|| Capítulo 19 ||
Joy, sabes que no me gusta que estés tanto tiempo afuera en temporadas de lluvia, eres una niñita que agarra resfriado muy fácil, ¿y por qué no me contestas el celular? He intentado llamarte hace horas.
—Perdona tía, dejé el teléfono en casa esta mañana.
Siempre tan descuidada con tu celular, si no es que lo olvidas cargar en la noche, es que lo dejas en casa, no puedo contigo jovencita.
Joy suspira.
—No te preocupes, no me he mojado, logré salir de la escuela antes de la tormenta.
¿Dónde dices que estas?
—Estoy refugiada en casa de Freddy.
¿En casa de los Fazbear? De acuerdo, yo sigo atrapada aquí, tengo unos clientes refugiados también por un rato hasta que pase la tormenta, aún no podré ir a buscarte.
—Está bien, la señora Fazbear me dijo que no tendrá problemas en dejarme en casa apenas se calme la tormenta.
Bueno, cualquier cosa me llamas, y nada de salir bajo la lluvia, estas advertida.
—Sí tía, no te preocupes.
Cuídate, y saluda a los Fazbear de mi parte, ¿sí?
—Claro.
Bien.
Cortaron la llamada unos segundos después, Joy se quedó mirando el celular en silencio, sintiéndose más tranquila, era consciente de lo sobre protectores que se pone sus familiares en épocas de lluvia.
Un trueno resuena dejándole claro que aún seguía lloviendo.
Decidió volver a la cocina, en donde la madre de Freddy estaba sentada tomando un poco de lo que había sobrado del chocolate caliente.
— ¿Lograste hablar con ella? —Pregunta la mayor sonriendo.
Joy regresa la sonrisa.
—Sí, también le manda saludos. Está atrapada en la pastelería con unos clientes que se quedaron para refugiarse de la lluvia. Gracias por prestarme una llamada señora Fazbear.
—No es nada cariño. —Tomó un sorbo del chocolate— Me imagino que se quedara atrapada ahí por un rato, aunque la verdad la tormenta se calmará pronto, yo logré llegar con algo de suerte.
—Si la lluvia se calma pronto, no hará falta que me tenga que llevar.
—No te preocupes Joy, de todas maneras necesitaba ir a la pastelería, la última vez que fui le compre uno de sus pasteles de coco, nunca me decepcionan siempre están deliciosos, es una lástima que Freddy no se animara a probarlos, estuvo todo el fin de semana encerrado haciendo tareas.
—Sí, el colegio esta algo pesado. —Toma asiento— ¿Y usted por fin consigo el ascenso?
—Oh, sí, por eso he estado tan atareada estos días, un ascenso es igual a un poco más de trabajo, pero alguien tiene que poner la comida en la mesa.
Joy miraba atenta, una de las cosas que más admiraba de la señora Fazbear era ese espíritu de mujer independiente, siempre dispuesta a trabajar duro para mantener a flote a su pequeña familia de dos integrantes.
En eso Freddy llegó a la cocina, ahora portando algunas prendas diferentes, había usado la excusa de cambiarse el resto del uniforme para salir un momento.
—Hijo, sabes que hoy es tu turno de lavar los platos. —Recordó su madre, dándole una mirada a la considerable cantidad de trastes sucios.
Freddy no responde, tan sólo se encamina a realizar la tarea pendiente.
— ¿Y tú como has estado cariño? —Continúo la señora Fazbear mirando a Joy con afecto, hacía mucho que no conversaba con ella.
—Todo está bien, intentado adaptarme al nuevo club de teatro.
— ¿También estas en teatro? —Miró a Freddy— Que coincidencia. ¿Por qué no me comentaste sobre eso hijo?
—Mamá. —Dice con pesadez.
La mayor lo ignora.
—Ya él casi no me cuenta las cosas. ¿Cómo la pasaron en el cine el fin de semana?, Freddy no me dio muchos detalles, apenas llegó se fue corriendo a su habitación.
Joy le dió una mirada a Freddy, él se mantenía de espalda lavando los platos en silencio, aquello era extraño, Freddy siempre comentaba algo junto con su madre, se notaba de lejos aquel lazo de madre e hijo cuando te quedabas una tarde en casa de los Fazbear, pero ahora, no era igual. ¿Dónde quedó el Freddy sonriente que conversaba con su madre a la par del momento?
Volvió a ver a la señora Fazbear.
—La pasamos bien, incluso nos dio tiempo de quedarnos a comer algo en un puesto de comida que conocían los chicos. —Contesta omitiendo detalles sin tanta importancia— La película no era mucho terror, era más sangrienta que otra cosa. —Admite.
—Eso explica la recomendación en edad, y a mí que no me gusta que veas ese tipo de cosas Freddy.
Él no responde.
—De hecho, quería que él viera conmigo un maratón de películas de comedia que pasarían el domingo por la tarde, ya sabes, pasar un rato juntos, con el alboroto de mi ascenso casi no estoy mucho en casa para hacer esas cosas, pero... —Hace una pausa, observó a Freddy de reojo— Bueno, Freddy estaba ocupado con tareas y eso. —Se sube de hombros dejado la taza vacía.
Joy pudo notar un cierto aire de tristeza en el comentario de la mayor, pero la señora Fazbear rápidamente cambio de tema para simular la situación, y su ligero aire de desánimo.
—Qué cosas con los colegios, ¿verdad? jeje ¿Cómo hace tu tía cuándo tú no puedes ayudarla con la pastelería por estar ocupada con tus tareas?
—Intento organizarme, siempre guardo tiempo para ayudarla con la pastelería.
—Eso está muy bien, manejar un negocio no es fácil.
—Ya estamos adaptadas a ello, cocinar postres es un pasatiempo que adoro.
—Se nota, además lo hacen excelente, ya quiero probar uno de tus famosos cupcakes, me han dicho que son los mejores.
—Pensaba enviarle algunos con Freddy.
—Los estaré esperando... —Se detiene un momento tomando su cabeza— Otra vez. —Murmura levantándose de la silla— ¿Y qué les han estado dando en el club de teatro? —Levantó la voz mientras comienza a buscar algo en los cajones de la cocina.
—Por el momento, sólo prácticas, aún estamos empezando con todo eso del club.
—Me lo imagino, hasta a mí me tomó por sorpresa la nueva normativa de estar en un club. —Cierra un cajón— ¿Hijo dónde están las pastillas?
Aquella pregunta tensó el cuerpo de Freddy, que incluso dejo caer un plato al agua, parecía que lo hubieran paralizado en su sitio, no se podría explicar qué clase de expresión tenia si sólo podían verlo de espaldas.
Joy desconcertada miraba con atención.
—Las pastillas para el dolor de cabeza, Freddy. —Aclaró su madre.
Freddy rápidamente retomó su labor bajando la mirada.
—Creo, creo que están en los gabinetes de arriba. —Respondió, con un tono algo agobiado.
Su madre prosiguió a revisar dichos cajones, encontrado lo que buscaba.
—Parece que tanto trabajo está teniendo sus consecuencias, últimamente llego con algunos dolores de cabeza. —Le explica a Joy tomando una pastilla en el proceso.
—Quizás deba pedir un descanso del trabajo señora Fazbear.
—Está bien, unos pequeños dolores de cabeza no van pararme. —Asegura guardando las pastillas.
El teléfono suena.
—Debe ser mi secretaria. —Dice la mayor tras tomar el teléfono, confirmando sus sospechas en el verificador de llamadas— Sí, ya vuelvo. —Pide permiso y se retira de la cocina para atender la llamada.
Al tener la cocina sin supervisión adulta, Joy esperaba que Freddy ahora si se animara a hablar, pero él seguía sin murmurar algo al respecto, jamás le había visto esa actitud con su madre presente, se levantó de la silla tomando la taza vacía de la señora Fazbear y se acercó a su lado.
— ¿Todo bien? —Lo llama en voz baja, claramente preocupada.
Él la miró uno segundos, para luego suspirar.
—Sí, no es nada.
¿Intenta no preocuparla? Porque no lo estaba consiguiendo.
—Es que...
—Está bien, no estamos peleados ni nada de eso. —Le aclara, sospechando que ella se estuviera haciendo tales ideas por su repentino e inusual comportamiento callado y distante de su madre. —Sólo son cosas mías. —Confiesa subiendo un poco sus hombros, continuando con la tarea.
—Parece que llevas días actuando de esa forma con ella. —Notó que Freddy la miró con sorpresa— Quiero decir, se escuchó algo triste cuando contó lo de las películas. ¿Acaso... la estas evitando Freddy? —Menciona dejando la taza con el resto de platos.
Freddy se detiene.
—Yo... —Comienza algo apenado, él también lo había notado, su madre no era tonta, claro que ella comenzó a notar que él la estaba evitando, e intentaba por varias formas volver a acercarse a él, pasar tiempo juntos, hablar, como antes, la culpa terminó por hacerlo sentir peor— No es mi intención preocuparla.
— ¿Preocuparla?, claro que no sería tu intención. —Comenzó, tenía cierta duda, no estaba segura si preguntar, sin embargo se atrevió a hacerlo— ¿Desde cuándo están...?
Escucha a Freddy suspirar.
—Sólo unos días.
—¿Por eso fuiste al parque?
Él no apartaba la mirada de sus manos llenas de jabón y de los pocos trastes que estaban esperando por ser lavados, ¿debería ser sincero?, lo último que quería era meter a Joy en esos problemas que él vivía, no la quería involucrada en ese mundo de médicos y pastillas que él y su madre tenían que estar soportando, pero no podía mentirle, ya tenía suficiente con la culpa de saber que su madre está preocupada por su comportamiento distante.
Si lo pensaba un poco, técnicamente no fue "él" quién termino en el parque, ni siquiera puede recordar que pasó ahí, pero sabía que la situación estaba ligada a su madre de alguna manera.
Se limita a asentir lentamente.
Eso era un avance, aun si no sabía realmente que le ocurrió a Freddy ese día, al menos podía saber que su madre está envuelta en eso.
Que frustrante es tener tan pocas pistas.
Joy tomó algo para secar los platos limpios y hacerle compañía con algo de ayuda en el proceso, animándole a continuar.
—Si algo te agobia, puedes decirle a ella Freddy, es tu madre, evitarla no mejorará las cosas.
—Lo sé. —Se notaba la culpa en su tono de voz, no podía soportar callar tanto— El problema no soy yo, quiero decir, yo no estoy molesto con ella. —Le suelta sin pensar— Pero él... —Se detuvo.
Aquello era una pista.
— ¿Hablas de Fred?
No responde.
Curioso, si se ponía a pensarlo un momento, jamás a visto a Fred conviviendo con su madre, al menos no cuando ella está presente, y también el hecho de que Fred jamás le ha contado algo de su madre como Freddy sí hace en varias ocasiones.
Eso despertó preguntas en ella, ¿Fred tiene alguna relación con su madre? ¿Su madre conoce tan siquiera la existencia de Fred?
—N-no sé si él es el problema —Habló Freddy, necesitaba contarle a alguien la situación, y ella era lo más cercano que tenía a su desastre de vida que intenta ocultar con la máscara del chico normal sin problemas mentales— Sólo sé que no soy yo, tampoco es que él me ayude mucho. —Frunció el ceño— actúa extraño cuando mamá está conmigo, antes no era así, y me siento extraño cuando la tengo cerca, como si hubiera recibido una apuñalada por la espalda, y quisiera mantener distancia de ella...
No se atrevía a seguir.
Negó lentamente.
—Ni siquiera tiene sentido lo que estoy diciendo.
—Intento entenderlo. —Menciona ella a su lado
Observó a una Joy paciente, secando los platos limpios con sumo cuidado, casi con cariño.
Ella lo mira deteniendo sus acciones, tenía claro que Freddy ya había soltado lo que era capaz de contar, y lo entendía, no lo obligaría a hablar más de lo que él quisiera, apreciaba que al menos le confiara cierta información, y no tenían por qué hablar a fondo de todo, no había presión, sí necesita tiempo, se lo dará.
En silencio, acercó una mano a la mejilla del chico.
Freddy suspiró y cerró los ojos, dejándose caer en su mano, aceptando aquellas caricias por su mejilla, aquella pequeña muestra de afecto era suficiente para volverlo a traer a la calma.
—Fred. —Llamó ella un momento después.
El nombrado abre un poco los ojos.
—Tu versión también me importa. —Comienza— Quizás me ayude a entender mejor lo que ocurre, no hace falta que sea ahora, cuando quieras, ¿bien?
Volvió a cerrar sus ojos y asiente, que agradable era saber que no estás solo, que sí tenías a alguien que sí consideraba importante tu existencia, y no sólo un error que debe desaparecer.
Comenzó a caer en el mismo abismo que Freddy, uno donde vuelves a estar en calma al no tener que estar obligado a entender que demonios te ocurre, tener derecho a más tiempo para asimilar las cosas.
— ¿Me regalan una sonrisa? —Preguntó ella.
¿Quién le sonrió?, ella no lo sabe, pero le tranquilizaba ver al joven sonreírle.
La señora Fazbear vuelve a entrar a la cocina, Joy apartó la mano de Freddy retomando su labor.
—Parece que la junta se canceló. —Comenta dejando el teléfono en un mesón, para luego observar a los dos jóvenes ocupados con los platos.
—Espero que no haya problema con darle una ayudita a Freddy por aquí. —Sonríe la joven.
—Para nada, es difícil convencer a Freddy de guardar los trastes después de lavarlos, digamos que le gusta hacer sólo el 50% del trabajo.
Freddy ríe a lo bajo mientras lava los últimos platos, aquello estaba mucho mejor, eso tranquilizó algo en Joy.
—La tormenta ya está comenzado a pasar. —Comenta la mayor tomando asiento, tocando un poco su cabeza— Que día, creo que tengo algo de jaqueca.
Freddy la observó, ya con su parte terminada, secó sus manos y se acercó a la tetera, sirviendo lo último de chocolate que quedaba, todavía se conservaba caliente, se acerca a su madre dejando la taza en la mesa.
—Ayer también estabas así mamá.
—No exageres, era sólo una pequeña molestia, además, el té que me encontré hecho en la cocina me alivió mucho.
—Te lo deje hecho en la cocina, porque el día anterior volvió a pasarte lo mismo, llevas más de cuatro días seguidos con esos dolores de cabeza.
La mayor quedó en silencio.
Su hijo si había notado sus malestares a pesar de sentir que la estuviera evitando, aquello le trajo un alivio a la señora Fazbear, a su vez cierta culpa, no quiere preocuparlo con sus dolores de cabeza, era algo que ellos tenían muy en común, eran atentos con las personas que aman, y no quieren causarles alguna preocupación.
Pero ya era muy tarde, Freddy ya tomaría cartas en el asunto.
—Mejor será que te recuestes un rato, puedo hacerte el mismo té de ayer.
—No creo que haga falta.
Freddy mostró una expresión autoritaria.
—Mamá. —Insistió.
Ella suspira, no podía seguir negando que sí quería recostarse un momento.
—De acuerdo, pero primero llevemos a Joy a su casa.
Joy estaba por negarse, podía ir por su cuenta de tomas maneras, pero Freddy se adelantó.
—Yo puedo llevar a Joy, no me tomará ni 10 minutos.
—Freddy, sabes que no me gusta que conduzcas cuándo yo no estoy acompañándote.
— ¿Freddy... Freddy sabe conducir?
El dúo de castaños se volteó a verla.
— ¿No te lo había dicho? —Pregunta Freddy con cierta sorpresa.
—Estoy muy segura que nunca lo habías mencionado.
La señora Fazbear rió un poco.
—No es nada, Freddy apenas cumplió sus 17 años insistió en que le enseñara a conducir, aprendió muy rápido.
— ¿Algo más que no sepa de ti Freddy?
—Pues... odio el maní. —Se sube de hombros.
Joy ríe secando el último plato, aquello si lo sabía, pero no pasaba nada— De acuerdo, gracias por el dato.
La mayor en derrota, tomó las llaves del auto y las extendió al castaño.
—No quiero ver ningún rayón eh. —Advirtió dejando caer las llaves en las manos de Freddy.
Él sólo le asiente, bajando un poco a la altura de su madre.
—Y yo quiero verte descansando cuando vuelva eh.
Se parecían mucho.
—Ve tranquilo.
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Joy ya con su mochila y chaqueta en mano, usando nuevamente sus zapatos un poco más secos que antes, ya estaba lista para salir, parada en la entrada con la señora Fazbear.
—Espero que nos vengas a visitar pronto Joy, es agradable tenerte por aquí. —Sonríe a pesar de su malestar, la mayor nunca dejaba esa amabilidad de lado— De todas maneras seguiré dándome unas pasaditas por allá en la pastelería, prometo llevarme al jovencito conmigo cuándo pueda.
—Jeje, los estaré esperando por allá también. —Aceptó, mientras recordaba algo— Oh, antes de que lo olvide. —Abre su mochila sacando una libreta, ojeando en ella hasta sacar una hoja— Freddy me comento que usted le gustaría tener la receta de las galletas de chocolate que le envié la última vez.
—Oh sí, sí, estaban muy buenas. —Felicitó, mientras toma la hoja, mirando un poco la receta— Quizás podrías venir un día de estos y me enseñas a prepararlas.
Joy sonríe a la idea.
—Claro.
Freddy sale de la cocina.
— ¿Lista?
—Lista. —Afirma mientras terminaba de guardar nuevamente su libreta— Espero que se mejore pronto señora Fazbear. —Volvió con ella.
—Gracias cariño, cuídate. —Se despide abrazando a la joven y luego tomarla de hombros.
Abren la puerta y Joy es la primera en salir, Freddy por su parte se coloca al lado de la mayor, cosa que hacia fácil notar como Freddy ya era varios centímetros más alto que su madre
—Te dejé el té hecho en la cocina, ¿bien?, volveré rápido. —Le besó la frente y salió.
La mayor se quedó observando, aquella muestra de afecto era lo más cercano que ha tenido de Freddy desde su raro comportamiento después del caos de su visita con el psicólogo, pero le daba ilusión pensar que las cosas ya se estaban componiendo. Se limitó a ver como Freddy abre la puerta del auto para Joy y luego se mueve hacia su lado.
El auto de los Fazbear no era una gran camioneta de último modelo, sino un sencillo y pequeño auto de color negro, que a pesar de los años seguía siendo un vehículo muy fiel para usar.
Joy ya sentada en el lado del copiloto, no se dedicó a observar muchos detalles del auto, no era la primera vez que viaja en él.
Escucho la otra puerta abrirse y ve como Freddy entra rápidamente para evitar mojarse más de lo necesario. Aquel joven conductor sí era algo nuevo que quería detallar con atención.
— ¿Esto no es ilegal o algo así?
— ¿Ya tienes miedo? —Bromea colocando las llaves y encendiendo el auto en el proceso.
—La verdad sí.
Freddy ríe, quitando el freno de mano, para comenzar a ir en reversa, Joy sólo lo miraba con curiosidad, era evidente que no era su primera vez conduciendo, lucia tan tranquilo, se fijó ahora en la casa de los Fazbear, donde la mayor seguía mirándolos desde la entrada moviendo un poco su mano en señal de despedida, Joy le devuelve el gesto mientras se comienzan a alejar.
Las gotas se resbalan por el cristal, mientras el parabrisas se movía de un lado a otro para tener mejor vista del solitario camino, Freddy conducía a una velocidad moderara, sólo por precaución de las calles mojadas. Los pequeños nervios que Joy sentía ya no estaban, era claro que Freddy no era un loco al volante, lo que le hace sentirse segura.
—De acuerdo, no lo haces mal. —Felicita cruzando sus brazos.
— ¿Cómo esperabas que fuera?
—Que rebasaras el límite de velocidad y termináramos chocando con un árbol.
—Eso dolió. —Ríe.
—Me da curiosidad saber cómo aprendiste.
Freddy se detiene para dar paso a otro vehículo mientras responde.
—Mamá me llevaba a un terreno abandonado cuando teníamos tiempo libre, a la semana termine aprendiendo, comenzó a dejarme conducir de la tienda a casa o cosas así para practicar.
— ¿Tienes licencia?
—Ehh, bueno, eso una larga historia.
—Creo que tenemos tiempo para escucharla.
El chico se fijó en ella un momento, notando que esperaba atenta la historia, sonríe, ¿por qué no? Quizás a Fred también le vendría bien recordar los sucesos de ese caótico día.
—De acuerdo, después de una larga insistencia, mi madre por fin accedió a llevarme a sacar mi licencia, el problema aquí era que yo no fui quién la convenció.
...
—De acuerdo joven Fazbear, la primera fase de la prueba es pasar entre los conos que tiene adelante sin tocar ningún de ellos hasta el otro lado. —Explicó un hombre mayor de grandes lentes con una carpeta y bolígrafo en mano, se notaba de lejos que estaba cansado de la monotonía de su vida, pero eran detalles que Fred sólo puede resumir en una sola categoría «Viejo aburrido»
«Bueno, no se escucha tan complicado»
Y Fred pensaba lo mismo.
—Vale, ya lo pillo.
—Puede comenzar.
Tan sólo necesitó menos de 2 minutos para que todo se fuera a la mierda.
— ¡BAJE LA VELOCIDAD! ¡VA A MATARNOS! —Suelta el hombre aterrado, con los lentes colgando, aferrándose al asiento.
Sin embargo Fred se divertía como nunca.
— ¿A esto llamáis rápido? —Ríe acelerando.
El auto pasaba por los conos como una bala, Fred todavía tuvo el descaro de comenzar a derrapar por la pista cual carreras ilegales se tratase, soltando uno que otro grito de emoción con su pelo despeinándose por la brisa que entraba por su ventana abierta, sonriendo como un niño con juguete nuevo.
Volvió a cruzar con un derrape, hacia rechinar las ruedas de la fricción, el motor rugía con fuerza, tenía toda una pista apartada sólo para él, ¿cómo podían decirle que fuera más despacio?
De un frenazo estaciona de forma perfecta el vehículo al otro lado de la pista, con el auto aun en una sola pieza, con todos los conos en la misma posición como había tenido en la salida. Era increíble.
El hombre a su lado, forcejeo con el cinturón de seguridad y se tira fuera del vehículo apenas tener la oportunidad de libertad, casi para besar el suelo, hiperventilando del susto, con el corazón a mil, el pánico puro le dejo pálido todo el rostro.
Fred sonrió mirándolo aún dentro del vehículo.
—Entonces... ¿Aprobé?
El mayor lo miró con terror.
Comenzó a correr por su vida.
El castaño parpadeo desconcertado, ¿hizo algo mal?
—Que tío tan raro.
«Eres-un-idiota»
...
Joy no dejaba de reír.
— No puedo creerlo ¿De verdad pasó todo eso?
—Y la furia de mi madre fue lo peor, no le hizo mucha gracia que su hijo manejara cual ladrón escapando de la ley —Se sube de hombros— Lo único bueno fue que él se quedó enfrentando su problema.
Aquello le sonó a Joy, entonces Fred si ha interaccionado con su madre en otras ocasiones.
— ¿Cómo conseguiste que tu madre te dejara conducir otra vez?
Por alguna razón, la pregunta hace sonreír al castaño.
—Aunque ella no lo quiera admitir, le cuesta mantener un "no" por mucho tiempo, terminó cediendo después de un mes, desde entonces no hemos intentado obtener una licencia.
—Creo que la obtendrías sin ningún problema.
—Quizás, pero dudo mucho que ellos quieran verme por allá otra vez.
—Jeje.
Freddy estaciona.
—Ha llegado a su destino. —Dice él, en una imitación barata de un GPS.
Y en efecto, habían llegado.
Unos metros más adelante estaba una pequeña pastelería atrapada entre los edificios, con una sencilla decoración de rosa y blanco. Lo más destacable de ella era un cartel con una fina caligrafía que escribía «Pastelería Cake Perfect», mientras algunas personas salían o entraban con paraguas y pequeñas bolsas a la mano.
—Gracias por traerme Freddy.
Freddy se sube de hombros.
—No es nada.
Otra vez esa sensación de tener que despedirse pero querer estar un rato más en compañía del otro, odiaban esa sensación, pero era la realidad.
Ella sonríe, no puede quejarse, tuvo a Freddy con ella casi toda la tarde y parte de la mañana, debería irse satisfecha.
Claro, a veces queremos ser un poco más egoístas y tener aquello que queremos un poco más. Pero ella sabía que ser tan egoísta es malo.
—Te veo mañana. —Comenzó la joven.
Freddy suelta el volante, debía dejarla ir también, pero era extraño, sabiendo que ella ahora conoce de forma concreta la existencia de Fred, y que eso no fuera un problema para seguir siendo... lo que sea que ellos fueran.
Se animó a acercar una mano a la joven para colocar una poco de su cabello detrás de su oreja, un gesto que él adoraba hacer a menudo, notando lo muy despeinada que estaba.
—Estas hecha un desastre.
—Gracias por decirlo, señor obvio.
Él ríe.
No apartó su mano, y ella coloca la suya para seguir manteniéndolo ahí un momento, se acercó a ella, no sabía qué hacía, o quizás no lo pensaba mucho, hasta conectar sus labios en un beso sencillo, que no tenía intención de dudar mucho, tan sólo era de depedida.
Se separan un poco, al parecer no les molestaría despedirse de esa forma más seguido.
—Te veo mañana. —Cedió él.
Pero la mano del chico bajó hasta el mentó de Joy, y la volvió acerca a él, la joven captó la diferencia del beso.
—Fred... debes saber que mañana no puedes ir a "secuestrarme" —Murmuro al tener libertad para hablar.
— ¿Uh? ¿Acaso eso es un reto? —Ríe ante la idea.
—Lo digo en serio.
—Déjame adivinar; Meg.
—No.
— ¿Tarea?
—Peor que eso.
— Ambas cosas.
—Correcto. —Dice mientras aparta un mechón de cabello castaño para verlo mejor.
—Vale, ya entendí. —Toma su mentón nuevamente— ¿Me das otro?
Ella se le adelantó, besando su mejilla mientras toma su mochila para luego abrir la puerta del auto y escapar.
—Tramposa. —Acusó desde su puesto con cierto puchero.
Ella le saca la lengua cual niña pequeña y cierra.
El castaño la observó dar pasos rápidos hasta la pastelería para evitar mojarse, de lejos hace un gesto de despedida y se adentra en el establecimiento.
Al no tenerla a la vista, suspiró cual tonto enamorado.
«Freddy... ella»
«Lo sé»
Esa chica los tenía en las nubes.
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Martes, 8:24am.
—Gracias por la ayuda señora Karen. —Se despide Joy sosteniendo unos cuantos libros en la salida de la biblioteca.
— ¡Que tenga un buen día muchachos!
—Este informe de filosofía nos llevara años. —Se queja Bon con desganas sosteniendo también unos libros, mientras el pequeño grupo caminaba por los pasillos.
—Es un trabajo en equipo Bon, además ni siquiera vas a escribir. —Contesta Mangle cruzando los brazos.
—Ahg, ya lo sé, pero sabes que detesto leer tanto.
—Lo importante es terminarlo, no quiero estar pensado en este informe con los exámenes de matemáticas tan cerca de llegar, por cierto Joy, ¿lograste hacer el ejercicio numero 8? —Mira a su amiga, notando que ella estaba prestándole más atención a mirar a los pasillos— ¿Buscas a alguien?
Joy reacciona.
— ¿Quien? ¿Yo?
—Claro que tu despistada, ya sé a quién estabas buscando. —Acusó Meg.
—No estoy buscando a nadie. —Insiste, pero tenía unas ganas de reír que la delataban, ¿por qué le es tan difícil decir una inofensiva mentirita?
—Él debe estar desayunado con el resto de los chicos en la cafetería Joy, concéntrate en el trabajo.
—Pues yo no diría que está en la cafetería. —Interviene Bon que iba a la cabeza del grupo.
— ¿De qué hablas? —Suelta Mangle.
—Que él está caminando por allá, parece tener algo de prisa.
Joy no supo disimular muy bien que de inmediato se fijó en donde miraba Bon, un pequeño brinco de emoción le invade en el interior al confirmar que era cierto.
— ¿Podría...?
Mangle suspira, negarle tal petición seria como quitarle la ilusión a un niño, algo muy cruel.
—5 minutos. —Accedió.
— ¿Podrían ser 6?
—Joy.
Ella ríe.
—Es broma, ya vuelvo. —Le deja los libros y se encamina a su destino, sus dos amigos la miran alejarse, Mangle se mostraba con una expresión que indicaba "esa chica ya no tiene arreglo" mientras, Bon sonreía, ver a su Joy feliz, era como si le hicieran feliz a él también.
- - - - ( ♪♫ •New Freddy• ♪♫ ) - - - -
Ella llegó al área de los casilleros, todas las casillas eran del mismo color verde oscuro y de cierta manera aburrido como las clases de historia, algunos estudiantes transitaban o guardaban sus cosas en sus respectivas casillas, pero la persona que más buscaba no estaba ahí, ¿dónde se había metido?
Algo tapó sus ojos, se sobresaltó en su lugar.
— ¿A quién está buscando la señorita? —Susurra aquella voz coqueta que reconocía muy bien.
—A un chico tonto de cabello castaño. —Sonríe, aun sin poder tener su vista devuelta.
—Mmm ¿Freddy? Lo siento él no se encuentra disponible.
Ella se cruza de brazos.
—Estoy segura que su nombre era Fred.
—Me suena ese nombre, ¿No estarás hablando de ese chico tan perfecto del aula 3-C, ¿verdad?, debes tener mucha suerte de conocer alguien como él.
—Oh sí, soy muy afortunada.
Él ríe.
—Tonta. —Murmura devolviéndole la vista— Pues aquí me tenéis, ¿en qué puedo servirte linda?
Ella no esperó, volteó y lo jaló de su corbata hacia ella, atrapándolo en sus brazos como si fuese algo que era de su pertenencia, la sensación era aún mejor a sentir como él correspondía de la misma manera, ¿aquello era sentirse especial?
Le gustaba.
—Soló venía a exigir mi abrazo de las mañanas. —Suelta ella escondida en su cuello.
—Mmm que curioso, yo estaba a punto de ir a exigirte lo mismo. —Murmura— ¿No que tu amiga te tendría castigada haciendo deberes?
—Me cedió 5 minutos de libertad.
— ¿Sólo 5 minutos? Yo hubiera pedido aunque sea 6.
Ella ríe.
—Tonto.
Se separan, no podían quedarse tanto tiempo de esa manera en medio de un pasillo.
— ¿A dónde ibas con tanta prisa?
—A mi casillero, debo buscar unas cosas. —Explica, acercándose a uno de las casillas, abriendo la que le correspondía.
El casillero de Freddy, al igual que su habitación, tenía estampillas de logos de alguna banda musical, imágenes de sus amigos, libros, cuadernos, nada fuera de lo usual, incluso se encontraba el nuevo uniforme de deportes de Golden, justo como Freddy prometió tener siempre ahí para disponibilidad de su amigo.
Fred se quita la mochila y la abre un poco, comenzando a meter en ella unos frascos de tamaño mediano, que estaban ocultos en el uniforme de Golden.
Joy observa atenta.
¿Eso es pintura?
— ¿Qué estas tramando?
Él sonríe malicioso.
—Secreto. —Cierra la mochila.
— ¿Más secretos?
El sonido de un celular resuena entre ellos, Fred saca el artefacto de su bolsillo.
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[ Foxy ]
Hora: 8:27am.
Logré acceder a la terraza, ¡trae la pintura!
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—Oh, es mi señal, debo irme linda.
Guardó el celular, dispuesto a cerrar su casillero, pero se detiene un momento observando algo en su interior, miró a Joy nuevamente, ella se mantenía serena mirándolo con curiosidad ante sus acciones, parecía una niña pequeña.
Él vuelve a ver a su casillero, sacando una libreta algo desgastada.
—Freddy... —Comenzó, dudando un momento mientras analizaba la libreta en sus manos, volvió a ver a Joy, las dudas se fueron, estaba seguro de su decisión— Freddy consideró dejar que vieras esto. —Se la extiende.
— ¿Qué es? —Toma la libreta.
—Ábrela y lee por ti misma. —Cerró el casillero mirando a la joven, ella sostenía firme la libreta entre sus manos, aquel gesto la hace ver tan tierna que no pudo evitar sonreír— Te felicito, él nunca ha dejado que alguien lea lo que escribe ahí, sin duda tienes a ese inútil a tus pies. —Opina dejando que su brazo se recostara en el casillero cerrado, y su mano libre suba tomando un poco el mentón de la joven, sonriendo como el galán que es.
Fuera de eso, un sentimiento de alago le invade a Joy, ¿Freddy le tiene esa confianza para poder darle el permiso de ver algo que le tenía restringido al resto?
—Sólo procura que nadie más lo vea, es otro secreto que te compartimos sólo a ti pequeña.
—La cuidare bien. —Promete sonriendo, algo sonrojada, cosa que siempre dejaba fascinado al más alto, no sabía explicar por qué le encantaba ser el causante de esos sonrojos.
Suena su celular nuevamente, no hacía falta verlo para saber que era una clara señal del universo que le decía indirectamente "¡Déjate de melosidades y mueve tu trasero a la azotea!"
—Debo irme. —Se despidió, teniendo el descaro de acercarse a ella, aunque sólo para dejar un rápido beso en su mejilla y retirarse sin más, dejando a la joven sin tiempo de despedirse.
Algo está tramando ese chico.
Observó la libreta entre sus manos, parecía tener sus años encima, pero aún se mantenía unida con algo de suerte.
La curiosidad pudo con ella y abrió para ojear un poco su contenido, comprendiendo ahora que tenía en sus manos.
Las canciones que escribía Freddy.
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