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x. Sheep Dance



—Ey amigos, vengan a ver esto.–Robbie nos llamó y fuimos detrás del mostrador, donde estaban dos cintas que simulaban el cuerpo de los dos que habían sido asesinados en la tienda.

—Wow, los rumores eran ciertos.–Aseguró Lee.

—Te reto a que te acuestas ahí.

—Gran idea, acuéstate ahí.–Codeo a su amigo.

—Jaja, soy un cadaver, miren.–Nate estaba a punto de acostarse, pero Dipper lo detuvo.

—Alto, no lo hagan.

—El niño tiene miedo.–El rubio le hizo mofa.

—Lo que digo es, ¿por qué tentar al destino? Es decir, ¿y si realmente el lugar está... embrujado?–Empezaron a reclamarle y abuchearlo.

—Ah, relájate capitán aguafiestas.

—Pero yo creí que era el doctor diversión.

—Bueno, estas actuando como el capitán aguafiestas, ¿cierto?–Le preguntó a sus amigos.

—Oh si, un poco.–Habló Wendy. La mire y después al chico, si a él en serio le gustaba, le debió de haber dolido, por alguna razón eso me alegraba un poco.

—Actualización de estado; atrapada en una tienda con un loco de nueve años.–Leyó Tambry en voz alta.

—Tambry...–Murmure para tratar de evitar que siguiera.

—¡No tengo nueve años! Tengo dieciocho.–Apreté la mandíbula, ahora se me haría más difícil decirle a Lee. Dipper se acosto encima de la cinta policiaca y sus pies salieron de la figura, demostrando que era más grande.

Todo se detuvo y una luz azul trazó la cinta policiaca de la figura donde Dipper estaba acostado.

Tambry se partió en dos y desapareció en una luz azul, dejando caer su celular. Grite, pero fui la única que tuvo el valor de acercarse. Levanté el celular.

—Actualización de estado... "ahh"–Lei. Una de la pantallas de la tienda se encendió y se vio a Tambry, se acercó a la pantalla asustada.

—¡Tambry!–Grito Wendy.

—¿Puedes oírnos?–Le preguntó Dipper.

—¿Qué podemos hacer ahora?–Habló Nate espantado.

—¡No lo sé amigo! ¡No lo se!–Le gritó Lee devuelta.

—¡Ya vámonos de aquí!–Exclamó Robbie.

—¡Thompson!–Wendy le habló, ya que el seguí enviciado en el baila, baila.

—Esperen, haré el puntaje más alto.–El también fue partido por la mitad y despareció igual que Tambry, solo que el reapareció dentro de la pantalla del juego. El juego empezó a golpearlo.

—Oh no...–Dije.

—Déjenlo, vámonos de aquí.–Robbie pidió. Las puertas se cerraron casi de inmediato. Me acerqué para intentar abrirlas, pero nada pasaba.

—¿Qué pasa? No se abre.

—A un lado.–Robbie tomó la caja registradora, pero solo desapareció en un humo que después lo golpeó a él, pero sin llevárselo aún.

—Esperen, quien sea que esté detrás de esto debe de tener una razón.–Dipper abrió el diario y empezó a leer.–Tal vez si logramos descubrirla podamos salir de aquí.

—¡Uh, nos dejarán salir de aquí! Si, si, seguro que si.

—¡Cállate Robbie! Al menos el trata de ayudar, no como tú.–Me queje. Todos hicieron un 'uh'.

—Si claro, hagámosle caso, quizá el fantasma nos quiera contar como se siente.–Dijo Lee con sarcasmo y empezó a flotar en el aire, se dividió y terminó dentro de una caja de cereales, siendo atrapado por el tucán que tenía de mascota.

—¡Lee!–Gritamos Nate y yo al mismo tiempo.

—Está bien, está bien. Estoy contigo niño, ciento por ciento.–Se quitó el sudor de la frente. Mabel apareció detrás de él flotando, sus ojos eran completamente blancos y sus brazos estaban abiertos de par en par.

—Bienvenidos.–Gritamos espantados al verla.

—¡Tienen a Mabel!–Grite y me acerqué a ella, lanzó una clase de fuerza azul y me hizo pegarme contra una máquina. Toque mi cabeza, la cual había empezado a sangrar.

—¡Rory!–Escuche a Dipper.

—Bienvenidos jóvenes intrusos.–Rio.

—La mentamos, mu-mucho estar en su tienda.–Aseguró Wendy.–Todo se escuchó lejano por un momento, mi cabeza empezó a dar vueltas y la visto empezó a nublarse.

Así que no supe muy bien que había pasado, solo escuché un par de gritos, tanto del fantasma como se los chicos. Pero después sentí como me elevaban y terminé golpeándome contra el piso.

—¡Rory!–Dipper se movió hacia donde yo estaba, abrí ligeramente mis ojos para verlo.–Oh no, oh no, oh no.–Rompió un pedazo de su camisa y la puso en donde estaba mi herida.

—Bienvenidos a su hogar para toda la eternidad.

—Dipper, ¿que hacemos?–Pregunte.

—Rápido, ahí.–Wendy señaló una máquina, la máquina de hielo que no se había movido en lo absoluto.

Dipper ni siquiera me preguntó y solo me cargo en brazos, llevándome hasta allá.

Wendy cerró la compuerta.

—¿Qué es lo que quieren?–Hizo Wendy la pregunta.

—Venganza supongo.–Le contesto Dipper.

—¿Qué hicimos mal?

—Tal vez el problema no somos nosotros, sino algo más.–Murmure.

—Mierda, Rory.–Wendy se acercó y me empezó a revisar.

—Bien, hay que hacer un patrón, ¿porque se llevaron a los chicos.

—Tambry enviaba mensajes.–Les recordé mientras Wendy revisaba mi herida.–Thompson con el videojuego, Lee estaba siendo sarcástico.

—¡No tiene sentido!

—Si, son todas cosas normales en universitarios.

—Rory, repite eso que dijiste.

—¿Cosas normales en universitarios?

—¡Por supuesto! Quédense aquí hasta que regrese. Wendy, protege a Rory a toda costa.–La pelirroja asintió.

El chico salió de la máquina.

—¿Qué vas a hacer?–Le gritó al chico.

—¡Ey fantasma!–La cabeza de Mabel giro por completo y luego su cuerpo, esto era digno de una película de terror.

—Tengo algo para decirte.–Empezó a levitar también como lo habían hecho los demás.

—¡No soy universitario!

—El fantasma lo dejó caer, y los dos aparecieron, uno de ellos sosteniendo a Mabel por su cabello. Ahora que se presentaban así, se veían más como dos adorables ancianos, que como dos fantasmas vengativos.

—¿Por qué no lo dijiste antes?–El anciano dejó caer a Mabel al piso.–¿Y cuantos años tienes?

—Tengo... diecisiete años.–Admitió con pesar.

—Cuando estábamos vivos los universitarios que regresaban a casa eran un castigo para el negocio.–Aseguró la anciana.

—Oh, siempre molestando a los clientes con esas cajas ruidosas y sus irrespetuosos pantalones cortos. Entonces decidimos no permitirles el ingreso, pero luego volvieron con esa nueva música moderna.

—La letra de las canciones era odiosa. Fue tan terrible que ambos sufrimos un ataque cardiaco doble. Por eso odiamos tanto a los universitarios. ¿verdad amor?

—Pero, son mis amigos. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlos?

—Si, hay algo que puedes hacer. ¿Conoces algún baile que sea gracioso?

—Ah... ¿no hay alguna otra cosa que pueda hacer?–El anciano multiplicó su tamaño, y se encendió en fuego molesto.–¡Está bien, está bien! Conozco el... baile de la oveja. Pero no puedo hacerlo sin un disfraz de oveja.–Chasqueo los dedos y ahora Dipper tenía un traje de oveja.–Bien, listo.

Tomó aire. A mi hasta se me olvidó que me dolía la cabeza.

—¡Ven!–Empezo a cantar.–¿Quien quiere, lana, lana, lana? Tengo, tengo. Dale un beso a tu mami, mami, mami. Hola, hola. Y bailo y bailo entre las flores. Con un lindo arcoiris de colores.–Bailó y termino pinchando su mejilla.

—Ese baile estuvo muy bonito pequeña oveja. Tus amigos son libres.–Las puertas se abrieron.

—Bien, no creo que tengan que preocuparse por nuestro regreso, o sea...–Ya habían desaparecido.

Las cosas empezaron a flotar de vuelta al piso. Wendy me abrazo y me puso su gorro para que no me pegara en la cabeza. Todos aparecieron de nuevo.

—Gracias Wendy.–Ella me sonrió.

—De nada niña.

—¿Qué pasó cuando todo se volvió loco?–Preguntó Lee.

—¡Ustedes no lo van a creer! Los fantasmas aparecieron y Dipper tuvo que... hem, ah, Dipper tomó un bate y empezó a pegarles muy fuerte. Y los fantasmas huyeron como un par de niños asustados. Fue increíble.

—El doctor diversión.–Exclamó Nate. Dipper y Wendy hicieron de nuevo el movimiento como de cerrar la boca.

[...]

Salimos y me senté junto a Mabel, acariciando su cabello porque ella se sentía muy mal. Se inclinó para ver lo que ella misma había escrito esta mañana.

—¿Qué clase de broma pesada es esta?

Nos llevaron hasta la cabaña. Y se fueron apenas nos bajamos. Empecé a caminar, pero Dipper tomó mi mano.

—Te curaré cuando entremos.

—Yo puedo hacerlo sola.

—Lo sé. Pero igualmente quiero hacerlo, sino fuera por mi, no te hubieras lastimado.

—Está bien, me divertí.

—Lo noté...

—¿A que te refieres?–Le pregunte confusa.

—Olvídalo. Hay que entrar.

Los tres entramos y vimos como el tío Stan aventó el televisor por la pared y lo sacó de la casa.

Nos miró y los cuatro nos quedamos inmóviles.

—¿Y el control?–Nos cuestiono.

✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶

Álbum de fotos de Mabel:

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