Hacer cualquier cosa con dieciocho años luego de que tu novia volviera a su país hace dos días era tortuoso. No tenía ganas ni de hacer su cama.

"Niño, ve a tomar tu ropa y llévala a limpiar. Iré al supermercado un momento." Dijo su señora madre asomándose en la puerta.

"Bien." Alex gruñó y se levantó de su cómoda cama para hacer lo pedido.

"Gracias. No tardo." Y se fue sin esperar más.

El pelinegro tomó su cesto de ropa para abrir la puerta del todo con su pie y caminó hasta la lavadora fuera de la casa.

Comenzó a echar la ropa con sus manos en pequeñas cantidades. Odiaba tener que limpiar pero era su deber. Mientras murmuraba lo mucho odiaba todo esto vió una tela rosada. Que él supiera, no tenía nada rosa. Estiró su mano y tomó esta para ver que era, su rostro se tornó rojo al notar que eran unas bragas de su novia. Las reconocería donde fuera.

Miró a su derecha. Miró a la izquierda. No había nadie al rededor. Disimuladamente bajó su mano y guardó la prenda en su bolsillo para tomar todo el cesto de ropa sucia dándole la vuelta dentro de la lavadora. Una vez todo listo se fue corriendo a su habitación, entró y cerró la puerta con pestillo para recostarse de esta segundos después.

Una vez más llevó su mano a su bolsillo y tomó la prenda entre sus dedos para verla. La tela era suave y definitivamente tenía un diseño muy femenino. Antes de irse, Mary se había duchado y se llevó todas sus cosas al aeropuerto dos horas después pero, parece que olvidó sus bragas.

No pudo evitar recordar lo sexy que se veía la castaña con esta prenda. Su delicado cuerpo blanco se veía tan bien cuando estaba en ropa interior. Realmente, Alex pensaba que se veía bien con cualquier cosa pero, ella en ropa interior era la perdición de el chico mexicano.

No pudo no llevarse la prenda a su rostro oliéndola en el proceso. Sí, definitivamente, ella era su perdición. Su aroma y el recuerdo de la castaña lo ponía tan caliente que fue cuestión de segundos para que sintiera como su cuerpo reaccionaba ante todo esto.

Ni siquiera se dirigió a su cama, allí mismo contra la puerta se comenzó a bajar el pantalón lo suficiente para sacar su miembro. Con una de sus manos comenzó a presionar la prenda contra su rostro mientras que con la otra tomaba su falo comenzando a estimularlo con lentos movimientos precisos. Su mano se movió con un vaivén constante pero lento, era tantas las sensaciones que no tardó en subir el ritmo.

Comenzó a jadear fuerte contra la prenda. Su mano fue más y más rápido. Sentía como su cuerpo se comenzaba a tensar, sus ojos se cerraron y su rostro estaba rojo. Era exagerado pero hasta sentía como algunas gotas de sudor bajaban por su mentón.

Se imaginaba a su novia en pocas prendas frente a él, extrañaba su cuerpo y la forma en la que lo hacía sentir. El como ella y solo ella conseguía ponerlo como piedra en cuestión de segundos. Quería sentir su glúteos brincando sobre sus caderas. Quería sentir la calidez de su boca. Quería tocar esos suaves senos y lamer sus botones rosados hasta que se le irritara la piel. Y como daría por saborear su dulce néctar.

Cuando menos lo esperó, se encontraba estremeciéndose. Jadeaba tanto que no se dió cuenta cuando comenzó a salir saliva de su boca. Se ponía loco por su novia y no hacía falta decirlo. Su respiración era pesada y muy rápida, su pecho se movía con rapidez mientras más jadeaba. Al sentir como estuvo a punto de terminar tomó la prenda y comenzó a masturbarse usando esta mientras miraba como se manchaba levemente por el líquido que comenzaba a salir de su glande. Antes de terminar se imaginó haciendo suya a su novia una vez más. Estaba tan concentrado que hasta la imaginó gimiendo su nombre y pidiéndole más. Poco después terminó corriéndose en la prenda mientras se mordía el labio inferior.

Se quedó allí recostado por unos momentos tratando de recuperar el aliento. Estaba exhausto y ahora extrañaba a la francesa más que nunca.

¿Sugerencias para siguientes capítulos? C:

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