019.ʙᴏᴛÓɴ ᴅᴇ ᴏʀᴏ
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ʙᴏᴛÓɴ ᴅᴇ ᴏʀᴏ
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━━━9 de Octubre
LA CAÍDA DE LAS GRANDES ALTURAS CUANDO HAS ESTADO SOBRE UNA NUBE BIEN ALTA, ES MÁS DOLOROSA CUANDO PENSASTE QUE YA NO HABÍA FORMA DE CAER.
Y todo empezó dos días después de esa última charla que tuve con Apolo, y con la forma de Alessandra Olimpia enviandome un mensaje Iris.
Había estado tan tranquila al poquito rato del amanecer, cuando aún la mayoría dormía, que su repentina llamada cuando estaba por ponerme a entrenar con la escopeta, casi me hace dispararle a unas ninfas que acababan de despertarse.
—¡Lo siento! —grité y ellas me miraron entre asustadas y enojadas. Me volví hacia el mensaje Iris con los brazos cruzados—. Sabes, tengo un espejo mágico, podrías llamarme por ahí en lugar de aparecer así.
—Y perder la oportunidad de ver reacciones así —dijo sonriendo de lado—. No, creo que no.
Rodé los ojos, apoyando la escopeta en el suelo.
—Bueno, ¿qué quieres?
—¿Están todos durmiendo?
Confundida, miré a todos lados viendo que sí, tal como ya sabía, no había nadie fuera todavía.
—Sí.
—Bien —Su expresión, sin embargo, se volvió más grave, lo que me hizo preguntarme qué podría ser tan importante como para interrumpir mi rutina matutina—. Estoy con mi grupo en Nueva York, ¿crees que podamos vernos en algún lugar donde no puedan escucharnos? Tenemos mucho de qué hablar.
Mis sentidos se agudizaron al instante. Esta era una oportunidad de oro, de las que habíamos estado esperando; pero también era caminar sobre hielo frágil.
—Está bien —murmuré, pensando en dónde carajos podíamos reunirnos que fuera seguro en Nueva York. Ni loca la llevaba a mi casa—. Pero no sé dónde podemos vernos…
—El campamento estará bien —dijo sin importancia.
La miré atónita, nunca se me hubiera ocurrido el mismo campamento.
—¿Qué…? —Era una completa locura.
Alessandra puso los ojos en blanco.
—Piensa en esto como llevarme a tu terreno, si esto fuera una trampa, estaría indefensa en tu bando.
Tenía razón, pero si también eta una trampa, era dejarle tener acceso al campamento y la última vez que alguien de su bando entro, nos soltaron un ejército de monstruos.
Aunque…
—Está bien, ven —dije pensando que dudaba que me hiciera algo con Quirón a mi lado.
—Ya estoy aquí, estoy en la entrada.
Corto el mensaje antes de que pudiera decir algo más.
Cuando Quirón y yo llegamos a la entrada del campamento, Alessandra estaba ahí tal como dijo, sola y luciendo tan hermosa y peligrosa como siempre que me la cruzó.
—Saludos, Darlene —dijo metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo y dándonos una sonrisa falsa—, y…Quirón, ¿verdad?
Quirón la miró unos instantes, antes de asentir con cortesía.
—Alessandra Olimpia, supongo. He oído mucho de tí.
—Cosas buenas espero. —Alessandra ladeó la cabeza, divertida por todo esto, aunque podía sentir a Quirón tenso, en estado de completa alerta.
—Solo cosas.
—Me sirve.
—¿Viniste a hablar o perder el tiempo? —cuestioné con firmeza.
Alessandra se enderezó, su expresión se suavizó un poco.
—Me gusta perder el tiempo últimamente, sirve para evitar perder la cabeza con tanta mierda sucediendo.
Una pequeña ola de tristeza me invadió, tristeza y mucho dolor. Entonces lo comprendí, Luke siendo debió haber renunciado a su alma, y Alessandra debía estar sufriendo tanto sin poder hacer nada.
A pesar de mis reservas hacia ella, no podía evitar sentir una pizca de simpatía en ese momento
—Lo siento…
—No me tengas compasión —espetó en seco—, con la compasión no se gana la guerra.
Podía ser cierto, pero no por eso debíamos renunciar a ella.
—Por la falta de compasión estamos en esta situación.
Quirón la miró unos instantes antes de asentir.
—La guerra puede cambiar a las personas de formas inimaginables. Estamos aquí para escuchar lo que tienes que decir, Alessandra.
Ella miró más allá de nosotros, hacia el interior del campamento.
—Deberíamos hablar en la Casa Grande, lejos de miradas indiscretas.
Quirón y yo nos miramos un instante antes de asentir.
La llevamos a la Casa, había pocos campistas que estaban empezando a despertar, y nos miraban con curiosidad. Aunque me llamó la atención que la propia Alessandra miraba el campamento con cierto anhelo y me di cuenta que ella era una adulta que nunca había visitado este lugar.
Yo sabía que era una luchadora asombrosa, pero en ese momento comprendí lo poderosa que debía ser para haber llegado a los veintiún años sola.
Una vez dentro de la Casa Grande, nos dirigimos a una sala más privada, alejada de las áreas comunes. Alessandra deambula por la habitación, analizando cada pequeña cosa, y me pregunté si ella miraba todo pensando en la vida que pudo haber tenido de haber llegado al campamento siendo una niña.
Quirón la dejó hacer a su antojo, mientras preparaba el té. Yo la observé en silencio, a pesar de su actitud indiferente y segura de sí misma, había un matiz de melancolía en su mirada cuando posaba sus ojos en los objetos y detalles del Campamento Mestizo. Podía imaginarme que, en algún lugar dentro de su alma, lamentaba no haber tenido la oportunidad de crecer en un lugar como este.
Mientras el aroma de las hierbas se esparcía por la habitación, Alessandra se detuvo frente a una de las estanterías, donde se encontraban una serie de pergaminos y libros antiguos. Miró uno de ellos con interés antes de volver a su expresión neutral.
Finalmente, Quirón sirvió el té en tazas de porcelana. El vapor ascendente llevó consigo un reconfortante aroma herbal. Nos sentamos alrededor de la mesa, y Alessandra tomó una taza con elegancia. Sus ojos se encontraron con los míos, y su mirada parecía evaluar si podía confiar en mí, aunque solo fuera por esta reunión.
Tomé mi propia taza de té y respiré profundamente el vapor caliente antes de hablar.
—Bueno, me dijiste que me contarías todo —dije volviendo mi atención a ella. Alessandra se tomó su tiempito para tomar su té, y me estaba poniendo los nervios de punta—. ¿Qué es eso del Caballo de Troya?
—¿Tienes panecillos? —preguntó casualmente a Quirón, y se agachó justo cuando mi cuchilla se clavó en el respaldo de su asiento, justo donde había estado su cabeza hace unos segundos.
—¡Darlene! —se quejó Quirón—. Esa era una tapicería hermosa.
Alessandra se rió, dándome una mirada complacida.
—Tienes carácter, me gusta —dijo dejando su taza en la mesa, sacó el cuchillo y se sentó con las piernas cruzadas—, pero te exaltas a la primera, no sabes controlar tu temperamento.
—¿Qué es el Caballo de Troya? —repetí entre dientes, inclinandome hacia adelante, dejando salir mi irritación en olas hacia ella.
Alessandra se removió un poco incómoda, pero fuera de eso, se mantuvo bastante imperturbable,
—Deja de manipularme y tal vez te diga.
Le sostuve la mirada, haciendo más intenso mi poder. Ella aguantó con expresión dura, sabía que estábamos jugando un juego de confianza y cada palabra suya pondría las cosas a favor nuestra o en nuestra contra. Su información era la pieza crucial que nos faltaba en el rompecabezas.
Finalmente, suspiró y asintió con resignación, como si hubiera aceptado que no iba a soltarla hasta que hablara. Tomó otro sorbo de té antes de hablar, eligiendo sus palabras con cuidado.
—Ya te lo dije, yo soy el Caballo de Troya.
Quirón se cruzó de brazos, estudiándola cuidadosamente.
—Eres nuestro espía en el ejército de Cronos, ¿es así?
Alessandra asintió, no muy complacida por ello.
—Mi padre murió cuando tenía trece —dijo pasando el dedo por el borde de la tasa, completamente perdida en sus pensamientos—, Niké me visitó esa vez, fue la única vez que lo hizo. No me dio palabras de ánimo ni de afecto, solo me dijo que algún día estaría destinada a la grandeza.
Miré a Quirón esperando ver algo en él sobre lo que pensaba de esto, pero él seguía inexpresivo, mirándola fijamente.
—Cuando Luke te apuñaló me volvió a visitar —continuó, tenía la mirada fija en sus manos—, me dijo que el momento había llegado y que sería el Caballo de Troya del Olimpo. No entendí lo que quería decir, hasta que me contó todo, lo del rayo, lo de Luke, lo de Cronos…
Cada segundo se volvía más difícil, como si le doliera tener que poner en palabra todo lo que le hacía daño.
—Pensé "este tipo es un imbécil, solo van a conseguir que lo maten", se me hacía imposible de creer que alguien pudiera confiar en Cronos y que todo saldría bien. ¿De verdad pensaba que estaríamos mejor con los titanes que con los dioses? No, debía ser un subnormal de primera.
Contuve una carcajada, daba un poco de esperanza que ella no estuviera cegada por su vínculo, que se diera cuenta que lo que hacía Luke era una locura.
—Cuando me dijo que quería que infiltrara en sus filas pensé que era lógico, yo era la mejor opción para algo así, entonces lo conocí…
—Y Luke resultó ser tu alma gemela.
Asintió, haciendo una mueca de dolor.
—Comprendí todo en ese momento, ella sabía lo que hacía cuando me eligió, lo hizo porque solo yo podía meterme tan adentro en ese ejército sin parecer sospechosa, mi vínculo me ponía por encima de todos y a Cronos le pareció genial tener a una hija de Niké, pensó que le daría la victoria —dijo, riendo con ironía—. Al principio me costó convencer a Luke de que era de confianza, ya saben, ser el alma gemela de alguien no garantiza que no te traicionará.
—Pero lo lograste —dijo Quirón asintiendo.
—Sí, había muchas cosas ahí que me parecían mal, pero a medida que pasaba más tiempo con ellos, empecé a entender mejor su perspectiva. No digo que esté de acuerdo con ellos, pero al menos puedo comprender por qué creen que es la causa correcta. Y la verdad, que fuera Luke el culpable me hizo sentir que era mi responsabilidad arreglar su mierda, por eso me quedé.
Quirón frunció el ceño, preocupado por su seguridad.
—¿Por qué ahora, después de tanto tiempo, decides revelarte y contactarnos?
Alessandra suspiró, como si cargar con este secreto durante años le hubiera pesado demasiado. Sus ojos se encontraron con los míos, y pude ver una chispa de frustración en ellos.
—Porque hasta hace un año aún tenía esperanzas de salvar a Luke —respondió bajando la mirada a sus manos, su voz sonaba apagada, rota y cansada—, pero ahora que es Cronos…no sirve de nada seguir…
La miré con compasión y entendimiento mientras continuaba su relato.
—Luke está irremediablemente perdido —susurró, como si pronunciar esas palabras fuera un peso insostenible—, no sé cuánto de él pueda salvar, pero intentar convencerlo ya no funciona.
Había un amor infinito en su voz, herido, pero infinito. Alessandra desprendía sentimientos tan bonitos que me sentí mal por ella. Debía ser muy difícil amar tanto a alguien como ella amaba a Luke y tener que renunciar a él por las decisiones que tomó.
—No quiero ser indiscreta, pero… —Me avergonzaba un poco presionarla cuando era claro que ella buscaba contención, aunque no lo supiera o aceptara—. Dijiste que mi padre les avisó a los dioses, ¿qué…?
—Hace tres años Luke intentó matarte —dijo interrumpiéndome. Me estremecí al recordar aquello, me llevé la mano a la cicatriz en el cuello donde el muy hijo de puta me apuñaló. Asentí, dudando de qué tenía que ver—. Bueno, tu papito no quedó nada a gusto con eso, y todos sabemos lo vengativo que es cuando alguien lo ofende.
Alessandra tenía cierto toque de desprecio en su voz, no sabía si me culpaba a mí, a papá o a Luke. Pero si estaba enojada con mi padre…
«Gracias, Eros, otra enemiga por tus andanzas».
—¿Qué hizo exactamente? —pregunté sin muchas ganas de realmente saber.
—Él se dio cuenta que yo era su alma gemela, fue quien tuvo la idea de usarme contra Luke para ganar, se lo contó a mi madre y bueno…Niké solo entiende de victoria, no vio nada malo en su plan. Al contrario, lo alabó y se lo dijo a los Olímpicos, lo demás es lo que es.
Sentía el cuerpo entumecido, como si hubiera hielo en mis venas. Tenía la mirada perdida en mi té, y lo único que veía era mis ojos, mis ojos heredados de Eros.
Había una decepción enorme entre los muchos sentimientos que me estaban invadiendo, además del enojo y la tristeza. Lo peor es que no me sorprendía nada que hubiera hecho algo así, incluso si lo hizo en venganza por lo que Luke me había hecho, no concebía el usar a alguien inocente para…
«Pero no es la primera vez que lo hace» mi conciencia me recordo a la ninfa que había soñado en mi segundo verano aquí, Dafne también había sido inocente y eso no lo detuvo de usarla contra Apolo.
Suspiré resignada. No por nada era quién era, hasta Zeus le temía y esto era la prueba de por qué.
Alessandra notó mi silencio y el gesto de frustración en mi rostro. Levantó una ceja con curiosidad mientras jugaba con el borde de su taza.
—No estoy enojada contigo, si eso te preocupa. —Levanté la mirada hacia ella—. Sé que es culpa del imbécil de mi novio, solo a él se le puede ocurrir hacer algo tan estúpido como ofender al dios del amor.
—En su defensa, no es el único —dije intentando poner un toque de humor en mis palabras, aunque no era suficiente para ayudar a la conversación—. Y Luke realmente pensaba que a mi padre no le importaba lo que me hiciera, creo que no se le ocurrió que hubiera un dios que se preocupara por sus hijos.
—Eso lo respeto —murmuró con una sonrisa pequeña—, pero que sepas que si me lo cruzo, voy a intentar clavarle mi espada.
—No te detendré —respondí riendo.
Nuestros ojos se encontraron en un momento de complicidad, compartiendo la carga de tener padres inmortales con un humor de mierda.
Miré a Quirón, quien había estado escuchando atentamente, y luego a Alessandra.
—Entiendo lo que los dioses han querido hacer, pero es cierto que es bastante cruel —dijo el centauro.
—Pero efectivo —agregó Alessandra haciendo una mueca.
—Puede ser… —Quirón se llevó la mano al mentón, pensativo. Me imaginé que dentro de todo, él ya estaba más acostumbrado a este tipo de cosas de los dioses, pero pasaba tanto tiempo con nosotros que de todas maneras lo encontraba horrible—. Entonces, ¿has venido a contarnos solo esto o algo más?
Alessandra dejó la tasa en la mesa, y se reclinó en su asiento, cruzando las piernas y dándonos una mirada de muerte. Comprendí que había pasado a modo “tengo mil formas de matarte y no podrás defenderte, perra”.
—Estamos reclutando semidioses en todo el país, y aunque sea difícil de creer, varios son adultos —explicó.
Quirón y yo nos quedamos atónitos, observando a nuestra invitada sin poder creernos lo que decía.
La mayoría de los semidioses rara vez llegaban a los veinte años, y aquellos que lo hacían, por lo general, se quedaban en el Campamento Mestizo para seguir entrenando o para hacer de consejeros con los nuevos, pero la mayoría se iba al mundo exterior y no se volvía a saber nada de ellos.
—¿Semidioses adultos? —murmuré, sin poder evitar que mi voz temblara un poco. Mi mente comenzó a dar vueltas, tratando de comprender la magnitud de lo que acababa de escuchar—. Eso…espera, ¡¿qué?! ¿Es en serio?
Alessandra asintió con seriedad.
—Me temo que sí.
Quirón carraspeó y se llevó la mano a la boca como si hubiera tosido, quizá para esconder su expresión, pero sus emociones no podía disimularlas. Estaba muy preocupado.
—¿Y cómo lo has encontrado? —preguntó luego de unos milisegundos.
Ella hizo una mueca, y supe que lo que iba a decirnos no nos gustaría nada.
—Se desarrolló una red de espionaje y contactos en todo el país. Estamos al tanto de las actividades y sucesos extraños que generalmente terminan siendo por la presencia de semidioses. A menudo, enviamos a nuestros reclutadores a investigar y ofrecerles la oportunidad de unirse a nosotros.
Tenía razón, no me gustó nada su respuesta.
Fruncí el ceño, dándome cuenta de un detalle.
—Se parece a lo que suelen hacer los sátiros —murmuré.
—Son sátiros los que están encontrándolos.
Cada cosa que esta tipa nos contaba se ponía peor. Me puse de pie, sintiendo una ola entre miedo y enojo por lo que acababa de decir.
—Mientes —espeté dándole una mirada de furia—, los sátiros nunca…
—No lo hacen consciente.
Negué confundida, esto no tenía sentido.
—Entonces, ¿qué…?
Alessandra endureció la mirada, frunció los labios y sus puños se pusieron blancos por la fuerza con la que los tenía apretados.
—Es por los hijos de Hipnos.
Sentí un hielo recorrerme el cuerpo, había algo terrorífico en la manera en que ella pronunció el nombre del dios.
—Hipnos se ha pronunciado neutral —dijo Quirón, pero su voz me sonó como si estuviera escuchándola bajo el agua.
—Morfeo no, él se unió a Cronos y ha convencido a algunos de sus medios hermanos de unirse a la causa —respondió la chica con enojo contenido, como si aquello fuera más de lo que podía tolerar, pero no pudiera hacer nada porque seguramente era una orden de Zeus.
Las piezas del rompecabezas parecían encajar, aunque aún sentía que me faltaba una pieza para poder ver la imágen completa.
—Pero…no entiendo, ¿qué tienen que ver ellos?
—Tienen poderes de hipnosis, ¿verdad? —Quirón tenía el ceño fruncido, muy preocupado y enojado al mismo tiempo.
Alessandra suspiró, como si le costara hablar de ello. Recordé hace dos veranos cuando la conocí en el Mar de los Monstruos, sus ojos en ese entonces resplandecían como una llama ardiente, ahora parecían casi sin vida. Y me pregunté cuánto habría visto entre tanta mierda que la habían ido apagando lentamente hasta convertirla en una máscara de lo que solía ser.
—Sí, pero también pueden manipular los sueños y pesadillas —respondió con la voz cansada—. Es muy sencillo para ellos meterse en los sueños de otros semidioses, los que se niegan a unirse, y convencerlos de que la causa de Cronos es la correcta. Y Morfeo…ese tipo les ha enseñado a producir pesadillas tan horribles que los pocos que resisten a la hipnosis y los sueños, se unen por miedo.
Mis ojos se abrieron de par en par al entender la magnitud de la amenaza. Apolo había dicho que los sueños ya no eran seguros, me imaginé que era a causa de Morfeo pero no me imaginé que sería algo tan grande.
Recordé lo que había dicho Will en Texas, cuando había ido al baño y se encontró con esos dos semidioses que intentaron convencerlo de unirse a Cronos.
—Intentaron convencerme de que los siguiera fuera del local, decían que necesitaban hablar conmigo. Pero algo no se sentía bien, Dari. Me sentí... atrapado. Como si…como si no pudiera decirles que no.
Mis ojos se ensancharon mientras lo escuchaba, sintiendo cómo la preocupación se mezclaba con la ira en mi interior. Estaba claro que habían intentado manipularlo de alguna manera.
—¿Embrujo-habla? —pregunté incrédula—. ¿Alguno era un niño de Afrodita?
Hasta donde sabía, no había desertado ningún de los hijos de la diosa, era casi imposible, ella era una de las que más cuidado ponía con sus niños, los reclamaba a todos, ella…
—No, no creo que fuera uno de Afrodita —dijo Will contrariado—. No era el embrujo-habla, sé cómo se siente, Drew debe haberlo probado al menos una vez con todos en el campamento. Normalmente ese don te convence de que estás de acuerdo con lo que te dice su portador, estás contento de hacerlo.
»Pero esto…esto era otra cosa, fue mucho más intenso, sentí que no tenía ningún control de mi cuerpo, como si estuviera atrapado dentro de mi propia mente y no pudiera hacer nada para evitarlo.
—¿Cuántos semidioses adultos han reclutado hasta ahora? —preguntó Quirón, su voz me trajo de regreso al presente.
Alessandra pareció vacilar por un momento antes de responder.
—Treinta.
«Oh mierda, mierda, esto es muy malo».
Un nudo se me formó en el estómago al pensar en el desastre que sería. Treinta semidioses adultos, el más grande de nosotros tenía diecisiete, y habíamos perdido muchos en el camino ya fuera porque murieron o porque habían desertado precisamente yéndose con Cronos.
Iban a masacrarnos.
—Esto es grave —murmuró Quirón—. Necesitamos idear una forma de proteger a los semidioses de estas influencias y detener a los hijos de Hipnos antes de que recluten a más jóvenes.
—Quizá podrían verlo de primera mano —dijo Alessandra mirándome—, podrías infiltrarte en mi grupo y estudiar directamente, yo no puedo venir tanto por aquí, pero tú…
—Podría camuflar mi apariencia —susurré comprendiendo su plan.
Mis habilidades como descendiente de Afrodita me permitía manipular mi apariencia, y tenía el don de Peitos, le había hecho frente al embrujo-habla con facilidad, podríamos probar si funciona contra la hipnosis, ya conocía como escapar de un poder así, y de todo el campamento, yo tenía mejor control sobre las emociones, sería una buena ancla para evitar ser manipulada.
—Sería peligroso —dijo Quirón frunciendo el ceño.
—Lo sé —respondió Alessandra asintiendo—, pero ella podrá traerles información directa, puedo encubrirla diciendo que sigue mis ordenes. Aprendería cómo tratar directamente con ellos, yo no puedo, tengo que mantenerme al lado de Luke…hasta el momento indicado.
Permanecí en silencio por un momento, analizando el plan de Alessandra. Aunque la idea de infiltrarme en el grupo de Cronos y obtener información de primera mano era tentadora, también era extremadamente peligrosa. Sabía que no podía tomar una decisión tan importante a la ligera.
Había tantas cosas que podían salir mal, pero muchas cosas que ganar.
—Darlene, es tu decisión —dijo Quirón mirándome con preocupación.
Me sentía un poco atrapada, aceptar su idea era darnos otra ventaja, pero meterme directamente en el medio del enemigo con ella como mi único respaldo era una misión suicida.
—Déjame pensarlo —respondí después de unos segundos.
—Nos vamos en una semana, enviame un mensaje Iris o eso que dijiste del espejo si aceptas. Te diré dónde encontrarnos.
Asentí, sintiendo como si hubiera comido ceniza.
—Gracias, señorita Olimpia —murmuró Quirón.
—Digame Lessa —dijo ella con una pequeña sonrisa, y él asintió con respeto—. Bueno, será mejor que me vaya, no es bueno que me vean por aquí.
Se puso de pie y Quirón salió de la Casa Grande diciendo que llevaría a todos al anfiteatro para darle tiempo a irse.
Miré el jarrón en la mesita frente a mí, eran unas flores sencillas de color amarillo. Ojalá todo fuera así de sencillo. Tanta información de golpe me había quemado la cabeza.
Sentí una mano apoyándose en mi hombro y levanté la cabeza hacia Alessandra.
—Lamento haberte tirado la imagen de tu padre.
—No —negué con la cabeza—, yo…ya sé cómo es. Me gusta a veces fingir que no es malo, pero sé la clase de dios que es.
Ella me miró con pena. Me avergonzaba saber que era la causa de su desgracia, incluso cuando Eros solo había estado enojado por lo que Luke me había hecho, Lessa no tenía la culpa.
—Esperaré tu mensaje —dijo ella con una pequeña sonrisa que devolví.
La vi salir de la sala y me pregunté cuánto de su vida sería distinta si Luke no me hubiera apuñalado, si papá no la hubiera usado en su venganza.
Fruncí el ceño, y también salí de la cabaña. Papá iba a escucharme.
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Céfiro no se marchó cuando me dejó en el palacio de Eros.
Quizá se había dado cuenta que estaba molesta y ahora me andaba siguiendo mientras lo buscaba, tratando de convencerme de que mejor fuera a comer un pastel antes de ver a papá.
—Seguro que las ninfa pueden hacerte uno de fresas.
—No.
Seguí caminando por todo el palacio, ignorando las miradas de todos sobre mí. Me crucé a mi madrastra que también se dio cuenta de mi humor y solo murmuró algo que no alcancé a escuchar.
—Pero mira quien volvió —dijo Hímero saliendo de una sala. Estaba casi desnudo y solo tapándose sus miserias con una sábana—. Cariño, ¿esta vez me aceptarás una copa de….?
—Quítate —espeté empujándolo a un lado y seguí mi camino.
—¿Qué mosca le picó a esa?
—Está enojada con el amo —respondió Céfiro.
—Ah…bueno, heredó su carácter, Eros va a pasarlo mal entonces.
Seguí explorando los pasillos lujuriosos y las habitaciones opulentas, mi determinación creciendo con cada paso. Finalmente, llegué a una terraza abierta con vistas al jardín. Era un lugar tranquilo y hermoso, pero Eros no estaba por ninguna parte.
Suspiré con frustración y me apoyé en la barandilla de mármol. Los susurros del viento me rodeaban, como si la misma naturaleza intentara calmar mi espíritu inquieto. Pero yo no podía calmarme. Necesitaba encontrar a Eros y arreglar las cosas.
—Hermosa como la rosa más bella —dijo una voz a mis espaldas.
Me giré y frente a mí había un hombre muy parecido a mí papá, casi como si fuera su gemelo, excepto que en lugar de alas de ángel, tenía unas enormes alas de mariposa.
—Anteros —murmuré reconociendolo, lo había visto una vez en una visión.
El dios ladeó la cabeza, mirándome detenidamente como si estuviera analizándome a detalle y me dio la sensación que en realidad estaba estudiando mi corazón, viendo que tan puros eran mis sentimientos.
Supongo que pasé la prueba porque sonrió.
—Llevo tiempo queriendo conocerte en persona, Darlene —dijo acercándose a mí. Tomó mi mano y la besó, me quedé mirándolo, era muy guapo.
—Hola.
—¿Buscas a alguien?
—Sí —Fruncí el ceño al recordar por qué había venido—. A mi padre.
—Pareces enojada —murmuró—, me temo que Eros salió, volverá en unas horas, puedes esperarlo.
—Bien.
Eros no iba a salvarse de mi sermón.
—Pero mientras esperamos —dijo con una sonrisa que me puso los vellos de punta—, me gustaría hablar de algo contigo.
No sé por qué pero me parecía que lo que sea que me dijera no iba a gustarme nadita.
—Claro —respondí algo insegura—. ¿De qué?
—Ya lo verás —Abrió la puerta hacia el interior del palacio y me invitó a seguirlo—, solo pienso que mereces saber algunas verdades.
Sí, no iba a gustarme nada esta charla.
Lamento la tardanza, tuve unos inconvenientes pero lo compenso con un capítulo bien largo.
Se viene el DRAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
El botón de oro significa...busca la verdad.
Meme time
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