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[ᴍʏ ʟɪᴛᴛʟᴇ ʙᴜᴛᴛᴇʀᴄᴜᴘ]

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Miguno, aquel estudiante tranquilo y relajado de su pequeño grupo de amigos, estaba secretamente enamorado de uno de ellos. Durham, un coyote, que es casi lo contrario a el, puesto que es muy desordenado y inquieto. Esto no afecta a nuestro protagonista, quién ya no puede soportar más el secreto que tiene guardado hacia su enamorado.

Esto lo sabían dos de sus compañeros de cuarto, un lobo llamado Legoshi, y el mejor amigo de este, Jack, un labrador. Este último, en un día común antes de salir de los cuartos, se acercó a su compañero.

- Oye, Miguno... ¿Cómo vas con tu secreto? - mencionó con una sonrisa y un tono bajo para evitar levantar sospechas.

La hiena se detuvo y paralizó por unos instantes, para dar un suspiro pesado y sonreír.

- Solo olvídalo... Lo haré alguna vez... - mencionó mirando a su compañero.

- ¿Hacer qué? - hablo el coyote saliendo de la nada detrás de su compañero, abrazándole con su brazo pasándolo por detrás del cuello y reposarlo sobre su hombro.

- Hacer nada, solo son cosas de la escuela - mencionó la hiena, con un tono nervioso casi nulo, que Jack solo pudo reconocer.

- Oh vamos, somos mejores amigos, sabes que puedes confiar en mí - mencionó el mayor dando un pequeño coscorrón a la hiena, despienandole un poco, haciendo uno o dos mechones extra desordenados.

- Uhm... No creo que quieres escucharlo, no es relevante de todas maneras - mencionó con una sonrisa el menor.

- Meh... Esta bien, yo me iré, te espero en clases - dijo el coyote para soltar a su amigo, no sin antes darle unas pequeñas palmadas en su espalda e irse.

La hiena al perder de vista a su compañero dio un suspiro de amor, para dar una pequeña risa.

- Estoy tan enamorado... ¿Acaso habrá alguna posibilidad de que el de el primer paso? No puedo ni siquiera descongelarme al momento de hablar con el - dijo la hiena mirando la puerta abierta con uno o dos estudiantes bajando.

El lobo se acercó para darle una pequeña caricia, acomodando los mechones que el coyote le había dejado.

- Si el no da el primer paso, tal vez piense lo mismo que tú, quiero decir, el espera que tú des una señal y el pueda seguir... - dijo el lobo con cierta tonalidad cansada.

- ¡Que buena idea, Legoshi! - dijo el perro meneando su cola rápidamente al punto en qué se escuchaba.

- No es una idea, solo supuse eso - mencionó para acercarse a su compañero.

- En fin, mi club inicia en unos minutos, tengo que irme, nos vemos - mencionó el lobo para salir de la habitación.

- ¡Hey, espera! ¡Nos vemos al rato! - dijo el labrador para perseguir al lobo mayor, quién esté al escuchar el grito del perro, se detuvo a esperarlo.

La hiena miraba el cuarto ya vacío, Voss y Coyot, dos de sus otros compañeros ya se habían ido desde hace horas. La hiena tenía un club, el club de música, el cual habira que llegar un poco más tarde, por lo cual, se sento en la cama de su amado y respiro hondo, acariciaba las sábanas, sentía que estaba junto a el.

- Sabes Durham... Aveces me preguntó porque me enamoré de ti... - habló solo mirando la cama vacía de su amigo.

Después de unos minutos de ver perdidamente la cama, el coyete abrazo por detrás a la hiena, y está se asustó, pero al ver qué era el coyote, se tranquilizó en seguida.

- Hey que onda ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en tu club? - preguntó el coyote soltando a su amigo.

- Porque incia un poco más tarde que los demás, y... ¿Por qué no estas en tu club? - mencionó Miguno para voltear a ver a su compañero.

- Eh... Pues... Decidí faltar, solo quería estar un rato a solas.

- Ya veo.

- Oye ¿Puedes que es lo que ibas a hacer? - Durham se levantó para mirar a su compañero con una sonrisa.

- ¿Te refieres a lo de hace rato? Ah, solo... Solo eran cosas de la escuela, eso es todo - dijo el menor rascando la parte trasera del cuello.

Miguno se sentía muy nervioso, no podía responder con la verdad aunque era una situación perfecta para llevar a cabo la confesión, pero no se sentía listo.

- Miguno, se que estás mintiendo, somos mejores amigos ya hace mucho tiempo, puedes contarme lo que sea... - mencionaba el coyote acariciando la espalda de su compañero.

- No, en verdad, es algo de la escuela, - dijo la hiena con la mirada cabiz baja.

- Miguno, mírame a los ojos, por favor - dijo el coyote y la hiena obediente lo miró.

- ¿Qué ibas a hacer? Vamos, cuéntame - el menor hacía caso omiso a sus palabras.

Este estaba muy centrado en esos ojos tan bellos, tan hermosos, apesar de ser oscuros, para el era un enorme laberinto. Su corazón empezó a acelerarse, como si se electrificara, no podía describir como se sentía, pero, se sentía genial estar enamorado aunque no fuese correspondido.

- ¿Miguno? - dijo el coyote meneando un poco el hombro de su compañero.

- A... Ah, solo... S... Solo eh... ¡Oh, demonios! ¡Llegaré tarde a mi club! ¡Adiós! ¡Cuídate mucho, por favor! - mencionó el menor para salir corriendo.

Esto en parte era real, y a la vez no, no se le hacía tarde pero el club estaba a punto de iniciar, por lo que llegó a tiempo como casi siempre.

Ese día no pudo pensar mucho en lo que acababa de sentir al mirar los ojos de su enamorado, era le primera vez que sentia algo similar. El club en el que estaba era una de sus pasiones, la música, este estaba en una banda del mismo club, por lo que al llegar, saludo a los demás y tomo la guitarra que le correspondía.

Sus demás compañeros notaron cierta diferencia a su compañero. Pero, no le dieron demasiada importancia, ya que tocaba bien, y eso es lo que les importaba, además, Miguno siempre admitía que se sentía bien.

Durham, en un intento ya desesperado de descubrir que había pasado, decidió ir a checar si Miguno había dicho la verdad. Camino lentamente por los pasillos de algunos salones y clubes, para ser sorprendido a una hermosa melodía, que se hacía más entretenida y hermosa, a su vez que una voz le llamo la atención.

- ¿Ese es...? ¿Miguno? - sonrió al reconocer y sorprenderse por la magestuosa voz de su compañero, se apresuró al llegar para estar en la puerta, agachándose un poco para que la pequeña ventana de la puerta lo delatara.

Pudo escuchar a Miguno cantar, este no le prestaba atención a la letra, pero si a la melodía, le parecía hermosa, en una parte, esas palabras hicieron chispas, "¡Electrifica mi corazón!" Miguno había llegado al coro, y cantaba increíble que su voz no podía ser más hermosa.

Volvió a pronunciar esas palabras. Durham sentía como si su corazón latiera al ritmo del coro, este se sentía muy bien al oír la voz de Miguno, podría confundir el sentimientos de alegría y admiración, pero sentía, algo más, tomo su pecho, y miró hacia arriba.

- ¿Lo que siento es amor? - dijo Durham en voz baja para levantarse e irse sin ser descubierto, aún escuchando la voz de Miguno a lo lejos.

El coyote fue a uno de los baños más cercanos para sentarse en un escusado, y mirar al piso, algo sucio, pero eso no le importaba, lo que le importaba era porque sintió "amor" al escuchar el coro cantado por su amigo. Recordó algunos buenos momentos antes de entrar a Cheryton, en ese momento sentía felicidad, pero ahora al recordarlos, sonreía como bobo al saber todo lo bueno y malo que pasó con Miguno, desde diversión hasta tristeza, pero alguno nunca fallo, el apoyo y cariño de ambos.

Poniendo a pensar ¿Qué hubiera pasado si su hiena no hubiera existido? ¿Sería siendo feliz? Ahora lo está dudando demasiado, ya no se imagina la vida a su lado. ¿De verdad desarrollo este sentimiento tan rápido? No, para esto se necesita tiempo... ¿O no...? Salió del baño, y para su sorpesa, el día escolar ha terminado, la tarde, con su colorido color anaranjado reinando el cielo, había varios estudiantes dirigiéndose a su respectivo cuarto.

El coyote fue sorprendido por la hiena a su lado, no se habían dado cuenta antes, habían sincronizado sus pasos, ambos se miraron, y Miguno se detuvo casi temblando.

- N... No te había notado, ja, ja... ¿Cómo te fue? - mencionó la hiena dando una sonrisa.

- Pues... Eh... ¡Oh que sorpresa! ¡Estamos bajo el mismo sol! - mencionó con una sonrisa forzada acompañada de una mirada incómoda, está también la tenía Miguno.

Un animal detrás suyo, dio una pequeña risa, para luego disculparse y salir corriendo. Durham solo gruño mirando el animal correr.

- Eh... Pregunté cómo estabas, no si estamos bajo el mismo sol... ¿Qué fue eso? Ja, ja - dijo la hiena, carcajeando un poco.

El coyote quedó perplejo, al ver esa hermosa sonrisa y esa risa, con esa voz, su corazón se volvía loco, no podía moverse, no quería escuchar otra cosa que no sea la voz de la hiena.

Después de unos minutos de apreciación, la hiena novio al coyote para hacerle reaccionar, por suerte lo hizo y el coyote se sintió increíble, ambos dieron una risa nerviosa.

- Uhm... ¿Quieres ir a otro lado que no sean las habitaciones? Tengo algo que mostrarte... - esto último, dio un pequeño respiro antes de decirlo.

- Uh... ¡Claro! Te sigo

La hiena empezó a caminar y el coyote a su lado, este acariciaba una que otra vez la mano de su compañero, pero se arrepentía casi al instante, hasta que llegaron detrás de la esucla, en un árbol de cerezo, el cual dejaba caer varias hojas que llenaban el espacio lleno de pasto.

- Por favor espera ahí, iré por algo... - mencionó Miguno para salir corriendo, el coyote se sentó en el árbol esperando a su compañero.

Después de unos minutos, llegó la hiena con una guitarra, este se sentó y el mayor miró.

- ¿Que vas a hacer? ¿Pequeño? - dijo esto casi sin pensarlo.

Miguno se sonrojo un poco pero reaccionó, respiro hondo y miel a su mayor.

- He hecho una canción, es para alguien muy especial para mí... Quiero que la escuches y... Pidas tu opinión... - mencionó para dar un respiro, tomo la guitarra para empezar a tocarla.

La melodía la reconoció, era la que escucho en su club, reconoció la canción casi al instante, no había puesto atención a la letra antes, pero, ahora sí...

Esta se refería a como un chico quería declararse a su enamorado, pero no podía porque se congelaba, el esperaba que también su enamorado diera un paso más para darle el valor.

Miguno llegó al coro, volvió a escuchar esa hermosa voz cantando aquel coro: "¡Electrifica mi corazón!"

Iba por la segunda, pero está vez, Durham interrumpió, cerro los ojos y comenzó a cantar, sorprendiendo a Miguno, que esté paro de tocar al escuchar a su mayor repetir la misma frase... "¡Electrifica mi corazón!" Durham, abrió los ojos para sonreír y un poco, la hiena sonrió para seguir tocando lo que faltaba, llegaron a los últimos dos coros y ambos cambiaron la letra, y se dijeron a si mismos "¡Eléctricas mi corazón!" Hasta que Miguno paro...

Un silencio reino el parque, ambos se miraron, sonrujados y ruborizados, Miguno hizo caso a la letra, hizo que el mejor dejara la guitarra, para tomar sus muñecas, la hiena se dejó.

El coyote tiro suavemente al menor, mirándose frente a frente, el coyote encima de su menor, quién esté le miraba ya con amor...

Se acercaron poco a poco, lentamente, sintiendo las respiraciones acercarse e intensificarse, hasta que... Los labios de Durham y Miguno se juntaron, creando un hermoso beso lleno de amor.

El amor que Miguno y Durham se tienen.

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