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¡Más te vale no arrepentirte, chico!¡Que no sabes dónde te estás metiendo!
Esas habían sido las alentadoras palabras de mi suegro cuando, un mes luego de andar de cita en cita, Kiara y yo decidimos formalizar nuestra relación.
Incluso si ya se había cortado y teñido el cabello de millones de colores y con diversos estilos a lo largo de aquellos dos años y medio de relación, además de que me había demostrado en más de una vez que el drama no tiene límites para ella, que me hizo memorizar cada nombre y color de cada toalla higiénica, medicamento, tintes, colores de uñas, y además casi me deja en bancarrota comprándole constantemente tarros de nutella, soportando despúes sus gases y eruptos (los cuales dirigía hacia mí con toda la intención de joder)...a pesar de todo eso, jodidamente me sentía bien a su lado. Soy el hombre más afortunado del planeta sólo teniéndola a mi lado, regalándome una cómplice mirada cuando entramos en modo criticones y nos ponemos a burlarnos de todo aquel ser que vaya haciendo el ridículo por la calle, aunque al final nos reímos porque sabemos que desde el punto de vista de otra persona nosotros somos los ridículos.
Como sea...
Kiara y yo realmente funcionamos bien, a pesar de la inmediatez con que nos emparejamos apenas conociéndonos a medias. Nos hicimos tan íntimos el uno con el otro, que nadie podía, puede, ni podrá quebrarnos.
Ni siquiera los celos.
Aunque admito que en ciertos puntos de nuestra vida juntos sí he dejado con la nariz o el brazo roto a más de uno a causa de mis celos y mi molestia.
Intentas tocar o tocas siquiera un pelo de mi chica con perversas o maliganas intenciones, y como todo buen gorila domesticado que soy, te rompo en dos si es necesario.
Ella está de acuerdo, así que me deja ser así, todo...salvaje, como ella y TaeHyung dicen.
Y hablando de eso...en apenas aquellos dos primeros años de noviazgo, Kiara y yo habíamos establecido una especie de trato, en el que también incluíamos a TaeHyung.
Estando en plena adolescencia, teniendo que lidiar con trastornos como la ansiedad, la depresión, la ira, el alto líbido, la revuelta de hormonas provocadoras de cambios de humor repentinos, y la propia formación de la personalidad, decidimos que lo mejor era apoyarnos y ayudarnos a crecer y madurar los unos a los otros.
Increíble y no tan increíblemente era mi chica quien más cuerda permanecía la mayoría del tiempo, y yo había tenido muchas mejoras, como que ya había aumentado mi límite de paciencia, podía pasar semanas con la pantalla del teléfono intacto, me había comenzado a importar menos las mierdas de mi familia y había aprendido a controlar mis ataques de rabia, aunque se me había quedado el tic nervioso de mover el pie frenéticamente.
En mi familia me aplaudían porque, según decían, me veían más aplicado en la escuela, estudiando hasta tarde con TaeHyung (que en realidad lo hacía con él y Kiara, o con ella sola cuando Tae no podía o con él solo cuando ella no podía), ejercitándome más (yendo a practicar baloncesto con Kiara y su familia, donde TaeHyung también se sumaba de vez en cuando) y mucho más disciplinado cuando se trataba de mis responsabilidades familiares (pero en realidad era porque, mientras mejor me portase y más tiempo pasara pretendiendo estar interesado en las mierdas a las que me llevaban, más rápido me dejaban salir de allí, dejándome algunos trabajos que mi novia, amigo, padres postizos (los Kim, por si queda duda), mis suegros y el resto de la familia de Kiara, me ayudaban).
Poe supuesto que mi relación con la, para aquel ahora, castaña de puntas rubias, no iba a afectar en lo absoluto mi hermandad con TaeHyung.
De hecho, hablando de ese, si bien no había mucho que cambiar en él pues se controlaba bastante (porque admito que el único insoportable era yo), había tenido unos cuantos problemillas en el amor.
Y no era para menos, si se enamorada cada dos minutos.
Es que soy un enamorado de la vida, me decía, argumentando el por qué se había enamorado de cuatro chicas al mismo tiempo.
Por supuesto que aquello cambió bastante cuando nos hicimos adultos y dejó de ser una mariposa de flor en flor, pero en esa época era todo un casanova.
Y estaba sufriendo por amor...según él.
La situación era la siguiente:
Kiara estaba recostada en el césped bajo el árbol al que siempre íbamos, estando su cabeza y parte de su torso alzados por nuestras tres mochilas. Yo estaba acostado en medio de sus piernas abiertas, recostando mi cabeza en su abdomen y recibiendo sus caricias en mi cabello mientras mis brazos la abrazaban a como podían...Y encima mío estaba TaeHyung, aplastando mi cabeza con la suya, también recibiendo mimos de mi novia mientras no dejaba de parlotear y lloriquear porque el amor de su vida lo había rechazado.
Decir que aquella chica era el amor de su vida era una exageración, pero sí fue su primer amor...y para colmo no correspondido.
Pobre diablillo.
Era por eso que Kiara y yo lo escuchábamos sin chistar, mas toda conversación se detuvo con la llegada de un mensaje a mi celular.
Apenas estirando mi mano para tomar el celular del bolsillo de mi mochila, bufé al ver el nombre de mi madre y su pequeño pero jodidamente pesado mensaje.
-¿Quién era?¿La bruja?
Kiara le pegó un manotazo en la cabeza a TaeHyung.
-Por muy mala que sea, no debes llamarla así. Es la madre de tu amigo.
-Y tu adorable suegra de paso, la que seguro ni querrá conocerte.
-Ya, ya-intervine, sabiendo que se pondrían a pelear-. Sí era mi madre. Me decía que esta misma tarde estarán escogiendo las candidatas para futura esposa y quieren que esté allí por si hay alguna que me llame la atención-mi amigo y yo rodamos los ojos ante aquello-. Una total mierda. Por supuesto que no estaré allí.
-Tienes que buscar la manera de salir de eso, JungKook-tan serio como lo era el asunto, TaeHyung me regaló una de sus intimidantes miradas, y palmeó mi hombro.
-Lo sé. Es difícil, pero ya estoy analizando un par de opciones.
Sin embargo, no nos dio tiempo a discutir más del tema puesto que el timbre de vuelta a las aulas nos interrumpió. Por lo menod ya sólo nos quedaban un par de turnos antes de irnos a casa.
Como de costumbre, acompañamos a Kiara hasta su aula, y realmente se sintió raro no escucharla hablar o protestar en el trayecto, y aún más ese beso tan agridulce que me regaló sin importarle estar bajo el ojo de todos en su aula.
Quise saber qué le ocurría, pero su profesora de Matemática casi que me echó a patadas de allí.
☆☆☆
En la salida, TaeHyung y yo nos quedamos esperando a Kiara, que siempre la liberaban unos minutos más tarde que nosotros, mas, cuando ella apareció en nuestro campo visual con aquella cabeza gacha, mi amigo palmeó mi hombro y se fue por su cuenta.
Tuve que tomar la mano de mi novia para detenerla, porque evidentemente quería irse sin mí, y la triste expresión en su rostro al mirarme me rompió el corazón.
-¿Qué ocurre, Kiara?-haciendo fuerza, la abracé, y aunque tardó en corresponderme, lo hizo-. Habla conmigo, por favor.
-¿Podemos hablar con calma en mi casa?
Ni siquiera respondí. Sólo la jalé hasta su hogar, que se encontraba vacío debido a que sus padres no salían de su guardia hasta la noche, cosa que, sinceramente, nos vino muy bien.
Llegando a su cuarto, dejé caer mi mochila al suelo a un lado de la puerta cerrada y me quedé de pie unos segundos, viéndola lanzar su mochila contra la pared y dar vueltas en círculos, bufando y sacudiéndose el cabello.
Apenas había dado un paso hacia ella cuando me soltó la bomba:
-Tenemos que terminar.
Me quedé tieso, incrédulo.
-¿Qué?
-Que debemos terminar-finalmente detuvo su andar y me miró de frente, con sus verdes orbes cristalizados.
-¿Por qué carajos habríamos de terminar?-apreté mis puños con rabia. No estaba entendiendo absolutamente nada-. Estábamos bien hasta hace unas horas.
-Pero yo no soy el tipo que tu familia quiere, JungKook. Te casarás con alguien que claramente no puedo ser yo y tampoco puedo proporcionarte nada que no sean miradas acusadoras sobre tí y sobre mí por mi físico, y...
Y estallé.
Como la bestia que soy, me lancé sobre ella, tirándonos con fuerza a la cama, y me encargué de comerle la boca hasta que quedáramos sin aliento.
Con mis manos abrí sus piernas lo suficiente para caer entre ellas y luego cubrí su boca, viéndola con claras intenciones de seguir hablando mierda.
Porque para mí eso era todo lo que había salido de su boca un minuto atrás.
-Escúchame bien, bombón, porque es la última vez que te lo diré con palabras, porque la próxima será metiéndotela hasta la garganta-gruñí, y a pesar de la seriedad de la situación, sentí su pecho vibrar con una suave y corta risilla-. Malditamente eres tú a quien quiero. Por encima de todo. Que se jodan los estirados de mi familia y que organicen esa boda si quieren, porque yo no te dejaré. Nunca. Incluso si no tengo más opción que casarme, siempre buscaré la manera de deshacerme de todo eso y venir contigo. Pobre de la chica con la que quieran casarme, porque apenas y la voy a mirar-hice una pausa para suspirar-. Entiende que soy todo tuyo. Mi corazón y mi cuerpo te pertenecen. No voy a dejar de entregarme a tí sólo porque un estúpido en mi familia haya decidido implantar una estúpida regla. Te dije que lucharía por estar contigo hasta el final, aunque tuviese que pasar por encima de mi familia, y eso necesito que lo tengas presente en cada maldito momento, Kiara.
Quitando mi mano de su boca para limpiar la silenciosa lágrima que rodó por su sien, ella me sonrió, y admito que me tomó desprevenido aquel beso, pues con cada segundo que pasaba, se volvía más y más intenso.
No era la primera vez que teníamos un encuentro así. Desde hacía un año que habíamos comenzando a conocer nuestros cuerpos (y hago énfasis en que la boca de mi chica no sólo es buena para besar), y por ello, que hubiésemos terminado aquella conversación con mi dura erección frotándose contra su húmedo coño por encima de la ropa en un delicioso vaivén de caderas con profundos besos y suaves mordidas en el cuello, se me hizo bastante natural y placentero...Pero me tomó por sorpresa nuevamente que sus manos se colaran entre nos y tirara de mis pantalones y boxers hacia abajo, así como corrió su braga a un lado.
Nuestros gemidos se hicieron más intensos, pues realmente era la primera vez que nos tocábamos de esa manera, y, sin detener mi movimiento, tomé su barbilla entre mis dedos y besé cortamente sus labios.
-¿Tengo que tomarme esto como una señal?
Sus ojos, que aún no sé por qué, habían adquirido una tonalidad mucho más oscura (como la de una esmeralda), se encontraron con los míos y me regaló una sonrisa que me estremeció y endureció mi erección.
-Acaba de hacerme tuya de una vez, Jeon JungKook.
No tuvo que repetirlo ni una sola vez más, cuando ya la ropa estuvo volando por cualquier parte de aquel desordenado cuarto y nuestras manos y bocas rodaban por todas las partes de nuestro cuerpo al alcance.
Con uno de los condones que tenía en su mesita de noche ya sobre mi falo, me quedé unos segundos más remoloneando sobre sus pechos (que desde siempre han sido una especie de adicción para mí), mordiendo y lamiendo a mi antojo, hasta que sus piernas se envolvieron en mis caderas y me hizo quedar a su altura. Con sus labios acariciando mi cuello y revolucionándome todo, llegó a mi oído y me soltó una pequeña amenaza que me hizo soltar una risilla.
-Hazlo de una vez, antes de que te amarre y lo haga yo por tí.
Entonces simplemente pasó.
Poco a poco, evitando su dolor, nos aventuramos finalmente a perder lo poco de virginidad que quedaba en nosotros, y cuando comprobamos el dulce sabor que nos dejaba sentirnos tan íntimamente, no quisimos detenernos de probarlo.
Experimentamos a como podíamos en aquel momento, y no nos rendimos hasta sentirnos satisfechos.
Verla con su piel brillante, sus cabellos desparramados sobre la almohada, temblando sutilmente bajo mi cuerpo y blanqueando sus ojos llorosos, fue motivo suficiente para que yo también llegase a la gloria, y me dejara caer en sus brazos, que me recibieron gratamente.
Sudados y con la respiración agitada no nos molestaba estar abrazados, y realmente me sentía en el cielo tan sólo teniéndola así, acariciando mi cabello y devolviendo en mi frente los besitos que yo depositaba en su cuello.
-Ya no hay marcha atrás, chico. Eres oficialmente mío, así que luego no te retractes por encadenarte a una loca.
Reí, contagiándola, y negué con la cabeza.
-Jamás lo haría, mi esmeralda.
-¿Ah? Eso es nuevo-su hermosa sonrisa delataba su gusto por el nuevo apodo-¿De dónde lo sacaste?
-Cuando te hacía el amor, tus ojos tenían un color más oscuro que el usual. Parecían esmeraldas-expliqué, acariciando su cintura-. Y sé que sólo yo veré ese color, así que por eso serás mi esmeralda. Sólo mía y compartida parcialmente con tu familia y TaeHyung.
En medio de una carcajada, su boca alcanzó la mía en un casto beso y terminó sonriéndome.
-Eso es muy dulce de tu parte, pero ahora tendré yo que buscarte un apodo más bonito que gorila.
Ahora el que se carcajeaba era yo.
-Para mí está bien así. Sé que me lo dices con amor.
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