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iii. hope ur ok. - : ✧ pt. 2





𝒉𝒐𝒑𝒆 𝒖𝒓 𝒐𝒌.

𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝟤



. ⋅ ˚̣- : ✧ : – ⭒ ⊹ ⭒ – : ✧ : -˚̣⋅ .



Natasha Romanoff se observaba atentamente en el espejo, el suave vestido blanco llegaba hasta sus tobillos, caía suelto por todo su cuerpo solo ajustándose en sus ya crecidos pechos, a simple vista nadie podría notar que una vida se escondía dentro de su cuerpo.

Era apenas una curvatura, que solo se podía detallar si se colocaba algo realmente ajustado o si dejaba el abdomen a la vista de las personas; debido a su contextura delgada, suponía. Aunque en un principio se había sentido preocupada por lo pequeño que era su vientre, gracias a los chequeos y ecografías puntales que se realizaba sabía que su bebé estaba bien. Natasha no estaba segura que el sexo del hijo que esperaba, pero no había tenido la valentía de descubrirlo, incluso si tuvo la oportunidad, todavía sentía que no tenía derecho a robarle ese momento a Steve Rogers, quería tenerlo a su lado y ver su rostro cuando descubriesen que estaba destinado a su hijo.

Camino rápidamente a la salida del complejo, donde Peter Parker ya la esperaba vestido en un elegante traje al estilo Stark, dispuesto a llevarla al bautizo de la pequeña Morgan. Había sido una suerte para Tony que el chasquido no lo tocase, sin su hábil mente y su sentido de supervivencia probablemente Stark no hubiese sobrevivido a sus graves heridas.

Peter la observo embelesado, pese a que su cabello rubio ya estaba marcado por el rojo natural, seguía luciendo maravillosa con ese ligero recogido que enmarcaba su rostro ahora un poco redondeando por el secreto embarazo, además el vestido la hacía lucir tan angelical, que por un momento, olvidó que estaba frente a la letal viuda negra.

— Agente Romanoff, se ve muy hermosa —Pesé a sus mejillas rojizas, logró terminar el cumplido— El señor Stark me ha enviado a recogerla, dice que no quiere que maneje.

—Solo Natasha, niño araña —Su tono fue dulce buscando relajar al nervioso chico. — Stark exagera, supongo que son los nervios de padre primerizo.

Abordaron finalmente el auto para conducir a la Catedral de Brooklyn, lugar que el capitán se había encargado de conseguir, ya que ninguno de ellos era demasiado creyente y tenían poca idea de donde llevar a cabo el bautizo.

Se sentía nerviosa ante la perspectiva de volver a ver a Steve Rogers, si bien era cierto que en su mente tenía razones válidas para alejarlo de su vida, también estaba segura de él no tenía idea de ninguna de ellas. Días después de la llegada de Tony y el nacimiento de Morgan; Natasha Romanoff había comenzado a esconderse de Steve Rogers, permaneciendo encerrada en su salón de baile o en su habitación, evitando estar en los mismos lugares por donde el transitaba; y Steve Rogers había entendido el mensaje de la espía, terminando por mudarse a Brooklyn, reduciendo sus visitas al complejo.

Tomó el brazo del chico para entrar a la Catedral que había sido adornada para la ocasión de una forma tan excéntrica, como solo podía ser un evento de Tony Stark; el techo había sido llenado de flores que caían por todo lugar y las sillas también habían sido adornadas.

La pequeña Morgan llevaba un largo vestido blanco, recubierto por un suave encaje dorado y perlas, además de un delicado gorro que cubría sus cabellos castaños.

Se encontraba en los brazos de su tío Steve, quien no podía dejar de mirar a Natasha, se veía más hermosa que meses atrás, si es que eso era posible, lucia diferente de una buena manera. El vestido blanco solo resaltaba su pálida piel; aunque el rubio era un recordatorio de lo vivido y solía detestarlo, mezclado con el pelirrojo de su raíz, enmarcaba su rostro con sus mejillas ahora ligeramente más rellenas que en el pasado de una forma divina, y si era honesto, sus pechos estaban más llenos de lo que los recordaba. Pero ella no reparo en el capitán mientras se acercaba al pequeño e íntimo grupo.

— Natashalie, luces hermosa. Todavía sigo teniendo un gusto divino —El multimillonario la abrazo por los hombros, cuidando de no marcar su vestido.

— Eso no puedo negarlo —Se volvió a la pequeña que movía sus manos y balbuceaba buscando obtener su atención— Te has superado con la decoración.

— Oh no, fue idea de Pepper, yo sólo le puse mi toque. —Se resto créditos mientras Natasha acariciaba las mejillas de la pequeña.

— Hola Nat. —Fue todo lo que dijo Steve Rogers mientras le tendía a la bebe.

— Capitán Rogers— Natasha saludo secamente, negándose a tomar a Morgan, si lo hacía se le marcaría el vientre.

— ¿No vas a cargarla?

—No puedo hacerlo —Mintió naturalmente, incluso lo vio a los ojos mientras lo hacía— Me lesione el brazo en una misión en nuevo México, todavía trató de buscar a Barton.

—¿Estás bien? — Mostró su preocupación rápidamente, reparando en sus brazos en busca de heridas.

— Siempre debo estarlo.

El sacerdote del lugar apareció llamando la atención de los presentes, que se movieron con incomodad; especialmente Natasha Romanoff quien se sentía como una intrusa en aquel lugar tan sagrado, no se creía merecedora de creer en un Dios benevolente o en la posibilidad de redención.

La ceremonia comenzó cuando todos estuvieron frente al altar. Tradicionalmente era la madrina quien debía sostener al niño, pero el sacerdote se sintió intimidado por la presencia de los vengadores y permitió que Steve llevase a Morgan en brazos.

— Los padrinos deberán comprometerse a acompañar a lo largo de su vida, mostrarle el camino que deben seguir a través del ejemplo. El padrino y la madrina, además de los padres, deben convertirse en un guía del pequeño para que crezca como un buen ser humano —Hizo una pausa, donde los presentes asistieron para dar a entender que eran conscientes de la responsabilidad en sus manos— En caso de la falta de los padres, los padrinos deberán sobreponerse a sus propias vidas, y unirse para cuidar del niño que eligieron proteger. Tienen el deber de decidir lo mejor para el mismo y amarlo como a sus propios hijos.

Tal vez fuera la situación la que se encontraban los dos; en la que Steve no entendía porque ella se había alejado, o el secreto que Natasha guardada tan minuciosamente, pero las palabras calaron especialmente hondo en sus mentes. Ninguno creía que pudiesen sobreponerse del todo para cuidar de una vida, aunque claramente ambos pensaban en vidas diferentes.

Instó al capitán con Morgan en brazos y a la espía que sostenía la vela propia de la ceremonia a acercarse a la pila bautismal. Poniendo a Natasha nerviosa cuando le pidió que sostuviera la cabeza de la bebé mientras el dejaba caer el agua, obligándola a acercarse a Steve Rogers, quien se sentía tenso por el llanto de la niña producto del frío.

— Tómela por favor, señorita Romanoff —El sacerdote le pidió para que la pequeña se calmase.

— Nat, por favor. Quiere estar junto a ti — Steve se la tendió y Morgan estiró sus manitas pidiendo por su tía favorita.

— Yo, no...— Pero Morgan soltó un chillido lastimero que terminó por desesperarla y la tomó rápidamente para ponerla sobre su pecho.

Steve Rogers sintió su mundo moverse cuando noto la verdadera razón por la que Natasha se rehusaba a sostener a Morgan Stark. Conocía el cuerpo de la rusa más de lo que le gustaba reconocer, el sostener a Morgan logró revelar la curvatura en su abdomen antes plano, podía notar perfectamente el vientre ovalado y ligeramente crecido, tan sutil que casi creyó que era su imaginación, pero no lo era. Natasha Romanoff estaba embarazada, y lo más probable es que aquel niño, fuese suyo.

Natasha lo observo con miedo, su secreto había sido desvelado de la peor manera, y todos los presentes lo sabían. Pero ninguno de los dos pudo pensar demasiado en ello, pues la ceremonia debía continuar sin importar que ninguno de los adultos tuviese la mente en ello. Una vez que terminó, todos se dirigieron a la salida; Natasha apenas pudo entregar Morgan a sus padres cuando fue jalada por Steve hacia una esquina de la Catedral.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? — Steve fue brusco en su agarre, y ella se soltó para míralo con el rostro estoico.

— No sé a qué te refieres —Se mostró desconcertada, observándolo fijamente.

— No te atrevas a hacerte la desentendida, Romanoff— Volvió a acercarse con el rostro marcado de ira— ¿Cuánto más pensabas mantenerlo en secreto? ¿Hasta que naciese? ¿Pensabas esconderlo toda la vida?

— No sé de qué estás hablando— Se volteó dispuesta a irse, pero el volvió a jalada acercándola a su cuerpo.

—¿Cuándo ibas a decirme que llevas a mi hijo en tu vientre? — Volvió a preguntar con un tono más elevado y apretando su brazo.

— Cuando merecieras saberlo, joder —Se soltó cuando sintió que la lastimaba, gritando más fuerte.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? —Se mostró desconcertado.

Tony Stark intervino acercándose a Natasha tomándola por los hombros, preocupado por la constante montaña de emociones que vivía la pelirroja, pudiese afectarle al bebé en su vientre, y el capitán estaba siendo demasiado brusco.

— Chicos, hablaran de esto luego. Están llamando la atención del público — Intervino mirando a Steve— Nos esperan para la recepción del bautizo. No se los pediría si no fuera importante —Eso logró que ambos se calmasen y Stark observo a la pelirroja— ¿Estás bien?

— Lo estoy.

Se volteó para acercarse a Pepper que miraba la escena preocupada, y Morgan volvió a buscar los brazos de su tía, volviendo a remarcar el vientre de Natasha, logrando que Steve se sintiese perturbado y desconcertado.

El vientre era tan pequeño que en una persona normal no serían más que unos tres meses de embarazo, pero tomando en cuenta la contextura delgada de Natasha podía tener al menos cinco meses y medio. Si sus cuentas no fallaban, ese era el mismo tiempo que había transcurrido desde la última vez que se acostaron tras el chasquido.

Pero se contuvo de continuar confrontándola, antes que sus sentimientos, para Steve siempre había estado el deber. Por lo que, se subió al auto donde había venido y recurrió su camino a la residencia Stark, que había sido minuciosamente decorada para la celebración del bautizo de la primogénita.

Aunque la mente de Natasha y Steve era un caos, ambos se mantuvieron serenos, cumplieron con su obligación paseándose con la bebé, cenaron y se tomaron las fotografías necesarias, hasta que solo quedaron la pareja de padres y ellos. Cuando Steve tuvo la intención de encarar a Natasha fue detenido por la figura de Tony.

— Deja de esconderla, me debe una conversación.

— Lo tengo claro. También sé que no debería meterme, pero lo haré de todos modos— Stark se encogió de hombros y lo miro con los ojos marcados de pura compasión— Escucha, Cap. sé que después de la guerra civil nos hemos distanciado, pero quiero que sepas que lo único que deseo es que ambos estén bien. Natasha no actuó bien, ciertamente, pero no la culpes por buscar protegerse después de que todos la dejásemos atrás miles de veces, escúchala.

— Me ha mentido, Stark.

— Y, ¿Qué más da? — se mostró condescendiente— Tras todo lo que hemos pasado, deberías haber aprendido que no todo es negro o blanco, verdad o mentira. Tenía sus razones; ahora todo lo que deben pensar es contar lo que sienten y hablar sobre los secretos que esconden. —Se acerco a su hombre para finalizar, dándole una sonrisa ladeada— Todo lo que espero para ustedes es que estén bien y que se feliz, se lo merecen después de tanto dolor.

Siguió su camino hacia su esposa, dejando que Steve considérese sus palabras, que entendiese que no había culpables porque a veces simplemente no existían. Que no había extremos, que podía encontrar más tonos que el negro y el blanco, para que dejasen de actuar como unos estúpidos. Se acerco a la mujer que quería, porque lo hacía, buscando el vientre que ahora permanecía oculto tras el vestido blanco.

— Tenemos que hablar.

— Si, tenemos— Por primera vez cedió, no podía seguir ocultado más la verdad.

— Quiero que lo digas, Natasha.

—No me hagas decirlo, ya lo sabes perfectamente— Bajo la mirada caminando a la esquina de la sala, justo al lado de la ventana, sosteniendo su vientre como si de repente sintiese que su hijo estaba en peligro.

— Necesito que lo digas, Romanoff. Necesito que me lo confirmes.

— Estoy embarazada— Su voz fue apenas un susurro, no fue capaz de mirarlo— Estoy embarazada de tu hijo.

—¿Por qué lo escondiste? ¿Por qué no merezco saberlo? — Inquirió acercándose a ella.

— No, no hagas esto.

— Quiero saberlo— la tomo por el brazo para que lo mirase— Se honesta, Romanoff. Por una vez se honesta.

— No te atrevas a pedirme eso.

— Quiero que lo digas— Tal vez fue el tono brusco, pero eso desató la ira de Natasha.

— Porque no lo mereces, porque no es lo quieres. Porque no somos lo que deseas— Natasha se soltó para caminar lejos de él, exaltada de repente— Porque puedo soportar no ser lo que tú deseas; se cómo es eso, he vivido mi vida entera siendo aquello que otros no desean. Pero no podría soportar que mi hijo no sea Suficiente para la persona que debería amarlo incondicionalmente, acabaría conmigo. Verlo sufrir me mataría lentamente; el ser aquello con lo su padre tuvo que conformarse terminará por lastimarlo cuando crezca y sea consciente de la verdad.

— ¿Qué? ¿De dónde sacas eso? — Steve estaba tan desconcertado que Natasha se frustró nuevamente.

— Te vi mirarla, te vi añorar por ella al verla en la brújula que llevas contigo. Vi tu deseo de tener aquello que perdiste— Sus ojos se llenaron de lágrimas y los de Steve de entendimiento al recordar esa situación meses atrás tras ir por el titan— Pero yo no soy ella, nunca voy a serlo. Lo que sea que yo pueda darte incluyendo este bebé, nunca será lo que quieres, será otra cosa más con la que tuviste que resignarte. Porque la quieres a ella, a la vida que no tuvieron y yo no pienso ser la opción que te viste forzado a tomar. Si no te lo conté, es porque no mereces a nuestro hijo, no cuando estoy segura que él te elegiría, que te amaría incondicionalmente.

Steve Rogers estaba sorprendido por todo lo que estaba soltando, desconcertado porque no pensó que Natasha Romanoff pudiese maquinar ese tipo de pensamientos descabellados y dolido, porque no podía creer que ella estuviese tan convencida de que no los deseaba, que no los elegiría si pudiera regresar en el tiempo, que no los amaba con todo su ser, porque lo hacía.

Por ello, cuando la vio acercarse a Peter Parker, quien había tomado de inmediato una posición protectora cuando lo vio caminar hacia ellos decidió que necesitaba seguir hablando con ella, necesitaba decirle lo mucho que la amaba, necesitaba rogarle por perdón.

— Steve, de verdad no puedo hacer esto ahora. —La espía admitió cuando el soldado alcanzó su brazo nuevamente, el tono de derrota tiñendo su voz, mientras sus manos no abandonaban su vientre. — Sigo en el complejo, puedes visitarnos cuando quieras, pero ahora mismo no puedo seguir con esta conversación.

Y con aquella ultima sentencia, la pelirroja se alejó, sacudiendo el pesar que se le había instalado en el pecho y poniendo su mejor sonrisa para Peter, quien no dejaba su mueca de preocupación borrarse de su rostro.

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Fue una semana lo que Steve Rogers se demoró en aparecer frente al complejo.

Natasha se había preparado día tras día después del bautizo de Morgan Stark para seguir con la conversación que había quedado pendiente. Había calmado su ansiedad, las pesadillas que tomaron forma en su mente cada noche después de la discusión. Había aprendido a calmar las pequeñas crisis de pánico que le daban cada vez que Friday se pronunciaba.

Pero Steve no había aparecido.

Hasta ese día.

— Agente Romanoff, el Capitán Rogers está aquí. ¿Lo hago ingresar?

— Sí, Friday. Gracias. —Natasha terminó su vaso de agua y calmo los temblores de sus manos.

Trato de poner una pequeña sonrisa cuando sus ojos verdes se volvieron a cruzar con los azules del soldado, de verdad trato de sonreírle. Trato de calmar los nervios, y cada sensación que alguna vez llamo mariposas.

Ella ya no sentía mariposas, se dijo. Ella ya no sentía mariposas por él.

— Hey.

Steve admiró lo preciosa que Natasha Romanoff se veía. Aunque solo estuviera ocupando un short deportivo y una sudadera gigante, que Steve reconoció como una de las prendas de Clint. Admiró como sus ojos verdes seguían tan brillantes como aquella vez que la besó por primera vez, admiró como el rojo de su cabello, que le gustaba tanto, volvía poco a poco con fuerza.

Y sin querer, su cabeza se desvió hacia la curvatura apenas notoria de su vientre, y su mente se permitió confirmar que aquello era real.

Natasha estaba embarazada, estaba esperando un hijo suyo.

Un hijo o hija de ambos.

— ¿Quieres servirte de algo? ¿Café, jugo...? —La espía lo saco de su ensoñación, haciéndolo negar de inmediato.

— No, estoy bien.

El ambiente se había vuelto incómodo, como nunca antes. Nunca había sido incomodo para ellos, ni siquiera cuando Natasha había comenzado a tomar distancia. Nunca se había sentido la tensión en el aire.

Nunca había sentido la sensación de tener mil palabras que decir, pero no poder decir ninguna.

— Ok, este silencio de verdad que... no. —Natasha rompió la tensión, tomando asiento en uno de los sofás de la sala. — Puedes preguntarme lo que quieras... prometo ser totalmente honesta.

La rusa espero con paciencia que el soldado tomara asiento frente a ella, sus manos estaban entrelazadas sobre su vientre, relajándose y olvidando los nervios que amenazaban con hundirla y revolcarla.

— ¿Estás bien? ¿El embarazo ha ido bien?

Aquella fue la primera pregunta que Steve Rogers soltó aquel día, sorprendiendo a la pelirroja. Había esperado más gritos, más reclamos, más furia. Había esperado otra discusión explosiva que la dejara llorando después de que el soldado se retirara.

Había esperado una visita de no más de treinta minutos.

Pero Steve tenía otra cosa muy diferente en sus planes.

— El embarazo ha ido bien. —Natasha respondió después de unos segundos, una pequeña sonrisa formándose en sus labios, mientras sus manos no dejaban de acariciar levemente el pequeño bulto. — Cuando lo supe, lo único que sentí fue pánico. La mitad de la población había desaparecido, no tenía a Wanda a mi lado, no podía contactar a Clint... Y tampoco tuve la oportunidad de apoyarme en ti. El primer trimestre también fue un caos, el pánico no me dejaba dormir, no veía ningún cambio en mi cuerpo que no fueran los mareos matutinos, pero cuando me dijeron que había un bebe saludable y pude escuchar los latidos, nada más importo.

— Lo siento.

— No, Steve. No tienes que disculparte, no sabias de nada.

— Pero aún así, no evite que te alejaras de mí. Debí haber estado aquí cuando el pánico no te dejaba dormir, debí haber estado cuando los mareos y vómitos no te dejaban comer. —Steve solo la veía negar, con los preciosos ojos verdes llenándose cada vez un poquito más de lágrimas. —

— Steve, no. Aquello ya pasó, ¿sí? Lo importante ahora es que lo sabes, y que yo no volveré a alejarte. —Prometió, mientras por primera vez aquella tarde, le dedicaba una sonrisa sincera al soldado. — Te necesito presente, necesito que pienses en lo que se viene y si de verdad estas listo para todo. Porque no sé si seré capaz de soportar verte ir una vez más.

— Lo prometo. Estoy listo, Nat. —Steve la vio sonreír y extender su mano. Y no dudó en entrelazarla con la propia, disfrutando nuevamente la electricidad que lo recorría de cabeza a la punta de los pies.

— ¿Hay algo más que quieras preguntar?

— ¿Ya sabes el sexo? ¿Si es niño o niña?

El capitán se sorprendió cuando la vio negar mientras soltaba una pequeña risa.

Oh, como amaba verla reír de nuevo. Como la amaba.

— No. No quiero saberlo hasta el parto, si te parece bien.

— Me parece bien.

Natasha dejó una ultima caricia en el dorso de la mano de Steve, para luego levantarse del sofá.

— Hey, hoy tengo cita con mi obstetra, ¿quieres venir?

Aquella simple pregunta iluminó el rostro de Steve Rogers, quien no tardó en asentir y formar una sonrisa enorme en su rostro. La emoción recorriendo desde ya cada centímetro de su cuerpo, la alegría inundando cada pensamiento de su mente.

— Sí, sí. Quiero ir. Gracias.

Natasha le sonrió por ultima vez antes de ir rápidamente a su habitación, cambiándose por un par de jeans y una blusa que le seguía quedando holgada, no demoró mucho en estar lista y volver a reencontrarse con el soldado.

El viaje al hospital fue envuelto en música llenando el nuevo silencio. Natasha sabía que Steve debía tener mil preguntas más, pero no sabía porque no estaba llenándola de ellas. Pero se lo agradecía. Nunca fue muy buena hablando con la honestidad por delante, ni siquiera era buena abriéndose para los demás y soltando los problemas, pero allí estaba, dejándose llevar nuevamente con Steve, confiándole aquella parte de su vida que les pertenecía a ambos.

No tuvieron que esperar mucho a que una mujer con uniforme rosado y acento italiano nombrara a la pelirroja, los nervios de Steve cada vez iban en aumento, al igual que su sonrisa. Se mantuvo al borde mientras escuchaba a la doctora DeLuca -como Natasha la había saludado apenas pusieron un pie dentro de la clínica.- preguntarle una serie de cosas a la espía, mientras la ubicaba en una especie de camilla.

— Ok, Natasha, puedes subir tu blusa, llego el momento de ver a tu bebé.

— Steve, puedes acercarte ahora. —La pelirroja le sonrió, volviendo a extenderle su mano. Cosa que no dudo en tomar, entrelazándola nuevamente con la suya.

Y poco después de que la doctora esparciera un gel sobre el pequeño bulto, aquel mágico sonido resonó por la habitación.

Llenando cada rincón, cada vacío, se escuchaban los latidos de su bebé.

Y aquel día, Steve Rogers no pudo evitar soltar unas pocas lágrimas, mientras besaba el dorso de la mujer que amaba tanto.

— Nat, ¿puedo preguntarte algo más? — El capitán soltó con un deje de inseguridad, mientras le abría la puerta del auto a la pelirroja.

— Claro.

— ¿Puedo mudarme al complejo, otra vez? Si es incomodo para ti, no lo haré, pero quiero cuidarte, quiero verlo crecer dentro de ti, quiero seguir trayéndote a cada consulta, y...

— Si puedes. —Natasha le interrumpió, antes que siguiera con su gran discurso gracias a los nervios, con una pequeña sonrisa en sus labios. — Puedes volver al complejo.

n/a: eSTO TENDRÁ PARTE TRES PORQUE TENEMOS MUCHAS IDEAS Y LAS QUEREMOS TODAS JAJAJAJAJAJ anyways, disfruten, las amamos, prometemos intentar que la próxima parte se demore menos. <3

pd: así es cmo imaginamos la pancita de nat,,, very tiny🥺

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