
𝟓𝟐| 𝐂𝐨𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐜𝐲 𝐚𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞 𝐞𝐧𝐝 𝐨𝐟 𝐚 𝐛𝐚𝐭𝐭𝐥𝐞
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Me hallaba en un momento que lo sobrepasaba todo. El aire alrededor estaba cargado de una energía palpable, una presión que parecía aumentar con cada latido pulsante de las enredaderas que envolvían a Chieko. El caos que había definido la batalla momentos atrás se había disipado momentáneamente, y en su lugar, quedaba un silencio lleno de tensión, roto solo por las respiraciones pesadas de quienes estaban conscientes.
Yagari permanecía junto a mí, con los ojos fijos en el capullo. Incluso él, tan acostumbrado a lo extraño y lo sobrenatural, parecía asombrado por la escena ante nosotros. Su voz salió baja, casi como si hablara consigo mismo.
— Nunca había visto algo así... -Dijo, su tono mezclando fascinación y preocupación- Es increíble... y peligroso.
Me forcé a apartar mi mirada del capullo por un instante para mirarlo a él. Había algo en su voz, algo que resonaba en lo que yo mismo estaba sintiendo. Apreté mi arma con más fuerza de la que pretendía, tratando de mantener el control sobre mí mismo.
— Esto no está bien. -Mi voz salió baja, cargada de un peso que apenas podía contener- Ella no puede permanecer así... y no podemos dejarla aquí sola.
Yagari asintió, pero no parecía completamente convencido. A pesar de sus palabras, podía ver la duda en sus ojos.
— Está protegida ahora. -Respondió, aunque no había firmeza en su tono- Pero tienes razón.
Mi mirada volvió al capullo, a las enredaderas pulsantes que parecían un reflejo del corazón dormido de Chieko. Cada pulsación parecía hacer eco de algo dentro de mí, algo que no estaba dispuesto a reconocer del todo. Había sido demasiado duro con ella, demasiado ciego. Todo lo que había sucedido, cada palabra cortante, cada acción distanciada, se acumulaba ahora como una carga que no podía ignorar.
Me acerqué más, sintiendo el peso de lo que estaba ocurriendo en cada paso. La luz de la luna se reflejaba en la textura brillante de las enredaderas, dándoles una apariencia casi etérea. Al llegar junto a ellas, extendí una mano, pero no las toqué. Mi mandíbula estaba tensa, mis pensamientos revueltos. Y entonces, dejé escapar las palabras que llevaba retenidas.
— Lo siento... -Susurré, inclinando un poco la cabeza. Mi voz no tenía la firmeza habitual; había algo roto en ella- He sido un idiota. No debí tratarte como lo hice, no debí dejar que esto sucediera.
Las palabras salían con dificultad, pero no me detuve. Sentía que tenía que decirlo, aunque no sabía si podía escucharme.
— Por favor, vuelve. -Murmuré, y la emoción en mi voz era algo que no podía disimular- No podemos hacerlo sin ti.
Mientras estas palabras flotaban en el aire, los sonidos de la batalla se reanudaron a lo lejos. Los estudiantes de la Clase Nocturna, organizados y decididos, salían de la academia en grupos. Vi a Ruka liderando uno de los grupos, su postura firme mientras daba órdenes.
— ¡Cubran los flancos! ¡No dejen que ninguno escape! -Decía, y su voz, aunque fría, tenía una claridad que inspiraba a los demás-
Rima y Aidou formaron parte de otro grupo, trabajando juntos como lo hacían en las peores circunstancias, mientras Akatsuki vigilaba las entradas, protegiendo a los más jóvenes. A pesar de todo el miedo y la incertidumbre, había algo casi reconfortante en la manera en que trabajaban juntos, en la unidad que mostraban a pesar de lo que enfrentaban.
— ¡Vamos! -Gritó uno de los estudiantes, levantando su arma con determinación- ¡No dejemos que se escapen!
Me quedé observando, pero solo por un instante. Mi atención volvió al capullo, a Chieko, y al peso que sentía al no poder hacer nada más. La impotencia era un monstruo que me atormentaba, pero sabía que había algo más grande en juego, algo que debía proteger. Apretando los dientes, me prometí que no importaba cuánto tiempo pasara ni qué tan difícil fuera, encontraríamos una forma de traerla de vuelta. No había otra opción. La necesitábamos, yo la necesitaba, aunque no sabía cómo decirlo en voz alta.
En ese momento, Kaien apareció, su figura imponente destacándose entre el caos. Se acercó rápidamente, su mirada fija en el capullo.
— ¿Qué está pasando aquí? -Preguntó, su voz resonando con autoridad-
En ese momento, Kaien apareció, su figura imponente destacándose entre el caos. Se acercó rápidamente, su mirada fija en el capullo que contenía a Chieko, y la preocupación se reflejaba en su rostro.
— ¿Qué está pasando aquí? -Preguntó, su voz resonando con autoridad, cortando el murmullo de la batalla que aún retumbaba a nuestro alrededor-
Zero, que había estado a mi lado, se giró hacia Kaien, su expresión seria y tensa. Sabía que el director necesitaba entender la gravedad de la situación.
— Chieko está atrapada en ese capullo. -Comenzó Zero, señalando con un gesto hacia la estructura pulsante- Su poder se ha descontrolado, y las enredaderas están protegiendo la academia. No la están consumiendo, pero sí están utilizando parte de su energía para mantenerse vivas y protegerla de cualquier enemigo que se atreva a pisar el interior de la Academia.
Kaien frunció el ceño, observando las enredaderas que brillaban con una luz casi sobrenatural. Su mirada se volvió más intensa, y podía ver que estaba evaluando la situación con rapidez.
— ¿Y los vampiros? -Preguntó, su voz firme- ¿Están siendo contenidos?
— Por ahora, sí. -Respondió Zero, su tono grave- Pero no podemos dejar que esto continúe. Si Chieko no se despierta pronto, su poder podría volverse incontrolable, y no sabemos qué consecuencias podría tener.
Kaien asintió, comprendiendo la urgencia de la situación. Su mirada se desvió hacia el capullo, y por un momento, el silencio se apoderó de nosotros mientras todos esperábamos su respuesta.
— Debemos actuar. -Dijo finalmente, su voz resonando con determinación- No podemos permitir que Chieko se pierda en este poder.
Con esas palabras, la tensión en el aire se intensificó. Sabía que el tiempo era esencial, y que cada segundo que pasaba aumentaba el riesgo de perder a Chieko para siempre. Miré a Kaien, a Yagari y a los demás estudiantes que se preparaban para la batalla, y sentí que la unidad que habíamos forjado era más fuerte que nunca.
— Haremos lo que sea necesario. -Afirmé, sintiendo la determinación arder dentro de mí- No dejaremos que esto termine así.
Kaien asintió, y su mirada se volvió hacia el grupo de estudiantes que se preparaban para salir a la batalla.
— Entonces, vamos a luchar. No solo por Chieko, sino por todos nosotros. ¡A la acción! -Ordenó, y su voz resonó con la fuerza de un líder decidido a proteger a su gente-
Con un renovado sentido de propósito, nos preparamos para enfrentar lo que viniera, sabiendo que la batalla no solo era por la supervivencia, sino también por el futuro que todos deseábamos construir juntos.
[Dentro del edificio. . .]
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Aseguré a Hana, Yuna y Yuuki en un rincón protegido de la academia, detrás de una barrera que me aseguré de fortalecer con todo mi poder. Sabía que allí estarían a salvo; que ningún peligro podría alcanzarlas. Pero aun así, no podía apartar la sensación de inquietud que me golpeaba el pecho. Era un instinto que no podía ignorar, una especie de llamado que parecía venir de lo más profundo de mí. Sentí algo... una energía tan intensa que me obligó a detenerme en seco, a contener la respiración por un instante.
— Esto no es normal... -Murmuré en voz baja, incapaz de quitarme esa sensación sofocante que emanaba del exterio-
El peso en mi pecho se intensificó, y no pude seguir ahí. Dejé a Hana con cuidado, asegurándome de que ella sujetara bien a Yuna. Yuuki, aunque visiblemente cansada, asentía en silencio. Les dirigí una última mirada antes de girarme hacia la salida. Necesitaba saber qué estaba pasando. Cada paso que daba era impulsado por una mezcla de urgencia y temor.
Salí al exterior, y lo primero que vi fueron las enredaderas. Blancas, brillando bajo la luz de la luna, se extendían por toda la academia como si fueran un escudo viviente. Me quedé inmóvil por un momento, mi mente tratando de procesar lo que veía. Ese poder... lo reconocía, pero no en esta forma, no con esta magnitud. Era como si su fuerza me llamara, como si me estuviera llevando hacia su origen. No podía detenerme; simplemente comencé a correr.
Sentía el latido de esa energía con cada paso que daba, y mi corazón acelerado parecía acompañarla. Finalmente, llegué al lugar, y lo que vi me dejó helado.
En el centro del caos, las enredaderas rodeaban un capullo brillante, pulsante, que envolvía a Chieko. Podía sentir su esencia dentro de él, fuerte pero al mismo tiempo frágil. Era como si toda su energía se estuviera concentrando en ese espacio reducido. Las enredaderas se movían con un ritmo constante, casi como si estuvieran vivas, protegiendo su interior de cualquier amenaza. A su alrededor, Zero, Yagari e Ichuru estaban presentes. Ichuru estaba tendido, envuelto también por las enredaderas, pero estas lo protegían, sanando sus heridas.
Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera procesarlo. Mis piernas cedieron, y caí de rodillas frente a ella. Ver a Chieko atrapada, inaccesible, me rompió por dentro. Todo lo que había mantenido bajo control durante tanto tiempo explotó en ese momento.
— ¡Chieko! -Grité con desesperación, mi voz resonando en el aire pesado- ¡No puedes dejarme! ¡Por favor, despierta!
No podía quedarme ahí, simplemente observando. Extendí mis manos hacia las enredaderas, tocando su textura brillante y viva. Sentí una energía pulsante bajo mis dedos, pero cuando intenté apartarlas, reaccionaron al instante. Se regeneraron con más fuerza, envolviendo a Chieko aún más, como si se estuvieran asegurando de que nadie pudiera alcanzarla.
El dolor en mis manos no me detuvo. Las enredaderas comenzaban a cortarme con sus bordes afilados, pero seguí. No podía simplemente dejarla allí. No después de todo lo que había pasado, no después de todo lo que ella significaba para mí.
— ¡No! -Rugí, mis lágrimas cayendo al suelo mientras mis manos sangraban- ¡No puedes dejarme de nuevo! ¡No ahora!
No sé cuánto tiempo luché contra esas enredaderas, pero fue inútil. No se trataba solo de su fuerza; había algo más, algo que no podía superar por la fuerza bruta. Me sentí impotente, algo que no estaba acostumbrado a aceptar. Pero no podía rendirme.
Fue entonces cuando sentí una mano en mi hombro. Levanté la mirada y vi a Zero, su rostro tenso mientras me miraba con una mezcla de empatía y firmeza.
— Kaname, esto no es algo que puedas resolver por la fuerza. -Dijo, su voz baja pero con una convicción que no podía ignorar- Ella necesita tiempo... y nosotros necesitamos mantenernos fuertes. Esto no es el final.
Lo miré durante unos segundos, intentando procesar sus palabras. Sabía que tenía razón, pero mi corazón se negaba a aceptarlo. Chieko estaba ahí, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, y yo no podía hacer nada para ayudarla. Sentí una desesperación que no había experimentado en siglos.
Finalmente, dejé caer mis manos. Mis hombros cayeron, y apoyé mi frente contra el capullo, dejando que las lágrimas fluyeran sin control.
— No dejaré que te pierda. -Murmuré, mi voz rota- Haré lo que sea necesario para traerte de vuelta, Chieko.
Las enredaderas continuaban pulsando suavemente, su energía envolviendo el lugar con una fuerza implacable. En mi interior, el miedo y la esperanza luchaban por el control, mientras el brillo del capullo seguía iluminando el caos a nuestro alrededor. Me prometí a mí mismo que no importaba cuánto tiempo tomara, no me rendiría. La traería de vuelta, a cualquier costo.
[En el consejo de ancianos. . .]
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Ichijou Asato permanecía en su lujosa oficina, un lugar que normalmente reflejaba la majestuosidad y el poder de su posición. Sin embargo, en ese momento, la atmósfera estaba cargada de una tensión asfixiante. Los antiguos tapices que adornaban las paredes, mostrando los triunfos pasados de su clan, parecían insignificantes frente a las preocupaciones actuales. Frente a él, Kaede Tsukihara, el jefe de la Asociación de Cazadores de Vampiros, se encontraba al borde del colapso, un hombre que antaño lucía imponente, ahora reducido a una sombra de lo que solía ser.
Su piel, antes tersa y radiante, estaba quebradiza y translúcida, como si estuviera a punto de desmoronarse. Cada uno de sus movimientos parecía un esfuerzo titánico, y su fragilidad se hacía cada vez más evidente. Kaede alzó la mirada hacia Ichijou, sus ojos reflejando desesperación.
— Ichijou-sama... sangre. -Dijo Kaede, su voz temblorosa mientras trataba de mantenerse en pie frente a él- He venido por algo de sangre.
Ichijou lo observó con desdén, su expresión endurecida mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. La irritación y la frustración eran evidentes en sus ojos.
— ¿No dijiste que ambos estaríamos ganando en esto? -Preguntó, su tono afilado, cargado de reproche- ¿Qué ha sucedido, Kaede?
Kaede bajó la mirada, suspirando profundamente, como si el peso de sus fracasos lo estuviera aplastando.
— Cross Kaien... es realmente terco. -Confesó, su voz llena de cansancio y decepción- Al final, fallé en hacerlo obedecer. Liberé en la Academia a los niveles E que esclavizamos, pero... fueron destruidos en poco tiempo por una enredadera que emergió de la nada. Algo que ni siquiera puedo explicar.
Ichijou frunció el ceño, llevándose una mano al rostro mientras soltaba un suspiro de frustración. La mención de las enredaderas y la intervención de Chieko solo avivaron su enojo.
— Tsk... -Chasqueó la lengua, mirando a Kaede con dureza- He sido traicionado por ese maldito de Rido Kuran. El Consejo de Ancianos está en ruinas, y ahora mis planes se ven frustrados... ¡Por esa maldita Chieko! -Su tono era venenoso, lleno de resentimiento-
Kaede, consciente de que su vida dependía de lo que sucediera a continuación, dio un paso adelante, tratando de transmitir su compromiso. Su voz temblaba, la urgencia y la desesperación eran evidentes.
— Mi señor... -Dijo con rapidez- Me aseguraré de que acaben con Rido Kuran pronto. Solo necesito que tenga paciencia... que espere mis órdenes. Pero... -Su voz se quebró mientras alzaba la mirada- Por favor, debe darme su sangre.
Ichijou lo miró con una mezcla de disgusto y consideración. Finalmente, después de un momento de tensión que parecía eterno, asintió con resignación, aunque su expresión seguía siendo escéptica.
— Espero que seas de utilidad, Kaede. -Su voz era fría, casi despectiva, mientras avanzaba hacia él-
Kaede apenas podía contener su alivio cuando Ichijou le ofreció su sangre. Después de alimentarse, su color comenzó a volver lentamente, y aunque la fragilidad todavía estaba presente, su cuerpo parecía haberse estabilizado. Sin más palabras, Kaede se inclinó profundamente antes de retirarse apresuradamente, dejando a Ichijou solo con sus pensamientos.
Ichijou caminó hacia la ventana, sus ojos escaneando el horizonte con intensidad. Las luces de la ciudad se reflejaban en el vidrio, pero no le ofrecían consuelo. Sabía que la situación era crítica, que cada decisión que tomara ahora sería crucial.
— El tiempo se agota... -Murmuró, sus dedos tamborileando contra el alféizar de la ventana- Si Rido ha decidido moverse, no me dejará opción. Debo actuar antes de que sea demasiado tarde.
La sombra de Rido Kuran se cernía sobre él, al igual que la amenaza de la academia y el poder de Chieko que aún no entendía del todo. No podía permitirse otro error; esta batalla determinaría no solo su destino, sino el de todo el Consejo.
Rido avanzaba con urgencia, cada paso resonando en su mente como un recordatorio de lo que estaba en juego. La preocupación por Chieko lo carcomía; el poder descontrolado que emanaba de ella no era normal. La conexión que compartía con su hija le decía que algo andaba terriblemente mal. Senri, a su lado, lo seguía de cerca, incapaz de esconder la inquietud que se reflejaba en su rostro.
— Ichijou Tukama, quédate aquí. -Ordenó Rido con voz firme pero teñida de ansiedad, deteniéndose un momento para enfrentar a su subordinado- Asegúrate de que nadie se acerque a la academia. No puedo arriesgarme a que alguien más se involucre en esto.
Ichijou Tukama asintió, aunque su mirada estaba cargada de dudas.
— Entendido, Rido. Pero... ten cuidado. No sabemos qué está causando esto.
Rido no se molestó en responder. Su mente estaba completamente centrada en Chieko. Al retomar su camino, escuchó la voz temblorosa de Senri.
— Padre, ¿Qué está pasando? -Preguntó, su tono revelando una mezcla de miedo y confusión- ¿Por qué Chieko está así?
Rido apretó los dientes, incapaz de ofrecer una respuesta clara. El ritmo de su corazón se aceleraba con cada segundo.
— No lo sé, hijo. Pero vamos a averiguarlo. -Respondió, su voz dura, como si intentara convencerse a sí mismo de que aún había tiempo-
Cuando llegaron a la academia, Rido y Senri se detuvieron frente a un paisaje que los dejó sin palabras. Las enredaderas blancas pulsaban con una energía vibrante, cubriendo el patio y creando una atmósfera surrealista. A pesar de la intensidad del poder que irradiaban, no los detectaron como una amenaza. Rido avanzó con precaución, llevando a Senri junto a él.
— ¿Qué es todo esto? -Murmuró Senri, su tono atónito mientras observaba las enredaderas con ojos abiertos de par en par-
Rido no respondió. Su mirada estaba fija en el centro del patio, donde pudo distinguir una escena que parecía más irreal con cada paso que daba. Allí, Kaname estaba arrodillado frente a un capullo que brillaba con una luz intensa, rodeado por las enredaderas pulsantes. La expresión de Kaname era desgarradora. A su lado, Zero permanecía de pie, sus ojos húmedos por lágrimas que apenas intentaba contener.
— Kaname... -Llamó Rido, su voz grave pero llena de preocupación. El peso de la escena ante él era demasiado-
Kaname levantó la vista lentamente, su rostro reflejando un dolor profundo. Sus ojos rojos y llenos de lágrimas buscaron los de su tío.
— Tío, no sé qué hacer... -Comenzó, su voz quebrándose- Ichuru está inconsciente y Chieko... ella está atrapada en ese capullo. No podemos alcanzarla.
Rido sintió cómo un nudo se formaba en su estómago al escuchar el nombre de su hijo. Su mirada se desvió hacia Ichuru, quien estaba rodeado por las enredaderas, inmóvil, pero claramente protegido por ellas. La realidad de la situación lo golpeó con fuerza.
— Zero, ¿Qué ha pasado aquí? -Preguntó Rido, su voz baja pero tensa-
Zero se pasó una mano por la cara, intentando mantener la compostura mientras hablaba.
— No lo sé... Todo sucedió tan rápido. -Dijo, su voz quebrándose con cada palabra- Chieko perdió el control, y luego... Ichuru intentó ayudarla, pero... -Se detuvo, incapaz de continuar-
Rido cerró los ojos por un momento, su mente procesando las palabras de Zero. Cuando los abrió de nuevo, se acercó al capullo con pasos lentos pero decididos. Extendió una mano, tocando la superficie de las enredaderas. La energía pulsante que sentía bajo sus dedos parecía un reflejo del latido del corazón de Chieko.
— Chieko... -Susurró, su voz temblando mientras su otra mano formaba un puño apretado- No te vayas, por favor.
A su lado, Senri se acercó con cautela, su mirada fija en el capullo que contenía a su hermana.
— ¿Y si no hay forma de salvarla? -Preguntó, su tono lleno de preocupación- ¿Y si se queda así para siempre?
El dolor que atravesó el corazón de Rido fue como nada que hubiera sentido antes. Era un peso inmenso, desgarrador. Se agachó para estar al nivel de Senri, colocando una mano firme sobre su hombro.
— No digas eso, Senri. Chieko es fuerte. Siempre lo ha sido. -Sus palabras intentaban ser reconfortantes, pero su voz temblaba por la emoción que apenas lograba contener-
Rido permanecía inmóvil junto al capullo que envolvía a su hija, su mirada fija en las enredaderas pulsantes que parecían protegerla. La luz de la luna se reflejaba tenuemente en la superficie blanca y brillante de las ramas, dando un aire casi sagrado a la escena. Cada latido que sentía bajo su mano lo llenaba de una mezcla de esperanza y dolor, una sensación que no podía permitirse ignorar. Senri, a su lado, observaba con ojos llenos de incertidumbre, incapaz de procesar completamente lo que estaba ocurriendo.
Fue entonces cuando algo inesperado sucedió. Las enredaderas que rodeaban el cuerpo de Ichuru comenzaron a moverse con suavidad, como si respondieran a un llamado interno. Las ramas se separaron lentamente, dejando al descubierto el cuerpo de Ichuru, que yacía en el suelo. La herida grave que tenía en su abdomen, que había sido motivo de preocupación para todos, estaba completamente curada. Las enredaderas, habiendo cumplido su propósito, se retiraron hacia el capullo de Chieko, rodeándolo con más fuerza y dedicación.
— ¡Miren! -Exclamó Zero, su voz llena de incredulidad mientras corría hacia su hermano- ¡Ichuru!
Sin perder un segundo, Zero se arrodilló junto a él, su preocupación evidente mientras inspeccionaba a su gemelo. Aunque seguía inconsciente, su respiración era tranquila y su cuerpo ya no mostraba signos de las heridas que lo habían dejado al borde de la muerte. Yagari y Kaien reaccionaron rápidamente, acercándose para ayudar a Zero a cargar a Ichuru con cuidado.
— Está vivo. -Murmuró Yagari, su voz grave pero con un tono de alivio- Pero debemos llevarlo a la enfermería. No sabemos cuánto tiempo permanecerá así.
— Es cierto. -Añadió Kaien con determinación- No podemos arriesgarnos a que algo suceda aquí.
Con movimientos precisos y coordinados, los tres hombres levantaron a Ichuru y comenzaron a trasladarlo hacia la academia. Las enredaderas, ahora tranquilas, se mantuvieron alrededor del capullo de Chieko, como si reforzaran su barrera, protegiéndola de cualquier amenaza. La escena era surrealista; el contraste entre la calma que emanaba de las enredaderas y la tensión en los rostros de los presentes era casi palpable.
Mientras Zero, Yagari y Kaien se ocupaban de Ichuru, Rido permanecía junto a su hija. Ignoró las conversaciones que los demás intercambiaban, su enfoque completamente dirigido a Chieko. Extendió su mano una vez más, tocando la superficie de las enredaderas con una delicadeza que contrastaba con su figura imponente.
— Te traeremos de vuelta... -Susurró, su voz llena de determinación mientras sus dedos recorrían las ramas que rodeaban a su pequeña princesa. Aunque el dolor aún llenaba su mirada, Rido se negaba a ceder ante la desesperanza-
Senri, que había estado observando en silencio, se acercó un poco más, su mirada fija en el capullo. El ambiente a su alrededor lo abrumaba, pero al ver a su padre tan firme, encontró fuerzas para mantenerse en pie.
— ¿Crees que pueda despertar...? -Preguntó Senri en voz baja, aunque su tono estaba teñido de duda-
Rido lo miró, su expresión suave mientras asentía lentamente.
— Chieko siempre ha sido fuerte. -Respondió, intentando transmitirle confianza- Esto no será diferente.
Mientras tanto, Kaien y Yagari regresaron al patio después de haber trasladado a Ichuru a la enfermería. Ambos miraron el capullo con gravedad, conscientes del peso emocional que envolvía a todos los presentes. Fue Kaien quien rompió el silencio, su tono firme pero tranquilo.
— Kaname va a enfrentarse al Consejo de Ancianos. -Dijo, sus ojos recorriendo la escena- Si no lo detenemos, esto podría terminar peor de lo que imaginamos.
— No puedo culparlo. -Respondió Yagari, aunque su tono reflejaba su preocupación- Pero está dejando que su ira lo guíe. Si no se controla, no sabemos hasta dónde llegará.
Rido, al escuchar sus palabras, desvió la mirada hacia el camino que había tomado Kaname. Aunque entendía la ira que lo impulsaba, sabía que era peligroso actuar con emociones tan desbordadas. Sin embargo, decidió no intervenir. En ese momento, su prioridad era su hija.
El patio de la academia se había convertido en un centro de emociones intensas, cada individuo lidiando con el peso de lo ocurrido. Las enredaderas pulsaban suavemente, como un reflejo del corazón dormido de Chieko. Y mientras Kaname se dirigía a enfrentar al Consejo de Ancianos, los que quedaban prometían no rendirse, aferrándose a la esperanza de recuperar a Chieko y mantener la unión que los había llevado hasta ese momento. Sabían que el camino por delante sería arduo, pero ninguno estaba dispuesto a ceder. La tormenta apenas comenzaba, y todos estaban preparados para luchar hasta el final.
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¡Hola, estimados lectores! 🌙
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento por ser parte de esta historia. Sus comentarios y votos me inspiran enormemente y son el motor que me motiva a seguir creando. Cada uno de sus mensajes aporta una chispa de vida a este universo literario que compartimos, y para mí es realmente invaluable conocer sus emociones y pensamientos al sumergirse en la lectura.
Con todo mi cariño,
LadyBeluna019 🌹
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