
013.ɴᴀʀᴄɪꜱᴏ
Por favor, antes de buscar significados, esperen hasta el final porque quiero aclarar algo primero.
╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗
ɴᴀʀᴄɪꜱᴏ
╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝
━━━5 de Abril
LLEVÉ A DARLENE A SU HOGAR. Después de la locura que hizo no confiaba ni en ella misma para su seguridad.
En cuanto vio mi carro solar se puso emocionada de verlo. Quizá porque esta vez éramos solo nosotros dos y podía mantener la forma del maserati.
—¿Puedo conducir algún día? —preguntó sonriendo.
—No.
—¡¿Por qué?! —se quejó frunciendo el ceño.
—Primero, porque no eres buena conductora, y ya tuve suficiente con una manejando mi carro como para dárselo a otra tan pronto —Darlene soltó un bufido y se cruzó de brazos—. Segundo, porque tienes catorce años.
—¡¿Y eso qué tiene que ver?!
—Dejé que Thalia lo condujera porque estaba a una semana de cumplir los dieciséis, pero no se lo ofrecí ni a tí, ni al hijo de Poseidón, ni al otro semidiós porque eran demasiado pequeños.
—Ay sí, tú, muy responsable de seguir las leyes humanas sobre el control vehicular —espetó burlándose. La miré enarcando una ceja y ella se rió—. Está bien, lo entiendo.
—Bien.
—¿Pero puedo conducir cuando cumpla los dieciséis? —insistió luego de estar callada un rato.
Solté un suspiro.
—Sí.
—¡Genial! —exclamó mirando todo en el carro con una sonrisa que me podría asustar si no supiera que era solo demasiada emoción en alguien tan pequeña—. ¿Puedo poner la radio? —Asentí.
Me arrepentí en el acto.
—¿Radio Disney? —cuestioné.
Ella solo se encogió de hombros y se acomodó en el asiento mientras tarareaba las canciones que ponían.
Llegamos pronto a su casa, que me seguía resultando demasiado pequeña para ser decente, pero Darlene se ofendía cada vez que sacaba el tema.
Nos bajamos, y ella me miró confundida.
—¿Vas a algún lado?
—No, ¿por qué?
—¿Y cómo por qué te bajas también?
—No tengo nada que hacer —dije encogiéndose de hombros y pasando por su lado hacia el edificio.
—Claro, adelante, pasa —dijo con tono irónico—. Sientete comodo, como si fuera tu templo.
—Imposible, mi templo es único.
—Payaso —espetó siguiéndome—. ¡Espera!
—¿Qué? —cuestioné mirándola.
Había una sonrisa ahí que me puso nervioso, como helándome la sangre. Sabía que esa semidiosa era descendiente de Ares, pero nunca esperé que tuviera tantos parecidos con el dios de la guerra.
—¿Entonces no tienes nada de nada que hacer?
—No —respondí dudando.
—Bien —dijo tomando mi brazo y comenzando a arrastrarme con ella por la acera—. Vamos.
—¿A dónde?
—Me dijiste que te sorprendiera con mi venganza —respondió con sencillez—. A eso vamos.
—¿Pero a dónde? —cuestioné empezando a temer por lo que se le hubiera ocurrido. No podía olvidar que también es descendiente de Afrodita, y ella sí que era de temer.
━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━
—Eres verdaderamente monstruosa y no tienes escrúpulos ni corazón —espeté enojado.
Darlene se rió. Y su risa me resultó el sonido más bonito que hubiera escuchado.
Lastima que en este momento quería tirarla al fondo del río Hudson.
—Tú intentaste matarme, señor bondad —replicó rodando los ojos—, te aguantas.
Caminó por el pasillo de la Iglesia a la que me había traído y se sentó en uno de los bancos delanteros. El lugar estaba vacío, salvo unas diez personas que estaban sentadas alejadas unas de otras.
Solté un suspiro y luego caminé hacia ella. Me senté a su lado y ambos miramos las estatuas de santos, ángeles y demás que adornaban todo el templo.
—No puedo creer que hayas traído a un dios griego a una Iglesia católica —mascullé cruzandome de brazos.
—Ay por favor, has tenido hijos que fueron defensores del catolicismo —dijo en igual tono.
—Pero esos hijos crecieron en una época del mayor auge católico y pensaban que yo era un mito.
—Como todo el mundo hoy.
—¿Disculpa? —dije mirándola ofendido.
—Eres un mito, Apolo —dijo rodando los ojos—. Con suerte un objeto de estudio filosófico, artístico, histórico y antropológico. Incluso para algunos eres un buen personaje de algún videojuego, libro o serie. Pero no una deidad digna de culto.
—Sí que sabes cómo hacer tirar a alguien de su autoestima —espeté.
Ella suspiró y me miró.
—No lo dije con esa intención, mi papá también lo es —respondió—, pero es la realidad de la humanidad hoy en día. Ustedes son adorados solo por sus propios hijos, y encima nos tratan como si fuéramos "Objeto descartable, tírelo cuando deje de funcionar y tome otro".
—¡No es así!
Darlene enarcó una ceja—. ¿Cuándo fue la última vez que visitaste a tus hijos?
—Yo...
—Y me refiero como padre, no como dios del sol que les encarga algún trabajo. ¿Cuándo fue la última vez que los visitaste por su cumpleaños?
—¡Todos los años les dejo un regalo a cada uno por su cumpleaños! —espeté frunciendo el ceño. Yo no era un mal padre.
—No te pregunté si te acuerdas o les das obsequios —replicó irritada—. Te pregunté si lo has visitado en persona y tratado como los niños pequeños que son que siguen esperando a que su padre aparezca y les diga que los ama.
No podía creer que tuviera tal descaro, me levanté del asiento, furioso y herido. Pero había algo que no me dejaba irme.
—Sé que no eres tan malo, Apolo —dijo suavizando el tono. Se puso de pie y se acercó a mí—. Hay otros que son un completo desastre, ni siquiera los reclaman. Sé que tú si te has tomado el tiempo de que no hayan niños sol mucho tiempo esperando ser reconocidos o que a otros, los reclamaste en cuanto llegaron.
»Sé que no olvidas sus cumpleaños y que la mayoría llega al campamento siendo pequeño, y muchos tampoco han sufrido con sus familias mortales.
»Y la verdad es que para ser un Olímpico, eso sí es más de lo normal, como semidioses lo entendemos —agregó—, pero como mortales se siente...bueno, se siente que aún no es suficiente.
Me volví hacia ella, mirándola con irritación.
—¿No es suficiente? —repetí—. ¡Son hijos de un dios, son héroes, la fama está a su disposición más que de otros mortales! ¡Las posibilidades son infinitas!
—¿Y de qué nos sirve si la mayoría no vivimos más allá de los veinte? —cuestionó cruzándose de brazos—. ¿De qué sirve la fama y la gloria? Vivimos poco y en un mundo que nos tacha de niños problemáticos, que no nos entiende y nos juzga, siendo cazados por monstruos; o vivimos encerrados en el campamento, alejados de nuestras familias y siendo ignorados por nuestro padre divino?
No supe qué responder, la verdad es que jamás me cuestioné aquello.
—Mira, eres mejor que otros Olímpicos, lo sé; pero cuando digo que no es suficiente es porque lo he visto en persona —agregó tomando mi mano y volviéndose a sentar—. Lee y Michael son mis mejores amigos, así que paso mucho tiempo en tu cabaña, vivo con los hijos de Afrodita y entreno con los de Ares. Annabeth es mi mejor amiga así que a veces estudio con los de Athenea. Viví un tiempo con los de Hermes, y no me hace falta pasar tiempo con los de Hefesto o los de Demeter para darme cuenta que ellos lo sienten igual.
»No es suficiente. Si lo fuera, no habría una guerra liderada por un hijo de Hermes y un montón de semidioses resentidos con sus padres no se hubieran unido a su ejército.
Sabía que en eso tenía razón, pero seguía sin entender por qué no era suficiente.
—Pero...
—A ver —dijo rodando los ojos—. Dime, ¿cuál es el color favorito de todos tus hijos? ¿Sabes qué les gustaría hacer cuando sean mayores de edad? ¿Sabes cuál es su comida favorita? ¿O si se han enamorado? ¿Sabes cuales son sus miedos?
—N-No —respondí dándome cuenta que no sabía nada.
—¿Sabías que a Lee le gustaría estudiar enfermería? ¿Qué a veces compone canciones enteras sin darse cuenta? ¿Qué a Michael le gustaría calificar para los Juegos Olímpicos en arquería?
»¿Que Will tiene inseguridades al lado de sus hermanos? ¿O que Kaila quiere teñirse porque en la escuela se burlaban de su cabello rojizo? ¿O que Austin quiere abrirse un canal en Youtube para subir canciones pero que no está seguro de que tenga éxito, pero lo esconde siendo arrogante y despectivo?
Bajé la vista. No, no sabía nada de eso.
—No...no se me ocurrió que...
—Lo entiendo, Apolo —murmuró ella—. De verdad que sí, pero después de ver cómo es Eros conmigo, es difícil no cuestionarse por qué a veces pareciera que ni siquiera lo intentan.
La miré, Darlene tenía el rostro inclinado hacia un lado, observándome a los ojos con pena. No había ni molestia ni condena.
Su belleza era asombrosa, eso era indiscutible, lo llevaba en su herencia divina. Pero cada vez que pasaba más tiempo con ella, siempre lograba sorprenderme como su alma era igual de hermosa.
A veces, cuando veía este lado de ella, es cuando me sentía agradecido de la joven que las destino habían elegido para estar a mi lado. Era como si ella me desafiara a ser mejor, a ser mejor para ser suficiente para ella.
—He de admitirlo —murmuré—, me has sorprendido bastante.
Ella sonrió.
—Esto no era mi venganza —dijo acomodándose en su asiento—, pero si puedo meter algo de sentido común en esa cabezota, igual me sirve.
Me reí con ella y nos quedamos en un silencio cómodo, pero para mi era difícil apartar la vista de la semidiosa,
Miró a las estatuas a nuestro alrededor, centrándose en las de los ángeles.
Sus rostros tallados casi con perfección divina, llenos de serenidad y paz, parecían observar todo lo que sucedía a su alrededor con una mirada benevolente y pasiva en algunos, y estricta y analizante en otros.
Sus alas extendidas, majestuosas y detalladas, parecían estar a punto de cobrar vida, como si pudieran batirlas y echarse a volar en cualquier momento.
—Lo harás excepcional —dije entendiendo qué era lo que le llamaba la atención—, solo necesitas practicar más.
Darlene soltó un suspiro, como agotada y resignada.
—¿No sigues pensando que son horribles?
—¿Qué? —No entendía a qué se refería.
—Dijiste que mis alas te recordaban a Eros —murmuró—, y me dejaste en claro que las aborrecías.
Me quedé en silencio, sin saber cómo explicarle que en general cualquier cosa que me recordara a Eros me generaba malestar, pero que en ella las alas se veían preciosas.
Que me había dejado llevar por las emociones que la sorpresa de verlas me provocó, pero que parte de ese enojo fue porque me sentía en contradicción.
Sentí una punzada de culpa al ver su expresión dolida. No se me ocurrió que lo que le dije pudiera haberle afectado tanto, sabía que la había ofendido, pero no que había sido tanto cómo para qué aún lo pensara. Darlene siempre había sido tan altiva en mi presencia, tan orgullosa de su linaje que no imaginé que mis palabras le dolieran, pensaba que solo había sido enojo.
—No son horribles —murmuré—, son hermosas. Eres hermosa, Darlene. Ya te lo dije, verlas me tomó por sorpresa y no supe reaccionar de otra forma, pero lo que dije tiene que ver más con Eros que contigo.
—Quizá estaba siendo vanidosa —dijo negando con la cabeza—, han sido muy pocas veces las que alguien me ha dicho que algo en mi apariencia es...bueno...quizá exageré.
—No exageraste, eres del linaje de Afrodita, es normal que si alguien cuestiona tu apariencia te siente mal —dije tratando de bromear, ella sonrió—. Si alguien dijera algo negativo de mi apariencia, ten por seguro que lo pulverizaría.
—Sí, bueno —murmuró rodando los ojos—, eres el dios del atractivo masculino. Nadie jamás diría algo de tu apariencia. Seguro que si fueras mortal también serías atractivo.
—Pues he sido mortal dos veces, y sí, he sido el mortal más hermoso de todos.
Darlene soltó una carcajada—. Narciso no estaría de acuerdo contigo.
—Narciso era tan idiota que murió viendose en un reflejo —espeté bufando—. Yo no llegaría a tanto —agregué divertido.
Ella se mordió el labio conteniendo otra risa, mirando a todos lados. Había algunas personas que nos miraban mal por estar haciendo ruido.
—Lamento que mis palabras te hayan generado inseguridad —dije con seriedad, acercándome a su rostro—. Tus alas te asemejan a un ángel, no importa lo que alguien pueda sentir, tu belleza es innegable, nunca dudes de eso.
—Gracias, Apolo —murmuró sonriendo.
No me había dado cuenta que nos habíamos acercado demasiado, casi podía sentir su respiración tranquila y me sentí perderme en sus ojos que me daban una sensación de paz como cuando caminaba por los bosques de Grecia en la antigüedad.
—Disculpen —dijo una voz gruesa a un lado nuestro.
Me aparté de ella, para ver a quién nos interrumpió.
Era un hombre mayor, calvo y vestido de sacerdote. Nos miraba divertido, pero al mismo tiempo con firmeza.
—Hola —dijo Darlene sonriendo avergonzada.
—Estamos por empezar la misa, por favor, si no están interesados, les pido que salgan. Algunos de mis feligreses se han quejado porque su charla les impide concentrarse en sus rezos.
Miré a nuestro alrededor, y noté que ahora la iglesia estaba llena.
—Claro, ya nos vamos —dije poniéndonos de pie.
—No, no, no —interrumpió Darlene tomándome del brazo para que me volviera a sentar. Había un brillo malvado en sus ojos—. Nos quedamos, disculpe las molestias, mi amigo se va a comportar, ¿verdad, Panaberto?
—Deja de llamarme así —espeté entre dientes.
—Es más, a mi amigo le encantaría si pudieran dejarle ser monaguillo —dijo sonriendo enormemente.
—¡¿Qué yo qué?!
—Dijiste que aguantarías cualquier cosa que se me ocurriera —murmuró arrogante, luego miró al sacerdote nuevamente—. Mi amigo no tiene experiencia con las misas, apenas está comenzando a acercarse al catolicismo, disculpe si comete algún acto irrespetuoso. Pero en serio quiere intentarlo.
—¡Maravillo! —exclamó el hombre—. Ven conmigo, muchacho. La misa está por comenzar y hay que vestirte.
El hombre me tomó del brazo y me arrastró con él. Miré a la chica con furia, y ella me devolvió la sonrisa con un gesto de la mano.
—Buena suerte —alcancé a leer sus labios mientras me alejaba.
━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━
—¡Lo sabía, eres un monstruo! —espeté saliendo de la iglesia después de la misa.
Darlene salió detrás de mí a las carcajadas.
—Me diste permiso para ser ingeniosa —se excusó.
—¡Pero no me imaginé que harías algo así! —exclamé enojado—. ¡Un dios griego participando en una misa católica! ¡Es inaudito!
—Oh vamos, estoy seguro que te han hecho bromas más pesadas que esta —dijo encogiéndose de hombros.
—No.
Pues la verdad sí. Me han hecho bromas peores, sobre todo Hermes. Pero nunca algo así. Me crucé de brazos, frustrado y ofendido por esto.
—Por favor, Apolo —dijo—, si hubiera sido a otro dios te estarías riendo. Admite que fue gracioso.
Una señora mayor pasó a nuestro lado y se paró colando su mano en mi brazo.
—Muchachito, para ser tu primera vez hiciste un gran trabajo en el altar —dijo sonriendo levemente—, ten fe, has elegido el camino de la redención.
Y se marchó dejándonos solos de nuevo.
Darlene me sonrió con complicidad. No dejaba de mirarme, y sus ojos eran tan intensos que no pude evitarlo.
Sentí como mi cuerpo se relajaba y cómo una sonrisa surgía en mi rostro, y pronto empecé a reír. Porque era cierto que si le hubiera pasado a otro, quizá a Hermes por ejemplo, sería una broma buenísima.
La miré y sus ojos brillaban de alegría y satisfacción. Su sonrisa era contagiosa, y no pude evitar reírme más fuerte.
Darlene se rió conmigo, su risa llenaba el aire y elevó mi espíritu. Hacía mucho tiempo que no me reía de una manera tan grata por una broma que iba dirigida a mí mismo.
—Gracias, Dari —murmuré.
—¿Por qué? —preguntó divertida.
«Por existir» pensé.
—Por todo —respondí—. Hacía mucho que no me reía así.
━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━
Caminé por el Olimpo, escuchando las risas de todos los que pasaban por mi lado.
—¿Qué tal la misa, Apolo? —preguntó un dios menor.
Varios desubicados se estaban atreviendo a reírse a mi costa, no solo por lo de esta tarde, sino por toda la situación con Darlene, y por ende, con Eros. Me quedaba el consuelo de que en ese caso también se burlaban de él.
Pero había decidido ignorarlos. Yo era Apolo, dios de las artes, el sol, la medicina; fui inmensamente adorado, el favorito de Grecia, el hijo perfecto de Zeus, el destinado a seguir su legado. El más temido y respetado.
Unas bromas de tontos sin nada mejor que hacer no me tiraría abajo, sobre todo considerando lo que me espera al final del camino.
Entré a mi templo, y las ninfas que trabajaban ahí contuvieron algunas risitas pero ninguna se atrevía a hacerlo directamente en mi cara. Chicas sabias.
Isaira, la jefa de las ninfas de mi templo, se acercó a mí con la mirada gacha.
—Señor Apolo, que alegría que volvió —dijo con tono respetuoso.
—Gracias, Isaira —respondí pasando por su lado.
—Mi señor, ¿va a desear algo? —preguntó siguiendome.
—No, si lo requiero, te avisaré.
—Está bien, señor —murmuró.
Me detuve, quizá si necesitaba algo.
—Espera.
Ella me miró, casi con adoración. Isaira tenía un enamoramiento muy evidente, pero yo sabía que era casi obsesivo, y que era de la clase de ninfa que se pone toda loca posesiva si se le da demasiado margen.
Ya había andado irritada desde que todos se enteraron de mi futuro con Darlene y se desquitaba con las otras ninfas.
—Consigue un ramo de Narcisos.
—¿Narcisos, mi señor? —repitió entre dientes—. ¿Cómo...regalo para alguien?
—Sí.
Quizá sea cruel que se lo pida, pero necesito que entienda que si desea seguir trabajando para mí, tendrá que aceptar que no puede seguir comportándose así.
Me incómoda pensar si sería capaz de hacerle daño a Darlene.
La he visto comportarse con las otras ninfas de aquí, las que también parecen hacerme ojitos, solo duran apenas unos días y luego se empiezan a comportar aterrorizadas.
—Cómo ordene, mi señor —dijo conteniendo su enojo.
—Meleis —llamé. Otra ninfa se me acercó. Ella es quién cuidó de Darlene cuando estuvo encerrada en mi templo y la siguiente vez que la vio, se comportó con respeto.
—¿Sí, mi señor?
—Vigila que cumpla mi orden —murmuré—, no quiero sorpresas desagradables.
Meleis asintió.
—Las flores son para mi señora, ¿verdad? —Asentí.
Ella se marchó siguiendo a Isaira.
Esperaba que las demás aprendieran a comportarse igual que Meleis, sino, las cosas iban a ser malas para ellas.
Hace unas semanas vi el tiktok de una chica que se enamoró de un chico catolico, y que por pasar tiempo con él se acopló a las misas y a los grupos de catequesis a los que él iba. Contó que fue una locura porque al final ella no se sentía en sintonía con esas creencias y que no le interesaba realmente, pero si el chico y que fue la más grande locura que hizo por gustarle a alguien.
Y mi mente dijo: que gran anecdota para contar. "La cosa más loca que hice por mi crush, fue ir a una misa". Y me hizo gracia pensar en Apolo teniendo que ir porque a Dari se le ocurrió asi de la nada solo para molestarlo.
Ahora, con el tema del Narciso. Tecnicamente, sí se lo mandó. Como está narrado desde el punto de vista de Apolo, pues no se ve, pero Dari esa noche se encontró el jarrón con Narcisos en su cuarto.
El Narciso es una flor que tiene MUCHOS significados y depende del contexto en que se de, pero acá vamos a aclarar solo la que yo usé.
Vanidad: Si bien esta flor es hermosa, al recibirla como regalo puede significar que a pesar de que te aman profundamente el comportamiento vanidoso que tienes, es muy grande. También podría representar que les gusta tu vanidad, ya que tu belleza es única e irrepetible.
Ahora, el tema es que depende de la cantidad: una sola símboliza predecirle una desgracia, un ramo es alegría.
Apolo no estaba diciendo que Dari sea vanidosa (eso sería hipocrita XD), sino que la belleza de Darlene es sin igual, única e irrepetible (no olvidemos que Narciso era realmente hermoso)
Por cierto, esperen el siguiente capítulo que se viene la fiestitia de disfraces de la vecina de Michael.
Y ahora....¡Meme time!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro