ii. hope ur ok. - : ✧ pt. 1
𝒉𝒐𝒑𝒆 𝒖𝒓 𝒐𝒌.
𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝟣
. ⋅ ˚̣- : ✧ : – ⭒ ⊹ ⭒ – : ✧ : -˚̣⋅ .
A lo largo de la vida de Tony Stark, hubieron muchos momentos en los cuales estuvo a punto de rendirse, de tirar todo por la borda y simplemente dejarse morir.
Las semanas después de lo ocurrido con Steve Rogers gracias a los acuerdos de Sokovia probablemente había sido la más difícil de su vida. Las pesadillas, los ataques de pánico y la ansiedad carcomiéndoselo vivo habían logrado que no pegara los ojos por más de una hora, y que su boca apenas se abriera para probar bocado alguno.
Hasta que junto el valor, y junto a unas pocas palabras de ánimo por parte de Rhodey, tocó la puerta del departamento de Pepper Potts.
Fueron semanas de muchos intentos, muchas promesas (que esta vez si pensaba cumplir), muchas flores, hasta que por fin pudo probar los labios de la CEO de Stark Industries nuevamente.
Estar nuevamente con Pepper sanó una parte de él que pensó que nunca podría ser sanada, nunca podría ser reparada.
Cuando la rubia cereza le dio el tan ansiado sí, ya no habían momentos en los que deseaba tirar todo por la borda.
Y cuando Pepper le mostró una pequeña cajita con dos zapatitos diminutos y un test de embarazo positivo, se prometió a si mismo, mientras la alegría mezclada con el miedo de ser papá lo consumía, que nunca más tendría algún momento donde solo quisiera dejarse morir.
Pepper Potts tenía ocho meses de embarazo cuando no volvió a ver a Tony.
Una especie de hechicero había interrumpido la caminata diaria que ambos compartían por Central Park mientras discutían el nombre de la pequeña niña que se movía dentro de su hinchado vientre, diciéndole a Tony que necesitaba su ayuda.
Y luego, mientras sostenía la mano de Happy, esperando alguna noticia de su esposo, esperando que este apareciera en las noticias, o simplemente llamara, Happy Hogan se hizo cenizas frente a ella.
En solo cuestión de segundos.
Se asomó por la ventana, mientras la desesperación la comenzaba a comer viva. Y vio como miles de las personas que solían caminar por el trascurrido Nueva York se hacían cenizas, se hacían polvo. Igual como lo hizo Happy.
Sentía como su garganta se secaba, como sus manos no podían dejar de temblar, así que las apoyó en su vientre y una pequeña patadita la hizo volver a sus cabales.
La pequeña seguía allí.
Y ella también.
Y solo podía rogar que Tony, donde sea que fuera que aquel mago se lo hubiese llevado, también siguiera allí.
Se anocheció, y su cuerpo no había sido capaz de moverse del marco de la ventana del departamento que compartía con Tony. La pequeña se removía inquieta, daba leves patadas al lado de sus costillas, tratando de hacerla reaccionar, de provocar algún movimiento que no fueran los leves y pausadas caricias que le daba a su vientre. Hasta que el teléfono sonó.
— ¿Diga? —Pepper contestó, por fin alejándose de la vista de las personas desesperadas que rondaban por la calle, buscando a sus seres queridos.
Y lo primero que escuchó, de aquella voz detrás de la línea, fue un suspiro de alivio.
— ¡Oh, dios, Pepper! ¡Estás bien!
— ¿N-Nat? —Titubeó, y dejó que las lágrimas que había aguantado tanto tiempo salieran. — Nat, Happy... Él...
— Oh, cariño. Quédate donde estés, ¿ok? Iré por ti. Iremos por ti.
Y la llamada se cortó.
Pepper no sabe si fueron unas largas horas o unos largos días lo que tardó Natasha Romanoff en encontrar el departamento. Solo recuerda la gran sonrisa de alivio que se registró en el rostro de la rusa cuando por fin pudo ver su rostro, así como las lagrimas y la mirada de asombro cuando vio su vientre a punto de explotar.
Y recuerda aquel brillo que rodeaba a Natasha.
Porque era el mismo que le rodeaba cuando se enteró que tenía una pequeña vida formándose en su cuerpo.
La pelirroja le hizo una maleta, habló unos minutos por teléfono con alguien, y después se sentó a su lado, tomando su mano mientras le traía un vaso de agua.
— ¿Y Tony?
— Un tipo llamado Stephen Strange le dijo que lo necesitaba, que algo malo estaba pasando. Y después no pude ubicarlo más, y Happy... él solo... —Natasha apretó su mano y acarició su cabello cuando la sintió comenzar a hiperventilar, brindándole un poco de calma en medio de aquel caos.
— Está bien, está bien. Encontraremos a Tony. Lo prometo.
Natasha le sonrió a la CEO, y no pasaron muchos segundos cuando Steve Rogers apareció por el marco de la puerta.
— Está todo listo.
Pepper caminó junto a ellos hacía el jet, fijándose en las miradas cómplices que compartían, en los susurros y en las manos entrelazadas. Estaban juntos. Pepper lo notaba. Lo sabía.
El viaje no duró mucho, y cuando la puerta se abrió y Rhodey la rodeó entre sus brazos, supo que estaba en el complejo de los Vengadores. Supo que estaba en el lugar correcto, con las personas correctas.
Y que Tony volvería.
Tenía que volver.
La semana pasó entre reuniones de equipo, Natasha tratando de conversar sobre su embarazo, sobre los posibles nombres de la pequeña, sobre lo pequeños que eran los zapatitos que alguna vez usaría, y como se aseguraría de ser la tía favorita, para distraerla, para hacer la agobiante espera más amena.
Y por ello, Pepper estaría siempre agradecida.
Cuando se cumplieron las dos semanas en el complejo, y Pepper Potts estaba entrando en su noveno mes de embarazo, un gran sonido se escuchó desde las afueras del complejo. Una nave espacial venía había aterrizado y un débil Tony Stark estaba bajando de ella.
Tony había vuelto a ellas.
Ambos lloraron, mientras sus labios se volvieron a unir por efímeros segundos antes de que Bruce se lo llevara a una camilla, para revisarlo y medicarlo. Para hacerlo que mejorar antes de que Pepper entrara en trabajo de parto.
Pero aquello no importaba, porque Pepper volvía a tener todo lo que necesitaba. Tony estaba a su lado, y la pequeña Morgan pronto también lo estaría.
La pequeña Morgan Stark había llegado al mundo en medio de gritos con llantos desesperados que habían enternecido el corazón de sus padres y de sus tíos vengadores que no habían sido afectados por el chasquido.
Como haciéndole un guiño a un posible destino, había nacido, crecido y vivido sus primeros tres meses de vida en el complejo de los vengadores.
Ahora que tenía cinco meses, era una bola de cabellos castaños con una sonrisa encantadora; sus padres no podían para observarla crecer y jugar en su cuna de madera regalo de su tío, el icono de la nación, el famoso capitán América, aunque claro, ella soló lo conocería como tío Steve. Pese a la compleja situación de su padre y tíos, las dos partes se habían encargado de sanar lo suficiente para estar presentes en la vida de la pequeña.
Ambos padres se encontraban en la sala de juntas de industrias Stark, luego de la importante reunión que requirió de la presencia de los dos; la fundación tenía más trabajo que nunca después del chasquido.
— ¿Enserio crees que sea una buena idea, Pepper? —Tony se mostraba preocupado por el importante tema que llevaban meses discutiendo.
— Tony, ¿Confiarías en alguien más para cuidar de Morgan? —Su rubia esposa se acercó para tomar su mano mientras se sentaba a su lado— Tomando en cuenta que tienes una tendencia a meterte en situaciones que pueden llevarte a la muerte, no puedo encontrar a nadie mejor que ellos.
— ¿Qué te parece Rhodey? —Dio una sonrisa dudosa conociendo de ante mano lo que diría su esposa.
— Es un buen hombre, Tony. Y estoy segura que quiere a Morgan. Pero no nació para cuidar de un niño, por eso decidió no tenerlos —La mujer se acercó para acariciar su mejilla rasposa. — Lo haría por nosotros, pero Morgan no tendría la vida que esperamos que tenga si no estamos a su lado. Ellos le darán el amor y los valores que los caracterizan, además la aman tanto como nosotros.
— Están peleados, Pepper.
—Aun estándolo, Steve y Natasha serían los únicos capaces de sobreponerse a cualquier situación por el bien de Morgan.
— ¿Crees que aceptarán?
— Tendré qué tener una charla complicado con Steve, pero no se negará a ser el padrino de Morgan. —Por otra parte, la rubia conocía de cerca que la otra parte era aún más compleja. — No puedo decir lo mismo de Natasha, será complicado y tendrás que ponerte sobre tus rodillas para que acepte.
— ¿Tendré? —Él multimillonario se mostró dudo.
— Oh, por supuesto. Yo he hecho la parte más complicada, traer a Morgan al mundo mientras tu vagabas por el universo.
— Eso te sigue dejando un cincuenta por ciento de los créditos. —Pepper se levantó para salir de la sala, volteándose para dar su ultimátum.
— Ve por Morgan al complejo, y de paso asegúrate de que Natasha acepte. Todo está listo para el sábado, excepto el detalle más importante, sus padrinos.
Anthony Stark tuvo que contenerse para no gritar de frustración mientras se levantaba para tomar uno de los autos. Ciertamente, había tenido que tomar menos valor para enfrentarse a Loki en la batalla de nuevo York o con Ultrón; pero enfrentar a la Natasha Romanoff que había dejado el chasquido y las situaciones que vivía ahora, requería de toda la valentía que tenía en su cuerpo.
Mientras conducía no podía dejar de pensar en lo mucho que se arrepentía por todo lo que sucedió en el pasado, ahora que conocía amor incondicional que Morgan le enseñaba desde su nacimiento, solo podía pensar en lo mucho que deseaba que sus amigos viviesen eso; no tenía idea de cómo podía lograrlo con el complicado panorama que vivían. Poco sabía del rubio desde la guerra civil, y aun así no podía dejar de lado lo mucho que lo extrañaba, por otro lado, la pelirroja había tenido una vida complicada. No tenía idea de la vida que tuvo antes de los vengadores, pero al menos la familia que ellos representaban para la rusa no había hecho más que fallarle y lastimarla; pese a ello se sobrepuso al dolor que le causo, conservando su buen corazón. Stark se sentía agradecido por ello, lo cierto era que, quizás en ese momento no sabía demasiado de las personas que consideraba su familia, pero lo único que esperaba, era que estuviesen bien, que fuesen felices, porque los amaba.
Mientras ingresaba al complejo, aparto esos pensamientos para observar la deteriorada base que ahora solo ocupaba la pelirroja, que se negaba a tener personal que le ayudase pese a no poder con todo, no tenía idea de porque se designó el peso de semejante responsabilidad, pero mantener la mente ocupada aprecia hacerla sentir mejor, así que él iba a dejar que hiciese lo que la hiciera sentir mejor.
— Friday, ¿Dónde se encuentra Morgan?
— Se encuentra en el salón de baile de la agente Romanoff, junto a la señorita Natasha.
— Gracias Friday.
Natasha solía cuidar de Morgan cuando Pepper y el estaban demasiado ocupados, aunque no era cosa de todos los días que estuviesen en el salón de baile que Tony le había construido en la base pensada para el equipo, que ni si quiera llego a usarla; fue sigiloso al caminar hacia el lugar, incluso había preguntado por Morgan, no por Natasha, para burlar al sistema de seguridad y que no le avisase a la espía.
Cuando abrió la puerta se encontró con una de las imágenes que atesoraría sus recuerdos por toda la vida, la pelirroja vestida con un top deportivo que dejaba ver su vientre ligeramente crecido, bailaba sobre sus puntas con la pequeña Stark en sus brazos, mientras le cantaba una canción, logrando que Morgan riese.
— So, bye-bye miss American pie —Natasha tenía una voz preciosa, que calmaba a la pequeña en sus brazos. — drove my Chevy, to the...
Cuando giro, se encontró con Stark se callando automáticamente, ocasionado que la que la voluntariosa Morgan Stark la tomase del cabello en un gesto de frustración por el repentino silencio; Natasha por su parte disimulo la sorpresa mientras se acercaba a Stark para dejar a Morgan en sus brazos.
— Es una linda canción, no pensé que fuese tu estilo, Romanoff.
— Se me ha debido quedar en la mente por la radio, los viejos éxitos en la mañana son contagiosos. — Natasha fue tajante, cambiando de tema para que Stark no preguntase por el verdadero significado de la canción, todo mientras cubría su vientre de cinco meses con una sudadera con el logo de los extintos vengadores.
Pese a que su embarazo podía considerarse avanzado, su vientre todavía era discreto gracias a su contextura delgada, podía ocultarlo sin problemas de la vista de todos. Tony nunca le había hecho preguntas acerca del embarazo, pero sabía que el filántropo y Pepper eran los únicos que conocían del mismo, el enterándose porque su esposa no había nacido para esconder secretos. Ninguno preguntó acerca padre del bebé, pero podían darse una idea; y aunque ambos creían que Steve Rogers era el padre de ese niño, no entendían porque Natasha se empeñaba en esconderlo.
— Tengo un asunto que hablar contigo, Romanoff.
— Será en la cocina, Morgan debe tomar su biberón, y yo debo comer algo.
Natasha había vuelto a tomar a la bebé de los brazos de Tony, pues Morgan tenía una fascinación por la pelirroja y siempre buscaba estar en sus brazos; juntos caminaron a la cocina para buscar lo necesario para alimentarse. Desde que el millonario se había enterado del embarazo de Natasha se encargaba de velar porque tuviese todas las comodidades posibles, por lo que, se encargaba de que alguien le llevase la comida y limpiase el lugar cuando tenía la suficiente suerte para conversarla; así que Natasha solo se sentó con el biberón de Morgan mientras el Multimillonario le cocinaba.
— ¿De qué querías hablar?
— El sábado será el bautizo de Morgan.
— Me encargaré de hacerle llegar mi regalo, pero sabes que no puedo ir.
— Ese es el detalle, Natashalie. —El filántropo dejó un plato con un Sándwich de mantequilla y mermelada frente a ella. — No puedes no ir.
— ¿Por qué? —Natasha se mostró desconcertada, Tony sabía que debía mantenerse encerrada para poder ocultar el embarazo.
— Porque eres la madrina de Morgan.
— ¿Qué?
— Ya sabes, la madrina que designan los padres para...
— Se que hace una madrina. —Natasha entrecerró sus ojos mientras se inclinaba. — ¿Por qué yo?
— Eso es sencillo, Nat. —Tony la miro con una sonrisa ladeada, era más que obvio para él, nada más tenía que ver el amor con el que sostenía a la bebe en ese momento. — Porque eres una de las pocas personas a las que le confiaría la vida de mi hija. Porque sé que estarás ahí para ella cuando lo necesite, estoy seguro de que, si no estoy, la amaras y cuidaras tanto como los has hecho con esta especie de familia. Porque confío en ti, Romanoff.
— ¿Cuál es la otra persona en quién confías?
Natasha evitó responder, por lo que evadió el tema haciendo la pregunta que definiría su respuesta; pero nada más tuvo que observar la sonrisa incomoda en el rostro de Tony Stark para saber quién era la persona que cumpliría el rol de padrino en la vida de la pequeña.
— No. — Fue su respuesta automática mientras comenzaba a sacar los gases de Morgan.
— Por favor Nat, no puedes neg...
— La respuesta es no, Stark. —Natasha se mostró enojada levantándose todavía con la bebé en brazos. — No pienso estar en el mismo lugar que Steve Rogers.
— Estás siendo irracional, Natashalie.
— No estoy siéndolo, no puedo permitir que el me vea, sabrá de mi estado enseguida.
— ¿Cuál sería el problema si se enterase? —Natasha no había pensado demasiado a soltar esas palabras. — ¿Por qué se dará cuenta que le has negado el derecho de saber acerca de su hijo?
— No es su hijo...
— No soy un idiota, Natasha. Solo Steve Rogers podría ser el padre del hijo que esperas.
— ¡No lo es!
— El que lo niegues no cambia los hechos, Romanoff —Tony le quito a Morgan de sus inestables brazos.— Respeto tu espacio y decisiones, pero no puedes seguir negando la verdad, como tampoco puedes negar que ese niño tiene derecho a saber quién es su padre.
Natasha se alejó pensando en las situaciones que la habían llevado a ese momento, mientras se tomaba el vientre crecido. En un inicio el exilio los había unido, logrando que se hicieran más cercanos, convirtiéndolos en confidentes, en una especie de extraña pareja; creando un mundo donde sólo estaban los dos, pero eso había sido todo. Todo se había desatado después del chasquido, cuando habían terminado por desatar su frustración en el otro, encontrando consuelo de esa particular forma.
Por su puesto, Natasha nunca había esperado quedarse embarazada, no después de su agresiva ligadura; no tenía sentido; en su interior creía que podía deberse al efecto que tuvo el suero del super soldado de Steve que recibió en la transfusión que necesito, luego de que una bala atravesase sus costillas mientras liberaban al resto de los compañeros en la balsa. Y aunque los síntomas habían sido fuertes desde un principio, sólo se había enterado tres días antes de que partiesen en busca del titan.
Lo único que Natasha había conseguido en ese momento era que sentir su alma rota de decepción; no podía negar lo mucho que le dolía haber encontrado a Steve Rogers observando la imagen de Peggy Carter con tanto anhelo, su ilusión de contarle acerca del embarazo había terminado rota ya quebrantada. Nunca tuvo nada en su vida, siempre fue dejada de lado o usada con algún fin; no podría soportar pensar que el bebé que venía en camino viviese lo mismo, no quería que naciera para ser la segunda opción de nadie, no viviría en paz sabiendo que su hijo era aquello con lo que su padre tenía que conformarse y no lo que en realidad deseaba.
Amaba con todo aquello que nunca espero sentir a ese pequeño, no quería que estuviera condenado al amor que se resignaba, quería que naciera para ser la primera opción de las personas que debían amarlo y cuidarlo incondicionalmente. Pero ese bebé era hijo de Natasha Romanoff, y no de Peggy Carter; era el resultado de la frustración y no del amor. Sería la sombra de lo que Steve Rogers en realidad parecía anhelar.
— No puedo contarle, Tony.
— ¿Por qué no, Romanoff?
— Porque no va a amarlo como se merece —Natasha se volteo para mirarlo con los ojos cristalizados. — Porque no es algo que Rogers quisiese, solo sería algo más que lo ate a una época a la que no pertenece. Es el hijo la mujer a la que no ama, algo más con lo tendría que conformarse, no seriamos suficiente. No estoy dispuesta a ver a mi hijo crecer siendo aquello con lo que la persona que más debería amarlo tuvo que resignarse; eso terminaría por dañarlo y acabaría conmigo de paso.
Tony la miro impactado, como si estuviesen hablando de otra persona y no del mismísimo Steve Rogers; a lo mejor ambos estaban demasiado ciegos, pero el millonario estaba seguro que los dos se amaban, nada más necesitaban un pequeño empujón.
— Te estás adelantó a los hechos, Nat. —Se acercó para poner una mano en el vientre de la pelirroja. — Es Steve Rogers del que hablas, sin importar cuál sea su estado, amara a su hijo con todo lo que tiene; solo tendrías que verlo con Morgan para estar segura de ello.
— ¿Y si no es así?
— Entonces el tío Tony estará ahí para llevarlo a un partido de baseball o para aplaudir cuando ella baile su primer recital de ballet. —Stark le dio una sonrisa suave. — Pero estoy seguro que eso no será necesario, porque su padre lo estará, de lo contrario lo pateare en las pelotas de América.
— No quiero que se vea obligado a nada. —Natasha aceptó su miedo en voz alta.
– Pará bien o para mal, tiene la posibilidad de huir. Pero estoy seguro de que elegirá quedarse.
Natasha se mostró insegura mientras lo pensaba, ella no era una cobarde y Steve tenía derecho a saber acerca de la existencia de su hijo, si se quedaba o no, estaba a su libre albedrío. No era solo aquello, amaba a su sobrina y después de la perdida de los chicos Barton no podría negarse al título que Tony le ofrecía, era cierto que ella no dudaría en dar su vida y cuidar de la pequeña sin si quiera pensarlo, y esa niña que le había robado el corazón no merecía su rechazo, menos movido por cobardía.
— Acepto.
— ¿Qué aceptas? – Él multimillonario se mostró desconcertado mientras mecía a la adormecida castaña.
— Ser la madrina de Morgan.
Tony Stark sonrió pensando que la peor parte ya había pasado, Pepper se había encargado de conversar a Steve Rogers, quien en realidad aceptó sin dudarlo demasiado, pues amaba a la pequeña Stark. Tal vez aquello era solo un paso más para que sus mejores amigos se perdonasen y fuesen felices juntos de una vez por todas. Porque Tony solo esperaba que estuviesen bien.
n/a: estoy amANDO dms este one shot, disfrútenlo ustedes también<333 nos leemos en la próxima parte JEJEJEJ.
@badbitchnewone2218 and
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