
𝟓𝟔| 𝐒𝐭𝐚𝐫𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐯𝐞𝐫
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El tenue resplandor de la tarde me despertó suavemente, filtrándose a través de las cortinas y bañando la habitación con una luz dorada. Parpadeé lentamente, dejando que mis ojos se adaptaran al entorno mientras el silencio me envolvía. La textura suave de las sábanas me recordaba que estaba en casa… aunque aún me resultaba difícil de creer. La habitación era más espaciosa y elegante de lo que recordaba; cada detalle, desde las cortinas hasta los muebles oscuros de madera tallada, parecía diseñado con un cuidado exquisito que me hacía sentir fuera de lugar.
Inhalé profundamente, dejando que el aire impregnado con el aroma de las flores del jardín llenara mis pulmones. Me senté en el borde de la cama, dejando que mis pies tocaran el suelo frío. Observé a mi alrededor, tratando de asimilar que, después de dos años de estar ausente, finalmente estaba aquí. Esto no era un sueño, aunque aún parecía uno.
Levanté los brazos para estirarme, sintiendo cómo mi cuerpo reaccionaba al movimiento después de tanto tiempo inmóvil. Un leve crujido me recordó que aún no estaba completamente recuperada, pero eso no detuvo la sensación de alivio que se instalaba en mi pecho. Apenas me estaba reincorporando cuando escuché un leve golpe en la puerta.
— ¿Quién es? -Pregunté con una voz suave, aún ronca por el sueño-
— Soy yo, Hana, mi lady. -Respondió una voz familiar desde el otro lado-
Sonreí involuntariamente al escucharla, su tono siempre cargado de calidez y respeto. Me puse de pie, caminando hacia el perchero donde estaba colgada mi bata. Me la coloqué rápidamente, ajustándola sobre el pijama antes de volver hacia la puerta.
— Adelante, Hana. Puedes pasar. -Dije mientras acomodaba los pliegues de la bata-
La puerta se abrió con delicadeza, y Hana entró, tan elegante y maternal como siempre. Sus manos cruzadas frente a ella, y su sonrisa cálida fueron suficientes para que mi pecho se llenara de tranquilidad. Se acercó a mí con pasos medidos, observándome con esos ojos que siempre habían transmitido seguridad.
— Mi lady, me alegra verla más recuperada. -Dijo, inclinando ligeramente la cabeza mientras su sonrisa se mantenía firme-
— Hana… gracias por estar aquí. -Respondí, dejándome llevar por un tono más íntimo. No importaba cuántos años pasaran, siempre había sentido que ella era algo más que mi sirvienta; era mi refugio-
Hana ladeó la cabeza, sus ojos brillando con ternura. Sin decir más, se acercó al tocador y señaló con suavidad el cepillo que descansaba sobre la superficie.
— ¿Le gustaría que la peine, mi lady? -Preguntó, aunque sus gestos ya indicaban que estaba lista para ayudarme-
Asentí lentamente, moviéndome hacia la silla frente al tocador. Me senté con cuidado mientras ella tomaba el cepillo con manos delicadas pero seguras. Sentí cómo deslizaba el cepillo por mi cabello, cada movimiento era calmado y reconfortante, lleno del amor que siempre había sentido en su cuidado.
— Hana, necesito preguntarte algo. -Dije mientras mis ojos se encontraban con los suyos en el espejo-
— Claro, mi lady. Pregunte lo que desee. -Respondió, sin dejar de cepillar mi cabello-
Hice una breve pausa, tratando de ordenar mis pensamientos antes de hablar.
— Ahora que soy la futura reina de los vampiros… ¿Qué pasará conmigo? ¿Cómo será mi rutina? -Pregunté, tratando de mantener mi voz estable, aunque la inquietud era evidente en mi tono-
Hana detuvo por un instante el movimiento del cepillo, como si reflexionara sobre mis palabras. Luego continuó, su expresión mostrando una mezcla de orgullo y comprensión.
— Será un desafío, mi lady. Su posición como futura reina conlleva responsabilidades importantes, pero no estará sola. Habrá un equipo dedicado a asistirla en cada paso. Su rutina incluirá reuniones con los miembros del consejo, entrenamientos en protocolo y diplomacia, así como tiempo para usted misma, porque eso también será esencial. -Dijo, mientras una leve sonrisa cruzaba su rostro-
Su explicación, aunque calmada, dejó claro que mi vida cambiaría completamente. Observé mi reflejo en el espejo, sintiendo cómo el peso de esas palabras se asentaba en mis hombros. Pero al mismo tiempo, la presencia de Hana detrás de mí, su apoyo silencioso, me dio algo de fuerza.
— ¿Y Kaname… estará cerca para ayudarme? -Pregunté, en un tono más bajo-
Hana levantó ligeramente la mirada, viéndose sorprendida por mi pregunta, pero su expresión permaneció suave.
— El rey estará con usted, mi lady. Siempre ha mostrado su compromiso, tanto hacia usted como hacia nuestra gente. -Respondió con un tono reconfortante-
Asentí lentamente, cerrando los ojos por un momento mientras el cepillo seguía deslizándose por mi cabello. Sabía que los días que venían estarían llenos de retos, pero también de oportunidades para demostrarme a mí misma que estaba lista. Y con personas como Hana a mi lado, no estaba completamente sola.
El suave sonido de la puerta al ser golpeada interrumpió el ritmo constante del cepillo que se deslizaba por mi cabello. Abrí los ojos, ligeramente sorprendida, mientras Hana se detuvo y se giró hacia la puerta, expectante. Sus ojos se encontraron con los míos a través del espejo, buscando mi indicación para proceder.
— ¿Quién es? -Pregunté, mi voz tranquila pero cargada de curiosidad-
— Soy yo, Kaname. -Respondió la voz familiar desde el otro lado, con ese tono firme y sereno que siempre parecía llenar cualquier espacio-
Mi corazón dio un pequeño salto involuntario al escuchar su nombre. Volví mi mirada hacia Hana, quien ya se había levantado con respeto y se dirigía hacia la puerta, esperando mis órdenes.
— Permítele entrar. -Dije, tratando de mantener mi tono neutral aunque el leve temblor en mi pecho era imposible de ignorar-
Hana abrió la puerta con delicadeza, y Kaname apareció, cruzando el umbral con esa presencia imponente pero calmada que lo caracterizaba. Sus ojos hicieron un breve recorrido por la habitación antes de detenerse en mí, una leve sonrisa asomando en sus labios.
— Mi lady, si me permite, esperaré afuera por si me necesita. -Dijo Hana, inclinando ligeramente la cabeza hacia mí-
— Está bien, Hana. Gracias por todo. -Respondí con un tono cálido, intentando transmitirle lo mucho que apreciaba su apoyo-
Hana salió de la habitación con movimientos discretos, cerrando la puerta detrás de ella. El silencio que siguió fue profundo, pero no incómodo. Kaname avanzó unos pasos hacia mí, su mirada fija en la mía mientras yo ajustaba la bata rosa sobre mi camisón, sintiéndome un tanto vulnerable bajo su escrutinio.
— ¿Estás más cómoda ahora? -Preguntó, su voz baja pero llena de intención-
— Sí, aunque aún siento como si todo esto fuera un sueño. -Admití, permitiendo que mi mirada se desviara por un momento hacia el tocador-
Kaname se acercó más, tomando asiento en el sillón frente a mí, manteniendo su postura siempre elegante.
— Necesito hablar contigo sobre lo que viene en las próximas semanas. -Dijo, con ese tono suyo que siempre parecía equilibrar autoridad y comprensión-
Asentí, enderezando mi postura mientras lo observaba con atención.
— ¿A qué te refieres exactamente? -Pregunté, mi voz ahora más firme, buscando entender el peso de sus palabras-
Kaname inclinó ligeramente la cabeza, como si reflexionara sobre cómo comenzar.
— Como futura reina, tendrás que tomar clases específicas para prepararte. Protocolos, diplomacia, historia vampírica y liderazgo. -Explicó, su mirada fija en la mía- Son materias importantes, y deberás aprobarlas antes de que podamos avanzar al paso final-
— ¿El paso final? -Repetí, aunque ya sabía a qué se refería, necesitaba escucharlo de él-
Kaname esbozó una leve sonrisa, aunque su expresión se mantuvo seria y se levantó dirigiéndose hacia donde me encontraba, pero inconcientemente me pare.
— La coronación y… nuestra boda. -Dijo, pausando por un instante antes de continuar- Sé que todo esto es mucho, pero confío en que estarás lista. Nunca he dudado de ti.
Sentí cómo el calor subía por mi pecho, y desvié la mirada por un momento para procesar sus palabras. Él hablaba con tanta certeza, como si cada decisión ya hubiera sido tomada sin lugar a dudas. Eso me llenaba de incertidumbre, pero también de una curiosa tranquilidad.
— Es… mucho por asimilar. -Dije finalmente, mi voz bajando un poco- Pero si tú crees que puedo hacerlo, entonces lo intentaré.
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Sentí cómo el calor subía por mi pecho mientras me acercaba a Chieko. Cada paso que daba hacia ella resonaba en el silencio de la habitación, y cuando finalmente estuve lo suficientemente cerca, el mundo exterior se desvaneció. Nuestros ojos se encontraron, y en ese instante, la intensidad de su mirada me atrapó. Había una mezcla de sorpresa y curiosidad en su expresión que me llenaba de una extraña tranquilidad, como si todo lo que había pasado en los últimos dos años se desvaneciera en ese momento.
Con un movimiento suave, coloqué mis manos en su cintura, sintiendo la calidez de su piel a través de la tela de su piyama. La atraje hacia mí, y el contacto me hizo sentir una oleada de emociones. Era como si el tiempo se detuviera, y en ese instante, solo existiéramos nosotros dos. Chieko había crecido y se había convertido en una joven increíblemente hermosa, y la imagen de su figura me hizo luchar contra mis impulsos, tratando de mantener la calma. No quería que ella sintiera que la estaba presionando, pero la atracción era innegable.
Decidido a no dejar que la situación me abrumara, respiré hondo y traté de mostrarme tranquilo. Con un movimiento decidido, la levanté entre mis brazos, sorprendiéndola. Su expresión de asombro me hizo sonreír, y antes de que pudiera protestar, la acosté suavemente en la cama. La sensación de tenerla tan cerca, de sentir su peso ligero en mis brazos, era abrumadora. Me coloqué sobre ella, sintiendo el latido de mi corazón resonar en mi pecho, como si estuviera marcando el compás de un momento que había esperado tanto tiempo.
La miré a los ojos, y en ese momento, supe que debía ser honesto. No podía ocultar lo que sentía.
— Chieko... -Comencé, mi voz temblando ligeramente- Estos dos años sin ti han sido un tormento. Te he extrañado más de lo que las palabras pueden expresar. Cada día, anhelaba tu regreso, y ahora que estás aquí, no puedo evitar sentirme abrumado.
Mientras me acomodaba sobre Chieko, la cercanía entre nosotros se sentía electrizante. La miré a los ojos, buscando su aprobación, y vi cómo un ligero sonrojo se extendía por sus mejillas. Esa reacción me llenó de una mezcla de alegría y ternura; era evidente que también sentía la intensidad del momento.
— Yo también te he extrañado, Kaname -Respondió, su voz suave y sincera- No sé cómo explicar lo que siento, pero es como si una parte de mí hubiera estado vacía sin ti.
Con suavidad, bajé mis manos a sus piernas, sosteniéndolas con delicadeza. La calidez de su piel bajo mis dedos me hizo sentir una oleada de emociones. Quería que supiera que cada toque era un reflejo de mi cariño y de cuánto había anhelado este momento. Me incliné un poco más, acercando mi rostro a su muslo, disfrutando de la cercanía y de la fragancia que emanaba de ella.
— He estado esperando este momento -Le susurré, mi voz apenas un murmullo- No quiero apresurarnos, solo quiero que sepas cuánto significas para mí.
La conexión entre nosotros era palpable, y aunque el ambiente estaba cargado de emoción, también había una dulzura en la forma en que compartíamos ese instante. Quería que Chieko supiera que estaba aquí para ella, que cada gesto era un reflejo de mi amor y mi deseo de estar a su lado.
— Kaname, esto es… diferente. -Dijo, su voz temblando ligeramente- mmm....
— Lo sé. -Respondí, sintiendo que la conexión entre nosotros se hacía más fuerte- Pero a veces, las cosas complicadas son las que valen la pena. Solo quiero que te sientas segura conmigo.
Con suavidad, continué besando su muslo, sintiendo la calidez de su piel bajo mis labios. Cada roce era un susurro de mis sentimientos, una forma de expresar lo que había guardado en mi corazón durante tanto tiempo. La fragancia de su piel me envolvía, y cada beso que dejaba en su muslo era un recordatorio de cuánto la había extrañado.
— Kaname~... -Se estremecío y cerro los ojos, sintiendo como su amado besaba su muslo- Mmm... Nhg...
A medida que me acercaba a la parte más delicada de su piel, sentía una mezcla de deseo y ternura. Mis dientes, aunque afilados, eran un símbolo de mi naturaleza, y en ese momento, me detuve a contemplar lo que significaba para mí. Sabía que este acto era más que un simple deseo; era una forma de unirnos de una manera que nunca antes habíamos experimentado.
— Ahh~... Kaname~... -Se sonrojo a más no poder y sus ojos me miraban directo a mi-
A medida que me acercaba a la parte más delicada de su piel, sentía una mezcla de deseo y ternura. Mis dientes, aunque afilados, eran un símbolo de mi naturaleza, y en ese momento, me detuve a contemplar lo que significaba para mí. Sabía que este acto era más que un simple deseo; era una forma de unirnos de una manera que nunca antes habíamos experimentado.
Lamiendo suavemente la zona donde mis dientes podrían encajar, me aseguré de que Chieko estuviera cómoda, buscando su mirada para asegurarme de que todo estaba bien. Quería que supiera que la respetaba y que cada paso que daba era con su consentimiento en mente. La vi sonrojarse, y eso me llenó de una mezcla de emoción y determinación.
Finalmente, con un movimiento cuidadoso, dejé que mis dientes se posaran sobre su piel. La sensación era intensa, y en ese instante, sentí una conexión profunda con ella. Comencé a beber de su sangre, no solo como un acto de necesidad, sino como una forma de compartir algo sagrado entre nosotros. Era un momento de unión, un intercambio que iba más allá de lo físico.
Mientras lo hacía, mis ojos nunca se apartaron de los suyos. Quería que sintiera que estaba aquí, que la amaba y que este acto era un reflejo de nuestra conexión. La dulzura de su sangre me llenó de una calidez que había estado ausente durante tanto tiempo, y en ese instante, supe que nunca volvería a estar solo.
[Unos minutos después. . .]
Unos minutos después, me detuve y, con delicadeza, besé la zona de la mordida en su muslo. La suavidad de su piel bajo mis labios me hizo sentir una mezcla de ternura y deseo. Al levantar la vista, me encontré con sus ojos, que ahora brillaban con un matiz de rojo, reflejando la intensidad de lo que acabábamos de compartir. Chieko estaba sonrojada, y sus ojos, ligeramente llorosos, me mostraron una vulnerabilidad que me conmovía profundamente.
La imagen de su rostro me llenó de una mezcla de emociones. Quería hacerla sonreír, jugar con su timidez, pero también sabía que debía ser cuidadoso. La conexión que habíamos forjado era especial, y no quería arruinarla con un impulso imprudente. Así que, en lugar de seguir adelante, decidí acariciar suavemente sus muslos, disfrutando de la calidez de su piel y del momento que compartíamos. Cada caricia era un recordatorio de mi cariño, un gesto que buscaba consolarla y hacerla sentir segura.
Después de unos segundos, sentí que era el momento de alejarme. Me levanté lentamente, dejando un suave beso en su mejilla, un gesto que hablaba más que mil palabras. Quería que supiera que siempre estaría a su lado, incluso en los momentos en que no pudiera estar básicamente presente.
— Debo irme a resolver unos asuntos. -Le dije, tratando de mantener un tono tranquilo, aunque en mi interior había una mezcla de emociones. No quería dejarla, pero sabía que era necesario-
Salí de la habitación, sintiendo el peso de la despedida. Antes de cerrar la puerta, me giré una última vez y le pedí a Hana que la cuidara en mi ausencia. La mirada de Chieko se quedó grabada en mi mente, y mientras me alejaba, no podía evitar sentir que este era solo el comienzo de algo más profundo entre nosotros.
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Después de que Kaname salió de la habitación, el silencio volvió a llenar el espacio, pero esta vez estaba cargado de emociones que Chieko no lograba descifrar del todo. Su corazón aún latía con fuerza, y el calor en sus mejillas no desaparecía. Se llevó una mano al pecho, intentando calmarse, pero la sensación de cercanía con Kaname seguía presente, como si su esencia hubiera quedado impregnada en el aire.
Con un suspiro profundo, Chieko se dirigió hacia la puerta y la abrió ligeramente.
— Hana, ¿Puedes venir, por favor? -Llamó, su voz suave pero con un leve temblor que delataba su estado-
No pasó mucho tiempo antes de que Hana apareciera, siempre atenta y con esa calidez maternal que tanto reconfortaba a Chieko. Al entrar, notó el leve sonrojo en el rostro de su señora, pero no dijo nada, respetando su privacidad.
— Mi lady, ¿En qué puedo ayudarla? -Preguntó Hana con una sonrisa tranquila-
Chieko desvió la mirada, aún sintiendo el calor en sus mejillas.
— Necesito una muda de ropa… algo apropiado para las clases. -Dijo, su tono bajo pero claro.
Hana asintió con suavidad y se dirigió al armario, seleccionando con cuidado un conjunto que reflejara la elegancia y la posición de Chieko como futura reina. Regresó con un vestido de tonos suaves, acompañado de accesorios discretos pero refinados.
— Aquí tiene, mi lady. Permítame ayudarla. -Dijo Hana mientras colocaba las prendas sobre la cama-
Chieko se dejó guiar, permitiendo que Hana la ayudara a quitarse la bata y el camisón con movimientos delicados. La tela del vestido se deslizó sobre su piel con suavidad, y Hana ajustó cada detalle con precisión, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Una vez lista, Chieko se miró en el espejo, notando cómo el vestido resaltaba su figura con elegancia.
— Gracias, Hana. -Dijo Chieko, su voz más firme ahora, aunque aún había un leve rubor en sus mejillas-
— Siempre es un placer servirle, mi lady. -Respondió Hana con una leve inclinación-
Chieko tomó aire profundamente antes de dirigirse hacia la puerta. Hana la siguió de cerca mientras ambas caminaban por los pasillos de la mansión, que parecían más imponentes ahora que Chieko estaba consciente de su nuevo rol. El sonido de sus pasos resonaba suavemente, y la luz que se filtraba por las ventanas iluminaba el camino hacia el salón donde tomaría sus clases.
— Mi lady, estas semanas serán cruciales para su preparación. -Comenzó Hana mientras caminaba- Las materias que estudiará han sido seleccionadas cuidadosamente para garantizar que esté lista para gobernar.
Chieko giró ligeramente la cabeza hacia Hana, escuchando con atención.
— ¿Qué clases tomaré? -Preguntó, su tono reflejando una mezcla de curiosidad y determinación-
— Comenzará con Protocolo y Diplomacia, donde aprenderá las normas y tradiciones que rigen las interacciones entre los vampiros nobles y otras especies. También tendrá Historia Vampírica, para comprender las raíces de nuestra sociedad y los errores del pasado que no debemos repetir. -Explicó Hana con calma
Chieko asintió, procesando la información mientras continuaban caminando.
— Además, tomará Estrategia y Liderazgo, una materia diseñada para enseñarle a tomar decisiones en momentos críticos y a liderar con sabiduría. También habrá Política y Legislación Vampírica, donde estudiará las leyes actuales y cómo adaptarlas a las necesidades de nuestra gente. -Continuó Hana, su tono siempre sereno-
— Su formación incluirá también Oratoria y Persuasión, para que pueda comunicarse con claridad y convencer a otros de sus ideas, y Etiqueta y Comportamiento Social, que será esencial para mantener la imagen de la monarquía. -Añadió Hana, con una leve sonrisa- Por último, tendrá Administración y Economía, para que pueda manejar los recursos del reino con eficiencia.
Chieko dejó escapar un leve suspiro, sintiendo el peso de la responsabilidad que se avecinaba, pero también una chispa de emoción por aprender y crecer.
— Parece mucho, pero estoy lista para intentarlo. -Dijo Chieko, su voz más firme ahora-
Hana sonrió con orgullo mientras abría la puerta del salón, revelando un espacio amplio y elegante, con mesas y libros cuidadosamente dispuestos. Chieko dio un paso adelante, sintiendo cómo la determinación comenzaba a llenar su pecho. Este era el comienzo de un nuevo capítulo, y estaba lista para enfrentarlo.
[Después de horas. . .]
Chieko se había dedicado a sus clases, donde había aprendido sobre protocolo, diplomacia y estrategia vampírica, Chieko sintió que su mente estaba llena pero también ansiosa por procesar todo lo aprendido. Con las últimas palabras del instructor resonando aún en su cabeza, se levantó de su silla y decidió tomar un respiro. El deseo de claridad la llevó a buscar a alguien con quien compartir sus inquietudes y pensamientos. Sin pensarlo demasiado, decidió pasar a ver a su progenitor, Rido. Sabía que él solía pasar las tardes en la biblioteca privada de la mansión Kuran, un espacio impregnado de historia y reflexión.
Mientras se encaminaba hacia la biblioteca, los pasillos de la mansión parecían cobrar vida con la tenue luz de las lámparas que iluminaban cada rincón. La madera oscura de las paredes reflejaba la elegancia de los años de tradición de la familia Kuran, y el silencio que reinaba le permitía escuchar el eco de sus propios pasos. Al llegar a la puerta, se detuvo un momento antes de tocar. La puerta de la biblioteca, alta y robusta, parecía mantener el mismo aire solemne que el hombre detrás de ella.
Con un golpe suave, llamó a la puerta.
— Adelante. -Respondió la voz grave y calmada de Rido desde el interior-
Chieko abrió la puerta lentamente, y el aroma a papel antiguo y cuero la envolvió de inmediato. Rido estaba sentado en un sillón cerca de una amplia ventana que dejaba entrar la luz del atardecer. Tenía un libro abierto sobre sus rodillas y una copa de vino descansando en una mesita a su lado. Al verla entrar, levantó la mirada y sonrió levemente.
— Chieko. Qué agradable sorpresa. -Dijo, cerrando el libro con cuidado-
— Buenas tardes, padre. Espero no interrumpir. -Respondió Chieko mientras se acercaba con pasos discretos-
Rido señaló el sillón frente a él, invitándola a sentarse.
— Nunca interrumpes, hija. Siempre eres bienvenida. ¿Cómo estuvo tu día? -Preguntó, su tono tranquilo pero interesado-
Chieko se sentó con elegancia, aunque no pudo evitar mostrar un leve cansancio en su postura.
— Fue intenso. Comencé las clases para prepararme como futura reina… Es mucho más de lo que imaginaba. -Admitió, sus ojos mostrando una mezcla de emoción e incertidumbre-
Rido asintió lentamente, observándola con atención.
— Es natural que te sientas así al principio. No es una tarea sencilla la que tienes delante, pero también sabes que tienes la capacidad para asumirla. -Dijo, su voz transmitiendo confianza-
Chieko tomó aire profundamente, buscando las palabras para expresar lo que sentía.
— A veces me pregunto si estaré a la altura. Hay tantas cosas que aprender, tantas expectativas… ¿Y si no logro cumplirlas? -Preguntó, su mirada fija en él-
Rido apoyó su copa sobre la mesa y se inclinó ligeramente hacia ella.
— Chieko, el peso de la corona no es solo algo que se lleva en la cabeza, sino en el corazón. Pero tú tienes ambas cosas: inteligencia y fuerza emocional. Lo importante es que no estés sola. Siempre tendrás a Kaname, a Yuuki, y a mí para apoyarte. -Le aseguró, su tono firme pero reconfortante-
Chieko bajó la mirada por un momento, reflexionando sobre sus palabras.
— A veces me cuesta aceptar eso… pero supongo que debo aprender a confiar. -Dijo con sinceridad-
Rido sonrió con un toque de orgullo en su expresión.
— Ese es el primer paso. Y recuerda, Chieko, ser reina no significa ser perfecta. Significa aprender, adaptarse y liderar con el corazón. -Dijo, levantándose de su sillón para acercarse a ella-
Al llegar a su lado, colocó una mano sobre su hombro con un gesto de apoyo.
— Estoy orgulloso de ti, hija. Y sé que harás un gran trabajo. -Dijo, su voz cargada de confianza-
Chieko levantó la mirada, sintiendo cómo las palabras de su padre resonaban en su interior con fuerza.
— Gracias, padre. Haré mi mejor esfuerzo. -Respondió con un tono más firme-
Rido asintió y volvió a su sillón, retomando su libro mientras el atardecer bañaba la biblioteca con una luz dorada. Chieko se levantó después de unos momentos, sintiendo que la conversación había renovado su determinación. Salió de la biblioteca con pasos más decididos, lista para enfrentar lo que fuera que el próximo día le trajera.
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¡Hola, queridos lectores! 🌙
Quiero dedicarles unas palabras para expresar cuánto aprecio el lugar especial que ocupan en esta historia. Sus comentarios y votos son una fuente constante de motivación para seguir creando, llenando este universo literario de luz e inspiración. Cada mensaje suyo me permite conectar más profundamente con sus emociones y pensamientos mientras disfrutan de la lectura, algo que considero un verdadero privilegio.
Un saludó a Kiawer por los comentarios que me ha estado dejando, gracias.
Con cariño,
L
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