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014. ᴛʀᴇʙᴏʟ ʙʟᴀɴᴄᴏ - ᴘᴀʀᴛᴇ 1

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ᴛʀᴇʙᴏʟ ʙʟᴀɴᴄᴏ - ᴘᴀʀᴛᴇ 1

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━━━4 de Octubre

LA CIUDAD DE AUSTIN ERA COMO UN LABERINTO DE CALLES CON COLORIDOS MURALES QUE ME TENÍA COMPLETAMENTE DESLUMBRADA.

Íbamos por el bullicioso distrito de South Congress, y no podía dejar de mirar todo con la boca abierta. Había un estruendo de música en vivo que llenaba el aire, y se complementaba con el típico sonido de ciudad enorme repleta de autos, gente peleando, niños jugando y perros persiguiendolos. Ni hablar del olor. Comida callejera, nafta, café y sudor. Me sentía como en Manhattan, un corazón vivo caótico y tan maravilloso.

Cada esquina me parecía más hermosa que la anterior, y no podía dejar de mirar todo con la boca abierta, Will me llevaba por entre la multitud sin soltarme la muñeca porque más de una vez me quedé atrás.

Habíamos hecho un par de compras, principalmente el regalo de cumpleaños de Naomi, que festejaríamos esa noche.

—¿Tú mamá sabe que te vas a hacer uno? 

—Algo así… —Me miró confundido y yo me reí—. A mi mamá le parece bien todas esas cosas, técnicamente tengo su permiso para hacerme lo que quiera, solo que no tengo un “permiso” que presentar en el local —expliqué—. Por suerte tu mamá arregló todo.

Naomi le había dado autorización, pero no podía acompañarnos así que había llamado al local, que era de un amigo suyo, para que no tuviera problemas.

Will asintió, pensativo. Me había dicho que no estaba seguro todavía de qué quería hacerse, y siendo sincera, yo tampoco.

Cuando le dije a Apolo que me tatuaría un sol, estaba bromeando. Que me estuviera enamorando de él no me hacía tan loca como para tatuarme algo suyo, imaginense que se me pasaba el amor o que me terminaba decepcionando y me quedaba el dibujo para siempre en la piel.

No, ni loca.

Así que a pocos minutos de hacernos nuestro primer tatuaje, ni Will ni yo teníamos idea de qué hacernos. 

—Tal vez podría hacerme una lira…no, mejor no, no soy buen músico —murmuraba Will indeciso—, tal vez una cruz roja, por ya sabes…la medicina y…

—Deberías hacerte una calavera.

—¿Una calavera? —El chico me miró incrédulo—. ¿Por qué una calavera?

—No me hagas caso, estoy siendo tonta.

Puso una mueca de extrañeza, pero decidió seguir mi consejo y solo siguió caminando hasta que llegamos a una zona abierta repleta de tiendas, y me arrastró con mucha emoción hacia una en particular que tenía un enorme cartel de “Artattoo!”.

La fachada era intrigante, adornada con coloridos murales que contrastaban con la sensación de anticipación en el aire. Empujé la puerta de cristal y entramos, sintiendo un escalofrío de emoción recorriéndome la espalda. El interior era igual de interesante: paredes cubiertas de obras de arte corporal, muebles vintage y una mezcla de olores a desinfectante y tinta que caracterizaban a estos lugares. Una mujer detrás del mostrador nos sonrió y saludó con amabilidad mientras nos acercabamos a ella.

—Hola chicos, ¿cómo puedo ayudarlos hoy? —preguntó con una sonrisa cálida.

Will intercambió una mirada rápida conmigo y luego miró de nuevo a la mujer.

—Soy Will Solace —se presentó—, mi mamá habló con Kurt.

—¡Ah sí! —La mujer nos miró con diversión—, ¡Kurt, el solecito está aquí! —gritó hacia el interior, y luego regresó su atención a nosotros—. Soy Jade, por cierto. 

Ella nos guiñó un ojo, y un hombre apareció por una entrada lateral. Tenía cabello pelirrojo y despeinado que le daba un aire relajado, ojos café tan amables que calmaron un poco mis nervios.

«Wow…un Weasley» fue lo único que fui capaz de pensar.

—¡Will! —saludó Kurt, abriendo sus brazos en un gesto de bienvenida—. ¡Qué alegría verte! Debías tener unos cuatro años la última vez que te vi.

—Hola —dijo él sonrojado.

—Y tú debes de ser Darlene —Kurt tomó mi mano y me besó los nudillos, sacándome una risa divertida—, sin duda una aparición celestial.

—Sí, sí, es muy bonita —Will se adelantó tomando mi brazo y apartándome, todo mientras sonreía de una manera exagerada—, vinimos por nuestro primer tatuaje.

Kurt nos miró con una ceja arqueada y una sonrisa que no presagiaba nada bueno, pero al parecer, decidió no decir nada.

—¡Genial! Siganme —El hombre se encaminó de regreso a la sala, con nosotros detrás—. ¿Tienen alguna idea en mente o necesitan ayuda para decidir?

Nos miramos el uno al otro, sabiendo que todavía estábamos indecisos. Miré los diseños colgados en la pared, buscando algo que pudiera inspirarnos. 

—La verdad aún no hemos decidido.

—¡Oh, eso está bien! —exclamó Kurt con una sonrisa amigable—. Siéntanse libres de echar un vistazo a los diseños y hablar sobre lo que les gustaría. También puedo ofrecerles algunas ideas si eso ayuda.

Pasamos cerca de diez minutos, el hombre nos tuvo tremenda paciencia porque la verdad Will y yo éramos medio desastre para tomar una decisión decente. 

—Deberían elegir algo que tenga un significado especial para ustedes, algo de lo que estén seguros que no se arrepentirán.

Revisé cada hoja, indecisa, estaban repletos de diseños preciosos. Mi mirada se posó en una imagen de un arco tensado, listo para disparar una flecha con alas de ángel. 

Sentí un escalofrío recorrerme la espalda, era perfecto.

—Me gusta este —dije mostrándole el diseño.

Will levantó la vista del catálogo y examinó el diseño con curiosidad.

—Creo que es muy tú.

Me reí. No sé si era muy yo o qué, realmente me encantaba, y sabía que no me arrepentiría de nada con un diseño así.

—Es una buena elección —dijo Kurt tomando el catálogo para preparar todo—. ¿Dónde lo vas a querer?

Me mordí el labio para no sonreír como loca, sabía donde quería.

—En la espalda baja.

Kurt levantó las cejas, divertido; pero no dijo nada, solo asintió y se giró para ver a Will.

—¿Y bien? ¿Ya elegiste algo? —le preguntó con una sonrisa.

—Hay tantos que no puedo elegir —respondió. Estaba sentado en un sillón con cinco catálogos en el regazo y miraba todos con entusiasmo.

Kurt se rió entre dientes y volvió su atención a mí.

—Vamos, preciosa, toma asiento —dijo señalándome una silla—, y voy a necesitar que te descubras la zona.

Me acomodé en el sillón, mientras él comenzaba a preparar los instrumentos y mi diseño, sentí un cosquilleo en el estómago que me estaba poniendo cada vez más nerviosa.

Y ustedes dirán: “pero Dari, has aguantado dolores más duros”.

Pues sí, el dolor del periodo es una mierda. Y sí, también me han quebrado unos cuantos huesos y todo eso, pero a veces las cosas no son tan sencillas. 

Intenté distraerme viendo como Will seguía removiendo las hojas. Respiré profundamente, sin poder realmente conseguir sentirme mejor.

—Es normal, una vez que empiece, pasará. —No me había dado cuenta que Jade se había acercado a mí hasta que habló, se sentó a mi lado, sonriéndome con amabilidad—. Son nervios de primera vez, a todos nos pasa.

Sus palabras me dieron un poco de ánimo, aunque eso no evitaba sentirme como si estuviera a punto de vomitar. Aun así lo agradecí, sobre todo porque la mujer desprendía mucha sensibilidad y amabilidad; ella de verdad quería hacerme sentir mejor.

—Sí, supongo que sí —respondí, forzando una sonrisa.

—¿Hay alguna razón por la que elegiste ese? —preguntó viendo el dibujo en la mesa.

—Mi papá, él…me enseñó a hacer arquería —mentí. Era lo mejor que se me ocurrió.

Jade asintió con interés.

—Eso suena maravilloso —comentó Jade, sonriendo con comprensión—. Los tatuajes a menudo tienen significados personales y especiales. Es genial que hayas elegido algo que te conecta con tu papá de esa manera.

Asentí, sonriendo incómoda.

«Qué mentira más asquerosa» pensó una parte de mí mientras se reía. «Ambas sabemos por qué elegiste ese diseño, y no fue por papá».

¿Alguien sabe si podemos asesinar a nuestra consciencia?

—Bueno, ya estamos —dijo Kurt cuando terminó de preparar los instrumentos—. ¿Lista?

Tragué saliva, sintiendo los nervios aumentar nuevamente. Asentí con determinación, tratando de reunir la valentía para enfrentar lo que vendría a continuación.

—No. —La voz me salió como un chillido de pájaro.

—No te preocupes, estás en buenas manos —dijo dándome una sonrisa tranquila—, siéntete libre de decirme si necesitas una pausa en cualquier momento.

Me traté de concentrar en mi respiración y asentí.

—Como dijo, estás en buenas manos, Darlene —añadió Jade—. Además, el resultado vale la pena.

Tragué duro y volví a asentir porque no me vía capaz de pronunciar palabra. Respiré hondo y cerré los ojos, acomodándome mejor para estar cómoda.

Sentí las manos de Kurt comenzando a preparar mi piel, y luego el sonido de la máquina que resonaba en la habitación. Traté de concentrarme en la música de fondo, pero el zumbido constante de la aguja me seguía poniendo nerviosa.

El primer pinchazo fue agudo y me invadió una sensación de ardor. Cerré los ojos con fuerza, apretando los puños mientras intentaba manejar el dolor. Jade colocó su mano suavemente sobre mi brazo, brindándome apoyo silencioso.

El tiempo parecía pasar lentamente, y el dolor era incómodo aunque segundo a segundo era más soportable, y me di cuenta que no era tan malo como pensaba, al contrario, pronto me relajé lo suficiente para poder abrir los ojos. 

—¡Listo! —anunció Kurt limpiando mi piel—. ¡Felicidades, Darlene! Tienes un bonito tatuaje.

Sonreí emocionada, y me enderecé en la silla. Will se acercó para verlo de cerca y su expresión se iluminó.

—¡Se ve genial, Dari! —exclamó asombrado.

Jade se encargó de curar y vendarme; mientras Kurt comenzaba a trabajar con Will. 

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Para cuando salimos, ambos teníamos unos tatuajes increíbles.

—¿Estás contento?

—¡Sí! —Will se había hecho un sol sobre el corazón.

Me reí por su emoción, la verdad es que yo también estaba encantada con el resultado.

Nos pusimos a caminar buscando una cafetería para comer algo. Jade y Kurt nos habían advertido de cuidar nuestra alimentación durante cinco días al menos, también nos habían dado cremas para la cicatrización.

Las aceptamos con una sonrisa, pero la verdad es que comiendo un poco de ambrosía, estaríamos bien.

«Primera vez que ser semidioses es buenísimo».

Will me dio unos trocitos y nos metimos en un local a una cuadra de allí. Las ventanas estaban adornadas con luces de colores y el aroma a café recién hecho llenaba el aire. Era un lugar muy bonito, acogedor, con mesas de madera y música de los años cincuenta.

Nos acomodamos en una mesa al fondo, cerca de una ventana, me senté con cuidado, no quería tocarme la espalda, que aun después de comer ambrosía, tampoco iba a ser bruta de pensar que inmediatamente estaría perfecta.

Will eligió rápido lo que quería y yo me tardé un poco más. Un mesero tomó nuestras órdenes y nos quedamos solos de nuevo.

Mientras esperábamos, cantamos unas dos canciones antes de que él me diera una sonrisa incómoda.

—¿Qué te pasa? —pregunté divertida.

—Tengo que ir al baño.

Levanté una ceja, y me reí.

—Pues ve al baño.

Se puso de pie, entregándome su mochila y se acercó al mostrador para preguntar por el servicio, cuando le dijeron, se alejó rápido por el pasillo.

Estaba algo aburrida y con mucha hambre. Miré a mi alrededor, buscando algo en que entretenerme, cuando un chico captó mi atención cerca de la puerta del baño.

A simple vista, no había nada sospechoso en él, era normalito, de estatura promedio, cabello oscuro y llevaba una chaqueta de cuero. Pero fue su comportamiento el que me puso alerta. 

Sobre todo, la espada que sobresalía de su cinturón y la manera en cómo miraba la puerta por la que se había ido Will, luego miraba en mi dirección con disimulo.

Bueno, tan disimulado como podía serlo sin buenos resultados.

«Semidiós» pensé al darme cuenta que la Niebla no ocultaba a ningún monstruo.

Estaba por ponerme de pie cuando el mesero regresó con nuestra comida. Le agradecí con una sonrisa, pero mi atención seguía enfocada en el chico, que parecía cada vez más inquieto, moviendo los pies como si tuviera pulgas en la ropa.

Entrecerró los ojos, preparándome para sacar a Resplandor; no quería pelear, pero si tenía que hacerlo para mantener a Will a salvo, lo haría.

Y como ser semidiós es una puta mierda de mala suerte todo el tiempo, las cosas se pusieron mucho peor cuando el tintineo de la puerta de entrada resonó avisando la llegada de un nuevo cliente. Solo que dicho cliente, era Alessandra Olimpia.

Llevaba una chaqueta roja y su cabello como fuego caía en cascadas sobre sus hombros, llevaba su espada y látigo colgados de sus jeans. Sus botas de tacón de aguja resonaban contra las baldosas desgastadas, y caminaba con una confianza que pocos sabían llevar, propia de alguien que sabe que rara vez, por no decir nunca, pierde.

Alessandra se dirigió directo a mi mesa, y solo pude pensar en que estábamos en serios problemas.

—Oh carajo —mascullé.

Me apresuré a tomar mi horquilla, por las dudas que la necesitara.

El chico sospechoso también la miró, y un atisbo de reconocimiento cruzó por sus ojos antes de que su expresión se endureciera, como si de repente tuviera más seguridad.

«Eso no puede ser bueno».

No tenía idea de cómo nos había encontrado. Tragué saliva, tratando de ocultar la tensión que me recorría.

Alessandra se detuvo frente a mi mesa, con las manos en la cintura y una sonrisa falsa, que tenía todas las intenciones de ser una advertencia.

—Saludos, Darlene Backer. —Pronunció mi nombre con un tono que me puso la piel de gallina, mi corazón me latía a mil por segundo.

—Alessandra Olimpia —respondí, tratando de mantener la calma—, que sorpresa verte por aquí.

Ella inclinó la cabeza y se rió suavemente, como si mis palabras la divirtieran.

—Los caminos de los mestizos son intrincados. A veces uno encuentra conocidos donde menos los esperas —dijo acomodándose un mechón de cabello—. ¿Te importa si me siento?

Mi mente estaba en alerta máxima, intentando analizar la situación y calcular mis opciones. El chico de la puerta seguía observándonos, y Will no salía del baño.

—¿Qué quieres, Alessandra? —pregunté directamente, enfrentándola con la mirada—. No tengo tiempo para juegos.

—Llamame Lessa —dijo mirando el menú con falso interés—, Alessandra es muy formal.

Noté como el chico movió la mano hacia su espalda con un movimiento sutil. No era tonta, no podía ser coincidencia que ambos estuvieran en el mismo lugar al mismo tiempo. 

«Es uno de los seguidores de Cronos».

Mis manos estaban listas para actuar en cuanto fuera posible.

—Lessa —repetí, arqueando una ceja—. Entonces, ¿a qué debemos el honor de tu visita? No creo que hayas venido a disfrutar de la comida y la música retro.

Ella soltó una risa breve, mirando por encima de su hombro hacia el pasillo del baño antes de volver a mí. El corazón me latía aún más rápido, el nerviosismo comenzaba a apoderarse de mí. 

Se inclinó ligeramente hacia adelante, como si fuera a contarme un secreto y su expresión se volvió seria.

—Tengo información que podría interesarte, Darlene —susurró.

Mis emociones se mezclaban entre la curiosidad y el escepticismo, pero no podía confiar ciegamente en Alessandra.

—¿Información? ¿Por qué debería creerte? —pregunté con cautela.

Ella sonrió de nuevo, esta vez de manera que me dijo que ella sería capaz de arrancarme los ojos y lo disfrutaría.

—Porque si quieres proteger a quienes amas, me vas a escuchar.

Apoyé los brazos en la mesa, mirándola con una ceja arqueada. Una cosa es que me atacara a mí, otra muy distinta era que amenazara a mis seres queridos. Iba a descubrir que yo también podía jugar ese juego de matona.

Dejé que mis poderes fluyeran hacia ella, miedo, ira y sed de sangre. Saboreé la manera en cómo sus hombros se tensaron levemente, y como la comisura de sus labios tembló con sutileza.

—Prueba otra vez —siseé.

Ella enderezó su postura, lidiando con mis emociones con más aplomo del que había esperado. Era obvio que no era la primera vez que alguien intentaba manipularla.

—Tienes agallas, eso te lo concedo. Pero no te equivoques, Darlene, no estoy aquí para enfrentarnos. Compartimos un enemigo común.

—De nuevo, ¿por qué debería creerte?

Alessandra rodó los ojos, y me miró con irritación.

—¿Quizá porque el verano pasado te dejé ir cuando Cronos se apoderó del cuerpo de Luke? ¿O quizá porque he estado hablando con tu amigo, ese chico hijo de Hades y le he estado dando información importante?

 Mis músculos se tensaron ante sus palabras, y mis ojos se estrecharon en una mirada afilada. El corazón latía furiosamente en mi pecho, mezclando la ira con la incredulidad.

—¿Hablaste con Nico? —cuestioné sintiendo como mi enojo aumentaba.

Ella me sostuvo la mirada, y pude ver un rastro de satisfacción en su expresión. Sabía exactamente cómo irritarme, cómo presionar mis botones más sensibles.

—Sí, Darlene. He estado compartiendo información con él. No somos enemigos en esta lucha. Por el contrario, nuestros intereses convergen en más de un punto.

—No pienses que puedes manipularme con tus trucos baratos —continué, sintiendo la rabia palpitar en mis venas—. Si crees que voy a confiar en ti solo porque dices que tienes información, estás muy equivocada. Y más te vale no volver a acercarte a Nico, o te juro que te arrancaré la cabeza.

Ella soltó un suspiro exasperado, como si no pudiera creer mi actitud. Tal vez estaba acostumbrada a que la gente cediera ante su presión, pero yo no iba a ser una más en la lista.

—Tus dudas son comprensibles, pero te aseguro que si nos sentamos y hablamos con calma, podrás entender por qué es vital que trabajemos juntas en esto.

Un torrente de emociones seguía agitándose en mi interior, pero sabía que no podía permitir que la ira nublara mi juicio. Si realmente tenía información sobre Cronos, no podía dejar que el rencor personal interfiriera con la posibilidad de salvar a quienes amaba.

—Bien, supongamos que te creo —murmuré. Miré por encima de su hombro, dándome cuenta que Will salió del baño apresurado, sacudiéndose polvo de la ropa y con una expresión entre temerosa y enojado—. ¿Qué vienes a decirme?

Ella siguió mi mirada, y se volteó rápidamente hacia mí.

—No podemos hablar aquí, te enviaré un mensaje Iris —masculló entre dientes—. Ellos están tras ese chico.

Mi pulso se aceleró aún más ante sus palabras. Miré al chico sospechoso cerca de la puerta del baño, dándome cuenta de que realmente estábamos en una situación peligrosa. 

—¿Tras Will? —pregunté, mi voz apenas un susurro, pero lleno de inquietud.

Alessandra asintió con seriedad, y su mirada se volvió intensa.

—Cronos está interesado en un sanador de su calibre.

Mis pensamientos se aceleraron mientras evaluaba nuestras opciones. Si Will estaba en peligro, no podía simplemente quedarme sentada. 

Antes de que pudiera decir algo más, él llegó a la mesa con una mirada desconcertada. No había tenido tiempo de prepararlo para la repentina aparición de Alessandra.

—Tenemos que irnos —dijo agitado. Entonces notó a la chica y la miró con precaución—. ¿Quién es?

—Will, ella es Alessandra Olimpia —respondí con calma, intentando mantener mi enojo y preocupación bajo control.

Los ojos de Will se abrieron impactados y parecía listo apra sacar algún cuchillo de su abrigo. Por supuesto que él sabía quién era ella. En el campamento todos estaban al tanto de la existencia del alma gemela y mano derecha de Luke.

—¡¿Qué…?!

Alessandra sonrió con diversión, acomodándose mejor en el asiento y mirándonos como si fuéramos dos mocosos que la entretenían.

Me di cuenta que estaba actuando.


—Bueno, creo que nuestra charla llegó a su fin, Darlene.

—Así parece.

—Pueden irse si quieren, ya volveremos a vernos en otro momento.

Por la puerta del baño salieron dos semidioses más, una chica y un chico, ambos empapados y supuse que buscando a Will por la manera en que miraron a todos lados hasta que lo vieron con nosotras.

—Darlene…

Me puse de pie, tomando su brazo y poniéndolo detrás de mí.

—Dile a tus secuaces que si vuelvo a verlos cerca de Will, van a arrepentirse del día en que nacieron —siseé clavando mis ojos en los de Alessandra, a unos metros de nosotros, los tres semidioses nos observaban con cautela, pero parecían no atreverse a acercarse.

Ella alzó una ceja, pareciendo entretenida por mi arrebato, pero no retrocedió ni mostró signos de miedo. Sus labios curvaron en una sonrisa siniestra mientras se levantaba de la silla con gracia felina.

—Oh, Darlene, siempre tan dramática —comentó con desdén—. Pero, si eso te hace sentir mejor, adelante, haz tus amenazas. No me detendré si eso te hace feliz.

Sin perder más tiempo, me volví hacia Will, quien seguía observando la escena con sorpresa y confusión en su rostro. Tomé su mano con firmeza y le lancé una mirada seria.

—Vámonos. —Lo empujé levemente hacia la puerta y él asintió, obedeciendo inmediatamente.

Mientras caminábamos hacia la salida, me aferré a la mano de Will, sintiendo su calor reconfortante.

Primero, perdón el retraso, supongo que alcancé un punto de saturación con Apolo que tuve que tomarme unos días de descanso de su historia para poder seguir. Pero les prometo que aunque me vuelva a colgar así y me tarde, no pienso abandonar esta historia, le tengo un cariño muy especial y hay un monton de cosas que quiero hacer con esta historia que me es imposible pensar la idea de abandonar.

Sí, ya sé, ando haciendo mucho de PARTE 1 y PARTE 2, pero es que últimamente me están quedando tan largos que me es imposible no cortarlos así.

Por cierto, ¿a ustedes también Wattpad les está andando mal?
Todo el tema de las imágenes me salen mal.

Este es el tatuaje que se hizo Dari, solo que en la espalda baja:

Sin nada más que agregar.
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MEME TIME


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