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𝟒𝟎| 𝐂𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐬𝐢𝐨𝐧



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ㅤㅤㅤ் Narradora '
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El ambiente en el salón continuaba vibrante, lleno de conversaciones cruzadas y miradas curiosas. Chieko permaneció un rato más charlando con Zero, Ichuru y Yagari. La conversación, llena de matices entre las bromas ligeras de Ichuru y los comentarios ocasionales de Yagari, logró aliviar por unos momentos el peso que llevaba esa noche. No obstante, tras un rato de compartir risas y palabras reconfortantes, su estómago comenzó a recordarle que no había comido lo suficiente.

Con una sonrisa cortés y una inclinación ligera hacia los tres, Chieko se despidió, asegurándoles que volvería a reunirse con ellos más tarde. Se dirigió nuevamente hacia la mesa central del salón, donde los aromas de los exquisitos platillos la invitaban a acercarse. Miró detenidamente la variedad de opciones: cortes finos de wagyu, sashimi perfectamente cortado, porciones individuales de sukiyaki, y pequeños chawanmushi servidos en porcelana elegante.

Finalmente, Chieko optó por una pequeña porción de chawanmushi, su suavidad y sabor reconfortante siempre habían sido un favorito desde su infancia. Tomó un plato con delicadeza y agregó un par de piezas de sushi de salmón, cuyo brillo fresco la invitaba. Mientras daba pequeños bocados, el cálido sabor del chawanmushi calmaba un poco su agitada mente.

Pero su tranquilidad no duró mucho tiempo. Se vio abordada por un par de nobles que intentaron entablar conversación, claramente más interesados en descifrar su conexión con Kaname que en hablar de temas genuinos. Chieko, siguiendo la etiqueta, participó brevemente, pero su paciencia pronto comenzó a agotarse. Su mente divagaba, y su frustración crecía al ser vista como una pieza de un juego político que no deseaba jugar.

Mientras buscaba un momento para excusarse, sus ojos se encontraron con Senri Shiki al otro lado del salón. Su expresión calmada y distante era inconfundible. La presencia de su medio hermano evocó inmediatamente el recuerdo de la conversación que había tenido con su padre. Una decisión repentina se formó en su interior. Se despidió de los nobles con cortesía y caminó decidida hacia Senri.

— Senri nii-sama. -Le llamó cuando llegó a su lado, su tono tranquilo pero firme-

Senri giró la cabeza hacia ella, arqueando una ceja al tiempo que se cruzaba de brazos. Su expresión era la misma de siempre: una mezcla de desinterés y curiosidad moderada.

— Chieko. -Respondió con su tono habitual, calmado pero ligeramente burlón- No esperaba verte venir hacia mí con tanta determinación. ¿Todo bien?

— Necesito hablar contigo. -Dijo directamente, sin rodeos. Le extendió una mano para invitarlo a moverse- En privado.

Senri la observó con detenimiento, su mirada mostrando un destello de intriga, pero no opuso resistencia. Con un ligero encogimiento de hombros, dejó que Chieko lo guiara lejos del bullicio del salón. Caminaron hasta un pasillo que conectaba con una terraza abierta, un lugar tranquilo y apartado, ideal para la conversación que Chieko había decidido tener.

Una vez allí, Chieko se detuvo y se giró para enfrentar a su medio hermano, su expresión ahora era de seriedad absoluta.

— Quiero saber dónde está mi padre, Senri. -Exigió, sus ojos fijos en él.

Senri parpadeó ante su pregunta, aunque su expresión se mantuvo calmado. Sin embargo, sus labios se curvaron ligeramente hacia abajo, reflejando una incomodidad que rara vez dejaba ver.

— ¿Por qué me preguntas eso ahora? -Respondió, su tono más cauteloso- Este no es un buen momento para hablar de eso, Chieko.

Chieko frunció el ceño, su determinación evidente.

— Este momento es tan bueno como cualquier otro. -Le replicó con firmeza- Sabes algo, y quiero que me lo digas. ¿Por qué me lo ocultaste? ¿Por qué no dijiste nada?

Senri desvió la mirada por un instante, como si pesara las palabras antes de hablar.

— No es que quisiera ocultártelo. -Respondió con un suspiro ligero- Fue decisión de nuestro padre. Rido creyó que era mejor mantenerte al margen. Y yo estuve de acuerdo con él.

El nombre de Rido resonó en la mente de Chieko, trayendo consigo una mezcla de sentimientos encontrados. La idea de que tanto su padre como Senri le hubieran escondido algo tan importante no hacía más que intensificar su frustración.

— Eso no es suficiente. -Dijo en un tono más cargado de emoción- Mi padre es importante para mí, y tú lo sabías. Deberías haberme dicho algo.

Senri la observó en silencio, sus ojos evaluándola como si intentara decidir cuánto debía compartir. Finalmente, exhaló con resignación y pasó una mano por su cabello en un gesto pensativo.

— Rido está trabajando en algo relacionado con el Consejo. Es todo lo que puedo decir. -Murmuró, desviando la mirada hacia la terraza- No quería que te involucraras. Ni él ni yo queríamos.

Chieko cerró los puños, procesando la información. Sabía que había mucho más detrás de esas palabras, pero también entendía que presionar a Senri en ese momento no cambiaría nada.

— Espero que no vuelvas a ocultarme algo tan importante. -Le advirtió finalmente, su voz mezcla de frustración y súplica-

Senri asintió lentamente, su expresión menos indiferente de lo usual.

— Nunca ha sido mi intención lastimarte, Chieko. -Dijo con un tono más suave, sus ojos mostrando una sinceridad inusual-

Chieko se apartó de la terraza con pasos apresurados, sintiendo cómo la furia se acumulaba con cada movimiento. Su rostro permanecía en una máscara de compostura, pero por dentro, el remolino de emociones la quemaba. Subió las escaleras al segundo piso del banquete con rapidez, ignorando las miradas que pudo haber atraído. No le importaba lo que pensaran los demás. Lo único que deseaba en ese momento era regresar a la habitación y poner fin a aquella noche que se había vuelto insoportable.

Mientras ascendía, sus pensamientos giraban sin descanso en su mente. Las palabras de Senri aún resonaban como una espina clavada. ¿Por qué la habían mantenido al margen? ¿Por qué su propio padre y medio hermano no habían confiado en ella? La rabia que sentía no solo era por la verdad que le ocultaban, sino también por la frustración de sentirse inútil, de no poder actuar como deseaba en una situación que claramente la involucraba.

Cuando llegó a la habitación que había usado antes del banquete, cerró la puerta de golpe, como si ese gesto pudiera mitigar algo de su enojo. Por un momento se quedó inmóvil, con la respiración acelerada, intentando calmarse, pero la emoción era demasiado intensa para contenerla.

Soltó un suspiro cargado de irritación y comenzó a desvestirse con movimientos rápidos y bruscos. Cada prenda que retiraba se sentía como un recordatorio de la noche fallida. El vestido, que antes había representado tanto esfuerzo y preparación, ahora era un símbolo del peso que llevaba sobre los hombros. Lo dejó caer al suelo sin importarle el cuidado, algo completamente contrario a su habitual meticulosidad.

Caminó hacia la bolsa de compras que había ordenado llevar a esa habitación antes del banquete. La tomó y, con determinación, comenzó a sacar la ropa que había usado aquel día. Era más sencilla, más cómoda, pero para ella también representaba regresar a algo más auténtico, alejarse de la pretensión y el juego político que le habían cargado esa noche.

Mientras se ponía la blusa y los pantalones, sus movimientos aún eran rápidos, con un toque de brusquedad que reflejaba su irritación. Se ajustó la ropa mientras exhalaba con fuerza, tratando de calmar la tormenta dentro de ella. Sin embargo, la rabia seguía latente, palpitando en cada pensamiento que cruzaba su mente.

— (Lo sabían. Todo este tiempo, lo sabían.) -Pensó, apretando los labios con fuerza-

La idea de que su padre, Rido, y su medio hermano Senri le habían ocultado la verdad no dejaba de consumirla. No podía quedarse quieta. Tenía que descubrir todo lo que le habían escondido, sin importar las barreras que intentaran imponerle.

Ya vestida con su ropa más sencilla, Chieko se sentó en el borde de la cama, apoyando los codos sobre las rodillas mientras sus manos se entrelazaban frente a ella. Sus pensamientos continuaban llenando el silencio de la habitación. Una decisión se formaba poco a poco en su mente. Sabía que quedarse en esa habitación no resolvería nada, pero antes de actuar, necesitaba tiempo para pensar, tiempo para reunir sus ideas y planificar su próximo paso.




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ㅤㅤㅤ் Narra Kaname '
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Cuando llegué frente a la puerta de la habitación, sentí una inquietud que no podía ignorar. Había notado su ausencia en el salón, y aunque Chieko siempre había sido fuerte y reservada, algo en su expresión antes de marcharse me había dejado preocupado. Golpeé la puerta con firmeza, pero sin brusquedad.

— Chieko. -Llamé, mi voz baja pero cargada de preocupación-

No hubo respuesta inmediata, pero no me detuve. Giré el pomo y entré, cerrando la puerta detrás de mí con un movimiento suave. Allí estaba ella, sentada en el borde de la cama, con la mirada perdida y el ceño ligeramente fruncido. Había cambiado su vestido por ropa más sencilla, algo que no pasó desapercibido para mí. Su postura, su silencio, todo en ella gritaba que algo no estaba bien.

Me acerqué lentamente, sin apartar los ojos de ella. Cuando estuve lo suficientemente cerca, me incliné y la rodeé con mis brazos en un abrazo suave. Sentí cómo su cuerpo se tensaba por un instante, sorprendida por mi gesto, pero no se apartó.

— No sé qué está pasando, pero algo te inquieta. -Susurré, mi voz apenas audible mientras apoyaba mi barbilla ligeramente sobre su cabello- Y me parece imperdonable que no confíes en mí para comentarme tus preocupaciones.

Chieko no respondió de inmediato, pero podía sentir la lucha interna en su silencio. No quería presionarla, pero tampoco podía ignorar lo evidente. Sin soltarla del todo, la cargué con cuidado, levantándola en mis brazos. Ella me miró con sorpresa, pero no dijo nada. La recosté en la cama con delicadeza, asegurándome de que estuviera cómoda antes de sentarme a su lado.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y esta vez no dejé que apartara la mirada. Había algo en su expresión que me inquietaba profundamente, una mezcla de frustración y algo más que no podía identificar del todo.

— ¿Por qué te fuiste? -Pregunté finalmente, mi tono serio pero sin dureza-

Chieko desvió la mirada por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Cuando habló, su respuesta me tomó por sorpresa.

— Eso es porque te molestaban con tomar una amante. -Dijo, su voz firme pero con un matiz de algo que no podía identificar del todo- Estaba celosa y ya no quería estar ahí.

La mentira era evidente, pero no la interrumpí. Dejé que terminara, observándola con atención. Había algo más, algo que no estaba diciendo, y no podía ignorarlo.

— ¿Celosa? -Repetí, arqueando una ceja mientras mantenía mi mirada fija en ella- Chieko, sabes que no hay nadie más que me importe tanto como tú. Pero también sé que esto no es lo que realmente te molesta.

Ella apretó los labios, claramente incómoda con mi insistencia. Pero no podía dejarlo pasar. Me incliné un poco más hacia ella, apoyando una mano en el borde de la cama.

— Si hay algo que te preocupa, algo que te duele, quiero que me lo digas. -Mi voz era suave, pero firme- No quiero que cargues con esto sola.

Chieko apartó la mirada, su silencio hablaba más que cualquier palabra que pudiera decir. Sabía que estaba ocultándome algo, pero también entendía que forzarla no era el camino. Su expresión, una mezcla de frustración y algo que no podía descifrar del todo, me hizo sentir una punzada de impotencia. Quería ayudarla, aliviar lo que fuera que la estaba atormentando, pero ella se negaba a dejarme entrar.

— No quiero hablar de eso, Kaname. -Dijo finalmente, su voz baja pero firme, como si estuviera cerrando una puerta que yo intentaba abrir-

La observé por un momento más, buscando en sus ojos alguna señal de que cambiaría de opinión, pero no encontré nada. Sus barreras estaban firmemente levantadas, y aunque me dolía, sabía que debía respetar su decisión. Suspiré suavemente, dejando que el silencio llenara el espacio entre nosotros.

Sin decir nada más, me moví con cuidado y me recosté a su lado en la cama. Chieko me miró con sorpresa, pero no dijo nada. Me acomodé suavemente, apoyando mi cabeza entre sus pechos, donde podía escuchar el latido de su corazón. El sonido rítmico y constante era un recordatorio de su humanidad, de su vulnerabilidad, y de lo mucho que significaba para mí.

— Tu corazón está latiendo rápido. -Murmuré, cerrando los ojos mientras me dejaba envolver por el sonido- Es como si estuviera tratando de decirme algo que tus palabras no pueden.

Chieko no respondió, pero sentí cómo su cuerpo se relajaba ligeramente bajo mi peso. No sabía si era por el cansancio o porque finalmente estaba permitiéndose bajar la guardia, aunque fuera un poco. Permanecí allí, escuchando su corazón, dejando que el momento hablara por sí mismo.

— No importa cuánto intentes ocultarlo, Chieko. -Dije en voz baja, sin abrir los ojos- Estoy aquí para ti, incluso si no quieres compartirlo ahora. No voy a irme.

El silencio que siguió no fue incómodo, sino lleno de significado. Sabía que no podía obligarla a confiar en mí, pero también sabía que mi presencia era suficiente por ahora. Permanecí a su lado, escuchando su corazón, dejando que el tiempo hiciera su trabajo.




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Con suavidad, comencé a acariciar la cabeza de Kaname, mis dedos se deslizaron por su cabello oscuro y sedoso. Era un gesto simple, pero en ese momento, significaba todo. Sentía la tensión en su cuerpo, la lucha interna que libraba entre su naturaleza y su deseo. Mis dedos se movían con delicadeza, como si temiera romper el hechizo que nos envolvía. Cada caricia era un intento de calmarlo, de mostrarle que estaba aquí, que no tenía miedo de él, a pesar de lo que representaba.

[Después de unos minutos. . .]

Un suspiro escapó de mis labios, cargado de pensamientos y preocupaciones. Recordé lo ocurrido ese día, las miradas furtivas, las palabras no dichas, y la incertidumbre que se cernía sobre nosotros. Pero entonces, sentí a Kaname moverse sobre la cama, colocándose encima de mí. Mi corazón se detuvo un instante al notar lo guapo que se veía, con esa seriedad que lo caracterizaba. Me sonrojé furiosamente, y rápidamente moví la cabeza, tratando de disipar esos pensamientos tontos que me invadían. Odiaba ser una adolescente, atrapada en esta etapa hormonal, donde cada mirada de un chico guapo me afectaba más de lo que quería admitir.

— Kaname... -Susurré, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de mis mejillas-

— Chieko... -Se acercó lentamente a mi rostro, y mi corazón latía con fuerza-

Aparté la mirada, intentando evitar que ocurriera un posible beso. La cercanía de su cuerpo me hacía sentir vulnerable, y el aroma floral de rosas rojas que emanaba de él era embriagador, especialmente porque no había consumido sangre en un buen tiempo.

— Aléjate... -Susurré, afectada, notando cómo sus ojos rojos se hacían más visibles, como si la sed que lo consumía estuviera a punto de desbordarse-

En un movimiento inesperado, se acercó a mi cuello, pasando su lengua por la piel, marcando el lugar donde clavaría por primera vez sus dientes. La sensación de su aliento cálido me hizo estremecer, y apreté los hombros de Kaname, sintiendo su lucha interna. Su aroma, único y embriagador, provenía de una flor que solo crecía en los bosques de mi hogar, a la que llamábamos "Luz de Luna". Era una flor que florecía solo en las noches más oscuras, y su fragancia era un reflejo de la pureza de su esencia.

Kaname apretó sus manos en la colcha de la cama, frunciendo el ceño mientras se levantaba ligeramente, observándome con una seriedad que me hizo sentir expuesta. En sus ojos rojos, podía ver la intensidad de sus sentimientos, la mezcla de deseo y celos que lo consumía. La idea de que alguien como Zero pudiera arrebatarme de su lado lo llenaba de una necesidad casi primitiva de protegerme. Me sorprendí al darme cuenta de que eso me hacía sentir especial, deseada.

— ¿Deseas beber mi sangre? -Me preguntó, su voz grave y seria resonando en el aire- ¿Deseas vivir una larga y próspera vida junto a mí?

Su pregunta me atravesó como un rayo, y en ese instante, el mundo a nuestro alrededor se desvaneció. La mezcla de miedo y deseo se agolpó en mi pecho, y sentí cómo mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi cuerpo. La idea de compartir una eternidad con él era tentadora, pero también aterradora. Sin embargo, la necesidad que sentía por él era más fuerte que cualquier duda que pudiera tener.

— Sí... -Respondí, mi voz apenas un susurro, cargada de anhelo. La sinceridad de mis palabras me sorprendió, pero no podía negarlo. Quería estar a su lado, quería ser parte de su mundo, incluso si eso significaba cruzar la línea que separaba la vida de la muerte-

Sin pensarlo dos veces, me puse encima de él, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío. La cercanía me hizo temblar, y mis manos se deslizaron por su cuello, descubriendo la piel suave y vulnerable que me llamaba. Sus ojos rojos brillaban intensamente, más rojos que de costumbre, como si la sed que nos consumía estuviera a punto de desbordarse. Era un recordatorio de nuestra naturaleza compartida, de lo que éramos, y de lo que estábamos a punto de hacer.

Me incliné hacia su cuello, sintiendo el pulso de su sangre latiendo justo debajo de la superficie. La mezcla de su aroma, el dulce perfume de las rosas rojas y la fragancia de la Luz de Luna que emanaba de mí, creaba una atmósfera cargada de tensión. La hambre que sentía era abrumadora, un deseo primitivo que me empujaba a actuar.

Mis dientes se acercaron a su piel, y en ese momento, todo lo que había sentido antes se intensificó. La necesidad de morderlo, de beber su sangre, se convirtió en una urgencia casi desesperada. Cerré los ojos un instante, dejándome llevar por la emoción, y cuando los abrí de nuevo, vi la mezcla de deseo y vulnerabilidad en su mirada.

— Kaname... -Susurré, sintiendo cómo la anticipación llenaba el aire entre nosotros-

Sin más palabras, mis colmillos se hundieron en su cuello, y el sabor de su sangre, cálido y vital, inundó mi boca. Era una experiencia indescriptible, una conexión profunda que iba más allá de lo físico. Cada gota que bebía me llenaba de energía, de vida, y al mismo tiempo, me unía a él de una manera que nunca había imaginado.

Mientras me alimentaba, sentí cómo su cuerpo respondía a mi toque, y en ese instante, supe que había cruzado un umbral del que no había retorno. La línea entre el deseo y la necesidad se desdibujó, y en su sangre encontré no solo sustento, sino también un vínculo eterno que nos uniría para siempre. Ambos éramos vampiros sangre pura, y en ese momento, nuestras almas se entrelazaron en una danza de pasión y eternidad.

Finalmente, me separé de él, sintiendo cómo la necesidad se desvanecía lentamente, dejando un rastro de satisfacción y un ligero aturdimiento. Observé a Kaname, su rostro aún marcado por la intensidad del momento, y una calidez se apoderó de mí. Era un instante de vulnerabilidad compartida, y en sus ojos podía ver la mezcla de deseo y comprensión.

Sin embargo, sabía que no podíamos quedarnos así por mucho tiempo. Saqué un pequeño frasco de mi bolso, un recipiente que había llevado conmigo por precaución. La medicina que contenía era asquerosa, un brebaje que había probado en el pasado y que siempre me había dejado un regusto amargo en la boca. Pero era necesaria. Si no la consumía, mi aroma, el de una vampiresa sangre pura, atraería la atención indeseada de otros, y no era el momento de revelar nuestra verdadera naturaleza.

— Tks... -Murmuré, mientras abría el frasco y me preparaba para beber su contenido. La medicina se deslizaba por mi garganta, y aunque el sabor era repulsivo, sabía que era un mal necesario-

Me levanté de la cama con cuidado, sintiendo cómo cada pequeño movimiento marcaba el final del breve respiro que habíamos tenido en esta habitación. La tranquilidad que habíamos compartido con Kaname parecía aún flotar en el aire, pero sabíamos que era tiempo de regresar. Tomé la bolsa con mi vestido, notando el peso simbólico que llevaba, como un recordatorio de que las apariencias eran más importantes que nunca en aquel entorno.

Kaname, siempre sereno, me observaba en silencio desde su lugar. Había algo en su mirada, una mezcla de calma y determinación que me daba fuerza, como si su mera presencia me recordara que no estaba sola. Su postura relajada contrastaba con la tensión que sentía en mi pecho al pensar en las múltiples miradas que nos estarían esperando al regresar al salón.

— Es hora de volver, Chieko. -Su voz era tranquila, pero llevaba consigo un matiz de autoridad que no dejaba lugar a objeciones-

— Lo sé. -Respondí, con una firmeza que trataba de proyectar hacia afuera aunque dentro de mí todo se sentía más incierto. Inspiré profundamente, acomodando un mechón rebelde de mi cabello y ajustando la bolsa en mi mano-

Kaname dio un paso hacia la puerta y la abrió con un movimiento fluido, tan elegante y natural que parecía casi coreografiado. Me miró por un instante antes de salir al pasillo, como si quisiera confirmar que estaba lista. Apreté ligeramente la bolsa en mis manos y lo seguí, tratando de enfocarme en mantener mi postura erguida y mi mente despejada.

El camino hacia el salón parecía alargarse con cada paso, aunque sabía que era apenas un breve trayecto. Los pasos de Kaname resonaban firmes junto a los míos, y me esforzaba por igualar su ritmo. La serenidad que él proyectaba era casi contagiosa, y aunque mis pensamientos revoloteaban con posibles escenarios y conversaciones, su presencia me ayudaba a mantener la compostura.

Cuando llegamos al umbral del salón, todo pareció detenerse. Las puertas se abrieron y, como si hubiera un encantamiento en el aire, las conversaciones comenzaron a apagarse una a una. Las miradas se giraron hacia nosotros, algunas con curiosidad, otras con un interés calculador que parecía típico en estos eventos. El peso de esas observaciones era tangible, pero no permití que mi expresión reflejara nada más que calma y seguridad.

Al centro del salón, rodeado de un aura de autoridad que no podía ser ignorada, nos esperaba el séquito de Kaname. Ichijou fue el primero en notar nuestra llegada, su sonrisa habitual apareció mientras inclinaba ligeramente la cabeza en un gesto de respeto mezclado con su característico aire despreocupado.

— Kaname-sama, Chieko-san, qué oportuno regreso. -Dijo con un tono ligero, pero sus palabras llevaban un subtexto que solo él parecía entender por completo- Han sido el tema principal en su ausencia.

Rima, siempre callada y observadora, me miró con su usual serenidad, aunque podía sentir el peso de su evaluación desde donde estaba. A su lado, Senri apenas levantó la mirada, como si todo aquello fuera una tediosa formalidad que le costaba soportar. Ruka, elegante como siempre, se inclinó ligeramente hacia Kaname, pero sus ojos pasaron brevemente por mí, analizando cada detalle. Akatsuki permaneció tranquilo, con una expresión que transmitía paciencia, mientras Hanabusa ya se inclinaba hacia adelante con una sonrisa que delataba su intención de hacer algún comentario.

No tardó en hablar, por supuesto.

— Chieko-san, ¿Es posible que Kaname-sama te haya raptado? Porque, sinceramente, no lo culparía. -Su tono juguetón y su sonrisa traviesa hicieron que más miradas se centraran en mí-

No pude evitar rodar los ojos ligeramente, aunque intenté mantener mi expresión neutral. Antes de que pudiera siquiera responder, una voz baja pero firme cortó cualquier posibilidad de prolongar el comentario.

— Hanabusa. -La voz de Seiren fue como un cuchillo atravesando el ambiente. Era apenas un susurro, pero la autoridad en ella hizo que Hanabusa se enderezara al instante. Seiren, como siempre, estaba al lado de Kaname, su postura impecable y su mirada vigilante, lista para intervenir si fuera necesario. Se dirigió a Kaname con un gesto breve- Todo está en orden por ahora.

Kaname asintió ligeramente, y luego, con su típica calma autoritaria, habló.

— Estoy seguro de que todos pueden encontrar formas más productivas de ocupar su tiempo. -Su tono no era agresivo, pero la firmeza en sus palabras dejaba claro que no había lugar para más bromas en ese momento-

El ambiente cargado del banquete quedó atrás mientras comenzábamos a salir, dirigiéndonos hacia la entrada principal donde las limosinas ya nos esperaban. Todo el séquito de Kaname parecía haberse dispersado, manteniendo esa elegancia imperturbable que los caracterizaba. Sin embargo, todos compartíamos un objetivo común: regresar a la academia después de una noche que, aunque llena de formalidades y apariencias, había dejado su huella.

Cada uno fue tomando asiento en su respectiva limosina, en un orden casi ensayado. Rima y Senri compartieron una, sus expresiones tan tranquilas como siempre. Ruka y Akatsuki se acomodaron en otra, mientras Hanabusa se deslizó con confianza al interior de la suya, aún con una leve sonrisa que parecía no haber abandonado su rostro. Seiren, fiel a su rol como guardiana de Kaname, tomó una posición estratégica para asegurarse de que todo estuviera bajo control.

Kaname, por supuesto, tenía la limosina central, negra y de líneas elegantes, que ya estaba lista para partir. Al llegar, Ichijou nos esperaba junto a la puerta abierta, con su sonrisa amable, pero con un brillo en los ojos que delataba su atención al más mínimo detalle. Kaname me ofreció su mano mientras subía, y el gesto, aunque sencillo, tenía una autoridad sutil que era difícil ignorar.

El interior del vehículo era tan refinado como cabría esperar, con asientos de cuero oscuro y un ambiente de calma que contrastaba con el bullicio del banquete que acabábamos de dejar. Kaname se acomodó a mi lado, manteniendo su postura impecable, mientras Ichijou tomó asiento frente a nosotros, su semblante relajado pero atento.

Mientras la limosina comenzaba a moverse suavemente, permití que mi espalda se hundiera ligeramente en el asiento, dejando escapar un suspiro apenas audible. La tensión de la noche aún pesaba sobre mí, pero el ambiente tranquilo del vehículo ofrecía un respiro necesario. Desde mi lugar, observaba de reojo a Kaname, quien mantenía la mirada fija hacia adelante, como si estuviera inmerso en sus propios pensamientos.

Ichijou, por su parte, no tardó en romper el silencio, siempre dispuesto a llenar cualquier espacio vacío con su carisma natural.

— Bueno, debo decir que fue un banquete más interesante de lo esperado. -Comentó, su tono ligero, aunque cargado de intenciones que solo él entendía- Aunque, claro, Kaname-sama siempre sabe cómo atraer toda la atención.

— No fue mi intención generar tanto revuelo. -Respondió Kaname con calma, sin apartar la mirada del frente. Su tono era neutral, pero había una pequeña curva en sus labios que apenas dejaba entrever su satisfacción con la manera en que había manejado la noche-

— Por supuesto, por supuesto. -Ichijou asintió, su sonrisa ampliándose- Aunque, debo admitir que nuestra querida Chieko-san también tuvo un papel estelar esta noche. -Desvió su mirada hacia mí, y aunque su tono era amable, sentí que me estaba estudiando con una curiosidad característica de él-

— Solo intenté seguir la etiqueta y las expectativas. -Respondí con cautela, manteniendo mi voz tranquila-

Ichijou asintió nuevamente, como si considerara mis palabras un movimiento bien jugado en un tablero de ajedrez que solo él entendía.

El resto del viaje transcurrió en un silencio cómodo, solo interrumpido por los suaves sonidos del motor. Aproveché el tiempo para mirar por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad pasaban en un destello mientras nos dirigíamos de regreso a la academia. Sentía el peso de la noche, pero también una curiosa sensación de alivio al saber que estábamos dejando atrás las miradas y las presiones de los nobles.

Cuando finalmente llegamos a la entrada de la academia, las limosinas se detuvieron una a una. Cada miembro del séquito salió con la misma gracia con la que había entrado, y aunque las dinámicas entre ellos eran tan complejas como siempre, todo parecía estar perfectamente orquestado.

Kaname me ofreció su mano una vez más al bajar, y esta vez no pude evitar mirarlo por un breve instante. Había algo en su presencia que siempre lograba estabilizarme, incluso en los momentos más caóticos. Sin decir una palabra, comenzamos a caminar juntos hacia el edificio principal, dejando atrás las luces de las limosinas y la noche que había quedado grabada en nuestra memoria.

┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫ ¡Cᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀᴀ́!
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