Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

004.ᴘɪɴᴏ ꜱɪʟᴠᴇꜱᴛʀᴇ

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

ᴘɪɴᴏ ꜱɪʟᴠᴇꜱᴛʀᴇ

╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝

━━━15 de Septiembre

ME EMPECÉ A SENTIR UN POCO MEJOR DESPUÉS DE ESO.

La solución, temporal, me la dieron los gemelos de Dioniso, no sé qué hicieron, pero me empezaron a dar jugo de manzana con néctar. Will tenía la teoría de que sus poderes como hijos del dios de la locura podían ser algo "terapéuticos".

Iba a proponer a Dioniso como el dios de la psicología.

Mi apariencia comenzó a mejorar bastante, al menos ya no parecía una zombi, como tan amablemente me llamó la imbécil de Drew. Aunque seguía durmiendo un poco mal, al menos ahora podía tener una o dos noches de sueño completo.

Y cuando no podía dormir nada, me escondía en la enfermería por una siesta.

Eso sí, como no todo puede ser perfecto, las cosas se empezaron a poner locas en mi vida personal a las semanas de que comenzaron las clases.

Porque por supuesto, no puede haber escuela sin drama adolescente. ¿verdad? En serio pienso que a veces mi vida es una novela de Wattpad.

Quirón dictaba clases mortales básicas, solo eran cinco: matemática, literatura, geografía, historia y ciencias. Una para cada día de la semana.

Estaba sentada en la mesa del comedor, disfrutando de mi almuerzo cuando Silena me dio un codazo. La miré con la boca llena y una ceja arqueada, ella me dio una sonrisa traviesa.

—Mira quién no puede dejar de mirarte —dijo inclinándose hacia mí y me guiñó un ojo. Los demás a nuestro alrededor soltaron risitas burlonas.

Tragué nerviosa, no me hacía falta mirar para saber a quién se referían. Solo había alguien que me miraría y provocaría una reacción tan fanshipp a la cabaña diez.

Intenté mirar disimuladamente sin dejarme en evidencia, pero fue una estupidez porque Silena tenía razón. Michael no dejaba de mirarme.

Y el muy mierda no hizo ningún esfuerzo en esconder lo que estaba haciendo. Al contrario, ni siquiera prestaba atención a lo que uno de sus hermanos intentaba decirle.

—Está loquito por tí —dijo Arantza divertida. Los demás se rieron a mi costa.

Me sonrojé hasta las orejas.

Traté de mantener la calma y sonreír como si no me afectara, pero mi corazón latía con fuerza y sentía mariposas revoloteando en mi estómago. Era una sensación agridulce, mezcla de emoción y nerviosismo.

—Vamos, no te pongas así —dijo Silena entre risas—. Es mejor que alguien te mire con interés a que te ignore por completo.

Drew se apoyó en la mesa con una mano en la mejilla y soltó un suspiro soñador.

—Él sería perfecto para cumplir tu rito de paso —comentó con un brillo malicioso en los ojos. La miré conteniendo un buen insulto—. Solo piensalo, ya está loco por tí, solo deberías romperle el corazón y...

Silena me detuvo cuando me estaba por poner de pie para romperle la cara a la tarada ésta.

—Ya dije que ese rito está vetado —espetó con tono frío y duro.

El silencio tenso invadió la mesa, Drew bajó la mirada, visiblemente avergonzada por haber sido reprendida en público.

—Si ya terminaron todos, es mejor ir a buscar nuestras cosas para la clase —dije tratando de cortar la tensión.

—Buena idea —agregó Silena y todos obedecieron.

Ambas nos miramos, compartiendo una complicidad silenciosa. Sabíamos que era importante mantenernos unidas y evitar que el drama interno de la cabaña diez se filtrara a nuestras relaciones personales.

Sobre todo porque ambas queríamos cambiar la opinión que todo el campamento tenía de nosotros, pero con personas como Drew a veces era difícil.

Una hora más tarde, todos estábamos listos para nuestra clase de ciencias y Quirón nos había dicho que ese día la tomaríamos en el lago.

Así que hacia allá marchamos, y justo cuando nos estábamos acercando, Silena me habló al oído.

—Sigue mirándote —canturreó divertida.

—Ya para —mascullé sonrojada.

—¿Yo? —cuestionó con falsa ofensa—. Eso deberías decírselo a él.

Miré a Michael de reojo y noté que me devolvía la mirada, con una expresión que me puso los vellos de punta.

—No te es tan indiferente —comentó Valentina acercándose a nosotras.

Rodé los ojos, últimamente andaban bien pesadas.

—Deberías invitarlo a sentarse contigo en la clase —dijo Silena.

—No.

Ambas se rieron y Silena agitó la mano bien alto.

—¡Ey, hola Michael! —gritó.

Él giró la cabeza hacia nosotros al escuchar su nombre. A su lado, dos de sus hermanas, Victoria y Eliana, contuvieron unas risitas mientras le daban codazos.

«No, si somos el chisme del campamento».

Se acercó, ignorándolas por completo, pero siempre mirándome fijamente.

—¿Qué ocurre?

Y por alguna razón que desconozco, Valentina se sacó unas confianzitas del bolsillo, porque se le colgó del brazo con mucho entusiasmo.

—Nada en particular, solo estábamos hablando de lo atractivo que te ves hoy, ¿no es así, chicas? —dijo mirándome con una risita juguetona.

—Así es —agregó Silena a mi lado, y me dio un codazo.

La miré, sin ninguna intención de meterme en esta tontería. Michael y yo éramos amigos, teníamos un buen nivel de confianza, y él ya me había besado y dicho que me amaba.

Esto que ellas estaban haciendo era innecesario y vergonzoso.

Michael las miró enarcando una ceja y parecía incómodo igual que yo. Solté un suspiro cansado.

—No les prestes atención. Están siendo tontas —dije. Ambas dejaron escapar un quejido ofendido y yo me apresuré a apartar a Valentina de él—. Vamos.

Lo arrastré lejos de mis compañeras, en dirección al lago para la clase.

Él se dejó guiar, y casi llegando a la zona donde Quirón y varios campistas ya se estaban preparando, me sujetó de la mano.

—¿Eso fue una escena de celos? —preguntó divertido.

—No —respondí en el mismo tono, ya me esperaba que saliera con algo así. Me senté en la arena, apoyándome en un tronco con mi cuaderno en las manos, y él a mi lado—. Pero ví lo incómodo que estabas de que Valentina se te colgara así.

Michael asintió.

—Cierto, gracias —dijo. Pasó el brazo por detrás de mí casi como si me estuviera abrazando y se inclinó demasiado cerca para murmurar—. Y tienes razón, fue estúpido de mi parte sugerir algo así, no tienes razones para estar celosa.

—¿Ah no? —cuestioné conteniendo una sonrisa.

Estábamos demasiado cerca, tanto que podía sentir el calor de su cuerpo cerca del mío y su aliento rozando suavemente mi rostro.

—No —murmuró mirando mis labios—, porque en mi corazón solo hay lugar para tí.

Sentí un nudo en el estómago mientras las palabras de Michael resonaban en mi mente. Aunque su declaración era hermosa y romántica, algo en mí se sentía...mal.

No entendía por qué, pero una sensación extraña se apoderó de mí. El roce del aliento de Michael aún persistía en mi rostro, pero ya no lo encontraba tan reconfortante como antes. Me aparté ligeramente, y me sentí peor al notar que él también se había dado cuenta.

Me miró con preocupación en sus ojos, captando mi cambio de actitud. Sus cejas se fruncieron levemente, y retiró su brazo que estaba apoyando detrás de mí. Parecía confundido y arrepentido al mismo tiempo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, no entendía que me pasaba.

Mi mirada se desvió hacia el horizonte, tratando de alejar esos pensamientos confusos. El sonido de las olas rompiendo en la orilla me envolvía, pero no lograba calmar mi inquietud interna.

Quirón comenzó a dictar la clase, pero no escuchaba nada de lo que decía.

Sentí cómo mi respiración se agitaba, y un nudo en mi garganta dificultaba la articulación de las palabras. Quería expresar lo que estaba sintiendo, pero me costaba entenderlo por completo.

—Lo siento —murmuré.

Michael negó suavemente y tomó mi mano.

—No, ya te he dicho que no te disculpes por sentir lo que sientes. —Me miró con ternura—. Lamento haberte puesto incómoda.

—No fuiste tú —respondí en voz baja.

No había sido lo que había hecho, más bien se trataba de que en el momento en que dijo que yo era la única en su corazón, una culpa inmensa me invadió. Y no sabía por qué.

Michael me miró con curiosidad, sus ojos buscando respuestas en los míos. Apreté su mano con suavidad, tratando de transmitirle que no era culpa suya, sino algo que estaba sucediendo dentro de mí.

La clase continuó, y ninguno de los dos soltamos nuestras manos. Aunque ese contacto me daba paz y calidez, mi corazón se siguió sintiendo como si el hielo lo estuviera consumiendo.

Y eso, se siguió repitiendo toda la semana.

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

Durante los siguientes tres días, cada vez que Michael intentaba coquetear conmigo y yo lo dejaba avanzar, algo pasaba para que me empezara a sentir culpable. Y ya comenzaba a frustrarnos a ambos.

Ese día, estábamos en la cabaña siete haciendo las tareas que Quirón nos había dejado para la próxima semana.

—No seas tramposo —dije, empujándolo suavemente por el hombro mientras ambos nos encontrábamos sentados sobre su litera.

Michael sonrió, desafiante. Sus ojos brillaban con travesura mientras me miraba fijamente.

—No lo soy —exclamó, inclinándose un poco hacia mí. Su cercanía hizo que mi corazón latiera un poco más rápido.

—Dame —dije, tomando el cuaderno de historia de sus manos y acomodándolo en mis piernas. Mi piel rozó ligeramente la suya, enviando un cosquilleo por mi espina dorsal. Mi voz sonó un poco más suave de lo que pretendía.

»"Entre los 34 estados de los Estados Unidos en febrero de 1861, siete estados esclavistas del sur individualmente declararon su secesión de los Estados Unidos para formar los Estados Confederados de América, o el Sur. La Confederación creció..." —leí en voz alta, tratando de mantener mi concentración mientras sentía su mirada intensa sobre mí—. ¡Michael, esto lo sacaste de Wikipedia, hiciste copia y pega!

—¡No es cierto! —protestó, aunque su sonrisa juguetona delataba su culpabilidad.

—Sí, lo es —repliqué—. No puedes presentar esto, Quirón te va a reprobar.

Con un gesto rápido, me arrebató el cuaderno de las manos, sus dedos rozando los míos durante un breve momento. La electricidad de aquel simple contacto se extendió por todo mi cuerpo, dejándome sin aliento por un instante.

—Estúpida tarea de historia —murmuró, sacudiendo la cabeza con una sonrisa torcida. Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de complicidad.

Rodé los ojos, tratando de ocultar la chispa de emoción que había surgido dentro de mí. Tomé mi propio cuaderno de matemáticas, tratando de concentrarme en los ejercicios, aunque la verdad, este era mi propio infierno.

«Estúpida tarea de matemáticas», pensé mientras suspiraba suavemente.

—Si me ayudas a redactarla, te ayudaré a resolver esos —comentó Michael, inclinándose un poco más cerca de mí, su aliento cálido rozando mi mejilla.

Solté una risita burlesca, pero mi corazón comenzó a palpitar más rápido.

—A ti se te dan peor que a mí —respondí, desviando la mirada para ocultar la creciente sonrisa en mi rostro.

Michael se recostó en la litera, mirándome con una expresión traviesa en su rostro. Una corriente eléctrica parecía fluir entre nosotros, creando una tensión palpable en el aire. Sentí un cosquilleo en el estómago mientras luchaba por mantener la compostura.

El ambiente se cargó de una atmósfera cargada de complicidad y atracción. Aunque traté de desviar mi mirada, no pude evitar sentir la intensidad de sus ojos clavados en los míos. Mi corazón latía desbocado mientras luchaba por contener mis emociones.

Michael se inclinó un poco más cerca de mí, y pude sentir su aliento cálido rozando mi mejilla. Un escalofrío recorrió mi espalda, y la tensión entre nosotros se hizo aún más palpable.

—Sí, no se me dan nada los números —murmuró en un tono suave, como si estuviera compartiendo un secreto—. Pero ya has visto que por tí podría hacer cualquier cosa.

La cercanía de sus palabras hizo que mi respiración se entrecortara. Su voz, cargada de promesas y posibilidades, me hizo sentir como si el mundo a nuestro alrededor desapareciera, dejándonos solos en aquel pequeño espacio.

Con un suspiro, me atreví a mirarlo de nuevo. Sus ojos brillaban con una intensidad que me dejaba sin aliento, y no pude evitar notar cómo mi corazón seguía acelerándose con cada segundo que pasaba.

—¡Oigan, déjense de juegos y bésense de una vez! —La voz y posterior risas escandalosas nos sobresaltaron.

Entonces me dí cuenta que ya no estábamos tan solos como había pensado. Sus hermanos habían vuelto de una clase de arquería y nos miraban con diversión. Kayla había sido la que había hablado. A su lado, el resto de los chicos de la siete se reían de nosotros.

Me puse roja por la sorpresa y la vergüenza. Aparté bruscamente la mirada de Michael, tratando de recuperar la compostura.

Mis ojos se encontraron con los de Will, tan sonriente como solía ser siempre, verlo me provocó una sensación de estremecimiento, como una patada en el estómago.

Will se parecía demasiado a Apolo.

Tragué saliva, sintiendo como si tuviera ácido en la boca. No entendía por qué de repente me había invadido una angustia impresionante, como si hubiera estado haciendo algo que no debía y hubiera sido atrapada.

—Y-Yo...tengo que hacer algo que había olvidado —murmuré tomando mis cosas y saliendo de la cabaña.

—Muchas gracias —alcancé a escuchar a Michael decirle a sus hermanos con un tono de reproche.

Mientras caminaba rápidamente hacia afuera de la cabaña, me detuve en seco, tratando de entender qué estaba pasando dentro de mí. La confusión se arremolinaba en mi mente, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Me sentía como si fuera una tramposa.

Apoyé mi espalda contra un pino, cerrando los ojos mientras intentaba calmarme. Traté de analizar mis sentimientos, pero todo parecía confuso y desordenado.

Era una completa mierda.

Había descubierto que realmente me gustaba mucho estar así con él, coquetear y ver hasta donde llegaban los límites del otro. Saber que una sonrisa suya me dejaba las piernas como gelatina y mi cercanía lo volvía loco. Era jugar con fuego y me encantaba.

Sin embargo, una palabra, una acción o la llegada de alguien a interrumpirnos, bastaba para que la sensación de estar traicionando me invadiera.

Mi mirada se desvió hacia el horizonte, donde el sol comenzaba a ponerse lentamente. Los rayos anaranjados se filtraban entre las copas de los árboles, creando un ambiente cálido y reconfortante.

Solté un siseo adolorido, bajé la vista hacia mis manos y me di cuenta que otra vez había estado pellizcándome las uñas. Me había arrancado un pequeño pedacito de piel y ahora me sangraba.

—Masticar chicle puede distraerte y ayudarte a liberar un poco de estrés.

La voz de Apolo resonó en mi mente como una caricia. Hacía días que no lo veía, por más que lo intenté no pude volver a soñar el taller.

Metí la mano en mi abrigo y saqué el paquete de chicles que él me había regalado, me había dado cuenta que debían ser de origen mágico porque por más que sacara veinte al día siempre había más para sacar.

El sabor a menta inundó mi boca, y el acto de masticar me distrajo de mis pensamientos turbulentos. Sentí cómo la tensión empezaba a disiparse poco a poco, reemplazada por una sensación refrescante.

Cerré los ojos y me concentré en mi respiración, inhalando profundamente el aire fresco del bosque. Mientras exhalaba lentamente, dejé que mi mente se despejara y se alejara de las complicaciones y confusiones que me rodeaban.

Cuando abrí los ojos, el sol ya se había ocultado por completo y un aire más frío comenzó a envolverme.

Observé el cielo nocturno en sus últimos vestigios de luz, cuando apenas quedan unos rayos solitarios que tapan el brillo de las estrellas y la oscuridad se apodera lentamente de todo.

Así me sentía a veces. Los pequeños momentos con Michael me daban felicidad, pero eran los recuerdos de Apolo los que se apoderaban de mi mente todo el tiempo.

Un sollozo se me escapó cuando me di cuenta de qué era lo que estaba sintiendo.

MEME TIME

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro