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𝟓𝟑| 𝐓𝐡𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐜𝐨𝐮𝐧𝐜𝐢𝐥 𝐨𝐟 𝐞𝐥𝐝𝐞𝐫𝐬




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ㅤㅤㅤ் Narra Kaname '
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Caminaba con rapidez hacia el edificio donde operaba el consejo de ancianos, cada paso resonando en mi mente como un eco de la desesperación que me consumía. La imagen de Chieko, mi amada rosa blanca, flotaba en mi mente como un recordatorio doloroso de aquello que había perdido de nuevo. La sensación de vacío y desorientación me envolvía, como si estuviera atrapado en un laberinto eterno y sin salida. Había sentido esto antes, en épocas que pensaba haber enterrado en el pasado. Ahora, los recuerdos de mi vida anterior como un antepasado de la familia Kuran regresaban con fuerza, y la pérdida de Chieko me hacía sentir que el peso del mundo se desmoronaba a mi alrededor.

El consejo de ancianos había sido una espina permanente clavada en mi costado durante demasiado tiempo, y ahora, con la muerte de Chieko en el aire como un espectro, tenía claro que debía exterminarlos. En este momento no había lugar para la compasión ni la duda; mi único propósito era la venganza.

Al llegar a la entrada del edificio, observé a los sirvientes del consejo de ancianos, vigilantes en la entrada como sombras. No podía permitir que informaran a Ichijou de mi llegada. En un movimiento fugaz, me deshice de ellos, sus cuerpos desmoronándose como cristales rotos al contacto con mi poder. Cada vida que apagaba era un paso más hacia mi meta, y la energía oscura que me llenaba proporcionaba una satisfacción amarga.

Mientras avanzaba por los pasillos del edificio, la estructura misma parecía vibrar ante mi presencia. Mi poder fracturaba los soportes y debilitaba las paredes, dejando un rastro de ruinas y polvo a mi paso. Los cimientos crujían, y el aire se cargaba con escombros. La determinación quemaba en mí; no había marcha atrás.

Finalmente, llegué a la oficina de Ichijou Asato. Empujé la puerta con violencia, y lo encontré allí, esperando con una mezcla de sorpresa y desafío reflejados en sus ojos.

— ¿A dónde vas? -Pregunté con una voz afilada como acero-

— No pensaba huir, indignante. -Respondió Ichijou, con tono imperturbable y desafiante-

— Ya veo. Eso es muy sabio de tu parte. -Repliqué, sintiendo cómo la furia hervía en mi interior-

— Ahora mismo no pienso ser reducido a un montón de cenizas. -Dijo, con la vista fija en un punto distante, como si su propia arrogancia pudiera protegerlo-

— El dios de ustedes está siendo destrozado por mi bestia justo ahora. La bestia que tú mismo ayudaste a crear. -Respondí, con una frialdad que hizo eco en el silencio-

— ¿Dios, eh? -Su tono era sarcástico, pero podía ver el miedo arraigándose en su expresión-

— Tú y yo estamos en lados opuestos, Ichijou. Los objetivos de ambos no pueden coexistir. -Lo miré, sintiendo cómo la tensión en la habitación alcanzaba su clímax-

— No solo se aplica a ti. -Respondió con un suspiro- Tu existencia, la de esa niña y su padre, Chieko y Rido, es una amenaza para nosotros.

— Ya basta de palabras vacías. -Lo interrumpí, dejando que mi ira desbordara-

Cuando estaba listo para acabar con él, Ichijou levantó una mano, y una luz intensa apareció en su palma, cegándome completamente por un instante. Al desvanecerse la luz, me di cuenta de que había logrado escapar.

Estaba dispuesto a continuar, pero la voz firme de Ichijou Takuma, mi mano derecha, me detuvo.

— Déjamelo a mí. -Dijo con seriedad, sus ojos ardientes de determinación-

— Ichijou... -Murmuré al observarlo, sintiendo la gravedad de la situación-

— Por lo sucedido con Chieko-sama, permíteme vengarla en nombre de la familia Kuran. Déjame apoyarte como amigo.

— Regresa a salvo. -Respondí, sosteniendo su hombro un breve instante antes de soltarlo-

Sin pronunciar más palabras, me alejé de la habitación en silencio. Dejé que mi mejor amigo, Takuma, se enfrentara a mi abuelo, Ichijou Asato. Sabía que él también llevaba el peso de esta pérdida, y aunque no podía quedarme a presenciarlo, confiaba plenamente en que haría lo correcto. Mi camino era inamovible: la destrucción del consejo de ancianos estaba a punto de consumarse, y nada me detendría.




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ㅤㅤㅤ் Narradora '
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El caos se había desvanecido, como si los ecos de la batalla se hubieran disipado con el viento. La calma comenzaba a extenderse por la academia, lenta pero constante, como un alivio que se iba asentando en los corazones de todos. Los pasillos, antes testigos del enfrentamiento, ahora resonaban con sonidos más tranquilos: pasos apresurados, voces organizadas y el murmullo de quienes retomaban la rutina tras el conflicto.

Kaname, con su habitual presencia serena pero autoritaria, asumió el liderazgo junto a Rido y Yagari. Los estudiantes de la clase nocturna también se unieron al esfuerzo: Rima, con su mirada siempre atenta; Senri, silencioso pero decidido; Ruka, inflexible y firme en sus acciones; Akatsuki, práctico y centrado; Hanabusa, quien, aunque propenso a quejas, nunca dejó de cumplir su deber; Takuma, que tras regresar a salvo infundía una calma contagiosa; y Seiren, cuya eficiencia y precisión eran inigualables. Juntos, bajo una estricta vigilancia, trabajaron meticulosamente para garantizar que los estudiantes de la clase diurna fueran trasladados con cuidado y seguridad a sus dormitorios, lejos de cualquier posible peligro.

En el ala oeste del edificio, Ruka y Hanabusa encabezaban el traslado de un grupo de estudiantes. La postura de Ruka era impecable, su andar firme, como si con cada paso transmitiera seguridad a quienes la seguían.

— Manténganse juntos y no se detengan. -Indicó con autoridad, lanzando una mirada hacia atrás para confirmar que nadie se quedara rezagado. Su tono, aunque serio, tenía un matiz protector que calmaba a los estudiantes nerviosos.

Hanabusa, a unos pasos de ella, no tenía la misma paciencia. Con una pila de mochilas sobre los brazos y un gesto de claro disgusto en el rostro, no tardó en expresar su frustración.

— ¿Por qué soy el único cargador aquí? ¿Es que nadie más tiene brazos útiles? -Protestó, con un toque dramático que arrancó un murmullo de risas contenidas entre los estudiantes-

Ruka se detuvo por un momento, girando lentamente para enfrentarlo. Sus ojos brillaban con una mezcla de irritación y exasperación.

— Si vas a quejarte todo el tiempo, al menos hazlo después de terminar la tarea. -Le respondió, con un tono que no admitía réplica-

Cerca de ellos, Senri caminaba en silencio, cargando un par de objetos menores. Al escuchar la interacción, una leve sonrisa apareció en su rostro, lo que para él equivalía a una risa abierta.

— Al menos alguien lo encuentra divertido. -Murmuró Hanabusa, resignado, mientras ajustaba su carga y continuaba su camino-

El equipo nocturno, aunque agotado, avanzaba con eficacia. Cada uno aportaba su granito de arena, sabiendo que la seguridad de los demás dependía de ellos. El caos había quedado atrás, y lo único que importaba ahora era reconstruir y garantizar que todos pudieran descansar sin preocupaciones.

[En el camino secreto. . .]

El pasillo era un túnel de penumbra, donde la única luz provenía de las débiles antorchas que parpadeaban a lo lejos, proyectando sombras alargadas en las paredes de piedra. Ichijou Asato avanzaba con cautela, cada paso cuidadosamente medido para evitar romper el silencio opresivo que lo envolvía. Sus pisadas resonaban suavemente, como un eco sordo que lo acompañaba en su marcha. Su mente estaba en constante movimiento, un torbellino de planes y estrategias que giraban desesperadamente en torno a su supervivencia y al futuro del consejo de ancianos. La situación era crítica, pero Asato se mantenía firme, aferrándose a sus cálculos, buscando una salida.

Sin embargo, al llegar al final del corredor, algo lo obligó a detenerse en seco. Frente a él, a contraluz, se dibujaba una figura familiar. Era Takuma. Su nieto, que hasta ese momento había sido su aliado y posible heredero, ahora estaba de pie allí, inmóvil, como un juez aguardando su veredicto. La silueta de Takuma se encontraba parcialmente envuelta en sombras, pero el brillo frío de la katana que empuñaba era inconfundible. El arma reflejaba la luz parpadeante, haciéndola parecer aún más amenazante. En sus ojos, que solían ser cálidos y llenos de vida, ahora brillaba algo diferente: una traición silenciosa, decidida. Fue suficiente para que un escalofrío recorriera la espalda de Asato.

— Takuma... -Pronunció Asato finalmente, su voz cargada de gravedad, aunque con un temblor apenas perceptible. Su mirada buscaba con desesperación una respuesta en el rostro de su nieto, un rastro de duda, algo que le dijera que todo esto era un malentendido- ¿Vas a apuntarme con esa espada, Takuma? -Continuó, intentando mantener la compostura mientras su tono se volvía más sombrío- Incluso si ruego por mi vida, ¿no cambiarás de opinión?

Takuma no dijo nada al principio. El silencio entre ambos se hacía cada vez más pesado, como si el aire mismo estuviera suspendido, esperando lo inevitable. Asato, notando la falta de respuesta, soltó un suspiro profundo, uno que llevaba consigo años de decepción y resignación.

— Pretendía pasarte el consejo de ancianos a ti en el futuro. -Añadió con amargura, como si esas palabras pudieran cambiar algo, como si pudieran despertar algún remordimiento en Takuma-

Pero la expresión de Takuma no se alteró. Apretó con fuerza la empuñadura de la katana, como si su determinación fuera tan sólida como el acero que sostenía. Sus ojos permanecieron fijos en Asato, y cuando finalmente habló, sus palabras resonaron como una sentencia ineludible.

— Acabemos con esto. -Declaró, su voz sólida, cargada de firmeza y dolor reprimido- Junto con tu amado consejo de ancianos.

Por un instante, el tiempo pareció detenerse. El aire mismo pareció congelarse, atrapando a ambos en un momento suspendido entre el pasado y el presente. Sin previo aviso, Takuma elevó su espada en un movimiento decidido y preciso. El filo del acero, que relucía débilmente bajo la tenue luz del pasillo, cortó el aire con un silbido agudo. El movimiento era limpio, lleno de intención.

Asato, sorprendido por la velocidad y la decisión de su nieto, apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba sucediendo. La traición lo golpeó antes que el filo de la espada, paralizándolo por completo. Sintió cómo el tiempo se ralentizaba a su alrededor, como si el destino hubiera decidido grabar este momento en su memoria para siempre. En ese instante, comprendió que no había marcha atrás, que sus años de intrigas y manipulaciones habían culminado en esto: el juicio de su propio legado, ejecutado por la mano de su nieto.

[En otro lugar…]

Kaname emergió de la instalación con pasos pesados, sus botas resonando contra el suelo de piedra mientras el polvo y los ecos de la destrucción llenaban el aire a su alrededor. Su pecho subía y bajaba con fuerza, cada respiración profundizando la sensación de agotamiento físico y emocional que lo envolvía. El aire era denso, impregnado con el olor metálico de los escombros y el fuego, recordándole el precio que había pagado por cumplir su objetivo. Su corazón latía con tal intensidad que podía sentirlo en los oídos, como un tambor marcando el ritmo de su ira y su resolución.

Detrás de él, el edificio de la sede del consejo de ancianos se desmoronaba lentamente, sus paredes cediendo con gemidos largos y resonantes que parecían lamentos de algo que una vez fue poderoso pero ahora no era más que un testigo mudo de su caída. Los escombros se acumulaban, formando montañas grises de ruinas que aún desprendían humo. Kaname no se detuvo para mirar atrás. No necesitaba hacerlo. Sabía que la estructura colapsada era la prueba de su venganza consumada, el final de una lucha que había llevado demasiado tiempo en sus hombros.

Sin embargo, mientras avanzaba con determinación, su mente no estaba completamente en el presente. El rostro de Chieko continuaba dominando sus pensamientos, apareciendo como una visión persistente en cada sombra que cruzaba su camino. Era un recuerdo que ardía como un fuego inextinguible, un dolor que no podía apagar aunque el consejo estuviera destruido. Cada detalle de su rostro estaba grabado en su memoria: sus ojos, su sonrisa, su voz. El sacrificio de Chieko había sido la chispa que encendió su furia y lo empujó a tomar esta decisión final.

— (Chieko...) -Murmuró para sí mismo, apretando los puños con fuerza mientras una ola de emociones cruzaba por su expresión habitualmente imperturbable. Era un dolor que no podía evitar, pero también era la fuerza que lo mantenía en pie-

A pesar del torbellino de emociones que lo consumía, había un pensamiento que lo mantenía en equilibrio: Takuma. Había confiado en él, en su lealtad inquebrantable y su fortaleza, y estaba seguro de que regresaría a salvo. Takuma nunca había fallado, y aunque las circunstancias fueran adversas, Kaname confiaba en que su amigo cumpliría con su papel, no solo como su aliado, sino como alguien en quien podía depositar su fe. Esta confianza era uno de los pocos puntos de calma que encontraba en medio de sus sentimientos caóticos.

Sin detenerse, Kaname fijó la mirada en el horizonte. El colapso detrás de él era un capítulo cerrado, pero sabía que todavía había más por hacer. Los escombros del pasado podrían haberse derrumbado, pero las consecuencias de sus acciones apenas comenzaban a revelarse. Sin embargo, por ahora, sus pasos lo guiaban hacia adelante, hacia un futuro incierto pero cargado de propósito.

[En la academia…]

El aire alrededor del perímetro era pesado, cargado con una tensión que parecía palpitar al unísono con las enredaderas que cubrían los muros y el suelo circundante. Aquellas plantas, retorcidas y oscuras, parecían estar vivas, pulsando con energía latente, como si fueran parte de un organismo consciente. Cada movimiento de las hojas transmitía una sensación de alerta, como si las mismas enredaderas sintieran la presencia de un intruso.

Por el camino sinuoso que conducía al interior del recinto, un hombre avanzaba con pasos firmes y decididos. En su mirada ardía un fuego oscuro, y su postura denotaba una intención clara y letal: acabar con Rido. Cada paso suyo resonaba como una sentencia, y la amenaza que emanaba de él era tan tangible que parecía cortar el aire. Su mano, firmemente sujeta al mango de una daga, estaba preparada para atacar en cualquier momento.

De repente, antes de que el cazador pudiera dar el siguiente paso decisivo, una figura apareció frente a él con la rapidez de un relámpago. Senri surgió desde las sombras con movimientos ágiles y elegantes, colocándose entre el hombre y su padre. Su expresión era seria, pero su mirada denotaba una fuerza interior que contrarrestaba la amenaza que representaba el intruso.

— ¡No! -Gritó Senri, su voz cargada de determinación mientras alzaba un brazo para bloquear el avance del hombre, desviando su ataque con precisión. El sonido metálico de las armas chocando resonó en el ambiente-

El cazador, sorprendido por la inesperada intervención, retrocedió un paso. Aunque desconcertado, su rostro seguía mostrando una ira contenida que burbujeaba bajo la superficie. Sus ojos, llenos de furia, se clavaron en Senri, evaluándolo como un nuevo obstáculo en su misión.

— Apártate... esto no es asunto tuyo. -Gruñó el hombre, su voz grave llena de frustración-

— No permitiré que le hagas daño. -Replicó Senri con un tono firme, sin moverse ni un milímetro. Su cuerpo estaba tenso, listo para defender a su padre a cualquier costo. Su corazón latía con fuerza, pero su determinación era inquebrantable-

Mientras la confrontación se desarrollaba, desde una posición más alejada, Kaede observaba la escena. Sus puños estaban apretados, y sus labios se fruncían en una mueca de profunda frustración. Una vez más, su plan parecía desmoronarse ante sus propios ojos. Había calculado cada movimiento, pero no había anticipado la intervención de Senri, quien ahora complicaba aún más la situación. La ira burbujeaba en su interior, mezclándose con la impaciencia.

Pero Kaede no tuvo tiempo de reaccionar a lo inesperado que venía. De las sombras, como si la misma oscuridad lo hubiera llamado, Rido apareció frente a él. Su figura imponente parecía absorber la luz a su alrededor, y su presencia emanaba una autoridad escalofriante.

— No tan rápido, Kaede. -Dijo Rido, su voz grave y cortante como una cuchilla. Sus palabras estaban cargadas de un tono de superioridad que no admitía objeciones-

Kaede intentó reaccionar, su cuerpo moviéndose por puro instinto, pero la velocidad de Rido fue abrumadora. En un movimiento preciso y letal, Rido lo noqueó con un golpe certero. El cazador no tuvo tiempo ni de lanzar un ataque; su cuerpo cayó al suelo como un peso muerto, inerte, sin posibilidad de continuar con su misión.

Rido se quedó unos segundos observándolo con una mezcla de desdén y serenidad fría. Luego, dejando escapar un suspiro, alzó la vista hacia su entorno.

— Llévenlo a la academia. -Ordenó con autoridad, dirigiéndose a quienes lo acompañaban en la distancia. Su tono era incuestionable, sabiendo que Kaien se encargaría del hombre apropiadamente-

Mientras tanto, el caos continuaba propagándose por el resto de la academia, como una tormenta que amenazaba con envolver todo a su paso. Los ecos del conflicto aún retumbaban, y las tensiones se mantenían altas. Sin embargo, Rido, con una mirada llena de determinación renovada, se erguía como un pilar en medio del desorden. Su mente estaba clara: proteger a su familia era su prioridad, y honrar la memoria de Chieko, su propósito más sagrado. No permitiría que nada, ni nadie, se interpusiera en su camino.

La tormenta se avecinaba, y Rido, con un aire de absoluta confianza, estaba listo para enfrentarse a ella.

[Academia Cross, horas después. . .]

El caos había disminuido, y la calma comenzaba a extenderse como un suspiro largo y esperado. Los pasillos de la academia ya no resonaban con los ecos de la batalla, sino con los sonidos de pasos apresurados y voces organizadas. Kaname tomó el mando junto a Rido, Yagari y los estudiantes de la clase nocturna—Rima, Senri, Ruka, Akatsuki, Hanabusa, Takuma, quien había logrado regresar sano y salvo, y Seiren. Bajo su estricta vigilancia, trabajaron meticulosamente para garantizar que los estudiantes de la clase diurna fueran trasladados con seguridad a sus dormitorios.

En el ala oeste del edificio, Ruka y Hanabusa guiaban a un grupo de estudiantes. Ruka, siempre disciplinada, mantenía un tono firme mientras ajustaba el paso de quienes avanzaban lentamente.

— Manténganse juntos y no se detengan. -Dijo, mientras miraba por encima del hombro para asegurarse de que nadie quedara atrás-

Hanabusa, por su parte, cargaba un montón de mochilas con visible incomodidad.

— ¿Por qué soy el único cargador aquí? ¿Es que nadie más tiene brazos útiles? -Se quejó, aunque manteniendo el ritmo-

Ruka giró hacia él, rodando los ojos.

— Si vas a quejarte todo el tiempo, al menos hazlo después de terminar la tarea. -Replicó, lo que provocó que Senri, quien caminaba cerca, soltase una leve risa-

[En otro lado. . .]

Takuma supervisaba la entrada principal, asegurándose de que los estudiantes más jóvenes no tropezaran ni se distrajeran en el camino. Sus movimientos eran rápidos pero siempre gentiles, ofreciendo apoyo cuando era necesario.

— ¿Todo bien? -Preguntó Seiren, apareciendo a su lado con su habitual calma-

Takuma asintió, aunque su rostro reflejaba cierto cansancio.

— Todo en orden por aquí. Solo quiero asegurarme de que no haya más incidentes. -Respondió, ajustándose su abrigo-

Kaname, mientras tanto, observaba desde un lugar cercano, evaluando cada movimiento. Su voz resonó en el pasillo, tranquila pero autoritaria.

— Takuma, ve a descansar en cuanto termines aquí. Todos hemos hecho más de lo que podía pedirse. -Dijo, su mirada mostrando una mezcla de gratitud y preocupación-

[En el ala norte. . .]

Las horas pasaban lentamente mientras el caos se desvanecía, dejando un aire pesado pero tranquilo en la academia. Rido caminaba por los pasillos, observando cada movimiento con una mirada aguda y calculadora. A su lado, Yagari guiaba a un grupo de estudiantes hacia los dormitorios. Sus pasos eran firmes, pero el cansancio se reflejaba en su postura y el tono áspero de su voz, aunque seguía cumpliendo su tarea con eficacia.

— Estos estudiantes son más resistentes de lo que esperaba -Comentó Yagari, rompiendo momentáneamente el silencio. Su voz, grave como siempre, tenía un matiz de reconocimiento hacia aquellos jóvenes que habían soportado tanto-

Rido detuvo su andar por un segundo, girando ligeramente la cabeza hacia Yagari. Una sonrisa leve, casi imperceptible, se dibujó en su rostro.

— Aprenden rápido cuando el caos los obliga. -Respondió, su voz firme y cargada de autoridad. Había un cierto orgullo en sus palabras, pero también una advertencia implícita. Tras un breve momento, añadió- Pero no olvides que el verdadero desafío será mañana.

Las palabras de Rido resonaron en el aire, cargadas de gravedad. Yagari asintió lentamente, reconociendo la verdad detrás de ellas. A pesar de que el peligro inmediato había pasado, sabían que el conflicto no había llegado a su fin. Las cicatrices de la batalla apenas comenzaban a revelarse.

Cuando todos los estudiantes habían sido trasladados y las tareas finalmente concluyeron, Kaname reunió al grupo nocturno en el vestíbulo principal. La habitación estaba iluminada por una luz tenue, y el aire parecía impregnado de una mezcla de agotamiento y alivio. Los rostros de los presentes reflejaban la dureza del día que habían enfrentado, pero también la satisfacción de haber cumplido con su deber.

Kaname se colocó en el centro, su presencia serena pero firme atrayendo la atención de todos. Su voz, aunque tranquila, llevaba consigo un peso de autoridad y reconocimiento.

— Hemos terminado por hoy. La lucha ha acabado y todos pueden descansar. Hicieron un trabajo excepcional. -Dijo, mirando a cada uno de ellos con gratitud en su expresión. Las palabras resonaron entre el grupo, proporcionando un respiro al cansancio acumulado-

Rima y Senri, que estaban juntos al fondo, intercambiaron miradas antes de asentir. Ambos comprendían la importancia de lo que habían logrado y la necesidad de recargar fuerzas para los días venideros.

Cerca de ellos, Hanabusa dejó escapar un suspiro largo y teatral, rompiendo momentáneamente la solemnidad.

— Por fin. No estoy hecho para estas tareas -Murmuró con dramatismo, dejando caer los hombros como si llevase el peso del mundo-

Ruka, que estaba ajustándose el cabello cansada, lo ignoró completamente, enfocada en recuperarse de su propio desgaste. Sabía que discutir con Hanabusa en ese estado no valía la pena.

Takuma, quien había permanecido cerca de Kaname, observó al grupo con una leve sonrisa en su rostro antes de hablar. Su tono era genuino, reflejando tanto gratitud como alivio.

— Fue un día largo, pero me alegra que todos estemos bien. Gracias por confiar en mí. -Dijo, sus palabras sinceras resonando en el grupo-

Kaname lo miró directamente, su mirada cálida a pesar de la seriedad habitual. Con un movimiento pausado, colocó una mano en el hombro de Takuma, reconociendo su esfuerzo.

— Tu esfuerzo fue invaluable, Takuma. Descansa, mañana será un nuevo día. -Dijo, su voz cargada de significado-

Poco a poco, la calma envolvió la academia. Uno por uno, todos se dirigieron a descansar, buscando el alivio que tanto necesitaban. A medida que los pasillos se vaciaban y el silencio tomaba el control, se sentía algo que no había estado allí en mucho tiempo: paz. Aunque sabían que las batallas que enfrentaban no habían terminado, por primera vez en mucho tiempo, la paz parecía un horizonte posible.

┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫ ¡Cᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀᴀ́!
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¡Hola, queridos lectores! 🌙

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento por ser parte de esta historia. Sus comentarios y votos me brindan una gran inspiración y son el impulso que me motiva a seguir creando. Cada uno de sus mensajes añade una chispa de vida a este universo literario que compartimos, y para mí es realmente invaluable conocer sus emociones y pensamientos al sumergirse en la lectura.

Con todo mi cariño, 
LadyBeluna019 🌹

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