ᏟᏆΝᏟϴ
Y ojalá todo hubiese sido color de rosas.
Pero no.
Tratándose de la vida que llevaba hasta entonces, todo seguía siendo una mierda.
Resultó ser que mis fugas y ausencia en "reuniones importantes" causaron una gran furia en mis abuelos y madre, y se enteraron de todo.
Supieron de Kiara, que TaeHyung y sus padres me cubrían, que trabajaba y ahorraba para finalmente salir de aquel infierno...
Y por fortuna no tomaron represalias con ellos y aceptaron que yo mismo me echara al hombro todas las consecuencias.
Jamás sentí tantas ganas de golpear a alguien como cuando mi madre se rió en mi cara diciéndome que lucía "patético tratando de defender a una puta de sangre sucia y a unos ingratos que no sabían mantener la pureza de su sangre".
Todo era tan superficial, que más de una vez tuve que ir al baño, y si bien algunas veces vomitaba de los nervios y la desesperación, otras no eran más que arcadas que me mareaban hasta tropezar con mis propios pies y caer en más de una ocasión.
Aunque...también podía deberse a que no comía una mierda.
Es que...¿Quién en mi situación lo haría?
Con clases online y particulares, encerrado a puertas y ventanas selladas en mi habitación sin un sólo medio de comunicación con el exterior, siendo sacado sólo para asistir a estúpidas reuniones y trabajar sin sueldo; extrañaba a mi esmeralda, a mi hermano de otra madre...quería ser libre y no encontraba manera de salir de aquello.
Porque hasta guardaespaldas habían puesto tras mi culo.
¿Quería morirme? Sí. Pero no lo hacía sólo por la esperanza de que todo podía mejorar.
Pensando y pensando, me di cuenta de que mi libertad sólo sería posible si hacía lo que ellos querían: un matrimonio. Una vez que estuviera casado, sería libre de poder firmar un divorcio y hacer de las mías para salir de ese mundo de una vez por todas y huir con mi amada esmeralda.
Por ello, jamás me había sentido tan ansioso porque se diera algo que realmente nunca deseé.
Aquella noche, se haría una gran fiesta en la mansión Jeon, a la cual asistirían todas las chicas que a lo largo de los años mi familia se había encargado de escoger, con sus familias por supuesto. Debía escoger una y esa misma noche comprometernos para casarnos la semana siguiente.
A pesar de que había colaborado con mi madre, le dejé la elección de mi "futura esposa" a ella pues le dije que "confiaba en su buen juicio y sabía que su elección sería la mejor".
Mentira era, claro está. Yo sólo me había apartado de toda la multitud y me hallaba escondido en uno de los tantos arbustos con forma de cono invertido que mi abuela tenía en el jardín.
Lloraba a escondidas de todos los hipócritas en esa casa, acariciando con anhelo el anillo de esmeralda que me había visto obligado a esconder en una cadena bajo mi camisa, deseando que nadie lo notara.
No quería que me quitaran eso también. Ese anillo compartido con Kiara, junto a las camisetas que había robado del armario de TaeHyung, eran los únicos elementos capaces de hacerme sentir aunque fuera mínimamente cercano a ellos.
-¡Vaya, vaya! Me voy por casi dos meses, y cuando regreso estás hecho toda una damisela llorona ¿Qué te ha pasado, hermano?
Mas, por mucho que reí, mis lágrimas cayeron con más fuerza y mis brazos fueron directos a abrazar a mi gran amigo.
-¿¡Qué haces aquí, tarado!? No puede ser que esté viendo ilusiones.
Aaah. Pero el muy cabronazo se estaba burlando de mí cuando él también estaba llorando.
-Te parecerá mentira, pero fue tu padre quien me ayudó a pasar.
Me alejé sutilmente de él sólo para mirarlo con mi mejor mueca confusa.
-¿Mi padre?¿Bromeas? Si ese no sabe ni hablar sin el consentimiento de la insípida de su esposa.
-No miento, hermano. Llevo días merodeando esta mansión para ver de qué forma podría colarme para saber aunque sea que estás vivo, y él hoy sólo me vió y me cubrió para entrar por la puerta de empleados.
Sacudí la cabeza y suspiré.
-Da igual. Después tendremos tiempo de extrañarnos de eso. Ahora, cuéntame todo ¿Cómo estás tú?¿Y mi esmeralda? Juro que yo no los he abandonado a ninguno, Tae. Se enteraron de todo mi madre y mi abuela y me tienen encerrado y sin ningún tipo de comunicación. La única forma de escapar es casándome la semana que viene.
Los ojos de mi amigo continuaron desprendiendo las mismas lágrimas que los míos, y volvió a abrazarme, su mentón apollado en mi hombro.
-Estamos bien, Kook...entre lo que cabe. Te hemos extrañado mucho. Pero no te desanimes ¿sí? Por favor, mantén la esperanza. Nosotros buscaremos la manera de sacarte de esto sin que te sacrifiques tanto.
Yo sentía que no había otra manera, pero aún así, simplemente asentí y deposité un corto beso en la sien de mi amigo.
Entiéndase que realmente amo a ese hombre, no como pareja sino como hermano, y me parece que los besos no sólo tienen que ser de mujer a hombre.
Pero como sea...no estuvimos mucho más tiempo abrazados, porque mi padre llegó a mi escondite, agitado y con una sonrisa apenada.
-Lo siento, chicos, pero TaeHyung ya debe irse-sus ojos repararon en mí-. Tu madre y tu abuela te están buscando. Ya tienen a tu prometida y van a anunciar el compromiso.
A regañadientes y quedándome a solas con la duda interna del por qué mi padre repentinamente cobraba voz propia, dejé a TaeHyung ir por donde mismo había entrado y ni me esforcé por fingir una sonrisa el resto de la noche.
La chica que me habían asignado era hermosa, más no era mi Kiara. Incluso parecía hecha de plástico por la forma en que hablaba y estaba maquillada.
Esa madrugada me atreví a abrir mi ventana (que por haberme portado tan bien ya no estaba sellada) y trepar hasta el tejado, tomando ventajas de que mi habitación estuviera prácticamente en el ático, y me acosté allí a ver las pocas estrellas que se veían en aquella zona.
Otra vez mis dedos jugueteaban con el anillo que colgaba oculto en mi cuello, y me permití sacarlo por un momento, elevándolo hasta donde mi vista lo hacía a la altura de la Luna.
Las piedras preciosas que tenía incrustadas brillaron y una traicionera lágrima corrió por mi mejilla.
Pensaba que se me habían secado las lágrimas, pero al parecer había pensado mal.
-Realmente amas a esa chica ¿no?
A pesar de estar sentado, pegué un brinco y apreté el anillo dentro de mi palma cuando escuché la voz de mi padre, y luego su presencia a mi lado.
Su habitación quedaba literalmente frente a la mía, también en el ático, y tampoco era difícil para él llegar hasta el tejado.
Él y mamá no dormían juntos porque la tradición religiosa de mamá marcaba que sólo el marido y la mujer dormirían juntos cuando sea necesario procrear futuros herederos. Una mierda algo grande para mí, pero una realidad para mi mamá y un alivio para papá.
-¿Qué...haces aquí?
Sinceramente me extrañaba. Mi padre siempre había sido un objeto decorativo en mi vida, sin opinar ni aconsejar. Apenas hablaba, y si lo hacía, era de negocios en su empresa y en casa según lo que le ordenaran sus padres y mujer.
Hasta aquel día...
-Hace muchos años, veinte o veintidós quizás, yo me enamoré-seguía confundido, pero no lo interrumpí-. Me enamoré de una chica, preciosa, mitad japonesa y mitad coreana. Es completamente opuesta a mí, pero aún así nos enamoramos el uno del otro, y ella me quiso aún si yo le repetía una y otra vez que no podíamos estar juntos porque la furia de mi familia caería sobre ella y no quería eso.
Bajé la cabeza a mis muslos, ya suponiendo lo que le seguiría a esa historia.
-La dejé ir, aunque nos doliera a ambos, y me casé con tu madre, la mujer que habían destinado para mí. HyunAh en un principio pareció agradable y supuse que podríamos ser aunque sea amigos, pero en la noche de bodas prácticamente me forzó a estar con ella porque era nuestra misión darle a la familia un heredero. Ella ni siquiera parecía disfrutarlo y malditamente era su primera vez. Es tan insípida en la vida diaria como en la cama-su risita me contagió-. Esa noche, claramente no funcionó, así que unos meses después me volvió a buscar y esa vez me tocó pensar en SaKura, en su cuerpo y que era ella a quien tocaba. Entonces funcionó y naciste tú. Desde entonces tu madre y yo no hemos tenido ningún otro tipo de contacto íntimo y nos limitamos a hablar...o a que ella hable y yo escuche-suspiró, y pasó su brazo sobre mi hombro para acercarme a él y abrazarme, cosa que me sorprendió-. Sé que he sido un padre ausente, pero ya no será así, JungKookie. No dejaré que pases lo mismo que yo. No dejaré que te corten las alas.
Correspondiendo a su abrazo, oculté mi triste sonrisa en su hombro y negué.
-Ya es demasiado tarde, papá. Hasta que me case, no tendré oportunidades de salir de esto.
-Cuando te cases será mucho peor. Vas a estar mucho más vigilado, créeme, yo también pensaba igual.
De nuevo me encontraba llorando, esta vez siendo consolado cariñosamente en los brazos de mi padre.
-Yo realmente quería cumplirle esa promesa a mi esmeralda, papá. Quiero ser suyo por toda la vida, pero lamento tanto no tener escapatoria...
Él sólo besó mi frente y murmuró:
-Todo estará bien, JungKookie. Papá está contigo.
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