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𝟑𝟕| 𝐀𝐭𝐭𝐚𝐜𝐤 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐂𝐨𝐮𝐧𝐜𝐢𝐥 𝐨𝐟 𝐄𝐥𝐝𝐞𝐫𝐬




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ㅤㅤㅤ் Narra Chieko '
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La fría calma de la noche me envolvía mientras cruzaba los pasillos en dirección a la residencia Luna, aún procesando lo que había escuchado de Maria. Pero la tranquilidad era superficial, cada paso que daba iba acompañado de una creciente tensión en mi pecho, como si el aire cargado con una amenaza invisible me advirtiera que algo estaba por suceder.

Y ahí estaba. Apenas a mitad de mi trayecto, un sonido leve, casi imperceptible, rompió la quietud, seguido por una figura que emergió de las sombras. Su porte era elegante, pero cada movimiento revelaba su naturaleza depredadora. No necesitaba más pistas: era un vampiro, y uno que traía consigo la presencia inconfundible del consejo de ancianos.

Se detuvo a unos metros de mí, sus ojos destellaban con autoridad arrogante mientras me dirigía la palabra.

— Chieko Kuran, he venido bajo órdenes del consejo. -Su tono era grave y formal, pero había un dejo de malicia en su voz-

El peso de sus palabras cayó como una losa sobre mí, pero no me permití titubear. Levanté la barbilla y lo encaré con una mirada fría, aunque podía sentir la ira burbujeando bajo la superficie.

— Zero no tiene nada que responder, y Yuna jamás será separada de mí. -Espeté, cada palabra cargada de una firmeza inquebrantable-

Su sonrisa, si es que se podía llamar así, no tenía más que desprecio.

— No estás en posición de decidir. Este asunto trasciende tu autoridad. -Dijo, avanzando un paso hacia mí-

Respiré profundamente, dejando que la furia que sentía se manifestara. Mi visión se tornó roja cuando el poder en mi interior se despertó. Extendí la mano hacia una reja cercana y, con un simple movimiento de mi telequinesis, una de las barras de hierro comenzó a doblarse. El sonido metálico resonó en la noche antes de que la barra se separara por completo y volara hacia mi mano. La sostuve con firmeza, dejando claro que no estaba dispuesta a negociar.

— Si crees que voy a permitir que toquen a Yuna... o a Zero... estás muy equivocado. -Mi voz se endureció, un filo de amenaza que dejó en claro que no retrocedería-

Su sonrisa desapareció, reemplazada por una expresión de frialdad. En un abrir y cerrar de ojos, se lanzó hacia mí con una velocidad que apenas pude seguir. Pero yo estaba preparada. Moví la barra con precisión, bloqueando su ataque y usando mi fuerza telequinética para mantenerlo a raya. Su embestida era rápida y precisa, pero mi determinación era más fuerte.

Cuando intentó atacarme de nuevo, esta vez con más fuerza, desvíe su movimiento y giré la barra con velocidad, golpeándolo en un costado. Un gruñido escapó de sus labios mientras retrocedía, llevándose una mano a la herida. Era evidente que no había esperado tanta resistencia.

— Esto no termina aquí. -Gruñó entre dientes, su voz teñida de frustración y enojo-

El vampiro gruñó entre dientes, claramente frustrado por el daño que había recibido. Su mano seguía presionando el costado donde lo había golpeado con el barrote de hierro, pero no tardó mucho en recuperar la compostura. Frente a mis ojos, su herida comenzó a sanar de manera casi inmediata. La piel desgarrada se cerraba, regenerándose por completo como si el golpe nunca hubiese ocurrido. Ese tipo de regeneración, tan característica de los vampiros de su nivel, era una clara demostración de lo peligrosos que podían ser.

Él se incorporó con una sonrisa torcida, su postura se enderezó mientras me miraba con una mezcla de burla y desprecio.

— Nada mal... para alguien de tu categoría. -Murmuró, su voz cargada de sarcasmo. Era evidente que subestimarme había sido un error que no planeaba repetir-

Yo no respondí. En cambio, sostuve el barrote de hierro con firmeza, dejando que mi energía se canalizara a través de él. Aunque mi linaje puro era un secreto guardado celosamente, mi fuerza natural superaba la de un vampiro noble promedio. Y estaba más que dispuesta a utilizar cada gota de esa fuerza para proteger lo que me importaba.

El vampiro no perdió tiempo. En un movimiento fugaz, desapareció de mi vista y reapareció frente a mí. Su velocidad me tomó por sorpresa, pero reaccioné de inmediato, levantando la barra para bloquear su ataque. Sus uñas alargadas y afiladas rasgaron el aire, pero antes de que pudieran alcanzarme, algo cambió.

Una mano firme apareció entre ambos, atrapando la muñeca del vampiro con una fuerza que lo detuvo en seco. La velocidad y el impacto quedaron neutralizados en un instante. Alcé la mirada, y allí estaba él.

Zero. Su mirada fría y calculadora se clavaba en el vampiro, y aunque su expresión era impasible, podía sentir la ira latente en sus movimientos.

— ¿Qué quieres conmigo? -Preguntó Zero, su tono cortante y lleno de autoridad-

El vampiro intentó zafarse, pero la fuerza de Zero lo mantenía completamente inmovilizado. Durante un instante, el vampiro parecía estar evaluando la situación, pero su odio rápidamente prevaleció.

— Zero Kiryuu... -Empezó, su tono venenoso- Por el pecado de asesinar a la pura sangre Hiō Shizuka y retener al último miembro del clan Hiō... Y por orden del consejo de vampiros... ¡Debes ser ejecutado!

Su declaración, aunque no era inesperada, hizo que mi corazón se tensara por un momento. Tragué saliva, manteniendo mi mirada fija en la escena frente a mí. No me sorprendió, pero la realidad de sus palabras aún pesaba en el aire. Mi mano, casi instintivamente, se aferró a la manga de Zero. Sabía que él no se intimidaría, pero yo podía sentir algo más: otras presencias. No estábamos solos. Más vampiros se acercaban, y esta confrontación iba a escalar.

— El consejo se enorgullece mucho de los purasangre y trata de mantenerlos protegidos... -Continuó el vampiro, con un tono que parecía deliberadamente condescendiente- Pero tú, Kiryuu, te perdiste de vista y osaste poner tus manos en Shizuka-sama.

Sus palabras encendieron algo en mí, una furia que no podía contener. Di un paso adelante, liberando mi agarre de Zero y dejando que mis palabras cortaran el aire como una cuchilla.

— ¿Protegidos? -Mi voz salió fría, cargada de desprecio- ¿Acaso proteger a un sangre pura significa dejar que maten a su pareja por ser un supuesto nivel E? ¿O causarle la locura hasta llevarla al encierro? -Mi mirada se volvió más intensa, mis palabras directas- El concepto del consejo de ancianos sobre la protección de los sangre pura es patético y profundamente cuestionable. No dejaré que le hagan lo mismo a mi pequeña Yuna.

El vampiro me devolvió una mirada desafiante, pero podía ver cómo la tensión crecía en su mandíbula. No le gustaba que lo confrontaran, pero no tenía intención de retroceder. Tomé el barrote con ambas manos y lo apreté, dejando que el metal empezara a doblarse bajo mi fuerza.

— ¡Está bien! -La voz de Zero resonó, interrumpiendo la confrontación antes de que pudiera escalar aún más. Con un movimiento firme, me colocó detrás de él, estableciendo una barrera entre el vampiro y yo- Yo me encargaré de él.

El vampiro esbozó una sonrisa burlona, a pesar de la presión que Zero ejercía sobre su muñeca.

— Por este crimen solo será necesario que entregues tu vida. -Sus palabras eran un juicio frío e implacable. Luego, su mirada se dirigió hacia mí con un brillo cruel- Y por el crimen de retener a un sangre pura, tú serás condenada a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad. No importa tu apellido ni tu linaje noble.

Sentí un nudo de furia formarse en mi interior, pero me mantuve detrás de Zero, confiando en que su determinación era tan inquebrantable como la mía. La tensión en el aire era palpable, y mientras los segundos pasaban, supe que esta batalla apenas estaba comenzando.




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ㅤㅤㅤ் Narra Zero '
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El enojo me quemaba por dentro, una ira que ya no podía contener. Sostuve su muñeca con tanta fuerza que escuché claramente el crujido de sus huesos rompiéndose. El vampiro gritó, un sonido lleno de sorpresa y dolor, y trató de liberarse, pero mi agarre fue implacable.

— ¡¿Cómo te atreves a romper mis huesos, maldito engendro nivel E?! -Gruñó, su rostro torcido por el dolor y el desprecio-

Sin pensarlo, levantó su mano libre, las uñas alargadas listas para intentar atacarme. Pero mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera procesarlo. Mi fuerza se disparó, impulsada por algo que no había sentido antes, algo más profundo, más oscuro. Lo levanté del suelo con facilidad, como si no pesara nada, y lo estrellé contra el suelo con una fuerza brutal. El impacto resonó como un trueno en la noche, y lo sentí retorcerse bajo la presión de mi agarre.

Lo solté, permitiendo que su mano destrozada quedara libre, pero no se levantó de inmediato. Su rostro mostraba una mezcla de dolor y furia mientras intentaba recomponerse.

— Zero... -La voz de Chieko llegó detrás de mí, suave pero llena de preocupación. Giré ligeramente la cabeza hacia ella, su rostro reflejaba tanto inquietud como algo más... una especie de miedo contenido-

— Lo siento, pero no pretendo pagar ese precio. -Dije, mi voz firme y sin un rastro de duda- Y no dejaré que se atrevan a encerrar a Chieko injustamente por querer darle una buena vida a la hija de esa mujer.

Sentí cómo mis ojos, encendidos por la intensidad del momento, comenzaban a regresar a su estado normal. Respiré profundamente, intentando controlar la furia que aún bullía dentro de mí.

El vampiro, a pesar de su estado, sonrió de nuevo con una malicia que me revolvió el estómago.

— Ninguno de los dos podrá escapar. -Escupió con una voz burlesca- Su destino está sellado: tú serás ejecutado y ella será encerrada contra su voluntad por toda la eternidad.

Mi paciencia se agotó. No esperé a escuchar más de su veneno. Saqué mi pistola, rápida y precisa, y le disparé sin dudar. La bala se hundió en su hombro con un sonido seco, obligándolo a retroceder con un grito de dolor.

El silencio que siguió fue breve. Sentí las presencias antes de verlas, más vampiros se acercaban, sus pasos resonaban en la distancia. El consejo no iba a enviarlo solo; esto era solo el comienzo de una emboscada.

Me posicioné frente a Chieko, mi cuerpo tensado mientras mi mirada recorría cada sombra a nuestro alrededor. Sabía que no tardarían en llegar. Mis dedos se aferraron a mi arma con fuerza, listo para lo que fuera necesario.

Justo cuando los primeros vampiros aparecieron, con movimientos elegantes pero llenos de amenaza, otra presencia tomó el control del ambiente. Lo sentí incluso antes de verlo: frío, dominante, ineludible.




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ㅤㅤㅤ் Narra Kaname '
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La fría noche estaba teñida por un ambiente pesado de tensión. Observé con mirada gélida a los vampiros del consejo que se presentaban ante mí. Su presencia en la academia era una afrenta a todo lo que esta representaba: equilibrio, protección, orden. Estaban mancillando este lugar con su hipocresía y sus pretextos en nombre de un supuesto deber. Pero lo que más me enfurecía era que osaran poner a mi amada Chieko en peligro, involucrándola en esta cacería absurda y sin sentido.

Di un paso adelante, mi tono gélido resonó con autoridad.

— Shizuka-sama cazaba a Zero. Era inevitable que algo así pasara. -Mi mirada los examinó con desprecio, como si no merecieran ni mi tiempo ni mi presencia-

Los vampiros del consejo reaccionaron inmediatamente, inclinándose con una reverencia casi apresurada. El respeto que se esforzaban en mostrar no era más que una fachada, y lo sabía. Eran perros obedientes, pero perros al fin y al cabo.

— ¡K-Kaname-sama! -Exclamaron con nerviosismo, claramente conscientes de mi posición-

No respondí a su teatralidad. Mis ojos estaban enfocados en Chieko y Zero. Justo cuando abría Chieko la boca para continuar, Zero se movió hacia ella y en un movimiento rápido, tapó su boca con su mano, inclinándose para susurrar cerca del oído de Chieko.

— No te metas en más problemas. -Su tono era seco, una advertencia clara- O me aseguraré de castigarte.

Su audacia logró lo que pocos podían: provocarme. Pero la irritación que me invadió no solo provenía de sus palabras, sino de su proximidad a Chieko, mi rosa blanca. Verlos tan cerca, su atención puesta en ella, hizo que una ola de celos hirviera en mi interior. Sin embargo, también era consciente de que, a su manera, estaba intentando protegerla. Por eso, contra mi instinto, permití que interviniera.

Chieko, por su parte, se sonrojó ligeramente, un gesto que no pasó desapercibido para mí. Ese leve rubor, esa pequeña reacción, encendió tanto mi ira como mi deseo. Era mía, y no permitiría que nadie más tocara siquiera un fragmento de su corazón.

— Pero, ¿Por qué Kiryuu-kun debe morir por el bien de proteger a los preciados sangre pura? -Pregunté, mi voz cortante mientras lanzaba una mirada fulminante a los enviados del consejo-

Uno de los vampiros se atrevió a levantar la vista, respondiendo con un tono tembloroso, pero tratando de mantener la compostura.

— Kaname-sama, si un sangre pura como usted se interpone en nuestro camino, no podremos completar nuestra misión.

Sentí cómo mi irritación se convertía en furia. Mis ojos destellaron con poder mientras daba un paso al frente, aumentando la tensión en el ambiente.

— ¿Podrían dejar de deshonrar esta academia tan prestigiosa con sus actos estúpidos... perros del consejo? -Espeté, mi voz cargada de desprecio-

Levanté mi mano ligeramente, permitiendo que mi poder fluyera con facilidad. Un destello de energía atravesó la distancia, impactando directamente en el hombro del vampiro que había hablado. Su grito resonó, y aunque no fue un ataque letal, el dolor y la advertencia fueron más que claros. Mis ojos lo examinaron con una intensidad que lo hizo retroceder ligeramente, aunque trató de no mostrar debilidad.

— Desaparezcan. -Ordené con un tono que no dejaba espacio para discusiones-

Los vampiros se miraron entre sí, claramente conscientes de que no podían oponerse. Finalmente, el que parecía ser su líder inclinó la cabeza una vez más.

— Reportaremos al consejo... su elección de proteger a Kiryuu Zero, Kaname-sama. -Dijo con un tono ácido antes de que él y sus compañeros se desvanecieran como humo negro-

El lugar quedó en silencio por un momento, mi atención regresó inmediatamente a Chieko. Me acerqué a ella lentamente, permitiendo que mi preocupación se reflejara en mis ojos. Levanté una mano y acaricié su mejilla con suavidad, buscando asegurarme de que estaba bien.

— ¿Estás bien? -Pregunté, mi voz suave contrastando con la dureza que había mostrado momentos antes-

Chieko me miró directamente, su rostro se iluminó con una calidez que me hizo sentir una punzada de alivio.

— Estoy bien. -Respondió con suavidad, tomando mi mano por un breve momento-

Mi corazón se llenó de algo similar al orgullo, pero antes de que pudiera saborear el momento, la voz cortante de Zero nos interrumpió.

— ¿Qué crees que haces, Kuran? -Su tono estaba cargado de frialdad, y su mirada dirigida a mí era tan afilada como un cuchillo-

Me giré hacia él, mi expresión no mostró ni rastro de mi irritación creciente.

— No podía pasar por alto... que mataran a un estudiante por las tonterías de los de mi raza. -Respondí con calma, aunque mis palabras estaban impregnadas de intención-

Zero chasqueó la lengua con su característico disgusto antes de darse la vuelta para marcharse. Pero antes de que pudiera irse, Chieko, con una determinación que me sorprendió, tiró de su mano y lo obligó a girarse. Con una firmeza que rara vez mostraba, lo sujetó por el cuello de la camisa.

— Ni se te ocurra darme la espalda o me molestaré. -Su voz era seria, casi amenazante, y sus ojos ardían con una intensidad que me dejó completamente fascinado-

Zero parpadeó, sorprendido por su reacción, pero finalmente asintió ligeramente.

— E-Está bien. -Respondió, casi titubeante-

Chieko lo soltó, enderezándose mientras miraba hacia el frente. Con una reverencia breve pero sincera, agradeció a la clase nocturna por su ayuda.

— Gracias, pero no hay razón para que busquen a Zero. -Dijo con seriedad antes de mirarme directamente- Sabes muy bien quién es el responsable...

— Lo sé. -Respondí con serenidad, dando un paso hacia ella- No debes preocuparte.

Intenté acariciar su mejilla nuevamente, pero esta vez, Chieko evitó mi gesto con sutileza.

— Nos vemos en la residencia Luna. Debo irme ahora, ya que debo inspeccionar a Yuna. -Anunció con firmeza antes de darse la vuelta y marcharse-

Ichijo, mi leal mano derecha, tomó el control de los estudiantes, ordenándoles regresar a la residencia mientras yo permanecía en silencio, viendo cómo Chieko y Zero desaparecían en la distancia.

La ira bullía en mi interior, más fuerte que nunca. Observé un árbol cercano y, con un simple gesto, envié una ráfaga de poder que lo atravesó, dejando un agujero limpio en su tronco. Me llevé una mano al rostro, respirando profundamente mientras intentaba calmarme.

Finalmente, después de un momento, me encaminé hacia la residencia Luna. Mientras caminaba, las palabras de Chieko seguían resonando en mi mente, un recordatorio constante de lo cerca que estaba de perderla... y de lo que haría para asegurarme de que nunca sucediera.

[En otro lado. . .]




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ㅤㅤㅤ் Narradora '
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El camino de regreso a la residencia de las habitaciones de la clase nocturna transcurrió en un silencio cargado de emociones no expresadas. Chieko caminaba al lado de Zero, sus pasos resonando suavemente sobre el empedrado mientras la luz de la luna bañaba el sendero. Aunque ambos compartían la cercanía física, sus pensamientos estaban inmersos en los recientes acontecimientos y lo que aún estaba por venir.

Al llegar a las puertas de la residencia, un cambio en la atmósfera disipó las tensiones acumuladas. Hana estaba esperándolos en la entrada, sosteniendo a Yuna en sus brazos. La pequeña estaba vestida con su pijama rosado decorado con estrellas, y su energía desbordante brillaba tanto como sus ojos al ver a Chieko y Zero acercarse. Junto a ellas, sobre el alféizar de una ventana, se encontraba Midnight, el gato negro de Chieko, observándolos con sus ojos brillantes y penetrantes, como si supiera exactamente lo que había sucedido.

— ¡Chieko! ¡Zero! -Saludó Hana con su radiante sonrisa de siempre. En cuanto Yuna vio a Chieko, sus pequeños brazos se alzaron hacia ella, demandando atención mientras balbuceaba alegremente-

— Aquí estoy, mi pequeña. -Chieko le dijo con ternura, inclinándose para acariciar la mejilla de Yuna, su voz cargada de amor. La pequeña respondió con una risa ligera, feliz de ver a su madre nuevamente-

Midnight, mientras tanto, saltó del alféizar y se deslizó elegantemente hacia Chieko, rozando su pierna con un ronroneo suave. Chieko se inclinó brevemente para acariciar la cabeza del gato, dedicándole una sonrisa.

— Parece que todos tienen algo que contarnos esta noche. -Comentó Chieko mientras se volvía hacia Hana, que comenzó a narrar las aventuras de Yuna-

— Fue una noche interesante. Yuna estuvo muy activa, casi no paraba de moverse. -Explicó Hana entre risas- Logró alcanzar una de las almohadas grandes de la sala y no la soltó en todo el rato. Estoy convencida de que estaba inventando un juego nuevo. -Su tono estaba lleno de la familiaridad y el cariño de quien se había encariñado con la pequeña-

Chieko rió suavemente, mientras acariciaba la cabeza de Yuna y Midnight se acomodaba junto a su pie, ronroneando con satisfacción.

— Me sorprende que tengas tanta energía después de todo eso, pequeña. -Comentó Chieko con ternura, mientras Yuna se inclinaba hacia ella, acurrucándose brevemente en su cuello-

La pequeña, entonces, alzó su mirada brillante y sus ojos encontraron los de Zero. En cuanto lo vio, su rostro se iluminó aún más, y sus balbuceos felices se convirtieron en exclamaciones emocionadas.

— ¡Baba! ¡Baba! -Gritó Yuna, moviendo sus pequeñas manos con entusiasmo hacia Zero, claramente encantada de verlo-

Zero, quien había mantenido su habitual silencio durante la conversación, parpadeó sorprendido. Su expresión endurecida se suavizó al instante, y aunque trató de mantener su postura seria, el leve brillo en sus ojos lo delataba.

— Parece que alguien está muy emocionada de verte, Zero. -Comentó Hana, divertida por la reacción de Yuna, mientras Midnight levantaba la cabeza, observando al cazador como si compartiera el entusiasmo de la pequeña-

Chieko, con una sonrisa que irradiaba calidez, se giró hacia Zero.

— Creo que no puedes decirle que no. -Bromeó suavemente- Quiere que la cargues.

Zero suspiró, pero una ligera curva apareció en sus labios, una expresión que rara vez mostraba. Extendió los brazos hacia Yuna, quien rápidamente se inclinó hacia él, dejando los brazos de Hana para acurrucarse en el pecho de Zero. La pequeña se aferró a él con fuerza, mientras seguía repitiendo con alegría:

— ¡Baba! ¡Baba!

Midnight, con curiosidad, saltó hacia una pequeña mesita cercana, observando de cerca la escena como si aprobara la interacción. Zero sostuvo a Yuna con cuidado, sus movimientos más suaves de lo que cualquiera habría esperado. Era como si temiera lastimar algo tan pequeño y precioso.

— Es... extraño. -Murmuró Zero, sin apartar los ojos de Yuna, que ahora jugaba con los pliegues de su chaqueta- Nunca pensé que alguien pudiera verme de esta manera.

Chieko lo observó detenidamente, sus ojos reflejando una profunda comprensión. Su sonrisa se suavizó mientras respondía.

— Para ella, eres importante. -Dijo con sinceridad- Eres su seguridad, su refugio.

Hana asintió, con una expresión que mostraba cuánto disfrutaba de aquel momento familiar.

— Yuna es especial, eso no hay duda. Ve algo en ti que muchos no logran percibir, Zero. -Agregó, mientras Midnight emitía un suave maullido, como si estuviera de acuerdo-

Zero permaneció en silencio. Su mirada seguía fija en Yuna, y aunque no dijo nada más, su expresión hablaba de una mezcla de aceptación y algo más profundo, un cariño que difícilmente admitiría. Mientras la pequeña se acomodaba en su pecho, parecía que todas las preocupaciones y tensiones del día se desvanecían, al menos por un momento.

La noche continuó con una calidez tranquila, llena de risas y ronroneos. Chieko, Zero, Yuna y hasta Midnight compartieron ese instante, alejados del peligro y la incertidumbre que acechaban más allá. En ese breve respiro, nada más importaba que la conexión que los unía.

[Después de un tiempo. . .]

La noche avanzaba con una calma que contrastaba con los eventos recientes. Después de un rato, lograron que Yuna se quedara dormida. La pequeña, acurrucada entre suaves mantas, respiraba profundamente, con una expresión de paz que llenaba la habitación de una calidez indescriptible. Chieko se inclinó para darle un último beso en la frente, mientras Hana, con una sonrisa cansada pero satisfecha, se encargaba de acomodar todo antes de retirarse.

— Creo que es hora de que me vaya a descansar también. -Dijo Hana en voz baja, para no perturbar el sueño de Yuna- Buenas noches, Chieko. Buenas noches, Zero.

Chieko le devolvió una sonrisa cálida, mientras Zero simplemente asintió con su habitual seriedad. Hana salió de la habitación, dejando a Chieko y Zero solos en el silencio de la noche.

Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Chieko se quedó junto a la cuna de Yuna, observando a la pequeña dormir, mientras Zero permanecía de pie cerca de la puerta, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Había algo en el aire, una tensión suave pero palpable, como si ambos estuvieran conscientes de la presencia del otro de una manera más intensa de lo habitual.

Finalmente, Chieko se giró hacia él, rompiendo el silencio con una voz tranquila.

— Gracias por todo esta noche, Zero. -Dijo, sus palabras cargadas de sinceridad-

Zero levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de ella. Por un instante, pareció querer decir algo, pero las palabras no llegaron. En cambio, dio un paso hacia ella, su expresión más suave de lo que Chieko estaba acostumbrada a ver.

— Es lo que debía hacer. -Respondió finalmente, su voz baja pero firme-

Chieko sonrió, pero antes de que pudiera decir algo más, Zero se acercó un poco más. Había algo en su mirada, una mezcla de determinación y duda que lo hacía parecer vulnerable de una manera que rara vez mostraba. Por un momento, Chieko sintió que el tiempo se detenía.

Zero levantó una mano, como si fuera a tocar su rostro, pero se detuvo a medio camino. En lugar de eso, inclinó ligeramente la cabeza, acercándose lo suficiente como para que sus frentes se unieran. El contacto fue breve, pero cargado de una intimidad que no necesitaba palabras para ser entendida.

Chieko sintió el calor de su cercanía, su respiración mezclándose con la de él. Su corazón latía con fuerza, pero no dijo nada, permitiendo que el momento se desarrollara por sí solo.

Después de unos segundos, Zero se apartó ligeramente, solo lo suficiente para inclinarse y dejar un suave beso en la frente de Chieko. Fue un gesto lleno de cuidado, casi reverente, que dejó a Chieko inmóvil, sorprendida por la ternura inesperada.

— Buenas noches, Chieko. -Murmuró Zero, su voz apenas un susurro-

Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado detrás de él. Chieko se quedó en silencio, su mano tocando instintivamente el lugar donde Zero había dejado el beso. Una mezcla de emociones se arremolinaba en su interior, pero antes de que pudiera procesarlas, escuchó los pasos de Zero alejándose por el pasillo.

Él, por su parte, caminó hacia los pasillos exteriores, donde lo esperaban sus rondines habituales junto a Yuuki e Ichiru. Aunque su expresión había vuelto a ser la de siempre, seria y controlada, en su mente aún resonaba el momento que acababa de compartir con Chieko. Y aunque no lo admitiría, una pequeña parte de él se sentía más ligero, como si ese instante hubiera sido suficiente para calmar, al menos por un tiempo, las tormentas que llevaba dentro.

┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫━̫̫┈̫̫ ¡Cᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀᴀ́!
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