Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━━━Extra IV

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

ꜱᴏʙʀᴇ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ᴅɪᴏꜱ ᴅᴇ ʟᴀꜱ ᴘʀᴏꜰᴇᴄÍᴀꜱ ᴇɴᴛᴇɴᴅɪÓ ꜱᴜ ᴘʀᴏᴘɪᴀ ᴘʀᴏꜰᴇᴄÍᴀ

╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝

APOLO

SENTÍA MIS VENAS HIRVIENDO POR EL ENOJO.

Estaba solo en mi templo, no había nadie cerca y todo estaba destruido: muchos muebles estaban dados vuelta y otros destruídos, algunas de las decoraciones habían sido rotas y hasta las ventanas habían reventado producto de mis poderes descontrolados.

Estaba seguro que los mortales pronto comenzarían a sentir mi ira.

Esa mocosa se había burlado de mí y la muy cabrona se había incluso atrevido a tirarme un jarrón a la cabeza.

Quería odiarla, destruirla; pero no podía hacerlo. Mi propio cuerpo se negaba a cumplir mi voluntad contra aquella mestiza.

Solté un grito furioso, desgarrador, que hizo temblar todo a mi alrededor.

¡Era todo culpa de Afrodita!

Ella había manipulado cada pequeño detalle, como si se estuviera tomando el tiempo de escribir una historia romántica con más drama que las telenovelas latinas.

Nadie aprecia más que yo el drama de una buena novela romántica. ¡Pero era odioso que se atreviera a utilizarme a mí como pieza de su tablero de ajedrez!

¡¿Quién se creía que era para atreverse a usarme de esta manera tan miserable?!

Arrojé una silla contra la pared al recordar la conversación que había tenido con esa arpía.

Afrodita entró en la estancia apenas unos segundos después de que Ares se llevara al engendro. Sonreía como si cargara con un jugoso chisme y me sentí tentado de ahorcarla.

—Oh Apolo, no tienes que estar tan enojado —dijo burlona—, vengo a darle a tu existencia la más grata alegría de todas. La que has estado esperando por milenios.

Entrecerré los ojos con desconfianza. Nada que venga de la mente de esta loca puede ser bueno.

—Dime lo que sea que vengas a decir y vete, Afrodita —espeté.

Ella inclinó la cabeza a un lado.

—Supongo que te molesta que haya intervenido en tu jueguito de matón, pero después de que sepas todo me agradecerás que enviara a Ares a que te detenga. A tí no te hubiera beneficiado en nada si le causabas un daño permanente a mi querida Darlene.

—Si hablas de finalmente enfrentarme a Eros, me resulta bastante divertido que el gran dios de la guerra detuviera la posibilidad de una pelea que podría acabar en una masacre como a él tanto le gusta—dije burlón—. Supongo que lo has domesticado muy bien si es capaz de ignorar su propia naturaleza salvaje.

Ella sonrió condescendiente.

—Te sorprendería las cosas que el amor puede hacer, sin embargo pronto lo descubrirás, y yo que tu, no me burlaría tanto, no vaya a ser que también acabes siendo domesticado.

»Además —agregó interrumpiéndome cuando quise replicar—, no hablaba de Eros. Sino de Darlene. —Enarqué una ceja y sonreí de lado, divertido porque Afrodita de verdad creía que cualquier cosa que le pase a esa enana podría perjudicarme—. Querido Apolo, me has dado el entretenimiento más maravilloso.

—Afrodita...

—¡Deja de ser tan gruñón! —espetó—. Por todos los dioses, como se nota que necesitas urgente que alguien te mime. Por suerte para tí, tengo todas las respuestas a tus desgracias.

»La verdad, Apolo, para ser el dios de las profecías dejas mucho que desear cuando se trata de tu propio destino.

Las ganas que tenía de tomar a esta diosa y arrojarla por la ventana de mi palacio eran magistrales.

—Y tú eres una experta en el destino ¿no? —ironicé.

—El destino de las almas gemelas, obvio —dijo colocando las manos en las caderas—. Pero no te preocupes, tu incompetencia para entender tu destino no es tu culpa, no eres el único que está fallando estrepitosamente en darse cuenta de algo que cruza su dominio divino.

»Fíjate en Eros, él tampoco se ha dado cuenta.

—¿Cuenta de qué?

—¡De que la semidiosa de tu profecía ya nació! —chilló dando saltitos.

El retumbar de mi corazón me resonaba en los oídos y sentí por un segundo como si alguien me hubiera dado un choque eléctrico de miles de voltios. Me pregunté si Zeus no me habría arrojado uno de sus rayos.

—¿Qué...?

Estaba atónito. Un nudo se me había formado en el estómago y sentía como si no pudiera respirar. Algo raro considerando que siendo un dios, el no respirar no es un problema para mí, pero en ese momento, era como si me sintiera el ser más pequeño y vulnerable.

Había pasado toda mi existencia esperando por la compañía ideal, buscándola en cada persona que se me cruzara sin encontrar aquello que necesitaba. Tantos amores que solo me habían dejado una herida sangrante.

Por eso había ido a mí Oráculo aquel día de primavera hace tantos siglos atrás. Había preguntado por mi alma gemela, aún cuando sabía que había pocas posibilidades de tener un alma destinada a mí porque las almas gemelas son solo para los humanos.

Esos seres que hace milenios fueron separados por mi padre en otro de sus ataques paranoicos. Condenados a anhelarse y buscarse por siempre, algunas veces ni siquiera pudiendo estar juntos cuando se encuentran.

Ese destino de búsqueda es solo para los humanos. Los dioses no tenemos almas gemelas. Somos seres destinados a la soledad porque nuestra arrogancia hace difícil que podamos amar tan entregadamente como ellos.

Ni siquiera podemos ser fieles a nuestra propia palabra, mucho menos dar lealtad a alguien más que no sea nosotros.

Aunque odie reconocerlo, somos egoístas, desconfiados, crueles e indómitos.

Aún así, estaba desesperado por una compañía, y pregunté.

Una semidiosa. Una humana.

La duda fue enorme. ¿Por qué el destino me unía a una criatura que estaría, por lógica, destinanda a alguien más?

Una compañera humana tendría que volverse inmortal para que yo pudiera tenerla a mi lado por el resto de nuestra existencia. Pero una compañera humana también significaba apartarla para siempre de su verdadera alma gemela.

No es que me importara. Si estaba destinada a ser mía entonces así sería.

Pero suponía que para ella sería doloroso perder para siempre a su otra mitad cuando llegara el momento, solo para que esta vuelva a renacer una y otra y otra vez buscándola sin poder nunca estar juntos.

Decidí que lo averiguaría cuando llegara la ocasión. No servía de nada preguntarme algo para lo que aún no tenía que preocuparme.

Yo sería tan buen compañero que ella no sentiría dicha pérdida. Ni siquiera lo pensaría.

Pero el tiempo pasaba y ella no nacía. Porque el Oráculo lo había dicho: "cuando toda esperanza se crea perdida".

¿Cómo perder la esperanza si sabes que llegará cuando empieces a dudar si pasará?

En cierta manera, ese borde entre creer y no creer hace que crezca la emoción, la ansiedad por tener lo que se te prometió y dejar de esperarlo con tal de que llegue más rápido.

Pensé que si actuaba como si no supiera que un día tendría una compañera el tiempo pasaría más rápido. Me dediqué a divertirme sin pensar mucho en los rostros de mis amantes, sin prestar atención más allá de lo justo. Esperando sentir al menos una pequeña pista de que ella pudiera estar cerca.

Y ahora, ¿Afrodita me decía que ya nació?

—Yo ya sabía todo desde el primer momento en que tu destino hacia ella se puso en marcha —dijo con tono orgulloso—. En mi opinión, hubieras tenido mejores resultados si me hubieras preguntado a mi en lugar de a tu Oráculo, yo soy mucho más eficiente en estos temas, pero es cierto que una profecía hace todo más dramático y bello.

Las ganas de tirarla por la ventana crecieron.

—Tú...

—No te enojes, intenté advertirte pero tú no quisiste escucharme —soltó moviendo la mano con gesto aburrido—. Te dije que sería hermosa y no me equivoqué, no puede serlo siendo de mi descendencia ¿verdad?

Mi corazón se detuvo.

—¿Qué has dicho? —cuesioné con la voz ahogada.

Ella sonrió como el gato de Cheshire.

—Que ella es de mi descendencia.

—Es...¿tu...?

—Ah ah —tarareó divertida—. No es mi hija.

Si fuera humano, estaría la borde de un ataque de pánico.

—¿De qué...?

—Pensaba esperar a que lo averiguaras todo por tí solo, pero has resultado más obtuso de lo que pensé. Y después del espectáculo que armaste hoy no voy a arriesgarme a que arruines mi...quiero decir, la felicidad de mi adorada nieta.

—¿Nieta?

—¿Nunca consideraste curiosa la parte de tu profecía que menciona al padre de esta niña? —preguntó bajando la voz como si fuera un secreto—. ¿A qué divinidad se la considera un monstruo temido incluso entre los propios dioses?

—No... —Tenía las palabras atascadas en la garganta. Era una pesadilla.

—Eros puso la misma cara cuando se lo conté hoy —dijo negando divertida—. Y peor, luego actuó como si ni siquiera me hubiera escuchado, creo que piensa que si finge que no tiene idea de lo que significa podrá seguir creyendo que su princesita no tiene nada que ver contigo. ¡Está en absoluta negación!

—Estás mintiendo —murmuré sintiendo como un frío helado me recorría la columna.

—¿Oh cariño, no me digas que tú también estás en negación? Eres el dios de la verdad, sabes que no estoy...

—¡Es una mentira! ¡Estás equivocada, tú...tú...serpiente traicionera! —espeté casi al borde de la histeria—. ¡Tú lo hiciste! ¡Planeaste todo esto!

—Por supuesto que lo hice, pero porque sabía que alguien debía ayudar a que las cuerdas del reloj se pusieran en funcionamiento. Por ejemplo, ¿tienes idea de cuanta magia tuve que usar para que Eros notara a la madre de Darlene? Él nunca ha pensado en otra mujer que esa insulsa de su esposa, y sin embargo la relación de mi hijo con Gillian Backer también es algo que iba a pasar, solo necesitaban un empujoncito a los brazos del otro. Fue toda una hazaña convencerlo de que se tomara unos días en París hace trece años justo al mismo tiempo que el jefe de Gill decidió que era una buena idea darle por fin unas merecidisimas vacaciones.

»Y Eros podrá culparme por siempre del daño que le causé a su matrimonio, pero no puede decir que se arrepiente de haberla conocido y mucho menos que lamenta el nacimiento de Darlene.

»¡Lo mismo va para tí! ¡Culpame todo lo quieras ahora, pero terminarás agradeciendo incluso que haya ayudado a que ella exista!

—Eres una... —Sentía como mis poderes se desbordaban, estaba tan furioso con esta diosa desgraciada como nunca antes.

—Ahora tienes que dejar ir tu rabia —expresó—, sino ¿cómo vas a enamorar a tu futura esposa después del escándalo que has hecho hoy? Aún más importante, ¿cómo vas a convencer a Eros para que te dé su bendición?

»Ya sabes el antiguo dicho griego: "ante una novia preciosa, el enamorado ha de persuadir a la familia de ella para lograr un futuro feliz con la doncella —dijo sonriendo—. ¡Tienes por delante una tarea muy difícil, Apolo! ¡Será mejor que empieces pronto!

¡No!

¡Me niego rotundamente a aceptar esto!

No pienso aceptar a esa mocosa como mi futura compañera. Es un ultraje, una completa falta de respeto. 

Prefiero la soledad antes que tener que soportarla por toda la eternidad, menos tener que soportar a ese hijo de puta de Eros como parte de MI familia.

¡Qué Zeus me calcine con sus rayos antes que aceptarlo!

Prefiero que me quiten mi inmortalidad y ser convertido en un débil, escuálido y feo humano antes que...bueno, feo no; pero sí débil.

Cualquier cosa es mejor que...esa...esa enana de jardín.

"Por favor, por favor, Apolo sé que me odias y quieres verme bien muertita, pero por favor, que Annabeth se salve".

La oración se abrió paso en mi mente como una caricia.

Cerré los ojos con frustración, las ganas de arrojarle una flecha y desaparecerla de la faz de la tierra por tener la osadía de pedirme un favor después de lo que hizo eran tan grandes que me desbordaban de emociones tan horribles como si fueran un cuchillo en mi corazón.

Quería llorar por el juego cruel que las moiras habían tejido, por la participación de Afrodita en algo que ella solo veía como divertido sin pensar en todo el dolor que traería consigo.

—Apolo, por supuesto que vas a vengarte de Eros, no hacía falta que lo jures por el Estigio —dijo con un tono que al dios le resultó demasiado emocionado para su gusto—, aunque he de decirte que esa promesa podría afectarte a ti también.

—¿Qué es lo que quieres? —cuestioné.

—¡Que el tiempo pasara más rápido! —se lamentó—. ¡Eros no sabía lo que hacía! Si lo hubiera sabido, él jamás te hubiera hecho semejante desplante, incluso si se hubiera sentido ofendido.

Hice un gesto con la mano, ayudando a sanar a aquella semidiosa hija de Atenea.

Una risa se me escapó de los labios. El enojo que sentía era como veneno en mi cuerpo, me reí de ira, de odio, de vergüenza, de dolor. Era una risa irónica, casi histérica al mismo tiempo que las primeras lágrimas se me escaparon.

Afrodita esta vez sí que se había superado a sí misma. Incluso se las arregló para afectar a su propio hijo sabiendo que nada bueno saldría de esto.

Cuando ella dijo esas palabras, había sido tan ingenuo de sentir un poco de satisfacción al saber que Eros pagaría con lo que más amaría.

Por supuesto que pagaría, ambos pagaríamos nuestra vanidad y orgullo por actuar tan impulsivamente.

"Gracias, Apolo".

No quería esto, no a ella, no así.

Era el dios de la profecía, se suponía que vivía con visiones del futuro constantemente y no pude prever nada de esto. 

Ahora no había vuelta atrás.

Bueno, Apolo ya sabe bien quién es Darlene.

Ahora, como han visto en este extra y por lo que mencionó Dari antes, está MUY enojado. Esto se debe a que Apolo está atravesando sus 5 etapas de Duelo con respecto a sentimientos que han permanecido en él por milenios y de los que tiene que desacerse para enamorarse, las dos primeras al mismo tiempo:

1. Negación.
2. Ira.
3. Negociación.
4. Culpa (tristeza)
5. Aceptación

Y ahora....El momento de los memes....

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro