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ყαɳɠɱเ

-¡Buenooosss díaaasss!

-¡Santa mierda, YangMi!¡Son las seis de la mañana!¡No grites!

-Pero si eres tú el que está gritando.

-¡Porque tú empezaste!

-Así y todo me amas, lo sé.

Su gruñido sólo me sacó una carcajada, misma que se vió amotiguada al mi boca chocar contra su pecho en el momento en el que me abrazó.

No miento cuando digo que me tenía al borde de la asfixia porque, entre mis brazos al frente cubriendo mis pechos, mi boca soltando aún carcajadas y esa fuerza con la que me apretujaba, en cualquier momento perdía el aire.

Si logré calmarme fue por las caricias que su mano repartía en mi cabello y espalda. Ya que estaba desnuda (como él) y se le hacía más fácil la tarea, y a mí más relajante.

-Gruñoncito...

-Dios, mi ángel. Hoy despertaste más pesada que de costumbre-su risilla me contagió.

-¿Sabes qué día es hoy?

-¿Sábado de descanso?

-¡Oye!-lloriqueé con un puchero-. Te lo dejé pasar ayer en la madrugada porque estábamos en otros asuntos, pero ya que no te acuerdes ahora es pasarse de la raya, Jeon JungKook.

Uno de sus ojos se abrió y me sonrió con descaro, acción por la cual lo miré con mi mejor mala cara.

-¿De veras creíste que me olvidaría de tu cumpleaños, Lee YangMi futura de Jeon?

Estoy segura de que mis ojos debieron brillar mucho por la risa que soltó.

Alejándose un poco de mí, estiró su mano y abrió la gaveta de su mesita de noche, de donde sacó una bolsita y la colocó sobre mi sien.

Emocionada, me senté sobre la cama, acomodándose él sobre mis muslos y mirándome fijamente con aquella sonrisa de conejito, y abrí la bolsita, la cual cayó directamente en el rostro de mi novio cuando saqué las dos cadenitas doradas que habían dentro. La una tenía un dije en forma de alas de ángel y un halo en su encima, y la otra tenía una nube de la cual salían tres rayos.

Con un soplido, JungKook apartó la bolsita de su rostro y me miró con ojos expectantes.

-¡Ahahah!¡Qué bonito, JungKookie!

A como pude y sin que las cadenitas salieran dañadas en el proceso, me abalancé sobre él de modo tal que ambos volvimos a quedar acostados en el colchón, sólo que yo estaba completamente sobre él, abrazando su cuello con mis brazos y como se trata de JungKook, él simplemente rió y cerró los suyos alrededor de mi cintura.

-Sé que pronto nos casaremos y que luego de eso tendremos otro par de anillos a juego aparte de los de compromiso...pero igual quise tener algo más que compartir contigo...a parte de nuestra vida, claro.

Sus mejillas estaban sonrojadas (dado que él no suele soltar tantas cursilerías de una sola...y menos cuando se trata de un detalle como aquel) y sus ojos vagaban por cualquier parte de mi rostro excepto mis ojos.

-¿Y qué haremos cuando tengamos un hijo...o dos...o tres...quizás cuatro?

Ahora sí sus hermosos ojos coincidieron con los míos y me sonrió.

-Ellos también tendrán sus cadenitas.

-¡Síii!-nuevamente chillé y volví a abrazarlo, ocasionado de nueva cuenta sus risas-. Vas a ser un buen padre, JungKookie...y vas a mimar mucho a nuestros hijos por lo que veo.

-Bueno, si así los puedo salvar de ser tan pesados como tú y hacerlos tan perfectos como yo, pues sí, los mimaré mucho.

-Eso dices ahora. Pero mucho que te encanta esta pesada personalidad que dices que tengo.

Ante me ceja enarcada, volteó la cabeza en otra dirección.

-Puede ser...

En medio de una risilla, llevé mis labios a su cuello y fui haciendo un camino de besos hacia su mejilla.

Allí enderezó su cabeza y nuestras narices rozaron, aprovechando nosotros para juguetear con ellas.

Mis ojos se cerraron involuntariamente, y en poco tiempo tuve los labios de mi gruñoncito cubriendo los míos en un suave beso.

Para cuando nos separamos, nos sonreímos mutuamente.

-Feliz cumpleaños, mi ángel.

-Gracias, bonito.

Logrando sentarme sobre sus muslos, me reincorporé y él imitó mi acción.

-Deberías dejar de hacer esos movimientos, sobre todo cuando estás desnuda y aún más si estás encima mío-su comentario me sacó una estrepitosa carcajada.

-Ya sabía yo que te habías tardado en soltar algún comentario de esos-aún risueña, centré mayor atención a abrir el broche de la cadenita con las alas y el halo para luego colocarla en en el cuello de JungKook...aunque para eso hubiese tenido que acercarme a él y hacerlo jadear.

Pero muy bien sabía yo que se trataba de puro dramatismo para mortificarme.

Cuando me alejé, ahogué un chillido en mi garganta al ver lo hermosa que le quedaba aquella joya. Él rodó los ojos e hizo lo mismo conmigo y la cadenita de la nube y los rayos.

-¡Lindo!¡Gracias, gruñoncito!

Otra vez lo abrazaba, mas en esta ocasión sus labios picaban una y otra vez en mi mejilla.

-No me des las gracias, mi ángel. Tú te lo mereces...igual que el desayuno que te prepararé, el cual tendrá todo lo que quieras porque te dejaré comer a tus anchas esta vez ya que andas muy glotona últimamente y yo, como buen futuro esposo, no puedo dejar que llegues a la obesidad.

Ahora la que rodaba los ojos era yo.

-Ni que estuviera tan gorda, JungKook.

-Tan gorda, no. Pero sí que has cogido unas libritas de más.

-¡Ash!¡Ya deja eso!-puchereé-¿Me vas a hacer mi desayuno o no?

Su risilla hizo temblar mis comisuras, pero aún así mantuve mi puchero, mismo que él besó cortamente.

-Está bien, mi amor. Pero vamos a ducharnos y recoger el cuarto primero.

Dicho y hecho. Luego de aquellas dos primeras tareas, JungKook me preparó un delicioso desayuno y me comí hasta las migajas bajo su divertida mirada mientras negaba con la cabeza.

Parecía no darse cuenta.

No mucho tiempo después, salimos a dar una vuelta en su motocicleta, deteniéndonos en varios parques para tomarnos fotos pues habíamos hecho una pequeña promesa de que, siempre que se nos fuera posible, haríamos lo mismo en todos nuestros cumpleaños.

De regreso hicimos una parada sorpresa en casa de YoonGi, Melissa y mi hermoso sobrino: MiYang, quien para entonces ya tenía cinco añitos.

-¡Tía!-enseguida que mi hermano abrió la puerta, mirándonos con impresión, MiYang vino corriendo a mí, trepándose en mi torso de un salto y yo, por supuesto, más que encantada, lo abracé con fuerzas-¡Felicidades, tiíta!

-¡Aww! Gracias, mi pequeño demonio-mordí su rechoncha mejilla, haciéndolo reír.

-Bueno ya, a ver, que es mi turno-devolviendo a MiYang en el suelo, YoonGi me apretujó tanto en sus brazos, que no pude evitar carcajearme-¡Felicidades, ruidosa!

-¡Gracias, bro!

-Amor ¿Quién...?-Melissa se asomó por el marco de la cocina y en cuanto me vió, chilló con emoción-¡YangMiii!

Y sí, ella también corrió hasta a mí y me abrazó

-¡Felicidades, cuñada hermosa!¡Ya son treinta y cinco!

Le hubiese respondido, de no ser por el carraspeo de mi prometido a mi costado.

-Hola, yo también estoy aquí...¿o es que finalmente mi deseo de ser invisible y así poder colarme en los baños de las chicas finalmente se ha cumplido?

-¡No!¡Eso no, tío!-con un puchero, MiYang se le acercó y se abrazó a sus caderas-. Papi y mami siempre me dicen que a las niñas hay que cuidarlas y tratarlas con cariño. No es correcto mirarlas cuando no tienen ropa, tío.

Ante su preciosa inocencia, todos soltamos unas risillas y JungKook le sacudió el cabello a su sobrino.

-No te preocupes, campeón, que yo sólo tengo ojos para tu tía YangMi y respecto a lo de la ropa...bueno, ya eso lo entenderás cuando seas más grande.

-Dejemos la plática y entremos-rió YoonGi-. La puerta de entrada no es un buen lugar para pláticas.

-Realmente nos sorprende su visita-Melissa y yo nos adelantamos en lo que JungKook caminaba a paso lento pues MiYang había decidido colgarse a su pierna y YoonGi sólo se les quedó viendo muerto de risa mientras cerraba la puerta-. Íbamos a pasar por su departamento, como todos los años, pero ya se nos adelantaron ¡Por suerte el pastel está terminando de hornearse!

-¡Oh!¡Podremos decorarlo juntos!-asentí sonriente.

Fue un cumpleaños bastante fuera de lo normal teniendo en cuenta que usualmente, cuando la fecha cae en uno de mis días libres, la paso en mi departamento y son YoonGi, Melissa y MiYang quienes me van a visitar.

Pero bueno, eso no quita que la celebración de mis treinta y cinco fuera tan simple como buena, por lo que quejarme no pude, puedo ni podré.

Decoramos y comimos el pastel (regañándome JungKook porque me había comido más de la mitad yo sola y en menos de dos horas), hicimos karaoke, vimos las películas de Marvel que MiYang quiso y finalmente, siendo casi las once de la noche, estábamos conversando en la sala.

El menor de la casa se negaba a ceder ante el sueño hasta que su tío y yo nos fuéramos, por lo que YoonGi adelantó su tradicional brindis de las doce y sacó una botella de champagne y otra de jugo de manzana (porque obviamente MiYang no se quedaría de lado), junto a cinco copas.

Fué cómico (como siempre) ver al niño sostener en su pequeña manita una copa tan grande, por lo que tuvo que auxiliarse de otra.

Mi hermano fue llenando las copas, y me sentí un tanto nerviosa cuando llegó a mí.

El brindis era por mí y yo no podía beber.

-Lo siento, Yoon, pero este cumpleaños acompañaré a MiYang con su jugo.

-¿Y eso por qué?-mi novio me miraba con el ceño fruncido y Melissa con una extraña mueca que no pude descifrar. YoonGi estaba igual que JungKook.

-Bueno, durante el embarazo no es bueno ingerir alcohol, y aunque sea una mínima cantidad, prefiero evitarlo.

La sala se quedó en silencio con mi respuesta.

Mi hermano y cuñada se miraban entre sí y JungKook me miraba a mí, con la boca más abierta que pez muerto.

-¡Sí!¡Te lo dije, YoonGi!-toda alegre, Melissa y su extraño baile contagiaron mi sonrisa. Por otro lado, YoonGi volteó a verme igual de feliz.

Y eso me hizo sentirme feliz a mí.

-¿Qué es embarazo, tía?-reí ante la pregunta de mi sobrino.

-Eso significa que pronto nacerá un bebé que se va a convertir en un lindo niño o niña, así como tú, y será mi hijo-expliqué, acariciando su cabeza.

-¡Sí!-enseguida me abrazó y apoyó su baribilla en mi pecho-. Ya quiero que nazca para que podamos jugar ¡Estoy contento!¿Tú también, tía?

-¡Claro, mi niño! Un hijo es lo mejor que le puede pasar a una persona...o al menos yo pienso así.

-Entonces...¿Por qué el tío está llorando?

Todas las miradas repararon en mi novio quien, en efecto, estaba llorando y me acerqué a él, algo preocupada.

Su expresión estaba neutra. Las lágrimas sólo rodaban, pero sus ojos seguían cada uno de mis movimientos.

Había dejado su copa sobre la mesita de centro y por ello sus manos acunaron mis mejillas tal cual yo las suyas; la única diferencia era que mis dedos limpiaban sus lágrimas.

-¿Eso es...eso es cierto?-me relajé al instante de oírlo preguntar. No era que dudaba de mí, sino que no se lo creía-¿No es una...broma?

Con una sonrisa, negué con la cabeza.

-Pensé que lo habías notado, gruñoncito. Llevo dos meses comiendo más de lo usual, hablándote de bebés, con ligeros mareos, uno que otro vómito y hasta con unas libritas de más que tú mismo notaste...

-Es que...Pensé que era esa enorme cantidad de comida que ingieres diariamente-sorbió por la nariz y me mostró una sonrisa tan amplia como deslumbrante-¿De verdad vamos a tener un bebé?

-Sí, JungKookie-solté una risilla, misma que se convirtió en un chillido cuando sus brazos encadenaron mi cintura y me alzó a la par que se colocaba de pie.

Tenía su cabeza escondida en mi cuello y se aferraba a mi cuerpo como si su vida dependiera de ello. Mis pies colgaban, y aunque me daba un poco de gracia, rodeé sus hombros con mis brazos y acaricié su cuello. Aún estaba llorando, sólo que se había escondido entre la piel de mi cuello y cabello para ocultarlo.

-¿Cómo es que logras hacerme tan feliz? Dime qué hechizos usaste.

Risueña, negué con la cabeza y besé su hombro.

-YoonGi, Mel, deben capturar este momento-me dirigí a ellos-. Ver a Jeon JungKook llorando es lo mismo que ver el cometa Halley.

-¡Oh!¿Qué es eso?-Miyang, siempre curioso, nos hizo reír.

Y en lo que mi hermano y cuñada le hacían la historia del curioso cometa que sólo una vez cada 70 años se puede ver, JungKook reincorporó su rostro y posó su frente en la mía.

-Tú lo pares, y yo le pongo el nombre-su intento de negocio me hizo reír a carcajadas.

-Eso ya lo veremos, Jeon JungKook.

Pues sí, ese fue un cumpleaños muy especial...

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