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i. jealously, jealously.





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Wanda Maximoff observaba con un deje de envidia a Natasha Romanoff revoletear alrededor de Steve Rogers sobre el campo de entrenamiento. Como era usual ambos solían entrenar con menos medidas de seguridad una vez que todos sus compañeros de equipo terminaban los entrenamientos, solo porque ambos les gustaba jugar un poco con el otro, para mirar que tan lejos podían llegar sus límites.

Ninguno de los eran conscientes de la chica que los observaba escondida en una esquina del gimnasio.

Por lo que sintiéndose confiada de la aparentemente privacidad, Natasha se lanzó a los labios de Steve con el fin de distraerlo y que pudiese ganar aquella improvisada pelea, después de todo su novio nunca había mencionado nada acerca de prohibir ese tipo de trucos.

La sokoviana se sentía frustrada al ver a la "perfecta" Natasha Romanoff tener todo lo que a ella le gustaría tener, incluido Steve Rogers. Por aquella figura de libertad que tanto había admirado, Wanda Maximoff se había sentido reconfortada después de la pérdida de su hermano con la actitud noble y preocupada de Steve, infantilmente había pensado que actuaba de esa forma porque veía en ella una posible pareja, que estúpida había sido, porque el corazón de Steve ya había sido ocupado por Natasha Romanoff, y ella nunca podría llegar a ser como la rusa.

Cuando Steve había volteado la situación ubicándose sobre el cuerpo de la rusa, supo que era hora de marcharse, pero fue brutalmente asustada por la silenciosa presencia de James Barnes.

— ¿No te han enseñado que está mal espiar lo que hacen otras personas? —James miró divertido la nariz arrugada y la mueca de rabia del rostro de la chica Maximoff.

— No estaba espiando, Barnes. —Wanda lo empujó con su hombro, buscando la manera de salir del lugar. No tenía interés en torturarse a sí misma viendo a Steve coquetear con la espía.

— Pues es eso parecía. —James estaba lo suficientemente aburrido como para seguirla. — No creo que a Natalia le guste saber que espías lo que hace por las esquinas.

— Lo que haga Romanoff no es de mi interés.

— ¿Estás segura, Maximoff?

— ¿A ti porque te importa, Barnes?

— Porque todo lo que tenga que ver con Natalia me importa.

Ese comentario solo aumentó la exasperación de Wanda, todos en aquel lugar se preocupaban demasiado por Natasha Romanoff. Se aparto de la fastidiosa presencia de Barnes disparando un rayo escarlata contra una pared para ahuyentarlo, no tenía intenciones de seguir escuchándolo.

James se sintió adolorido por la descarga escarlata, no sabía que había dicho para que Maximoff reaccionara de esa forma. A él ya no le interesaba Natalia Romanova como un interés amoroso, pero si como la chica que en algún momento había amado, y no era ningún imbécil, porque ella era la chica de su mejor amigo.

Por mucho que se empeñasen en esconderlo él no había llegado a ser un entrenador de viudas negras por ser un estúpido, los conocía. Su única preocupación se basaba en que Wanda era inestable y demasiado poderosa para su propio bien, sabía lo dañina que podía llegar a ser una mente débil, y no tenía intenciones de ver a ninguno de los del equipo o a ella misma mal por algo que sus poderes provocaron.

La castaña, por su parte, había buscado refugio en la cocina, suspirando al encontrarse con Tony Stark, quien lucía demasiado emocionado mientras miraba un pastel de chocolate de una pastelería de Ohio.

— ¡Brujita! Qué bueno que te veo — Él se le acercó felizmente mientras la tomaba por los hombros. — ¿Has visto a Nat? He estado en Ohio esta mañana y he pasado por esta pastelería que tanto le gusta, le he traído un pastel de chocolate ruso.

— ¿Le has traído un pastel a Natasha?

— Bueno, estos días suele estar algo melancólica, este semana es su aniversario de unida a SHIELD. — Tony parecía confundido por la actitud de Wanda.

— ¿No has pensado en traerme nada? —Wanda se sintió repentinamente dolida al pensar que aquella semana también era su cumpleaños y nadie parecía recordarlo. Después de todo ella no era Natasha Romanoff.

— No creo que a Nat le importe demasiado compartirte un trozo. —Tony se sintió repentinamente asustado, y bastante confundido, al ver los ojos de Wanda brillar escarlata por la ira. — No te preocupes Wanda, puedo decirle a Happy que te consiga lo que quieres, solo dímelo. —El multimillonario agregó, con un tono calmado.

— Eso no será necesario. —Wanda se retiró rápidamente de la cocina enojada por el semblante asustado de Stark.

No tenía sentido que lo negase, Stark era otra de las personas en ese grupo de vengadores que prefería a Natasha Romanoff, siempre que podía encontraba la manera de complacer sus caprichos. Buscando un refugio seguro dentro de aquella torre llena de personas, se encaminó a la olvidada sala de música que solía usar para aprender piano; ella no era solamente un objeto de guerra que podían usar cuando las misiones se complicaban demasiado.

— Hola Wanda, ¿Has visto al señor Stark? —Peter Parker lucia nervioso de preguntarle, siempre se sentía intimidado por la presencia de la castaña.

— En la cocina, Parker. —Cuando Wanda iba a continuar fue detenida por el balbuceo del chico.

— W-Wanda y-yo te he traído algo. —Él chico se movía con nervios mientras luchaba por abrir sus mochila. — N-no es la gran cosa, pero he recordado de los archivos. No es que los estuviese leyendo recientemente, es más mi súper sentido...

— Calma, Peter respira. —Wanda no pudo evitar soltar una pequeña risa.

—L-lo siento, toma es esto de aquí. — Por fin le tendió una magdalena con crema rosa y chispas blancas encima. — E-s de una cafetería que me gusta en Queens. He pensado que te gustaría. Es un regalo.

—¿Por qué me has traído un regalo, Parker? — Wanda no había tomado la magdalena que le tendía, desconfiaba de que fuera algún truco de Stark.

— Por tu cumpleaños. —Peter la miraba desconcertado, creía que era obvio. — En los archivos mencionaba que era esta semana. Pero debo ir a Londres con mi clase y he pensado que era buena idea dártelo antes de que me fuera. Olvídalo seguro fue una tontada, a lo mejor no te gust...

— ¡No! Si lo hace. Es un muy lindo detalle. —Wanda se apresuró a tomarlo con demasiado cuidado. Hacía mucho tiempo que nadie le daba algo así.— Solo no esperaba que alguien lo recordase.

— Es una cosa de nada. Pero son las mejores magdalenas en Queens.

— Seguro lo son, gracias por el detalle, Peter.

— No es nada, Wanda. Te veo luego, el señor Stark me espera. Feliz cumpleaños, por cierto.

Peter le dio una radiante sonrisa antes de continuar su camino. Aquel detalle por parte del chico araña había mejorado significativamente su día, al menos uno de sus compañeros recordaba aquel día. Wanda continuó su camino a la sala de música.

En el piano se ubicó en la silla para comenzar a tocar una vieja sonata sokoviana que a su hermano le había gustado cuando solo eran unos niños que no entendían demasiado del mundo, las lágrimas se deslizaron rápidamente al pensar en Pietro, el jamás la habría dejado de lado.

Podía entender que el resto le temiesen; también entendía que los demás tenían vidas propias, pero eso nunca les había impedido hacerse un hueco para prestar atención a Natasha, el único que le había dado algo de atención había sido Steve, y ya no creía que fuese a hacerlo.

Tony Stark se desvivía por cumplir los caprichos de Natasha; solía darle todo sin que ella si quiera abriese la boca; Aunque Clint Barton la había acogido como a una más de sus hijas, jamás estaría en el lugar de Natasha Romanoff. La conexión de aquellos dos estaba mucho más allá de la compresión de cualquiera en el lugar, incluso Thor que usualmente estaba en el espacio solía hacerse con tiempo para venir a verlos y prefería a Natasha por mucho.

Ni que decir de James Barnes, aunque ya no la amase de una forma romántica solía preocuparse por ella, solo Wanda conocía la historia de ambos por completo, se había metido en la mente del soldado y había encontrado un mar de recuerdos dolorosos, había sido abusiva pero su curiosidad la movía. Por último estaba Steve Rogers, Natasha solo tenía que decir unas cuentas palabras para que él hiciese lo que ella quería, Wanda había pensado que Steve podría sentir algo por ella por la forma cariñosa en que la trataba, había sido un estúpida.

Steve Rogers estaba completa e irremediablemente enamorado de la perfecta Natasha Romanoff.

Por qué ella no podía ser como la rusa, era mucho más menuda y con menos curvas, tampoco consideraba que tuviesen un rostro tan angular y perfecto como el que Natasha portaba. Ni siquiera con todo su poder creía ser tan buena como ella, su presencia era valiosa, era una buena líder, inteligente y una estratega por excelencia, además había pocas cosas que Natasha no pudiera hacer, ni siquiera con todo su pasado encima era peor que Wanda; ella era el alma del equipo. Wanda se sintió asqueada de sí misma, de lo que nunca podría ser ni aunque lo intentase.

"Señorita Maximoff, se le solicita en la cocina de complejo"

— Voy enseguida, Friday.

Solo entonces Wanda notó que llevaba más de tres horas encerrada en aquella sala de música. Se había perdido del entrenamiento personalizado que Natasha le ofrecía.

Cuando llego pudo notar que todos los vengadores estaban vestidos para salir ese viernes, Natasha llevaba un seductor vestido negro de seda que se ajustaba a todas sus curvas.

— ¿Dónde estabas, Wanda? —Steve fue el primero en hablar, apenas ella cruzó el umbral de la cocina. — Natasha se ha quedado toda la tarde esperándote en la sala de entrenamiento.

— Steve... —La rusa trató de interrumpirle, pero el murmullo de Wanda le calló.

— Seguro que sólo eso estaba haciendo.– Musito las palabras tan bajo que no pensó que Natasha las escucharía. Pero ella no había llegado a ser la mejor espía sin ciertas habilidades.

— Wanda, ¿tienes algo que decirme? —Natasha se daba una idea de a qué se refería Wanda y porque actuaba de esa forma. Era la única que había notado la fijación de la menor por Steve, pero aún así su tono nunca dejó de ser calmado y comprensivo.

Pero Wanda no lo notaba. Sus celos manipulaban todo lo que entraba por sus oídos.

— Nada que te importe; Romanoff.

— Cuida tus palabras, Wanda. Natasha es tu superior y merece respeto. —Clint interrumpió.

— Lo que sea.

— Wanda, si Natasha te ofrece esos entrenamientos especiales, es para tu propio bien, y debes acudir. Ninguno de nosotros se ha ganado algo aquí sin esforzarse.

— Clint, creo que ya fue suficiente. Wanda lo entendió, debemos irnos. – Steve Rogers volvió a llamar a la calma, tomando el antebrazo de su novia, guiándola hacia la salida.

— El capipaleta tiene razón. Es hora de irnos o perderemos el reservado.– Tony dio una leve sacudida en la cabeza de Wanda como despedida.

— ¿Puedo ir con ustedes, chicos? —Wanda pensaba que esa sería la única oportunidad de celebrar su cumpleaños, ninguno de ellos iba a recordarlo.

— Estas castigada, no iras. – Wanda pudo haber acabado con Clint, pero se contuvo mirando al Capitán.

— ¿Steve?– Trató con su voz más suave e inocente pero el simplemente negó.

— Clint es tu guardián, y él ya ha determinado que está castigada. Lo siento, Wanda.

Sin más Wanda los vio partir, la vio partir teniendo todo lo que ella anhelaba. La vio salir con sus perfectos amigos; en los envidiables carros que Stark designaba para ella solo porque a Natasha alguna vez mencionó le gustaban. La observo irse con libertad a sus noches de fiestas acompañada de su perfecto novio.

Wanda quería tan profundamente estar en su lugar, que el ácido de los celos le quemaba la garganta.


"i'm so sick of myself, rather be, rather be.

anyone, anyone else,

my jealously, jealously

started following me." 

Eran las 8:00 AM. Y era el cumpleaños de Wanda Maximoff.

Y Natasha lo tenía más que claro.

Hace semanas había marcado el día en el calendario y el día anterior se había escapado algunas horas junto a Pepper para comprarle un gran pastel y un bonito regalo. Además, se había encargado de recordarles a cada uno de los hombres que conformaban el equipo que la más joven estaba cumpliendo años. Y que este era el segundo año sin Pietro.

Pero el único que parecía que le había prestado atención era Bucky Barnes.

Ese día Wanda no apareció en el entrenamiento matutino, y antes de que un molesto Clint la fuera a buscar a su habitación, Natasha intervino, diciéndole que ella iría, mandándolo a encargarse de mejorar a Peter Parker en el combate cuerpo a cuerpo.

Así que con pasos rápidos y felices, se dirigió a la cocina. Cortó un buen trozo del pastel de mocca con chips de chocolate que había comprado especialmente para celebrarle, puso algunas velas color rojo en la cima, y con sus mayores esfuerzos le hizo un desayuno decente.

Sonrió satisfecha cuando vio que las tostadas no se le habían quemado, que sus huevos no se habían recocido, ni les había caído ninguna cascara y que el tocino le había quedado crujiente. Tal y como Wanda decía que le gustaba.

Con la agilidad que le caracterizaba se dirigió hacía la habitación de la castaña, sin derramar ni una sola gota de café. Y antes de entrar, prendió cada una de las velitas que había puesto.

— ¿Wanda? — Entró con cuidado, por si la chica seguía dormida. Pero allí estaba ella, sentada sobre la cama, deslizando pequeñas esferas de energía roja por entre sus dedos. Así que Natasha entró con mayor confianza, y con una pequeña sonrisa en el rostro. — ¡Feliz cumpleaños!

Apenas las palabras salieron de la boca de la rusa, la sokoviana se dignó a lanzarle una pequeña mirada, para después solo formar una sonrisa sarcástica en sus labios.

— ¿Acaso esas son las sobras de tu pastel de "oh, que lastima doy esta semana, los recuerdos de Dreykov me comen viva"?

Natasha apretó un poco más la bandeja que aún estaba en sus manos, contó hasta 10 en su mente y tomó un gran respiro, ignorando por completo el tono ácido e hiriente de la castaña.

— No, es un pastel que compramos para ti. —La pelirroja avanzó hasta la cama de la menor, tendiéndole la bandeja con el desayuno y el pedazo de pastel. — Y las velas en cualquier momento comenzaran a derretirse sobre la crema, entonces creo que es tiempo de que pidas tus deseos y soples.

Wanda solo movió una de sus manos y la energía roja que emanaba de ellas se encargó de apagar la llama.

— Te hice el desayuno.

— No era necesario.

— Un gracias basta. Aunque lo digas con mala cara.

La castaña puso su mejor sonrisa falsa para soltar un seco "Gracias" . Y nuevamente, solo con su energía roja, quitó de las manos de la rusa la bandeja, dejándola en la mesita de noche a su lado.

Pero ni las sonrisas falsas, ni los tonos ácidos e hirientes evitaron que Natasha se sentara a los pies de la cama de la sokoviana.

— ¿Podemos hablar?

Wanda solo se dedicó a ignorarla, ni siquiera pensando en tocar algún trozo de la comida que la rusa había llevado a su habitación. Ni aunque aquel pastel se viera increíble.

Y tuviera unas tremendas ganas de ponerse a sollozar allí mismo porque alguien se había acordado que hoy cumplía años.

— Wanda, ¿podemos hablar? —Natasha volvió a insistir, cambiando su semblante calmado por uno cada vez más serio.

— No hay nada que nosotras debamos hablar, Romanoff.

— Sé que sientes algo por Steve.

Aquello dejó a la castaña simplemente helada. Congelada en su lugar, mientras su mirada se volvía a encontrar con el rostro de la mayor. Pero no había ningún signo de enojo en él.

Ni siquiera lo pudo percibir en su mente.

— ¿Qué? Eso no es cierto.

— Wanda, por favor.

— ¿Por favor, qué? —Wanda trató de soltar una pequeña risa, pero falló totalmente en el intento. — ¿Acaso te sientes un poco insegura, Romanoff? ¿Insegura que alguien más joven pueda robarte al capitán? ¿O la atención del sexo masculino que nos rodea?

Ahora fue el turno de Natasha de reír, sus labios gruesos curvándose e inclinándose levemente, formando esa sonrisa ladeada que a Steve Rogers le gustaba tanto, y que Wanda Maximoff envidiaba tanto, porque seguramente si ella la intentaba hacer, parecería como si le hubiera dado un derrame cerebral.

— Wanda... — La sonrisa había desaparecido, y el semblante serio había vuelto a instalarse en cada una de aquellas finas facciones, mientras sus ojos verdes estaban fijos en ella, haciéndola sentir cada vez más pequeña.— No estoy insegura, no estoy celosa. Y realmente no entiendo esta actitud que tomaste contra mí.

— ¿Qué actitudes?

— Te pones a la defensiva, murmuras cosas que después no quieres decirme a la cara, comenzaste a espiarme cuando me quedaba a solas con Steve.

— ¿James te dijo algo? — Wanda volvió a interrumpirla, subiendo su tono.

— ¿James? ¡No! ¿Qué tiene que ver James aquí? —Natasha frunció el ceño, pero ante el silencio de la castaña quien volvía a esquivar su mirada, siguió hablando. — No tienes que tomar esa actitud defensiva contra mí, no cuando en un principio éramos las dos contra toda esa manada de animales que tenemos por compañeros. —Trató de bromear, pero de nuevo, no consiguió reacción por parte de la sokoviana. — No somos enemigas aquí, Wanda. No soy tu enemiga, no te voy a guardar algún rencor porque sientes algo más que amistad por Steve, tampoco iré contando esto por cada rincón del complejo.

— ¿A qué quieres llegar, Romanoff?

— A lo que quiero llegar es que en un principio, cuando apenas llegaste al complejo, estábamos comenzando una grandiosa amistad. ¿Recuerdas eso, no? —La castaña quiso negar, gritarle que nunca habían sido cercanas, pero la ola de recuerdos de las incontables noches que la rusa la ayudó con sus pesadillas y le prestó su hombro para sollozar sobre Pietro no la dejaban proferir ninguna palabra. — Después de que me fui esos meses para la misión en el Cali, tomaste una actitud completamente diferente. Y realmente quiero comprender por qué.

— ¡Por que lo tienes todo, Romanoff! ¡Tienes al novio que yo quería, tienes la atención de cada uno de los de aquí! ¡Tony viajó a Ohio solo para comprarte un puto pastel! ¡Clint solo me recalca lo mal que hice al dejarte esperando por los entrenamientos! ¡James solo se preocupa de que yo no te haga daño! ¡Y Steve! —La frustración se dejaba ver en cada palabra, mientras los ojos de Wanda cada vez tomaban más color escarlata, pero Natasha no dio paso atrás, porque sabía que detrás de toda esa energía rojiza que rodeaba sus ojos, había dos orbes verdes llenas de lágrimas. — ¡Estoy tan celosa de ti que apenas puedo respirar! ¡Y me quema la garganta cada vez que los veo prestándote toda la atención posible, cumpliendo todos tus estúpidos caprichos!

Wanda simplemente explotó, logrando que la taza de café a su lado se rompiera en mil pedazos, al igual que los platos que tenia la bandeja, dejando un desastre de desayuno por toda la alfombra.

Y Natasha solo escuchó cada una de sus palabras, y no pudo evitar rodearla con sus brazos cuando la escuchó sollozar.

— Lo siento tanto, Nat —Murmuró contra la camiseta de la rusa quien la sujetaba mientras la escuchaba soltar todo el llanto que había contenido por semanas, toda la rabia que su menudo cuerpo contenía. —

— No tienes porque pedirme perdón. Sé lo dañina que puede ser nuestra mente, y más si los celos son los que la están envenenando. — La rusa peino el cabello de la castaña quien poco a poco se calmaba. — ¿Te sientes mejor ahora que soltaste todo?

— Sí, bastante mejor.

Ambas rieron, para luego mirar el desastre de comida, pastel y café que había en la alfombra.

— Wanda. —La mayor se volvió a colocar seria, pero sin solar sus manos, ni alejarse ni un solo centímetro. — Quiero que sepas que la forma en que te sentiste estos meses es totalmente valida, todos alguna vez hemos sentido esos celos que queman la garganta. Pero nunca debes olvidar que eres como mi hermanita, que siempre me tendrás para cuidarte la espalda, que siempre podrás confiar en mí. —Wanda sonrió, asintiendo entre pequeñas risas. — Además, ¿sabías que en un principio Clint y yo nos odiábamos? Hay marcas de flechas en una pared de Budapest como evidencia de la vez que intentó matarme, pero al final prefirió darme esta oportunidad de saldar mis números rojos. —Al ver la mirada sorprendida de la castaña, siguió relevando viejos secretos. — Igual con Tony, Fury me mandó a vigilarlo y aquello lo hizo desconfiar de mi por unos pocos años. Pero a lo que voy- —Una pequeña risa brotando de los labios de la rusa interrumpió su monologo. — Te amo. Eres mi hermana, y solo quiero que estés bien, y que no hay una razón para que tengas celos de lo que obtuve en este lugar, porque lo puedes obtener también, solo debes tener paciencia con estos neandertales y recordar que nadie aquí te considera menos. Y el que lo haga puede pelear conmigo.

Wanda solo rió, mientras la rusa juntaba sus frentes por unos segundos que lograron reconfortarla por completo.

Porque eran hermanas.

— ¿Puedo preguntarte algo más?

— Por supuesto.

— ¿Por qué te escondes con Steve?

— Aún con toda la experiencia que puedo llegar a tener, aún estoy algo insegura del por qué Steve se enamoró de mí, aún estoy insegura si merezco tener a Steve Rogers en mi vida.

— Lo mereces. —Wanda respondió sin dudar, apretando su mano. — No lo dudes.

— Tienes claro que lo mío y de Steve no pasó con la intención de lastimarte, ¿verdad? No podemos escoger los momentos y las personas de las que nos enamoramos. Y en el momento que todo esto pasó yo no sabía sobre tus sentimientos.

— Lo entiendo, Nat. De verdad. Todo esta bien ahora.

La sonrisa radiante de la sokoviana no mentía. No sabia lo mucho que había necesitado esa charla hasta que la rusa dio el primer paso.

— Ahora, sígueme por favor a la cocina. Ya que el desayuno quedó regado por tu alfombra.

— Lamento eso también.

Nat solo hizo un ademan, restándole importancia. Y enredando sus antebrazos, caminaron juntas hacia la cocina. Solo para ser interrumpidas a mitad de camino por James Barnes.

— Natalia, ¿puedo robarte a esta preciosa cumpleañera un momento?

— ¿Preciosa? —La castaña preguntó, pensando que sus oídos le habían jugado un truco. Porque no había manera de que el otro super soldado le haya dicho preciosa.

— Después me la llevas a la cocina James, tú sabes por qué.

Natasha solo se alejó con una sonrisa picara adornando su rostro y Wanda sintió el frio del vibranio del brazo de James rodear su mano.

— Feliz cumpleaños, preciosa. —De su bolsillo sacó una fina cadena de oro, que tenía un pequeño colgante de una piedra escarlata como colgante, entregándoselo a la chica frente a él — Resulta que, mientas tú te veías bastante interesada por mi mejor amigo, yo me interesaba cada vez más por ti. Y mientras escuchabas "no quiero que le hagas daño a Natalia", yo te decía "no quiero que tú te hagas daño". —Wanda soltó una pequeña risa entre el asombro de la confusión del momento, admirando el pequeño dije que descansaba en su mano. — No tienes que responder nada ahora, la verdad. Solo quería que lo tuvieras claro.

— Gracias, James. —Soltó en un pequeño murmuro, dejando un beso en su mejilla.

— Ahora como la pelirroja mandaba, debemos hacer una parada en la cocina.

Entre pequeñas sonrisas se dirigieron a la cocina, escuchando cada vez más murmullos, una pila de ellos.

Y cuando Wanda entró, se encontró con todos los rostros de sus compañeros.

Y un gran pastel que recitaba feliz cumpleaños, brujita.

Lo habían recordado.

— ¡Sorpresa! 


n/a: CO COMPARICION, IS KILLIN' ME SLOWLYYYYYYYYYY. 

jealously, jealously es cmo un himno, así q esperamos que les guste este primer one shOTTTTT.<3 basadoenhechosreales JAJAJAJAJAJAJ nomentira, esperamos que lo disfruten muchísimo, nos leemos en el próximo<3

@badbitch2288 & @flxwsfire<3

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