era un motivo para desconfiar, más no para cuestionar. Si había algo que el jefe odiaba era que le exigieran explicaciones u opinaran acerca de algo que ya había sido decidido.
—¿Dónde está Namjoon?— demandó Seokjin.
Desde que los conocía a todos, el moreno y aquel pelirojo salvaje eran pareja. Una a la que él envidiaba en demasía porque el amor que salía por sus poros contagiaba a todo el que estuviera cerca. Siempre llenos de ese sentimiento genuino que le había hecho falta en su juventud pero que ahora le sobraba gracias a las personas maravillosas con las que compartía su día a día.
—Tenía que pactar la hora de la entrega, en seguida estará con nosotros— eso quería creer. Contando sus movimientos como hacía siempre se situó a un lado de Suga en el sofá. Estiró su brazo sobre el espaldar y acarició el hombro de Park Jimin que se encontraba a su otro costado. Aquel chico mayor, si de edad se trataba, pero que con su actuar mostraba el dulzor e infantil carácter de un niño al que le habían jodido la vida y del que siempre había deseado más que un cruel rechazo.
A todos allí los habían jodido de alguna manera. Cada quien tenía historias de vida muy diferentes con la única semejanza de que las desgracias y el desamor estaban presentes en las tragedias de las siete familias innombrables entre ellos.
—Namjoon quiere que regreses al hombre a donde lo encontraste— ignorando las quejas de Park por su toque le informó a Suga la orden de su superior.
El mencionado resopló. Últimamente no era de su agrado transportar muertos vivientes en una carretilla por todo el laberinto. Se estaba cansando de ello y no tenía miedo a expresarlo. Ese era su carácter, necio, obstinado. Extrañaba el estilo de vida sedentario que llevaba hacía un año atrás.
Se levantó del asiento de un salto— me estoy cansando de esto. Necesito hablar con Namjoon para que me asigne otra tarea. No me gusta traer y llevar personas, es algo estresante.
—No te conviene que te quejes. Gracias a eso tienes comida a diario. Aprende a ser agradecido— la voz firme de Jung Hoseok lo hizo girar su rostro y encararlo.
Jay H como era conocido por todos era alguien dócil y amigable con los amigos, sin embargo, medía y cazaba a los enemigos como el halcón a su presa. Los divisa desde lo alto. Traza la posible trayectoria de escape y se lanza en picada cual bala al salir disparada del cañón de una pistola.
Su pasado resultaba ser el más trágico de todos. Cuando tenía ocho años varios hombres vestidos de negro irrumpieron de madrugada en su casa. Mataron a su madre, padre y dos hermanos. Hacerse el dormido le salvó la vida pero no pudo decir lo mismo de su familia. Poco después, cuando fue mayor, aprovechó varias de sus habilidades como la investigación y se enteró de que la tragedia había sido porque el idiota de su padre debía millones de dólares a la mafia japonesa, mismos que no pudo pagar y que le cobraron con su vida y la de sus seres queridos.
Suga soltó una carcajada sonora al escuchar las palabras de Hoseok. El sabía ser agradecido pero ellos se pasaban de lamebotas.
—La mitad de lo que dices es cierto. Y soy agradecido por ello; pero, yo no les he dicho que me paguen la comida. El dinero que gano, mejor dicho, ganamos está todo en nuestras cuentas de banco y no lo podemos retirar por el simple hecho de que si ponemos un pie fuera de esta pocilga, nos matan— su estrecha mirada aún perforaba agujeros en el rostro de Jay H.
—Tú escogiste esta vida yo no te forcé o te puse una pistola en la cien para que aceptaras— mencionó Namjoon tras aparecer por la puerta sin ser visto— si quieres irte puedes hacerlo, pero antes, tienes que llevar al último paciente de hoy a su destino. Luego de eso puedes hacer lo que quieras— se acercó a su Jin. Rodeó una de sus manos en su cintura y depositó un casto beso en sus labios.
Suga abandonó el lugar maldiciendo por lo bajo.
Todos conocían la forma de ser de aquel chico pelinegro. Se quejaba por todo pero a la hora cero daba su vida por la de ellos. Era de esos hermanos que no se permitían perder. Esa protesta que había hecho la hacía en cada trabajo que se le asignaba así que ya estaban acostumbrados a eso, tanto así que no le hacían caso a sus palabras.
—¿A qué hora será la entrega?— el alien del grupo conformó aquella pregunta.
Kim Taehyung fue encontrado en un contenedor de basura cuando tenía pocos días de nacido. Estaba deshidratado, hambriento y sucio cuando una monja lo recogió y lo trasladó hasta el orfanato donde ejercía el cargo de directora. Allí fue criado adoptando aquel apodo debido a sus ocurrencias y forma de actuar extrañas.
Luego de que cumpliera la mayoría de edad conoció a sus hermanos actuales y se unió a ellos. Nunca quiso buscar a su familia. Él mismo decía que no valía la pena y mucho menos el esfuerzo buscar a personas que lo habían dejado abandonado sin pizca de humanidad.
—El vigilante que está afuera me informó que será a la media noche— el castaño tomó asiento junto a Hoseok y sentó a Jin en sus piernas.
—Me parece extraño. Normalmente se hace a las diez u once— intervino Jungkook. Sabía que desde que trabajaban para los Aqueronte* el horario era de carácter fijo, jamás lo habían cambiado.
—Tienes razón pero no quise intervenir en esa decisión. Nuestro trabajo es extirpar los órganos. La hora de la entrega o lo que hagan con la mercancía no tiene porque importarnos. Lo que nos corresponde, por hoy, ya está terminado.
Nadie pronunció palabra alguna o se exaltó en protesta, sabían que Namjoon tenía toda la razón.
La sala quedó en silencio por breves segundos. No había nada de que hablar solo aguardaban la hora de la entrega para irse todos a dormir sin preocupaciones hasta que un nuevo día marcara el inicio del trabajo.
Pero un Suga mal herido entró trastabillando y calló al suelo desangrándose.
Todos se alarmaron. Se levantaron rápidamente de sus asientos. Jin y Jimin se apresuraron a socorrerlo y Namjoon con arma en mano se agachó a su costado.
—¿¡Qué diablos a pasado!?— vociferó preocupado al ver el estado demacrado de su hermano.
—De..dejé el cuerpo de don..donde lo saqué— había perdido mucha sangre y se le dificultaba un poco mantenerse despierto pero tenía que decir lo que había ocurrido a sus hermanos, de lo contrario, estarían también en peligro— la po..policía estaba allí— parecía que habían enganchado plomos en sus párpados— alguien tu..tuvo que decirles lo que había pa..pasado. Me dispararon pero logré es..escapar. Lo siento, no tuve cui..cuidado. No se si alguien me si..siguió.
—Tranquilo Suga— palmeó suavemente el hombro de su ahora dormido hermano y se giró para estar de frente a los demás— Jungkook, tú vienes conmigo. Vamos a explorar el exterior. Jay H y Taehyung revisen los laberintos. Jin y Jimin— fijó su mirada en estos dos últimos— confío en sus habilidades y conocimientos de medicina. Lo dejo en sus manos.
—No te preocupes amor. Solo tenemos que retirar las balas de su hombro y pierna y hacer una transfusión de sangre. Va a estar bien— aseguró Jin. Con ayuda de Jimin lo llevaron hasta el sofá y comenzaron con su trabajo.
—Nosotros nos vamos. Estén preparados por si nos están esperando. Mantengan el intercomunicador encendido para estar en comunicación. Si hay algo sospechoso no actúen solos, saben que tenemos refuerzos que nos ayudarán.
—De acuerdo Nam— coincidió Hoseok.
Una vez estuvo trazado el plan salieron al exterior y cerraron la puerta de la suite principal en donde había quedado Suga. Así estarían más protegidos y tendrían tiempo de informar en caso de un ataque sorpresa.
Se dispersaron en cuanto los caminos se dividieron. Cada quien tomó la ruta de acorde con la tarea asignada, siempre manteniendo el tercer ojo en fase de alarma.
—Informe— demandó el moreno a los hermanos que habían tomado la ruta contraria a ellos.
—Hasta ahora está todo tranquilo. No hay rastros de que alguien haya irrumpido bruscamente. El seguro de las puertas están en orden. Tampoco hay ruidos a excepción de las goteras, las ratas y el agua que corre por las alcantarillas debajo de nuestros pies.
—Gracias Hoseok. Si hay alguna alteración ya sabes que hacer— susurró lo más bajo y audible posible. Estaban llegando a la puerta de salida.
—Entendido. Cuidado allí fuera. Podría ser una trampa.
—Esperemos que todo sea una falsa alarma— añadió antes de cortar la comunicación.
Las botas negras que protegían sus pies se adherian paulatinamente al suelo roñoso y desnivelado por el que, callados, caminaban. La reja cubierta de orín* que conectaba la vida exterior con el interior de las alcantarillas se hallaba a pocos pasos de su posición.
Sus manos firmes sobre las pistolas 9 Glock 19 4ta generación* que destinaban para defenderse en situaciones críticas gracias a su fácil manejo ambidiestro.
—¿Estás listo?— señalizó Namjoon cuando tan solo quedaban cinco pasos para llegar.
Aprender a sobrevivir en un mundo lleno de criminales los habían llevado a la práctica de diversas maneras para comunicarse y una de ellas era el lenguaje de señas muy común entre las personas sordomudas. Mismo que habían memorizado sin ningún esfuerzo.
—Si. Pero hay un problema— respondió moviendo sus manos— ¿qué ocurrirá si nos descubren? No podemos permitir que nos vean primero. Tenemos que llevar la ventaja.
Se encontraban agachados cubriendo sus cuerpos con el pequeño muro de cemento debajo de la rejilla.
—Primero vamos a comprobar el exterior con los binoculares. Si no encontramos nada llamaré a Hoseok y a Taehyung, ya no les debe faltar poco para terminar su revisión en el interior. Ellos nos pueden ayudar a explorar— se tendió boca abajo en el suelo. Apoyó los codos en esa superficie y soltando la pistola colocó el instrumento óptico frente a sus ojos.
Observó todo el exterior. Los frondosos árboles que rodeaban el túnel se mecían con la brisa nocturna que los azotaba. Los animales de la penumbra se quedaban mirando, sus ojos brillaban como el fuego en la oscuridad.
Levantó un poco su cabeza para permitirse inspeccionar la copa de los árboles. Nada extraño se movía, excepto un punto de luz roja que solo fue visible por un segundo. Frunció el seño mientras masacraba su fino labio inferior. No podía ser lo que estaba pensando. Pero no quería arriesgar la vida de todos allí dentro. Por ahora buscarían una solución. Volver al interior sería lo mejor.
—¿Ves algo?— Jungkook tocó su hombro para que la pregunta formulada con sus manos llegara hasta su campo de visión.
El moreno ató el artefacto a una de las trabillas de su pantalón para quedar con las manos libres.
—Tenemos que volver. Cuando estemos todos juntos explicaré la situación— rodó sobre su estómago y dio la vuelta. Se arrastraron por el suelo hasta que la luz de la luna se perdió en la oscuridad.
Ambos se levantaron y echaron a correr por el pasillo hasta donde de encontraban Jin y Jimin atendiendo a Suga.
—Namjoon, ¿qué está pasando? ¿encontraron algo? ¿Necesitan ayuda?. El alien y yo terminamos la inspección. Nadie ha irrumpido en las alcantarillas. Todo está en orden— se escuchó la voz de Hoseok a través del intercomunicador.
—Vamos a reunirnos todos en la suite principal, allí les contaré.
—Está bien. Ya estamos cerca.
Cuando entraron a la sala Suga tenía mejor semblante y se encontraba despierto.
—¿Estás bien?— preguntó Jungkook mientras se sentaba a su lado.
—Un poco mejor.
—Ya le sacamos las balas. Tenía dos en el hombro y una en la pierna. Por suerte ninguna tocó alguna arteria, de lo contrario las complicaciones hubieran sido mayores— informó Jin cuando se acercó a su novio.
—¿Qué fue exactamente lo que viste?— cuestionó Namjoon.
Quería saber más. Tenía una sospecha y cada detalle sería crucial en su hipótesis.
—No estoy seguro. Parecían policías. Tenían armas como las nuestras y perros. Unos muy grande. Por suerte para mí no los soltaron cuando escapé porque no estaría contando esto ahora— se reincorporó en el sofá hasta que logró sentarse.
—Ya estamos aquí. ¿Qué fue lo que pasó?— entraron Jay H y Taehyung un tanto agitados por la carrera.
—Tenemos problemas y unos muy serios.
Aqueronte: Uno de los cinco ríos del inframundo que forma la frontera entre el mundo de los vivos y de los muertos. En esta historia es el nombre de una organización dedicada a vender órganos en el mercado negro.
Orín: Óxido rojizo que se forma en la superficie del hierro por la acción del aire húmedo.
Pistola 9 Glock 19 4ta generación: Con el probado calibre 9x19 está muy difundida entre los organismos de seguridad de todo el mundo. Además de su utilidad como arma convencional de servicio es apropiada para ser portada de modo cubierto o como segunda arma.
Pulsatio: Es una palabra en latín que significa "latidos" o "latidos del corazón".
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