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𝟒𝟖| 𝐓𝐡𝐞 𝐚𝐰𝐚𝐤𝐞𝐧𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐟 𝐚 𝐩𝐮𝐫𝐞𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝




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ㅤㅤㅤ் Narra Chieko '
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Todo sucedió tan rápido que apenas tuve tiempo de procesarlo. Había salido para completar mis rondas habituales, cuando vi a Yuuki a lo lejos, caminando por los pasillos con pasos lentos y una postura inusualmente encorvada. Había algo extraño en su forma de moverse, como si estuviera cargando un peso invisible que le dificultaba avanzar. Decidí acercarme, pero antes de que pudiera llamarla, sus piernas cedieron y cayó al suelo sin emitir un solo sonido.

— ¡Yuuki! -Grité mientras corría hacia ella, arrodillándome a su lado-

Intenté despertarla, llamándola varias veces, pero no respondía. Su rostro estaba pálido, sus labios ligeramente entreabiertos, y su respiración, aunque débil, era constante. El pánico comenzó a apoderarse de mí, pero me obligué a mantener la calma. La levanté con cuidado, su cuerpo ligero en mis brazos, y la llevé directamente al despacho del Director Kaien. Cada paso que daba sentía como si el tiempo se ralentizara, y mi mente no podía dejar de pensar en lo que le habría ocurrido.

Cuando llegué, Kaien se giró hacia mí, dejando de lado los papeles que tenía en sus manos. Su expresión, tan acostumbrada a ser cálida y relajada, cambió de inmediato al ver a Yuuki en ese estado.

— Llévenla a una habitación privada. -Ordenó con firmeza, dirigiéndose a Ichuru y Zero, que acababan de entrar al despacho-

Ichuru me quitó a Yuuki de los brazos con cuidado, y vi en su rostro una mezcla de preocupación y tensión. Zero, por su parte, no dijo nada, pero sus ojos reflejaban una tormenta interna mientras observaba a Yuuki con seriedad.

— Manténganla protegida. Nadie debe acercarse sin mi autorización. -Kaien enfatizó, asegurándose de que ambos entendieran la gravedad de la situación-

— Sí, Director. -Respondió Ichuru sin dudar, ajustando su postura mientras cargaba a Yuuki-

Zero simplemente asintió antes de seguir a su gemelo hacia la habitación designada. Había algo en la forma en la que caminaba que me dijo que no iba a apartar los ojos de Yuuki ni un segundo.

Kaien me observó con calma, como si estuviera esperando las palabras que sabía que iba a decir. No había sorpresa en su rostro, solo una aceptación tranquila, porque, al igual que yo, había estado preparado para este momento desde hace tiempo.

— Kaien. -Dije mientras mantenía mi voz firme- El sello de Yuuki está al límite. Es hora de despertarla.

Él asintió lentamente, cruzando los brazos mientras me miraba con atención.

— Lo sabía. -Respondió con serenidad- Esto iba a ocurrir tarde o temprano, y ambos hemos estado conscientes de ello.

— Lo hemos pospuesto todo lo que hemos podido. -Continué, mi mirada fija en él- Pero si seguimos intentando mantener el sello, sólo la pondremos en peligro. Yuuki está lista, aunque sufra. Y nosotros también debemos estarlo.

Kaien exhaló suavemente, como si estuviera soltando un peso que llevaba cargado desde hace tiempo.

— Tienes razón. -Dijo- Yuuki necesita recordar quién es realmente. Si no lo hace pronto, las consecuencias serán irreversibles. Pero ¿Estás preparada para todo lo que este despertar implicará?

— Siempre lo supe. -Respondí con firmeza- Por mucho que desearía protegerla de todo lo que traerán esos recuerdos, este es el único camino que podemos tomar.

Kaien me miró durante unos segundos más antes de hablar nuevamente.

— Kaname debe ser informado de inmediato. -Dijo, su tono suave pero decidido- Él será fundamental en esto, al igual que tú. Yuuki necesitará a ambos más que nunca.

— Lo sé. -Dije con una leve inclinación de cabeza, consciente de la responsabilidad que cargábamos.-

Kaien, siempre práctico, añadió con un ligero gesto de advertencia:

— Las cosas cambiarán para todos nosotros una vez que Yuuki despierte. Pero confío en que tú y Kaname tomarán las decisiones correctas. 

Asentí en silencio, dejando atrás las últimas palabras de Kaien y permitiendo que su firmeza reforzara mi determinación. Salí de su despacho con pasos firmes, segura de que el momento que habíamos esperado por tanto tiempo finalmente había llegado. La brisa nocturna comenzaba a colarse por los pasillos de la Academia Cross, trayendo consigo ese aire cargado de expectativa que parecía envolver la noche.

[En las habitaciones luna. . .]

El camino hacia las habitaciones nocturnas estaba sumido en una calma aparente, interrumpida solo por los murmullos suaves de los estudiantes de la Clase Nocturna. Podía sentir sus miradas mientras pasaba, curiosas y fugaces, aunque nadie se atrevió a detenerme. Mi propósito estaba claro, y cualquier duda había quedado atrás al cruzar el umbral del despacho de Kaien. Cada paso resonaba ligeramente sobre el suelo, como un eco discreto pero decidido, anunciando mi llegada sin romper por completo el silencio.

Al llegar a la habitación de Kaname, noté que la puerta estaba entreabierta, permitiendo que un cálido resplandor iluminara tenuemente el pasillo. Me detuve frente a la entrada, observando por un momento cómo la luz bailaba suavemente sobre el marco de la puerta. Toqué ligeramente, el golpe suave pero firme para anunciar mi presencia, y empujé la puerta con cuidado.

Dentro, Kaname estaba de pie frente al espejo, impecablemente elegante como siempre. Ajustaba los últimos detalles de su uniforme, la capa acomodada sobre sus hombros con una precisión que reflejaba su naturaleza meticulosa. El brillo tenue de la lámpara a su lado acentuaba la serenidad de su figura, cada movimiento tranquilo pero intencionado. Había algo casi hipnótico en la calma que irradiaba, una quietud que contrastaba con la tormenta que llevaba dentro.

Cuando levantó la vista del espejo y giró hacia mí, noté cómo sus ojos se enfocaron al instante en mi rostro. Incluso antes de hablar, sabía que él había percibido que algo importante había ocurrido, y que el momento que habíamos previsto durante tanto tiempo estaba finalmente aquí. La carga de mis pensamientos y emociones debía estar reflejada en mi expresión, porque aunque su postura seguía firme, sus ojos adoptaron un matiz de alerta contenida, listo para escuchar lo que tenía que decir.

— Kaname, Yuuki colapsó. -Le dije directamente, sin rodeos, pero sintiendo cómo mi voz temblaba ligeramente al recordar lo que había sucedido-

Kaname se giró hacia mí de inmediato, dejando de lado cualquier otro detalle de su preparación. Su mirada, siempre serena, ahora reflejaba una alerta contenida, como si procesara la gravedad de mis palabras en un instante.

— ¿Qué ocurrió? -Preguntó mientras caminaba hacia mí, su tono bajo pero lleno de intensidad-

Tomé aire y, con la mayor claridad posible, le expliqué todo. Desde el momento en que encontré a Yuuki colapsada hasta las decisiones de Kaien de ponerla bajo la protección de Ichuru y Zero. Kaname escuchó cada palabra sin interrumpirme, su postura tranquila pero su semblante cada vez más serio. Cuando terminé, había un silencio que parecía llenar la habitación.

— Esto no puede ser ignorado. -Dijo después de unos momentos, su tono firme mientras se cruzaba de brazos en un gesto reflexivo- Debemos asegurarnos de que Yuuki esté protegida y descubrir qué ha debilitado tanto el sello.

Asentí, completamente de acuerdo con él. La presencia de Kaname siempre me daba una sensación de estabilidad, incluso en los momentos más difíciles. Sin embargo, sabía que había algo más que debía decirle antes de que diéramos el siguiente paso.

— Hana se encargará de Yuna. Ella estará segura bajo su cuidado. -Dije, mi voz tranquila, aunque sentía el peso de dividir mi atención entre Yuuki y mi pequeña-

Kaname asintió, aceptando la decisión sin dudar.

— Es lo mejor por ahora. Necesitamos concentrarnos en Yuuki. -Respondió con calma, mostrando su usual enfoque lógico-

Lo observé por unos segundos mientras retomaba su chaqueta, preparándose para salir. Su eficiencia y compostura eran casi inquebrantables, y esa misma determinación era la que me daba fuerzas. Con Yuna protegida por Hana, sabía que podíamos dedicar toda nuestra atención a lo que estaba por venir. La calma antes de la tormenta estaba a punto de romperse, y tanto Kaname como yo estábamos listos para enfrentarla juntos.

[Después de algunas horas. . .]

Chieko cayó al suelo, sorprendida por la fuerza de Yuuki, pero mantuvo la calma. La mirada de Yuuki estaba llena de miedo y confusión, sus manos temblaban mientras apretaban ligeramente el cuello de Chieko.

— ¿Por qué te pareces tanto a esa mujer llena de sangre?! -Gritó Yuuki, su voz quebrándose- ¡¿Por qué no te defienden?! ¿Qué me estás ocultando?

Chieko, a pesar de la situación, mantuvo una expresión serena. Levantó una mano con cuidado y la colocó sobre la mejilla de Yuuki, acariciándola suavemente.

— Yuuki-chan... Soy yo, Chieko. -Dijo con una voz tranquila, casi susurrando- No tienes que temerme. Estoy aquí para ayudarte.

Yuuki parpadeó, sus ojos llenos de lágrimas mientras su agarre comenzaba a aflojarse. Su respiración era irregular, y parecía debatirse entre la realidad y los fragmentos de recuerdos que la atormentaban.

— No entiendo... -Murmuró Yuuki, su voz temblorosa- Todo es tan confuso. Veo cosas... cosas que no deberían estar ahí.

Chieko asintió lentamente, sin apartar su mano de la mejilla de Yuuki.

— Lo sé, Yuuki. Sé que es difícil. -Respondió con suavidad- Pero pronto todo tendrá sentido. Solo necesito que confíes en mí un poco más. ¿Puedes hacerlo?

Yuuki la miró fijamente, como si buscara algo en los ojos de Chieko, alguna certeza que pudiera calmar el caos en su mente. Finalmente, sus manos se apartaron del cuello de Chieko, y su cuerpo se desplomó ligeramente hacia atrás, agotada.

— No sé si puedo... -Admitió Yuuki, su voz apenas un susurro- Pero quiero intentarlo.

Chieko se incorporó lentamente, sentándose frente a Yuuki y tomando sus manos entre las suyas.

— Eso es todo lo que necesito, Yuuki. -Dijo con una sonrisa cálida- Estoy aquí contigo, y no voy a dejarte sola en esto.

Yuuki asintió débilmente, sus lágrimas cayendo silenciosamente mientras Chieko permanecía a su lado, ofreciéndole la calma que tanto necesitaba. La habitación quedó en silencio, pero en ese momento, un pequeño paso hacia la confianza había sido dado.

[Después de un rato. . .]

La noche había caído completamente, y la nieve comenzó a descender en un silencio solemne, cubriendo los alrededores de la Academia Cross con su manto blanco. Dentro de la habitación, el ambiente estaba cargado de tensión. Yuuki, aún inestable, se movía inquieta, murmurando palabras incomprensibles mientras Chieko permanecía a su lado, con paciencia y cuidado, intentando estabilizarla. Las ventanas, azotadas por la brisa helada, se abrieron de golpe, dejando entrar el frío que parecía anunciar el cambio inevitable.

Kaname apareció en el marco de la ventana, su presencia imponente recortada contra la oscuridad de la noche. Su mirada estaba cargada de determinación, y su tono firme rompió el silencio.

— Es hora. -Dijo sin titubeos, dirigiendo su mirada hacia Chieko-

Chieko asintió, segura de lo que debía hacerse. Habían esperado este momento por demasiado tiempo, y aunque el peso de la responsabilidad era inmenso, no había espacio para dudas. Con un movimiento suave y decidido, hizo que Yuuki se durmiera. Sus ojos se cerraron lentamente, mientras su cuerpo se relajaba, aunque su respiración seguía siendo irregular.

Justo en ese instante, el ruido causado por las ventanas y el movimiento dentro de la habitación atrajo la atención de Zero e Ichuru. Entraron rápidamente, con la mezcla de preocupación y tensión reflejada en sus rostros. Zero, como era típico en él, fue el primero en hablar, su tono directo y cargado de severidad.

— ¿Qué es lo que realmente planean hacer con Yuuki? -Preguntó, su mirada fija en Chieko y Kaname-

Ichuru, sin poder contenerse, observó a su hermana con incredulidad, incapaz de comprender completamente lo que estaba ocurriendo.

— ¡Imouto-chan! ¿Por qué lo haces? -Exclamó, su voz temblando de desconcierto-

Chieko se giró hacia ellos, manteniendo su postura tranquila y firme, aunque sabía que sus palabras podrían provocar reacciones encontradas. Había llegado el momento de revelar la verdad.

— Sé que estarán en contra de esto... -Comenzó, su voz resonando con autoridad mientras los miraba directamente- Pero Yuuki es hija de Haruka Kuran y Juuri Kuran. Es una sangre pura, al igual que Kaname y yo.

Zero frunció el ceño, sus puños apretados mientras intentaba procesar la información. Ichuru, por su parte, parecía desconcertado, su mirada reflejando una lucha interna mientras las palabras de Chieko resonaban en la habitación.

— Mantuvimos su identidad en silencio para protegerla. Si se supiera quién es realmente, no dudarían en encerrarla y usarla como una máquina para tener descendencia. -Añadió Chieko, su tono serio y lleno de determinación- No pueden intervenir… esto es inevitable. El despertar de Yuuki debe ocurrir.

El silencio cayó sobre la habitación, interrumpido solo por la respiración inestable de Yuuki. Antes de que pudieran reaccionar, Kaname extendió su mano y una ráfaga de viento llenó la habitación. La fuerza de la ráfaga obligó a los gemelos a cerrar los ojos momentáneamente, y en ese instante, Chieko, Kaname y Yuuki desaparecieron por la ventana, dejando el espacio vacío.

Fuera del edificio, en una zona apartada cubierta por la nieve, Kaname y Chieko se detuvieron. Yuuki seguía dormida en los brazos de Chieko, su respiración aún irregular, pero protegida del caos que había quedado atrás. La nieve caía incesantemente, iluminada por la tenue luz de la luna. Chieko y Kaname intercambiaron una mirada cargada de entendimiento. Sabían que este era solo el inicio de algo mucho más grande, y estaban listos para enfrentar lo que estaba por venir. La noche estaba lejos de terminar.




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Yuuki despertó lentamente, como si emergiera de un sueño profundo y pesado. Sus párpados se abrieron con dificultad, revelando unos ojos que parecían buscar algo en la penumbra. La luz tenue de la tarde se filtraba a través de los copos de nieve que caían suavemente del cielo, danzando en el aire con una gracia casi etérea. Pero para Yuuki, esa imagen no era pacífica. En su mente, los copos se teñían de rojo, transformándose en manchas de sangre que caían sin cesar. La visión distorsionada la hizo estremecerse, y un escalofrío recorrió su cuerpo.

Con un movimiento lento, extendió su mano hacia los copos, como si pudiera atraparlos, como si al tocarlos pudiera comprender lo que estaba viendo. Sin embargo, en su mente, la nieve se convertía en un torrente de recuerdos oscuros y fragmentados, imágenes que no lograba unir pero que la llenaban de una angustia indescriptible.

Desde un rincón de la habitación, Chieko y Kaname la observaban en silencio. Sus rostros reflejaban una preocupación profunda, sus miradas fijas en Yuuki mientras intentaban descifrar lo que estaba ocurriendo en su interior. La angustia en sus ojos era palpable, y Yuuki, al notar su presencia, sintió una punzada de dolor en el pecho. No sabía si era por los recuerdos que intentaban emerger o por el peso de las emociones que veía en ellos. La conexión entre los tres era innegable, y en ese momento, el aire parecía cargado de todo lo que no se decía.

— Nieve... -Susurró, su voz temblorosa- El mundo está teñido de rojo sangre... No regresará a la normalidad... Solo quería hacer lo posible por recordar mi pasado...

—Yuuki, ya basta. -Habló Kaname con suavidad, acercándose a ella y acariciando su cabeza con ternura- Trata de despertar... Antes de que termines destruida.

Las palabras de Kaname resonaron en su mente, y aunque la confusión la envolvía, algo en su interior comenzó a despertar.

—Yo lo haré, Kaname. -Susurró, sintiendo la determinación brotar en su interior. Se aferró a la mano de Chieko, quien la sostenía con firmeza, mientras la otra mano de Kaname se dirigía a su cuello. Yuuki cerró los ojos, preparándose para lo que vendría-

La mordida de un sangre pura, un acto cargado de poder y significado, podría ser devastadora para un humano, transformándolo en un vampiro común. Sin embargo, esta vez, todo era distinto. En el instante en que Yuuki sintió la punzada en su cuello, un torrente de energía atravesó su cuerpo como un relámpago, despertando cada fibra de su ser. Sus ojos se abrieron de golpe, brillando con una mezcla de sorpresa y miedo, como si un mundo desconocido se desplegara ante ella.

El impacto fue tan abrumador que su cuerpo reaccionó instintivamente. Sus manos se alzaron, temblorosas, y se aferraron con fuerza al cabello de Chieko, buscando un ancla en medio del caos que sentía. Su respiración se volvió errática, y un escalofrío recorrió su piel mientras trataba de procesar la intensidad de lo que acababa de suceder. Todo en ese momento era un torbellino de sensaciones, pero algo en su interior comenzaba a cambiar, a despertar.

— Chieko... -Se quejó, su voz llena de confusión y dolor. En ese momento, sintió la mano de la menor tapando su boca, como si intentara calmarla-

— (Perdóname, Yuuki...) -Pensó Chieko, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Cerró los puños, sintiendo la angustia de lo que estaba a punto de hacer, mientras la mano de Kaname acariciaba su espalda, brindándole apoyo-

— Debes terminar lo que comenzaste... -Dijo Kaname con tranquilidad, su voz firme y decidida-

Después de sentir cómo el sello que la mantenía atrapada se rompía, Chieko se apartó del cuello de Yuuki, cuyo cuerpo cayó nuevamente en la inconsciencia. Sin vacilar, mordió su propia muñeca, permitiendo que su sangre pura brotara en un torrente rojo y cálido. La esencia vital fluyó hacia la boca de Yuuki, quien comenzó a tragar instintivamente, como si su cuerpo reconociera la necesidad de aquel elixir para completar su despertar.

La transformación fue inmediata. Yuuki sintió cómo la energía de Chieko la llenaba, recorriendo cada rincón de su ser y disipando la oscuridad que la había mantenido atrapada. Sus ojos se abrieron de golpe, brillando con una intensidad renovada. La confusión que había dominado su mente comenzó a desvanecerse, y en su lugar, los recuerdos emergieron con claridad. Imágenes de Chieko y Kaname, de momentos compartidos y de la conexión que los unía, inundaron su conciencia.

Sin pensarlo, Yuuki levantó una mano temblorosa y acarició la mejilla de Chieko. Su toque fue suave, lleno de reconocimiento y emoción. Su rostro, antes marcado por la incertidumbre, se iluminó con un destello de comprensión.

— Nos recuerdas, Yuuki. -La observó Chieko, su corazón latiendo con esperanza y alivio-

— Sí... Ustedes son mis hermanos... -Respondió Yuuki, su voz ahora clara y llena de emoción. La verdad había emergido de las sombras, y con ella, la promesa de un nuevo comienzo-

Yuuki cerró los ojos lentamente, su cuerpo cediendo al agotamiento que la envolvía como una manta pesada. La carga mental y emocional que había enfrentado con su despertar era abrumadora, y la paz momentánea de reconocerse a sí misma y a quienes la rodeaban no fue suficiente para mantenerla consciente. Cayó en un sueño profundo, su respiración tranquila y acompasada, como si su mente y cuerpo finalmente hubieran encontrado un respiro.

Kaname, que había estado observando en silencio, se acercó de inmediato. Con suavidad pero con decisión, levantó a Yuuki en sus brazos, asegurándose de sostenerla con el mayor cuidado. Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban una preocupación que solo Chieko podía percibir completamente. Juntos, comenzaron a caminar hacia las habitaciones nocturnas, la presencia de Kaname destacando en la penumbra de la noche como una figura imponente que nadie osaba detener.

La nieve seguía cayendo, cubriendo el camino con un manto blanco, mientras un aire distinto impregnaba la Academia Cross. Era un cambio que no pasó desapercibido para los vampiros de la Clase Nocturna. La esencia de sangre pura y el palpable despertar de Yuuki resonaban en el ambiente como una melodía antigua, atrayendo la atención de todos hacia la entrada de los dormitorios. No hubo necesidad de palabras; ellos lo habían sentido.

[En los dormitorios nocturnos. . .]

Al llegar a los dormitorios Luna, Kaname y Chieko fueron recibidos por un grupo que ya esperaba, sus rostros reflejando una mezcla de curiosidad y expectación. Rima, Ruka, Akatsuki, Hanabusa, Senri e Ichijou permanecían en formación frente a la entrada. Aunque sus posturas eran relajadas, sus miradas estaban fijas en Yuuki, quien descansaba plácidamente en los brazos de Kaname. Su sola presencia, unida a la de Kaname, irradiaba un aura que reclamaba respeto y reverencia.

Ichijou fue el primero en hablar, dando un paso adelante con su característica calidez, aunque su tono reflejaba la importancia del momento.

— ¿Es verdad? -Preguntó con calma, mirando primero a Kaname y luego a Chieko- ¿Yuuki es una sangre pura?

Kaname, como era de esperarse, permaneció en un silencio deliberado, dejando que su presencia y el peso de la situación hablaran por él. Fue Chieko quien dio un paso adelante, su expresión tranquila pero firme mientras se dirigía al grupo.

— Sí, es verdad. -Respondió con un tono que no permitía objeciones- Yuuki es hija de Haruka y Juuri Kuran, lo que la convierte en una sangre pura al igual que Kaname y yo. Ha despertado ahora porque era necesario, y necesitamos asegurar su protección.

Rima y Ruka intercambiaron miradas, asimilando la revelación, mientras Hanabusa fruncía ligeramente el ceño, claramente sorprendido aunque no del todo incrédulo. Akatsuki y Senri, por otro lado, mantuvieron su serenidad, observando en silencio, mientras Ichijou simplemente asintió, mostrando su entendimiento y aceptación.

— Será como ustedes digan. -Dijo Ichijou finalmente, inclinando ligeramente la cabeza como muestra de respeto- Nos aseguraremos de que todo esté en orden.

Sin más palabras, Kaname continuó su camino hacia la habitación de Chieko, donde Yuuki podría descansar bajo su vigilancia cercana. El grupo se apartó para dejarlos pasar, cada uno de ellos reflexionando sobre el despertar que acababan de presenciar y el impacto que tendría en los días venideros.

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