010.ʟɪʀɪᴏ ᴍᴀʟᴠᴀ
Este capítulo contiene una escena de la serie de Disney "El mundo de Riley", cuando la vi, no pude evitar pensar que es perfectamente la personalidad natural de Dari cuando no está siendo opacada por todo el trasfondo de la guerra (lo cual me da tristeza por ella) y quería reflejarlo en cómo Apolo saca ese lado de ella cuando están solos pese a todo lo que viven en el mundo real.
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ʟɪʀɪᴏ ᴍᴀʟᴠᴀ
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APOLO CUMPLIÓ SU PROMESA, Y ME SECUESTRÓ CADA NOCHE EN SUEÑOS.
Algunas veces simplemente pasábamos horas hablando y otras disfrutando de la compañía del otro.
-Pronto serás, ya lo verás, junto a mí. Winx, pon tu mano junto a mí, y así crecerá el poder, el poder que nos dará victoria -tarareaba mientras le hacía pequeñas trencitas en el pelo, eran minúsculas, apenas el tamaño de mi dedo, pero ya tenía unas cinco y él no mostraba señales de moverse pronto, así que seguiría haciéndolas-. Winx, tu sonrisa encantará, todo lo iluminará, y muy juntos volaremos alto. Pronto serás, ya lo verás, junto a mí.
-Me gusta esa canción -comentó. Estaba apoyado contra mis piernas mientras dibujaba.
-Con la magia resplandece el cielo, la aventura está por comenzar, lo verás, en las nubes no hay espacio ni tiempo. Disfruto más la vida con la imaginación -sonreí sin dejar de cantar-. Todo yo lo puedo. Winx, pon tu mano junto a mí y así crecerá el poder, el poder que nos dará victoria. Winx, nuestro grupo es el mejor, la amistad ya nos unió, solo podemos vencer....
-¿Pero qué significa Winx?
Detuve mi canción soltando un jadeo.
-No puedo creerlo -dije indignada -. ¡¿Cómo es que no conoces el Club Winx, Apolo?! ¡Es cultura!
Se rió suavemente y alzó la mirada hacia mí con una expresión de disculpa.
-Supongo que me he perdido algo importante -dijo, con una sonrisa juguetona.
-¡Oh, lo has hecho! -exclamé, fingiendo dramatismo-. El Club Winx es una caricatura sobre un grupo de hadas que defienden el mundo de las fuerzas oscuras.
Apolo rió, y sus ojos brillaron con curiosidad mientras me escuchaba explicar sobre el Club Winx. Le conté sobre sus poderes mágicos, sus enemigos, y sus canciones, las transformaciones.
-Suena interesante.
-Voy a obligarte a verla -sentencié terminando otra trencita-, me da miedo preguntar si conoces a las Bratz.
-¿Las qué?
-¡No puede ser! -me quejé dándole un golpe en el hombro y él soltó una carcajada.
Me lancé a una explicación enorme sobre las películas del Club Winx, las Bratz y para asegurarme de que se enterara de todo lo que posiblemente se había perdido, también le hablé sobre Monster High y Ever After High.
Él me escuchó sin interrumpir, no tenía ni idea si me estaba prestando atención de verdad o si lo estaba cansando, pero no me detuvo asi que yo seguí y seguí por un largo rato.
-Y por eso, Apple no me agrada, aunque sus outfits son geniales -terminé después de media hora-. Lo siento, ¿hablé mucho?
Apolo sonrió, sin dejar de dibujar ni un minuto, lo había visto terminar uno y empezar otro mientras yo hablaba.
-Me gusta escucharte cuando me hablas de lo que te gusta.
Inclinó la cabeza hacía atrás, y me estremecí bajo su mirada.
-A veces siento que hablo demasiado, pero tú siempre me escuchas con paciencia y atención -comenté acariciando suavemente su cabello.
Él sonrió y estiró la mano para acariciar mi mejilla.
-Tu voz es música para mí -murmuró-, no me importa de qué o cuánto hables, me gusta escucharte.
Las palabras de Apolo hicieron que mi corazón latiera aún más rápido. Cerré los ojos y apoyé el rostro contra su mano, disfrutando de su cálido tacto, que me envió un escalofrío de emoción por todo el cuerpo. Los latidos de mi corazón resonaban con fuerza en mis oídos, y sentía cómo la emoción se apoderaba de mí.
Me resultaba una ilusión como nuestras interacciones habían pasado de desearnos la muerte a...esto.
Y aún cuando sabía que dejarlo seguir tomando mi corazón podía despedazarme porque nada me aseguraba su amor por siempre, no podía ni quería dejarlo ir. Su sola mirada sobre mí era suficiente para hacerme feliz.
-¿Qué estás dibujando ahora? -pregunté mirando su cuaderno.
Él miró las hojas y me las mostró.
-Un lirio -respondió.
Continué acariciando su cabello mientras observaba el dibujo del lirio en su cuaderno. Era una obra delicada y detallada, con líneas suaves y precisas que realzaban cada pétalo y cada hoja de la flor.
-Es hermoso -murmuré, sin poder apartar la mirada del dibujo. Los trazos que Apolo había hecho le daban una sensación etérea y casi mágica al lirio en papel.
-Lo dibujé pensando en tus ojos -susurró sentándose mejor a mi lado.
Una sonrisa tímida se formó en mis labios mientras lo miraba. Sentí que mis mejillas se encendían con un suave rubor, y mi corazón latía con más fuerza.
Levanté la mirada hacía él, estábamos demasiado cerca; podía sentir su aliento cálido rozando mi piel, y mi corazón parecía querer escapar de mi pecho. Sus ojos, profundos y penetrantes, me miraban con una intensidad que me dejaba sin aliento. En ese momento, todo el mundo parecía desvanecerse a nuestro alrededor, y solo existíamos él y yo, atrapados en un instante mágico y suspendido en el tiempo.
El ambiente del taller parecía cargado de electricidad, como si el simple hecho de estar cerca uno del otro generara una fuerza magnética que nos atraía sin remedio.
Él acarició mi mejilla con ternura, y una sensación eléctrica recorrió mi piel. Me sentía tan vulnerable, pero también me sentía como si por fin estuviera en el lugar correcto.
«No puedes enamorarte de él» pensé sintiendo como mi corazón lloraba ante esas palabras. «Es un dios, Darlene. No puede amarte como quieres».
-¿Qué estás pensando? -preguntó, acomodando mi cabello detrás de la oreja. Sus ojos parecían desbordar una enorme tristeza, como si me estuviera queriendo decir algo, pero no supiera cómo.
-Sé que eres el dios de las artes y todo eso -respondí sonriendo suavemente-, pero es increíble que hasta un dibujo tan sencillo lo hagas parecer una obra de arte maestra.
Apolo bajó la mirada hacia el dibujo del lirio en su cuaderno.
-Estoy seguro que tú también podrías crear arte con tus manos -murmuró tomando mi mano y dejando un beso en la muñeca.
Solté una carcajada bastante tonta.
-No, no puedo.
-Claro que sí -replicó divertido-, vi lo que hiciste para San Valentín. Tus manualidades fueron hermosas, muchos lo pensaron sino, no te hubieran comprado.
-Puedo hacer manualidades -dije rodando los ojos-, pintar un cuadro es otra cosa.
Apolo sonrió con complicidad y se acercó un poco más, quedando apenas a centímetros de mi rostro. Su mirada brillaba con determinación y ternura a la vez.
-Estoy seguro de que tu creatividad no tiene límites. Permíteme ver lo que puedes hacer. Quiero que me muestres tus habilidades para pintar.
-Vas a arrepentirte -murmuré.
-¿Quieres apostar?
-No, porque vas a perder y yo terminaré humillada, porque en serio, no sé pintar.
-Yo decidiré eso -dijo con una sonrisa torcida.
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Apolo no sé dio por vencido hasta que me hizo pintar, y evidentemente quedó decepcionado de mis habilidades.
Yo le advertí, pero el muy cabezón no quiso escuchar. Y ahora estaba determinado a enseñarme.
-¡Ya terminé! -exclamé con una sonrisa enorme.
Apolo bajó su lira y me devolvió la sonrisa, mientras se acercaba a ver mi pintura.
-Siempre me genera emoción cuando nace el talento de un artista -dijo mirando mi cuadro, pero su sonrisa se borró inmediatamente-. Ya se me pasó.
-¡Oh por favor, está bonito! -repliqué aguantando las ganas de reir.
Apolo me miró como si hubiera cometido un crimen. Llevaba dos días intentando enseñarme a pintar, sin los resultados que él quería.
-¿Qué te dije de usar solo el rosa? -cuestionó frunciendo el ceño.
-¿Otra vez con eso?
-¡¿Por qué todo es rosa?! -exclamó apuntando a mi cuadro con indignación.
-Porque tú sigues escondiéndome el rosa y yo lo encontré -respondí levantando mis brazos, estaban cubiertos hasta por encima de los codos de pintura rosa.
-¡¿Estás pintando con los dedos?!
-Creo que estás exagerando -dije con tono compasivo-, así te va a dar un ACV.
Apolo se pasó la mano por el cabello, mostrando una expresión de sorpresa mezclada con frustración. Luego suspiró, tratando de recobrar la compostura. Se acercó nuevamente a mi lienzo y observó los trazos rosados que salpicaban la escena.
-Dari, te pedí que pensaras en un portal de algún edificio de Nueva York, uno que te hubiera llamado la atención y lo intentaras pintar de memoria.
-Ajá...
-¡Te pedí que dibujaras una puerta!
-¡Y eso hice!
-¡Dibujaste un gato! -exclamó tomando mi lienzo.
Había pintado un gato rosa, apenas tenía forma de gato, pero estaba mejor definido que los otros.
-¿Un gato? -repetí, fingiendo sorpresa-. ¿Estás seguro? Quizás es solo tu imaginación. Es obvio que es una puerta.
-Es un gato.
-Es una puerta -repliqué tomando el cuadro y moviéndolo como una puerta-. Hola, ¿hay alguien en casa? ¿No? Bueno, vuelvo más tarde, que no se les escape el gato.
Apolo soltó una risa divertida, y su expresión de frustración se transformó en una sonrisa juguetona
-No sé si decirte que es impresionante o preocupante cómo tu mente interpreta mis instrucciones.
-Bueno, en mi defensa, pintar no es lo mío. Pero al menos puedes decir que tienes una colección única de cuadros de gatos rosa -dije señalando la pila que había hecho en los últimos días-. Nadie más puede presumir de eso.
-Comienzo a pensar que no es que no puedes pintar, sino que no estás interesada ni un poco en aprender, ni siquiera lo has intentando -dijo entrecerrando los ojos-, ¿y por qué siempre rosa? -volvió a cuestionar-. Al menos gatos con colores normales o no sé...¿otros colores?
-Me gusta el rosa -respondí simplemente.
Apolo dejó escapar una pequeña risa, como si no pudiera evitar encontrar mi persistencia con el color rosa un tanto graciosa. Se acomodó en el asiento, cruzando las piernas y apoyando su lira en el regazo.
-No sé ni para qué pregunté -dijo comenzando a tocar el instrumento.
Me puse de pie y caminé hacia la mesa, tomando su cuaderno y abriendolo.
-Tengo muchas habilidades, Apolo -expresé-, pintar no es una de ellas.
-Sí, puedo verlo...
Pasé las hojas, admirando los bonitos dibujos al carboncillo que había hecho. Entonces me dí cuenta que había un sinnúmero impresionante de dibujos de hadas, princesas y modelos, pero lo que más me sorprendió, fue darme cuenta que en realidad, era yo.
Apolo me había dibujado como un personaje de cada una de las series y películas que le había contado que me gustaban.
Continué pasando las páginas, maravillándome con cada retrato que había creado. Parecían sacados de mi imaginación y cobraban vida en el papel. Había una versión de mí como hada del Club Winx, otra como una Bratz fashionista, y hasta como una estudiante de Monster High. Cada dibujo estaba lleno de detalles y expresaba la esencia de cada personaje de manera sorprendente.
Estaba tan distraída admirando los dibujos que me sobresalté cuando sentí su mano en mi cintura. Mi corazón dio un salto, y mi piel se erizó ante el suave contacto.
-¿Te gustan? -preguntó con una sonrisa suave en los labios.
Asentí, incapaz de encontrar las palabras para describir lo que sentía en ese momento. Sus retratos eran increíbles, y cada uno de ellos reflejaba una parte de mí misma que a menudo ocultaba tras una capa de timidez.
-Son asombrosos -respondí finalmente, sintiendo cómo mi voz temblaba ligeramente mientras volvía a mirarlos.
Me quedé inmóvil, sintiendo un cosquilleo en la piel allí donde Apolo había puesto su mano en mi cintura. Su voz, suave y melodiosa, me susurró al oído mientras el calor de su aliento rozaba mi mejilla.
-Me gusta dibujarte, te has vuelto mi única musa.
Mis ojos se encontraron con los suyos, y en ellos pude ver una sinceridad abrumadora. Era como si en ese instante, el mundo se redujera a nosotros dos y todo lo demás se desvaneciera. Apolo sostenía mi mirada con tanta intensidad que sentí que mi corazón latía en sincronía con el suyo.
-Tus sueños, tu creatividad, la pasión con la que hablas de las cosas que te gustan, todo en ti me inspira -continuó, acercando su rostro al mío-. Eres mi fuente de inspiración más valiosa, Darlene Backer.
Mis mejillas se encendieron con un rubor intenso ante sus palabras.
-Yo...
-Cuando te miro, veo la belleza del mundo plasmada en tu ser. Cada detalle de tí, cada chispa en tus ojos, es una obra de arte que despierta mi creatividad.
Sonreí levemente, sintiendo como mi corazón parecía solo crecer más y más con sus palabras.
-Tienes un don para las palabras, ¿no, Sunshine? -murmuré.
Él me devolvió la sonrisa.
-Siglos de práctica.
-Ah ya lo creo que sí.
Apolo se apartó de mí, y lo agradecí mucho porque sino iba a terminar desmayandome si seguía hablándome así.
-¿Quieres intentar pintar la puerta?
-Sabes que va a ser otro gato rosa.
Soltó un quejido y me miró con súplica.
-Al menos un perro.
-Un gato.
-Odio los gatos.
-¿Por qué? -pregunté enarcando una ceja.
-Son arrogantes, manipuladores y siempre te miran con desdén.
-Osea que te molestan porque son iguales a tí -dije divertida.
Él me miró ofendido.
-Me molestan porque se roban toda la atención que me corresponde por derecho.
-Ahora con mayor razón voy a dibujar gatos.
Apolo soltó un suspiro, rendido ante mi determinación, y asintió aceptando su destino de tener más gatos rosados en su taller.
Pronto se viene el viaje a la casa de Will, y Dari va a conocer a una de sus "socias".
¿Alguien recuerda lo que Apolo mencionó en su saga sobre la mamá de Will?
😏😏😏😏
Meme time...
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