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12.- Enfrentamiento.

Un abrazote grandotote para todos los que siguen esta historia, los quiero :3

                                                                o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Sonreia hipocritamente, sus ojos ámbar se posaron con repudio en el abultado vientre de Carrie que aguardaba que dijera algo. Kardia desconfiada permanecía a lado de su amiga, lista para atacar al extraño.

—disculpa ¿ Cual es tu nombre querida?—preguntó Radamanthys.

—¡ Qué te importa!—gruñó Kardia.

—te pareces a alguien que me gustó mucho—acotó el inmortal pasando por medio de ambas sin su permiso—era realmente hermoso como tú.

Kardia cerró los puños con fuerza tanto que las uñas laceraron la piel de las manos, él le daba mala espina.

Se volteó hacia su amiga para murmurarle en voz baja que se retirara a su habitación que ella se encargaría.

—¡ No te dejaré!—murmuró Carrie—mira como te está observando.

—yo puedo defenderme, además estas embarazada y debes cuidar al bebé—la empujó hacia el pasillo rumbo a su habitación—prometo que estaré bien.

Renuente Carrie obedeció, le preocupaba su amiga quién desde la visita de aquel hombre no era la misma mujer bromista y sarcástica, a veces la oía en las madrugadas murmurar en sueños, las constantes manifestaciones de su vida pasada la atormentaban, escribía maldiciones para frenar que aquel hombre la dejara tranquila.

Radamanthys sabía que ella era Kardia, aquel humano que maldijo a Dégel, ahora que lo había encontrado le faltaba hallar al humano que asesinó a Camus para encomendarle nuevamente la espantosa misión de acabar con él.

—sé que él las vigila.

Ella se cruzó de brazos.

—a nadie importa.

—a mi si—deslizó el largo abrigo negro sobre sus brazos para ponerlo sobre una silla—porque fuiste su amor y ella lleva a su bastardo reencarnado.

Una certera patada en sus costillas acalló aquellas venenosas palabras, el golpe hizo tambalear a Radamanthys que jamás en su larga vida se iba a encontrar con una mujer con esa fuerza "bruta".

—bastardo tu abuela—pisoteó su pie—ese bebé es mi responsabilidad.

Se detuvo al pronunciar aquello... ¿ Desde cuando se había atribuido esa responsabilidad?

—no puedes protegerlo—dijo con sorna el rubio—maldeciste a su padre. Y además te acostaste con él...

Carrie que se había quedado cerca, pero oculta casi se le cae la mandíbula al oír aquello.

—¡ Calla!—escupio colérica.

—fuiste suya cuatro veces, pude oler su repugnante perfume en ti que a pesar de los días, aún está impregnado—trató de sentarse en una silla, pero ella lo aventó al suelo.

Al parecer Radamanthys le gustaba que lo maltraran. Sin protestar se levantó.

—lo odio al igual que a ti...

—dirás que lo amas... Lo deseas...

—¡ Nunca!

—veremos preciosa—se sacudió su ropa—ya las visité y ya me voy.

Lanzó la puerta tras suyo, al voltearse Carrie la miraba con reproche su expresión exigía una explicación a lo que había oído.

—no es lo que piensas...

—dices que lo odias sin embargo te acostaste con él... Para qué bando juegas...

—están locos, sólo quiero información para salvaguardar al niño.

—pero tampoco tenías que haber recurrido a eso.

Ella desvió la mirada incómoda, si su amiga se enteraba que lo había hecho esa noche y madrugada varias veces con él en su departamento y mueble, desconfiaría de ella.

—ellos tienen dioses, él... En sus tiempos fue poderoso...

La rubia pudo notar la desesperación de la que era presa su amiga que con ademanes le trataba de explicar que todo era un plan para alejar a ambos inmortales del niño no nacido, Kardia creía que Dégel estaba obsesionado con ese asunto del niño y que ese asunto de que él era la reencarnación de su hijo eran mitos.

―mira, mis ancestros lograron herirlo hay una prueba, existe un pedazo de lino manchado de la sangre de Dégel Von Shielfs que simboliza un trofeo de guerra para nosotros―le mostró una foto del mentado objeto―¿ves no fue un capricho?

―y como justificas el hecho de que tuviste relaciones con ese maniático obsesionado con mi bebé―cuestionó frunciendo el ceño.

―ya te dije que es por buscar la forma de proteger al bichito.

Carrie creyó finalmente en los argumentos de Kardia quién aliviada fue a la cocina y trajo dos manzanas, la pequeña mascota de la última mencionada caminaba de aquí por allá pegada a sus talones y mirando con desconfianza todo movimiento que no sea para ella conocido.

—en ese caso—mordió un pedazo de la fruta―tenemos que estar alerta.

***********************

Ese día a las 19:00 pm.

—tome señor—Unity muy solícitamente le extendió unos atados de unas hierbas que Dégel tomó con desespero—¿qué hará con eso?

El doloroso cambio que sufría el bello hombre todos los días lo debilitaba terriblemente tanto que había investigado últimamente, alguna forma de paliar los dolores que permanecían minutos después de ese cambio. Descubrió algunas plantas, las cuales ordenó a su jardinero que las sembrara en grandes cantidades para tener lo suficiente durante un año.

—maldito dolor—murmuró entrecerrando sus ojos―dile a la cocinera que me prepare una infusión de menta, rápido―tomó la mencionada planta y se le dio.

Extrañado Unity abandonó la habitación, Dégel que permanecía de rodillas en el suelo y la vista gacha se puso de pie con suma dificultad y rechinando los dientes. Cayó pesadamente sobre el amplio colchón a la vez que soltaba el resto del atado soltante.

―aún tengo que sufrir un mes y medio.....

Su infusión llegó de las manos de Unity que lo ayudó a acomodarse para que beba su infusión, mientras esperaba que el agua se calentara y agregar la menta, la cocinera le reveló que la menta servía para calmar los dolores al igual que el romero y el gingko ya que decían que el sistema nervioso de Dégel se alteraba y sus tejidos se inflamaban produciéndole aquel dolor.

Se preguntaba cómo él soportaba eso y cómo lograba que su cuerpo volviera a estar como si nada al pasar aquello.

―al principio pensé en hacerme el valiente, pero con el paso de los siglos el dolor era peor hasta que un día no pude pararme por una hora y al recuperarme decidí que debía hallar un método para disminuir mi sufrimiento―respondió al leer su pensamiento―no te asustes―sonrió débilmente―mi poder es leer mentes.

―y eso de que su hijo.... bueno de sangre no lo es....

―cuando él nazca de nuevo, yo dejaré de padecer como un mortal y recuperaré mi poder y gloria―terminó el último sorbo de la infusión―¡gracias Unity!

Con una reverencia se retiró llevándose la vajilla, la menta hizo efecto minutos después por lo que ya pudo pararse bien e ir a su armario a buscar qué ponerse pues quería " visitar a Kardia" a la que no había ido a ver desde esa noche en que la tuvo en sus brazos.

Tal como lo había dicho al ser maldecido siglos atrás por la anterior reencarnación de ella, no la dejaría en paz.

Más tarde, a eso de las 23:00 pm.

—¿ aún no duermes?

Aioros saltó en su lugar al oír aquella tétrica voz trás suyo, Radamanthys se había presentado en su habitación donde traducía de unas hojas viejas, las memorias de Sargón. Su pequeño hermano dormía plácido acompañado de un gato amarillo en la cama del mayor.

—no llames a Sisifo—le cerró el paso—no vine a hacerte daño, porque sé lo valioso que eres para él.

—¡ Cid!—llamó al mayordomo.

—ya te dije mocoso—cerró la puerta usando sus poderes mentales—no me interesa hacerte daño, me llamas la atención porque tienes la capacidad de traducir lenguas muertas.

Desconfiado, Aioros apartó el legajo de papeles a la vez que rodeaba el escritorio y adoptaba una posición protectora hacía su durmiente hermano. Oyó los golpes de la puerta, era Cid que había acudido a su llamado, Radamanthys insultó en una lengua desconocida mientras se escondía en un rincón y se desaparecía.

—¡ Aioros! ¿ qué sucede?—preguntó Cid, quien desde hacía 25 años era la mano derecha de su padre.

Este hombre era de origen español cuya familia provenía de Aragón y había sido de las pocas familias humanas que no odiaba a los inmortales, su cabello corto negro contrastaba con sus ojos violáceos oscuros que rara vez mostraban emoción salvo cuando uno de ellos le sucedía algo. Cid era como un segundo padre para él y Aioria.

Por instinto miró hacia el rincón donde había estado Radamanthys, el mayor siguió su mirada.

—¿alguien estuvo aquí?

—Radamanthys—dijo Sisifo presentándose en la habitación—¡ sal de ahí!

Cid trataba de ver hacia donde el castaño dirigía su voz, no veía nada, pero Sisifo si. Insistió dos veces más hasta que una risa sádica se oyó de entre las sombras y entonces se materializó Radamanthys.

—no creí que entre tus poderes estaba detectar mi presencia.

—los tengo desde siempre, sólo que sirven para detectar a presencias con alma oscura como tú—respondió mientras tanto Aioros tomaba a su hermano y Cid al gato y a un gesto de Sisifo, se marcharon.

—ja—se cruzó de brazos—no puedes hacer nada contra mi, soy el líder de todos ustedes incluso del vejestorio ese que delira con su hijo.

—sólo de Europa—respondió triunfante—el Concejo Inmortal está por encima de ti. Y además somos tres quienes no te reconocemos como tal....

El rubio apretó la mandíbula colérico, esos tres eran Sisifo, Dégel y Eleonor quienes eran considerados como los " más importantes de los inmortales"; no obstante Dégel en vista de su maldición no participaba mucho en las reuniones y su poder estaba disminuido, Eleonor se mantenía al margen y de vez en cuando visitaba a Sisifo.

—ese bastardo no volverá a nacer... haré que muera de nuevo como lo hice hace 550 años—se refirió a Camus quién aún no nacía

La sospecha de que tuvo algo que ver con la muerte de Camus se confirmaba, ahora sólo faltaba hallar al hombre o su reencarnación quién influenciado por Radamanthys arrebató la vida a Camus.

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