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XXIII (Parte II)

Contenido +18

 

—Yo quiero todo contigo, ¿no lo ves? Todo. Siempre he querido todo contigo, eso no ha cambiado ni va a cambiar. Nunca.

Tony tomó las palabras de Peter como una autorización e inclinó su rostro para volver a besarlo, mientras deslizaba los pantalones y la ropa interior del chico fuera de sus piernas con una experiencia nata. De los labios de Peter se deslizó hacia su mentón y dejó un rastro de besos mariposa hasta llegar a su abdomen, en donde se detuvo por unos segundos y chupó con suavidad una marca de amor sobre la piel lisa y dura del chico.

Cuando llegó al lugar donde quería llegar, se alejó un poco solo para admirar la belleza de su hermoso Peter, quién tenía las mejillas sonrojadas, los labios entreabiertos y los ojos cerrados.

Acercó su mano izquierda a la erección del chico y la tocó y la acarició, los labios rosados de Peter se abrieron un poco más liberando un par de suspiros de placer. No se contuvo más y se inclinó hacia adelante para llevarse el pene de Peter a la boca, degustando el sabor amargo y salado del presemen.

Peter gimió ruidosamente y hundió sus caderas sobre el colchón de la cama antes de volverlas a subir un poco. Tony sabía que cualquier sensación que Peter sintiera, la sentía al doble o triple de lo que lo sentía un humano normal, así que era seguro que esa regla se aplicara al placer también. Con ese pensamiento en mente, chupó la cabeza del pene del chico y pasó su lengua por la hendidura. Se apoyó con su propia mano y acarició la base mientras intentaba llevarse la cabeza a la garganta, cuando lo logró, las caderas de Peter se sacudieron y una carga de semen salpicó su garganta.

Tony lo tomó todo, jugando con la sensibilidad del chico después de haberse corrido.

Se lamió los labios cuando se separó y sonrió al ver las mejillas aún más rojas de Peter. Claramente, se sentía avergonzado por haberse corrido tan rápido, pero a Tony no le importó. Después de todo, Peter aún rozaba la virginidad y no tenía demasiada experiencia.

—Me encanta tu sabor —murmuró con voz suave y ronca, sabiendo que eso lo volvería loco—. Me encantas todo tú.

Peter gimió quedamente, aún con los ojos cerrados. Tony sacó lubricante y se tomó su tiempo jugando con las zonas erógenas de Peter antes de comenzar a prepararlo.

No se sorprendió cuando Peter se adaptó a la intromisión de sus dedos con rapidez (después de todo, el chico era rápido adaptándose a cualquier cosa y las habilidades le ayudaban), en cambio, se dedicó a buscar el punto que lo volvería loco.

Peter, efectivamente, gimió, se estremeció y se arqueó en el colchón cuando dos de sus dedos rozaron su próstata. Su erección se volvió a erguir debido al placer, Tony decidió entonces hacer la experiencia inolvidable, así que jugó con el chico hasta que lo tuvo casi sollozando por el placer. Sus dedos se arquearon y estiraron a Peter de manera lenta y enloquecedora, tocando su próstata de vez en cuando para restarle el dolor.

—Tony, por favor —Peter rogó, arqueándose de nuevo cuando la punta de sus dedos presionaron su punto dulce.

—¿Por favor qué, precioso? Háblame. Dime lo que quieres.  

Llevó su mano libre a la erección de Peter y lo acarició, sabiendo que estaba llevándolo al borde del orgasmo cada vez más.

Fóllame —pidió Peter entre jadeos—, estoy listo. Por favor, por favor, por favor.

Presionó una última vez sus dedos sobre la próstata de Peter y después se retiró de su interior. Volvió a inclinarse hacia adelante y besó húmedamente a Peter antes de volver a alejarse.

—¿Quieres que me proteja?

—No —Peter negó, puso una mano sobre su corazón y le sonrió—. Confío en ti.

El pecho de Tony se llenó de calidez, lo que lo hizo sonreír y querer besar al chico hasta cansarse o quedarse dormido, pero no hizo ni una cosa ni la otra. En cambio, se acomodó mejor entre las piernas de Peter (las cuales se envolvieron alrededor de sus caderas en un momento) y usó una cantidad abundante de lubricante sobre su erección.

Hundirse en Peter era mejor de lo que Tony alguna vez había llegado a imaginarlo y tampoco se le asemejó cualquier otra sensación que había sentido antes. El calor a su alrededor fue intenso, por lo que se permitió a sí mismo gemir y disfrutar de la sensación. Sabía que solo era diferente y mejor porque era Peter, y amó más cada sensación de placer por eso mismo.

Peter era lo mejor que Tony había tenido en su vida y no estaba dispuesto a perderlo, no después de ese momento en el que por fin fueron uno.

—Te amo —murmuró, entrelazando sus manos con las del chico—. Te amo, te amo, te amo.

Los ojos de Peter se iluminaron aún más cuando sonrió y susurró un: —Te amo infinitamente.

Las piernas alrededor de sus caderas se apretaron y se balancearon delicadamente, por lo que Tony lo tomó como un incentivo para moverse y comenzar con las penetraciones. Estableció un ritmo suave y profundo de penetraciones al principio, buscando la próstata de Peter y darle más placer.

Cuando la encontró, Peter se arqueó contra su cuerpo en medio de sollozos y apretó sus manos, entrelazadas, con una fuerza moderada.

—Más, Tony, dame más. —Peter liberó una de sus manos, tomó su rostro y lo hizo mirarlo—. Dame todo de ti, lo quiero todo. Todo.

Sintió una pasión y un fuego intenso bullir en sus venas. Besó a Peter con un poco de dureza —sin lastimarlo— y aumentó la rapidez de sus embestidas, tocando su próstata una y otra vez, hasta que el chico enterró el rostro en su cuello de nuevo y sollozó de placer. Tony lo jodió como nunca antes había jodido a nadie más y disfrutó de cada gemido, jadeo y sollozo que Peter le dio.

Peter se arrastró al borde del orgasmo con rapidez, Tony ni siquiera necesitó tocarlo. Bastó con penetrarlo un par de veces antes de que Peter se apretara a su alrededor y manchara el pecho y abdomen de ambos con su semen.

Tony solo necesitó embestirlo unas cuantas veces más antes de liberar su semen en el interior cálido del chico.

Oh —Peter gimió, apretando más las piernas alrededor de sus caderas—, puedo sentirte tan cálido y profundo dentro de mí.

Dejó que el chico se abrazara a su cuerpo y besó sus mejillas aún manchadas de rojo, mientras sentía la respiración pesada de Peter en su barbilla y parte de su cuello.

Antes de que Peter cayera rendido sobre las almohadas, lo besó una vez más y le prometió, con una voz llena de amor y cariño:

Juntos.

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