No todos los cuentos empiezan con "Había una vez"... Pero las buenas historias alguna vez lo tuvieron.

¿Era esta una buena historia? ¿Era acaso esta una historia sin corderos de sacrificio? No, no lo era.

Una bendición cayó del cielo, ¿Era una realmente? La consideraban así: Un acceso directo con sus creadores, no era ni más ni menos.

Una persona terminaba siendo un títere, alguien obligado a llevar el mensaje de los seres hasta el resto del mundo, o bueno, el poco mundo que se conocía en aquel entonces.

Una labor digna y respetada, incluso podríamos llamarla anhelada, pero el problema de esto es que no conocían la verdad guardada tras del telón.

¿Un castigo? ¿Un regalo? ¿Un premio? ¿Qué era exactamente? Varía la respuesta según el preguntado.

"Cantilever, ese será tu rasgo."

Una familia que lo recibió, lo acogió e hizo de eso magia.

¡Una idea revolucionara que cambiaría el curso de la humanidad! Y si que lo hizo.

Profecías nuevas eran anunciadas: Desencadenando gritos de esperanza o gritos de agonía. El destino podía estar en tu contra, o a tu favor, solo las estrellas lo sabían, y los únicos que podían darte las respuestas era aquella bandada de cuervos.

Todo parecía ser controlado por una ruleta, nada era acertado y la incertidumbre empezaba a controlar a las masas, lento pero seguro.

"¡No se lo lleven por favor! ¡Es mi hijo! ¡Es un recién nacido! ¡Por favor! ¡Morirá!" Desafortunadamente, su futuro ya había sido dicho, quedado escrito en piedra.

"¡Esto es una locura! ¡No hice nada!" Un espartano de buen corazón ejecutado.

"¡Sin ustedes nada de esto habría sucedido! ¡Gracias!" Al parecer alguien perdido fue encontrado.

"¡Esto es lo mejor que me a pasado!" ¿Una... fortuna?

Algunos encontraban seguridad, pasión, confianza; por el contrario de otros que recibían solo tragedia y desconsuelo.

Los oráculos pasaron de ser meros discípulos a ser comandantes de naciones enteras. Reyes, emperadores, señores feudales, incontables arribaban a pedir guía ante ellos: Terminaron siendo cabezas de muchas cortes sin si quiera saberlo.

"Un peón cruzó la línea. Se transformó en una reina."

'Demonios', 'Ángeles', 'Salvadores', 'Devastadores', los años fueron cambiando su percepción ante la sociedad, bailando sobre la fina línea del amor y el odio.

Amenazas de muerte, promesas de servicio, matanzas, lealtad: Los Cantilever ya no eran considerados seres vivos, probablemente nunca lo fueran para empezar. La protección de Apolo ya no servía, al menos ya no para su supervivencia.

"Ya no quiero formar parte de esto."

"¡Una fiesta en nuestro honor!"

"¿Los dioses nos abandonaron?"

"El emperador quiere conocernos."

"No soporto más."

"¡gArYaUcDiAa!s"

Despojados de sus derechos, perseguidos como criminales.

Adorados como divinos, con riquezas y dones.

Dos realidades contrastantes dignas de la ficción, pero siendo ambas eso: Realidades.

¿Felicidad? ¿Dicha? ¿Repulsión? ¿Temor? ¿Desesperación? ¿Muerte? Todo unido en una amalgamación contenida. Tratar con esta enfermedad pasó de ser un querer a ser una necesidad.

La historia termina así.

"Un convento en el bosque, alejado de todo ser que los pudiera dañar,

y lo que nadie admitiría es que la sanidad que tuvieron en su día, ya no existía.

Como una espina se clavó, y con mucho dolor los destrozó.

Un llanto: Simboliza principio y final,

Un bebé que de unas garras salió, lista para su vida girar.

A tiempo escapó, todo colapsó,

Viaje sin retorno: boleto de uno y no más."

Un niño encontró, ella lo salvó,

La historia se sigue escribiendo y un final no halló.

Lo crió y lo amó, como si fueran un solo corazón.

Cantilever triunfó, Cantilever vivió,

Cantilever sufrió, Cantilever voló,

Cantilever está y Cantilever seguirá,

Cantilever surgió y Cantilever amó.

"Surca los cielos sin detenerse, tampoco lo hará, no hasta su hermano reencontrar.

Aunque Cantilever solo ella será, Cantilever él también adoptará,

Un lazo de sangre no es comparable a uno inseparable."